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Tamer. por JHS_LCFR

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Capítulo 07

 

Se agarrotó a la silla y levantó los pies del suelo por el miedo: habían apagado todas las luces, y la gente ya murmuraba entretenida: se notaba que el espectáculo era comentado por todo el Sur, pero Minseok no entendía cómo se podía estar tan tranquilo en el medio de la penumbra, rodeado de sujetos con temperamentos inestables y potencialmente destructivos al más mínimo susto o señal de enojo.

Tragó con fuerza y miró hacia el techo, asegurándose de que ninguna estructura de acero se le cayese en la cabeza: Sorprendentemente, el circo contaba con equipo de sonido avanzado; había parlantes y micrófonos y la música, auténtica banda sonora que podría encontrarse en cualquier película épica, retumbaba en la enorme tienda y salía al trote sobre el pasto del campo de Esmeralda, devorándose la noche y alcanzando las estrellas, miles de millones de velas que buscaban sacar a Minseok de su estado de pánico.

Minutos antes de comenzar el show, Kris le había prestado juramento…y los efectos de quitarle un poco de sangre no tardaron en aparecer: para que un domador pudiese conseguir el consentimiento de un híbrido (pues aún eran parcialmente humanos, y se debía respetar eso), éste primero debía ofrecerle un poco de su sangre, y Kris se había ofrecido como el primer voluntario, indicándole que tomara algunas gotas provenientes de las cicatrices de su espalda.

Jamás había probado algo tan denso y agrio: sabía a aceite, sabía a amargura y a dolor.

Era un reflejo del estado del joven alado.

No sé cómo podré con todo esto, se había dicho al ser echado rápidamente. No obstante, la imagen de Suho surcó su cabeza y entendió que tendría que arreglárselas rápido para adaptarse a ese coctel biológico… Aún no sabía qué papel jugaba la sangre en todo ello, pero antes de que pudiera seguir divagando, se oyó una explosión, y Minseok falló al ahogar un grito.

Grandes reflectores volcaron sus brazos de luz hacia el centro del escenario, donde un perfectamente acicalado y sereno Suho esbozó una galante sonrisa, reverenciándose hasta casi perder su galera, que fue atrapada en la caída a través de un juego de manos, probablemente para romper el hielo.

Minseok entornó los ojos e intentó concentrarse, pero sus oídos se habían taponado y no podía escuchar: leyó con poco éxito los labios del presentador, cuya voz parecía una especie de masa pegajosa y absorbente en la cabeza del domador, sentado en la tercera fila y bien en el medio, de forma que no se perdiese de nada.

De la nada, su cabeza martilló dos veces y un fuerte pitido se antepuso en su cerebro antes de poder volver a oír con claridad: sacudiendo la cabeza, parpadeó y notó que Suho desaparecía tras una nube de humo…sólo Dios sabría si se trataba de Kai agarrándolo en la carrera o si de verdad había máquinas de humo allí, dispuestas en rincones imperceptibles.

El joven llamado Sehun fue el primero en aparecer: con su rostro inmune, movió los brazos dos o tres veces, como cansado, y logró elevar entre cinco y siete sillas. Jugando a los malabares con ellas, terminó dejándolas suspendidas en el aire para volar de un salto hasta ellas.

Sí, volar.

Minseok abrió los ojos, inclinándose hacia adelante con el resto de la multitud: el joven empezaba a sonreír y a divertirse, saltando de silla en silla, tambaleándose en las alturas o colgando de un brazo de alguno de los asientos flotantes. Arqueando una ceja, el domador intentó mirar más allá de la presentación, más allá de los efectos de sonido e iluminación, más allá de la sonrisa cansada que resultaba evidente.

No parecía un espectáculo dispuesto por humanos para humanos.

Parecía un show de fenómenos o animales extravagantes, más allá de que el público no fuese lo suficientemente refinado o elegante (después de todo, Minseok sólo podía asimilar las imágenes a escenas de viejas películas).

Tembló de pies a cabeza: aún así, las risas tímidas e infantiles de Sehun eran genuinas. Quizás…quizás aquel simple juego que realizaba en todos los pueblos le consumía mucha más energía de la aparente. Quizás no tenía tiempo para descansar…o simplemente su cuerpo no podía hacerlo. Quizás…quizás, más allá de todo…del pasado, de las intervenciones quirúrgicas…quizás, más allá de la marca que suponía ser un Resultado, incluso tratando de comprender el cansancio en las facciones de su rostro…Sehun era feliz, y tal vez por eso mismo, el chico se obligaba a seguir sonriendo.

Aunque ya no tuviese fuerzas.

