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Tamer. por JHS_LCFR

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Capítulo 04

 

“Busca a Lay, él está demasiado ocupado como para buscarte”.

Había anochecido y Suho había desaparecido en un parpadeo: Minseok empezaba a sospechar que se había desmayado o aturdido momentáneamente por otro de sus trucos. Luego llegó a la conclusión de que, si el chico podía caminar sin hacer ruido, tranquilamente podía moverse a la velocidad de un rayo.

“Tú trabajo será complacerlos”.

¿Qué carajos significaba eso?

Caminó de vuelta por el acampado mayor, la zona del público ya estaba dispuesta, incluso desde la entrada principal se veían los remolques de comida chatarra y dulces adoptando posiciones estratégicas, dejando intacto y limpio el camino de tierra que daba a la alfombra de la entrada. Minseok casi que se animó a sonreír, pero los pómulos le respondieron tarde.

Creyó haber visto a Chanyeol y el otro chico alto y enorme de cabello negro (¿Tao?), pero desaparecieron tras los vestidores tan rápidamente que ni siquiera alcanzó a levantar la mano para que lo esperasen. Cansado, resopló y continuó arrastrando los pies con el buzo atado por las mangas a su cadera: cabeceaba sin ganas de mover los brazos o enderezarse. Tenía sueño, estaba mareado y se moría de hambre.

Cuando se tomó del estómago, miró sus manos y notó que había estado caminando sin rumbo alguno por varios minutos. Había terminado en la total oscuridad, escuchando el cantar de grillos a lo lejos en lo que parecía una tienda alejada del circo. No recordó haber salido al exterior o haber surcado las zonas de pastizales y yuyos: en aquella carpa azul oscura, el único destello de luz provenía de la Luna que entraba por un corte en la tela lateral (Minseok tendría que acostumbrarse a llamarlos ‘puertas’).

Un gruñido y el leve chasquido de metales le llamó la atención, erizándole los pelos: en el otro extremo, había una jaula. Una jaula para animales, con algo dentro, moviéndose lentamente y con cuidado: La luz rozaba débilmente la mitad inferior de los barrotes; pies descalzos con uñas sucias y rotas alcanzaban a verse. Minseok perdió el aliento.

-¿Lay?—dijo la figura oculta en la oscuridad; el roce de metales volvió a tintinear. Eran cadenas—. Lay, ¿Eres tú?—Gateando y resoplando por el agotamiento, manos con garras por uñas rascaron el piso de la jaula con piedrillas sueltas; trozos de gasas y algodones cayeron lentamente, empapados en sangre—Hey Lay, háblame ¿Qué te…?

Minseok dio un paso hacia atrás y ahogó un grito: arrastrándose, el portador de la voz se aferró a los barrotes y acercó el rostro. Tenía el cabello rubio y lacio salvajemente despeinado, facciones duras y masculinas, un ojo negro y el otro ocre, casi dorado…pero lo más aterrador era lo que parecía ir devorándose la piel de su cara.

El joven temblaba a pesar de la dureza en su mirada, y en el lado derecho tenía…e

Escamas.

Escamas abriendo su pómulo y parte del mentón. Eran pocas, unas nueve o diez, pero el efecto era lo suficientemente aterrador.

-Tú no eres Lay—masculló, y un crujido mayor, como el quiebre de los huesos, desató el disparo de varias gotas de sangre que mancharon la jaula y el piso—¿Quién eres tú?

Minseok percibió el bramido del desconocido como una advertencia, una señal para irse. Pero no podía moverse, no podía siquiera parpadear, y el sudor en su rostro comenzaba a molestarle, las gotas gélidas rodando por su piel tirante que empezaba a sufrir de picazón.

-¿¡Quién eres y qué haces aquí!?—gritó el extraño, desafiante. Seguía arrastrándose para sacar las manos por entre los barrotes, y cuando Minseok notó dos figuras negras y extrañas luchando por salir de las sombras, sintió un golpe extraño en la espalda.

Otro muchacho había entrado en escena.

-¡Kris, detente!

-¡¡Él es el intruso, quién sabe si es de la Capitalr52;

-¡Basta, te lastimarás aún más!—el muchacho, castaño oscuro y piel blanquecina, corrió con bolsas de tela entre las manos y las dejó caer al suelo para adentrarse en la jaula, simplemente deslizándose de costado por las barras metálicas y manchadas con sangre seca—. Tranquilízate, debe ser el chico nuevo. Hey, ¡Hey!—gritó, desapareciendo en la zona oscura del jaulón—. Cálmate—Sólo podían verse parte de la espalda y los talones bajo sus glúteos: se había sentado y parecía tomar el rostro del rubio entre sus manos. Rápidamente la sangre chorreó, Minseok podía oír el borbotear y el goteo en diferentes sectores de la habitación—, tranquilízate y respira. Esconde las alas de vuelta así te puedo curar.

¿Minseok había oído bien? ¿Alas?

-No, Lay. Sabes que no puedo—gimió el otro, presa del dolor por su voz—. No entiendes cuánto duelen los huesos, cómo tiran los músculos… tú no sientes los órganos apretujarse cada vez que las alas buscan entrar o salir.

-No, no lo sé, Kris—repuso el otro tranquilo—, pero necesito que entiendas que, más tiempo las tengas dentro de tu cuerpo, más rápido te acostumbrarás a ella. Tienes que permanecer con las alas comprimidas con el resto de tus huesos.

-No, ¡No!—Minseok sentía una especie de puntada, un fuerte desgarro en el pecho: la voz gruesa y estruendosa parecía quebrarse por la locura. ¿Alas? No puede ser—. Lay, por favor…córtalas antes de que me maten. Te lo suplico.

-Me temo que no puedo hacer eso.

-¿¡Por qué no!?

-Suho manda. Y yo hago lo que él decida.

-¡Yixing, no somos fenómenos! ¡Somos experimentos fallidos, somos el sinónimo de ‘fracaso’!

-…Kris, no empieces—pidió Lay con dolor.

-Somos repudiables, Yixing. No quiero seguir con esto.

En el interior de Minseok golpeó la tristeza y luego la culpa: no tenía que estar ahí, tenía que irse inmediatamente.

¿Alas? ¿Experimentos fallidos? ¿Fenómenos?

Los pies le hormiguearon y se fueron colocando uno detrás del otro. Y así, y así y así, cada vez más rápido: cayó de espaldas, se dio vuelta como pudo y gateó hasta recuperar el equilibrio.

Echó a correr sin miedo alguno hacia la ruta de tierra, atravesó los campos con el gélido aire de la noche golpeándole en el pecho, el cuello y el rostro. Movió los brazos y estabilizó su respiración, enfocándose en las pequeñas bolas de luces doradas en el horizonte: Si mantenía el ritmo y no se apresuraba, podría llegar al pueblo en unas horas; cuando mucho, se detendría en el camino y se ocultaría bajo un arbusto o arriba de un árbol para seguir en la mañana del día siguiente.

Entonces lo percibió: esa inquietud en el pecho cuando estaban por dormirlo.

-No, ¡No!—gritó agitado, trotando ante la súbita sensación de dos manos invisibles aprisionándole los tobillos—¡¡No, largor52;—cayó al piso de boca, su nariz empezó a sangrar, pero se aferró al suelo y siguió tirando con fuerza: no de nuevo, no lo atraparían—¡Déjame ir, déjame ir!

Le pareció escuchar un grave y lastimoso ‘no puedo’ justo detrás de sus orejas.

Las manos enguantadas le tomaron entonces por el cuello, y el mundo se desdibujó y se volvió negro con puntitos violetas en un segundo.

 

 

-¿Crees que esté bien?—oyó en lo profundo del mar negro.

-No lo creo—aparentemente, eran dos.

-¿Deberíamos decirle a Suho?—o tres.

-No, absolutamente no. Me matará si descubre cómo lo inmovilicé.

-Por cierto, Kai, me debes dinero—Minseok, en su estado de sumisión y aturdimiento, intentó reír: ése era Chanyeol, no podía ser otro.

-¿En serio te parece momento para hablar de eso?

-Hey, ¡Hey!—exclamó el tercero para terminar con el barullo—. Miren, está despertando.

Minseok gruñó y movió lentamente la cabeza hacia los costados hasta que pudo sentir, por lo menos, los hombros. Luego frunció y torció el entrecejo, el pitido en sus oídos taladrándole el cerebro mientras intentaba recuperar el control de sus brazos y piernas.

Entre la bruma de su mareo, reconoció a Kai, a Chanyeol…y a otro chico, uno de los que estaba en la fila cuando Suho lo llevó a los vestuarios: intentó hablar, pero la lengua se le había dormido.

-Escucha, tú—protestó Kai, señalándolo con los asquerosos guantes: la galera se le caería de la cabeza y aterrizaría en el rostro de Minseok en cualquier momento, pero no tenía la fuerza para advertirle—, debes dejar de meter la nariz donde no debes. Anoche nos diste a todos un susto de muerte, y de pura suerte logramos mantener ocupado a Suho para que no lo notase, ¿Entiendes?—a pesar de que le sorprendía el hecho de que hubiese despertado de día (¿Había dormido toda la noche?), ese ‘entiendes’ empezaba a molestarle; en cualquier momento los mandaría a todos a la mierda—. Ahora, los tres te vigilaremos: Chanyeol, yo, y D.O, y no podrás ni chillar, escapar, o molestarte, ¿Bien?