Aunque hubiese sido creado originalmente para matar.

 

 

Los aplausos inundaron la carpa; Minseok tardó en reaccionar y sólo cuando miró alrededor de todo el escenario para terminar con la vista clavada en el techo, entendió que el turno de Sehun había terminado.

Como si se lo hubiese llevado, irónicamente, el viento (o Kai, por qué no), los reflectores viajaron hasta el punto más alto del acampado, iluminando a un esbelto y majestuoso Tao que se suspendía sobre una cuerda en puntas de pie, brazos abiertos y espada empuñada con fervor en la mano derecha.

Como si lo hubiese hecho a propósito, el muchacho perdió el equilibrio: la caída fue sublime y bañada de giros en todas las direcciones y con todos los grados posibles. Cortando el aire con su espada, Tao fue maniobrando su aterrizaje hasta acuclillarse con la espada oculta tras su espalda: en un parpadeo, llovieron pétalos de flores.

Y Minseok, atónito, se paró de pie como el resto del público, aplaudiendo y disfrutando de las caricias de los pétalos cayendo.

 

 

Kai, para su sorpresa, se encargó de realizar rutinas de baile con diferentes atuendos entre los actos que requerían más ‘fuerza’, por decirlo de algún modo: Suho, quien había recreado los dragones de agua, aún se encontraba debilitado por el incidente de Chanyeol, que no aparecería esa noche.

Con las serpientes líquidas zigzagueando sobre las cabezas y dibujando espirales en el aire, la fuerza del presentador no había sido suficiente, y una leve llovizna había rociado al público: por suerte, había quedado como parte del acto, milagrosamente hecho adrede.

Como era de esperar (pues Minseok había logrado relajarse a lo largo de la función), Kyungsoo y Kris tampoco aparecieron: cruzado de brazos cerca de lo que se suponía la recta final del espectáculo, la mente del domador empezó a maquinar, como si su cerebro fuese una enorme máquina de escribir con dedos frenéticos pero delirantemente precisos y racionales, bajando líneas y estableciendo fronteras en cuanto a su nueva realidad.

Al parecer, no poder presentarse no era un castigo, sino una clara demostración de la fragilidad mental y sentimental de los chicos.

Una fragilidad con la que él tendría que acabar para establecer nuevas bases sólidas de fuerza y de poder…sin llegar a rayar en la creación ultimátum de una máquina de matar vistiendo piel humana, piernas y brazos.

Lo siguiente que llamó su atención fue la luz…la exuberante, y cegadora, luz: levantando la cabeza apenas lo suficiente, y usando la mano para frenar la brutalidad de la blancura, distinguió al chico llamado Baekhyun, agazapado y con los brazos extendidos, palmas abiertas como si estuviese empujando un bloque invisible: mientras doblaba los dedos con lentitud, la abrasadora iluminación terminó fragmentándose en pequeños destellos, millones y millones de burbujas que levitaron alrededor de todos: Minseok incluso se animó a tocar una, y una risilla encantadora brotó de su sonrisa cuando la luz se tornó azulada, y luego rosada, y luego amarillenta a cada toque que daba.

Con los movimientos de sus brazos (que simulaban un batir de alas tranquilo y perezoso), Baekhyun logró redirigir los focos, formando diferentes figuras, creando lluvias, estrellas fugaces, una enorme cápsula brillante…incluso llegó un momento en el que logró absorber la luz, brillando él.

Lay tampoco pisó el circo, debía estar demasiado ocupado cuidando al joven dragón: con el juego de Baekhyun extendiéndose para rellenar las ausencias, las luces se fueron apagando, y en la supremacía de la oscuridad y el vacío, brotó.

Un joven de cabello castaño claro, rozando el color caramelo.

Llevaba ropas plateadas, metalizadas que pudieran ir a juego con las esferas que hacía girar alrededor de su cuerpo, a la altura de los tobillos, la cintura, y la cabeza…

El chico ni siquiera pestañeaba.

No se movía.

 

 

-Necesitaré un voluntario del público—anunció, sin despegar los ojos del domador, que se removió en su asiento, intentando evitar el contacto visual—¿Qué me dices tú, chico?—le llamó, con un rápido gesto, levantando el mentón.

Xiumin no tuvo tiempo ni para pensárselo: comenzó a sentirse liviano, demasiado liviano: mirando sus pies, alcanzó a oír la sorpresa de la muchedumbre mientras empezaba a atravesar lenta y cansadamente el aire, dando tumbos hasta colocarse en el centro del escenario, junto a ‘él’ y con los pies a centímetros del suelo.

-¿Cómo te llamas?—le soltó, hablando lo suficientemente alto como para que se le escuchase.

Debe estar bromeando, pensó Minseok. No puede no saber quién soy…no puede hacerme esto a propósito. Aunque, en el fondo, Minseok no sabía quién era él, así que…

-Me llamo… - mirando alrededor, captó a más de una madre con las manos encorvadas en las palmas pequeñas de sus niños; tragando saliva, evitó el sudor que nacía de la catarata de reflectores, y volvió a mirar sus pies—, me llamo Xiumin.

-…Xiumin—sonrió el otro, casi relamiéndose con la pronunciación, deleitándose con la humillación de alguien que debería considerarse uno o dos escalones más arriba que un mísero y despreciable Resultado Fallido—, bien. Hola, Xiumin…yo me llamo Luhan…y te lo digo porque no parecías estar escuchando cuando Lay me presentaba.

Ante la incomodidad y la vergüenza, la risa estalló en la carpa: Minseok, con ojos desorbitados, buscó desesperadamente el perdón en los ojos de Luhan, pero el chico se limitó a dar varios pasos hacia atrás, alejándose y sin dejar que las esferas se detuviesen en la rotación alrededor de su cuerpo.

-¿Sabes lo que voy a hacer ahora?—preguntó—¿Estás listo?

Y Minseok negó, antes de agazaparse y chillar aterrado en cuanto las esferas volaron hacia su cara y su cuerpo.

 

 

Esmeralda tenía un gran almacén central en, lo que se suponía, había sido alguna vez un enorme granero con un depósito pegado detrás: allí, se encontraban miles de millones de puestos improvisados y con toldos y cartelas pintados, enfocados en la venta de alimentos primarios.A lo último, bien al fondo del depósito adherido al granero, se encontraban los pescados y los derivados como queso y leche, los compradores (la mayoría de ellos, habitantes y civiles comunes) avanzaban con bolsas tejidas de gruesos hilos encerados, pero alguna que otra bolsa de papel atravesaba la gente. No obstante, no había atisbos de bolsas de nylon, y cuando mucho, habría una serie de cajas vacías para almacenar las compras, pertenecientes a los mono-tributistas del Norte que aparecían para comprar más barato y luego vender más caro en la Capital.

Minseok adoraba ir de compras. Sobre todo, se había enamorado de las panaderas y panaderos que infestaban el pasillo que conectaba el granero con el depósito, por no mencionar que sus ojos viajaban de puesto en puesto al principio, encontrándose con sandías y “calabazas del tamaño de dos cabezas humanas”. Así se lo había descrito su compañero de mandados, Kai, que esa mañana llevaba una vestimenta semejante a la de un campesino: un overol manchado de tierra, una camisa de mangas largas blanca y hecha de algodón.

Sin embargo…

-¿Por qué estás descalzo?—notó Minseok mientras esquivaban a la gente a paso tranquilo—. Se supone que estamos en un lugar público.

-No pasa nada—sonrió Kai, fijando los ojos en las mandarinas y sacudiendo la mano en dirección a Minseok, como si el asunto no tuviera importancia—, no soy el único si te pones a mirar con atención. Además, esas…alpargatas o como carajo se llamen…no me gustan, me resulta incómodo calzarme. Bastante que lo hago en mis presentaciones.

Xiumin levantó las cejas, recordando inmediatamente dos cosas: el juramento de Kris, y la presentación de la noche anterior. Lo primero había sido realmente extraño: Jamás había visto algo parecido, jamás.

 Después, recordó haber caído rendido al suelo con una almohada al lado. No recordaba ni la presentación, ni el final del espectáculo, ni lo que le habían hecho…aunque, por suerte, Minseok notaba que no se encontraba herido.

Por su registro de la noche anterior tampoco asomaban imágenes suyas de haber comido o hablado con su ‘compañero de habitación’ (si es que había tenido uno), y las imágenes se volvían borrosas hasta la caminata al depósito.

Antes de que pudiera seguir divagando mentalmente, Kai le tomó del codo y lo arrastró por los puestos, utilizando monedas de oro, plata y cobre clásicas y casi lisas para pagar.

 

 

-Al final… - Minseok no sabía cómo encarar la conversación; simplemente escondió su rostro tras los víveres que cargaba, mirando sus zapatillas y cada tanto a sus costados, percatándose de que ninguna piedra osase cruzarse en su camino—Kai, ¿Vas a prestarme tu sangre?