Bien, quiso decir. Púdranse todos y más te vale que no vuelvas a tocarme, quiso decir.

-Debes estar hambriento—dijo el muchacho D.O., de ojos redondos y boca con forma de corazón: seguro era un niño: temblaba constantemente y no dejaba de morderse el labio, no se percibía musculatura alguna en su cuerpo—. Aquí, ten—susurró, tendiéndole otro pan relleno—, tiene verduras, Chanyeol me dijo que dejaste caer el de carne y cebolla—mirando a Chanyeol, éste se encogió de hombros, intentando sonreír: de repente se sentía mal, los chicos trataban de ayudarlo y él sólo echaba a correr o gritaba. Luchando contra el dolor en su cuello y tórax, se sentó, apoyándose en las manos—. Yo no me movería mucho de ser tú, Kai tuvo que hacer uso de casi toda su fuerza para detenerte.

-Sí, sobre eso…perdón. En serio, no quería llegar a ese punto, pero cada vez que te agarra un ataque, resulta más difícil detenerte.

-Bueno, eso no es una sorpresa—rió Chanyeol, cruzándose de piernas en el suelo y tomándose los tobillos—, después de todo, él es el domador. Él tiene que domesticarnos a nosotros.

Se hizo el silencio, Xiumin simplemente escrutó los rostros: Kai comprimía las ganas de molerlo a golpes, y Chanyeol parecía haber entendido que cada vez que hablaba, lo hacía de más.

-¿Qué es…?—Minseok gruñó, le dolía horrores la garganta y los costados del esófago le raspaban con fervor—¿Qué es ser domador?—las últimas palabras salieron de un aliento, no hubo voz. Casi que le daba miedo, casi que le entristecía seguir explicándose—. Ustedes…ustedes son humanos—tartamudeó, tosiendo—. No puedo domarlos…ustedes son…

-Alto—dictaminó Chanyeol, cabizbajo; cuando empezó a hipar, Minseok intentó tocarle el hombro. Chanyeol se alejó, asqueado—. No, no sigas… —empezó a llorar sin consuelo, apretando los dientes y frotándose los ojos como un niño pequeño—¡Sabes muy bien qué somos, no es gracioso que nos trates de humanos!

-Chanyeol—susurró Kyungsoo, tomándolo de la espalda y ayudándolo a levantarse—, déjame llevarte a tu sector…debes estar cansado por las pruebas…

-¡¡Nor52;--gritó, y el aire se fue condensando, apelmazando en calor—¡No me pongan excusas, me cansé de hacer de cuenta que no pasa nada!—mirando con furia a Minseok, lo señaló acusadoramente; Kai y D.O. ya estaba de pie, atentos a cualquier movimiento—¡Intenté llevarme bien con él, intenté cuidarlo y hasta robé comida porque se moría de hambre!—Minseok permaneció con las manos echadas hacia atrás, descargando el peso del cuerpo; de pronto, creyó ver un pequeño pasto incinerándose, achicharrándose a lo negro sin existencia alguna de fuego—. ¡Lo busqué hasta el cansancio y traté de no atarlo a un poste ni encerrarlo en una celda! ¡No puede ser que no entienda, yo sé que está jugando a hacerse el tonto!

-Chanyeol, tranquilo—D.O. tenía las manos frente a su pecho, demostrando su total inocencia y sus nulas ganas de combatir—. Tranquilo, recuerda que los estados de ánimo pueden alterar…

-¡¡Ya sé todo eso, ya lo sé todo!!

Con una sacudida de brazos súbita, Chanyeol se encorvó hacia adelante, gritando y tirándose de los pelos. Minseok, todavía sentado en el suelo (al parecer, viviría en el suelo), parpadeó ante la imagen que sus retinas no retenían y su cerebro se rehusaba a procesar.

Fuego.

El chico había agitado los brazos…y había creado dos líneas de fuego.

Bajo sus palmas y su cuerpo, el piso empezó a arder: a los saltos y dando tumbos, se colocó de pie mientras veía a Kai gritar palabras inentendibles mientras miraba a los alrededores y señalaba puntos invisibles: el crepitar de las flamas que habían atravesado el aire se había instalado en el suelo y en las cuerdas que sostenían postes y demás estructura de la tienda. El crujir del fuego al devorárselo todo no permitía escuchar nada.

-¡¡D.O.r52;—Escuchó de parte de Kai, que se arrancaba la capa y se quitaba la galera para dejarlas caer a un lado—¡Húndelo, inmovilízalo, iré a buscar a Suho!

-¡Pero no puedo!

-¡¡Rápidor52;—insistió el otro, quitándose los guantes y desapareciendo. Literalmente desapareciendo: Minseok lo había visto, había visto cómo se había transformado en un deje de aire sucio y negro con olor a quemado.

Y de pronto, lo recordó: parpadeando y mirando a su alrededor, más allá de las flamas alcanzaba a ver los barriles de agua que bordeaban el lugar. ¿Para eso estaban? No importaba, con suerte podía pensar y las piernas le habían respondido lo suficientemente rápido como para pararse. Si tiraba de ellas un poco más, podría correr hasta los barriles y dejar caer el agua.

-¡¡Chanyeolr52;—gritó D.O., ahuecando las manos alrededor de su boca—¡Chanyeol, alto!—pero el chico de fuego seguía gruñendo y arrancándose los pelos, arrodillado en el suelo y bordeado por un perfecto círculo anaranjado y amarillo—. ¡Chanyeol, no me obligues a hacer esto!—bramó, su rostro quebrado en tristeza y desesperación—¡No me obligues a lastimarte!

Mientras, Xiumin corría zigzagueando entre las cuerdas que empezaban a desaparecer, cruzando las llamas mediante saltos y giros, y más de una frenada de golpe ante un paso en falso: resulto imposible encontrar una cubeta o recipiente adecuado para cargar con el líquido; la única opción era tumbar los contenedores que, ahora se daba cuenta, eran enormes, casi de su altura y dos veces su anchura.

Minseok tembló, el calor empezaba a acercarse a él, podía sentirlo en la sensación de molestia brutal que picaba en su espalda: temía quemarse, temía incinerarse y arder hasta morir, porque Chanyeol seguía ovillado en el suelo y las ondas de fuego se expandían como las ondas del agua al caer una gota, parecían franjas de sonido imparable.

Y así lo fue, sobre todo cuando Minseok sintió el dolor desgarrador abrirse paso por su pierna derecha para arraigarse hasta crujir. Vivir, crujir y quemar indiscriminadamente.

El alarido que soltó fue animal, jamás creyó que podría aullar así.

Cayó de costado contra el barril mientras se tomaba la pantorrilla descubierta y plagada de ampollas y demás texturas que se borroneaban y ondeaban ante el calor bombeando: llorando, respiró con dificultad, y contó los segundos. Nunca sabría dónde rayos estaba, qué hacía allí y cómo volver a su madre.

Su madre.

Ma…mamá…espérame, lloró, contemplando el rojo serpentear alrededor de los pies que levantaba torpemente para protegerse: parecían estar tomándole el pelo, y cuando cerró con fuerza los ojos para gemir de dolor, sucedió el primer advenimiento de fenómenos con los cuales Minseok tendría que luchar y acostumbrarse más adelante.

 Abrió los ojos ante una súbita ráfaga de viento que le acarició el costado: Kai había aparecido delante de él, agitando los brazos para ahuyentar patéticamente las ramas. Al instante, Suho cruzó de un salto hasta el centro de la carpa, aterrizando en una plataforma a un metro de altura del suelo para levantar los brazos y dirigir…el agua, el agua de los barriles.

Dragones de agua, serpientes de líquido cristalino se dispararon hacia el techo para caer en forma de lluvia. Y automáticamente, una vez que las llamas murieron, siguió lo peor.

Gritos, órdenes, retos. El pequeño D.O. no había hecho lo que le habían pedido, y mientras se tapaba los ojos para no llorar, Kai y Suho se desgarraban la garganta: si no hacía lo que debía hacer, Chanyeol podría hacer renacer el fuego y todo sería en vano. Los barriles ya no tenían agua, y los charcos del suelo comenzaban a evaporarse. “Suho no podrá levantarlos así como si nada”, aulló Kai.

Y D.O. pisó con fuerza, levantó los brazos, los extendió y giró las muñecas en una serie de movimientos toscos, sin despegar los pies del suelo.

En tres segundos, en nada más y nada menos que tres segundos, una grieta se abrió bajo los pies de Chanyeol para transformarse en un agujero y tragarlo hasta el cuello, dejando la cabeza con los rizos mojados por la transpiración al aire, ojos desorbitados y boca abierta a más no poder para pedir ayuda.

-¿…Qué…?—quiso hablar, quiso cerrar los ojos y desaparecer, quiso pegarse un tiro y ponerle fin a todo, pero el peso de su cuerpo recayó sobre su pierna, y Minseok sólo pudo gritar, como todos los demás lo hacían en la carpa.

 

 

Notas finales:

Gracias por los reviews. En serio.

Por más que no sean muchos, cada uno significa mucho para mí: vengo de mucho tiempo sin escribir y vengo de borrar varias historias al primer síntoma de insatisfacción.

Eso, inevitablemete, conduce a que varios lectores...quizás..."se rindan" conmigo. Y eso está bien, porque es completamente entendible.

No obstante, a los que me siguen desde siempre y a los que acaban de llegar...les agradezco muchísimo, por estar y por acompañarme.


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