El chico caminaba unos pasos más adelante, indicando el camino a seguir: en el horizonte se veía la silueta de la carpa principal, parecía faltar tanto…

-¡Claro!—exclamó el otro, casi contento; sus brazos cargaban con el doble de cosas que llevaba Xiumin, pero por su forma de andar, la tarea parecía ser común y su lenguaje corporal terminaba por reflejar indiferencia y cero preocupaciones—, después de todo, me caes bien…y además, prefiero dártela personal y voluntariamente, y no obligado.

-¿Qué quieres decir con eso?

-La última vez, Suho nos sacó la sangre a un par a la fuerza…dijo que era por nuestro bien…pero, dolió mucho—Minseok había intentado acelerar el paso, mas le resultaba imposible. Si saltaba o trotaba para alcanzarle, las cosas se le caerían, y nadie quería manzanas y zapallos bañados en tierra—. Por cierto…

Minseok dio cinco pasos cortos, pegando los codos a su cintura, y logró alcanzarlo: Kai había decidido auto-interrumpirse y llamarse a silencio, sellando sus labios y mirando el horizonte, casi con culpa.

-¿Sí?

-Nada—cortó el morocho, negando suavemente, meciendo su flequillo—, nada importante.

 

 

A diferencia de Kris, la sangre de Kai le resultó…jugosa, como exprimida. Casi ‘liviana’, si podía describírsela así: tenía el espesor y fluidez del agua, y había tragado tres veces sin problema alguno. Cuando la sangre había pasado por su esófago, logró sentir un divertido picor: su color era rojo claro, casi translúcido. Kai le explicó que, al ser su poder la teletransportación, todo su ser debía valerse de elementos y componentes livianos y permeables a la aceleración cinética de las partículas, sin problemas.

-Espera a probar la de Chanyeol—le dijo contento, mientras se acercaban a las sillas del público vacías, donde los comensales esperaban—, sabe a fuego…literalmente, te quema la garganta.

Los ojos de Minseok pronto parecieron estallar de sus cuencas: miró a los alrededores, y se percató de que ni él ni D.O. habían vuelto a aparecer.

-¿Dónde están?—preguntó; sabía que no necesitaba mencionarlos.

-Están afuera, practicando—exclamó Baekhyun, que cruzaba la tienda despeinado y bostezando fuertemente: dejándose caer en una silla, atrapó al vuelo una manzana por parte de Kai, el primer mordisco sacó gotas de jugo ácido que le mancharon el mentón—. Suho les ha ordenado un par de cosas. Kai—anunció, serio—, dijo que tú te encargaras de potenciar el ataque del chico.

-Entiendo—asintió el otro, apretando los labios—. Tendré que hacer que se enoje si quiero que logre activar sus poderes…no puede seguir entrando en pánico.

-¿Estamos hablando de D.O.?—inquirió Minseok, inseguro; de repente, sentía la desesperante necesidad de ir a ver para vigilar: no podía cargar con el supuesto título de domador si no chequeaba el estado mental y físico de sus…soldados, por así decirlo.

-Puedes ir si quieres—le alentó Baekhyun, lamiéndose la suciedad de los labios: había subido un pie a la silla, se abría de piernas sin problemas ni vergüenza—, Suho dijo que tu entrenamiento se suspende por hoy, pues no tienes las sangres suficientes—y eso era cierto (aunque, ¿Cómo sabía que sólo tenía dos de las once sangres?).

Xiumin y Kai intercambiaron miradas rápidas, el último sonrió con pereza.

-A ver si logras sacarle la sangre al pequeño sin que tiemble o se eche a llorar.

 

 

En efecto, cuando llegaron al claro despejado ubicado a unos metros de las tiendas periféricas, D.O. se encontraba parado con los pies bien separados y la cabeza baja; no paraba de temblar. Había tierra removida y varias grietas a su alrededor, pero no se había percibido ningún movimientos brusco o fuerte en toda la mañana, según los demás.

Minseok alcanzó a ver los nudillos raspados y restos de polvo en su ropa: los gimoteos se oyeron una vez que estuvieron a tres pasos de él, que aparentemente no se había percatado de sus presencias.

-Kyungsoo—dijo Kai serio, cruzándose de brazos—, sabes a lo que vengo, ¿Verdad?—el otro asintió despacio, seguía llorando—. Déjate de joder y ponte serio, el verdadero entrenamiento empieza ahora—con una rápida echada de ojo por el rabillo, Kai se cercioró de que Xiumin continuara en su sitio—. Tú, estate atento—ordenó, agachándose y doblando los dedos de sus pies descalzos—, la tarea de Kyungsoo será atraparme. Asegúrate de no caer por lo temblores o terminar abierto de piernas por los terremotos, ¿Está claro?

-¿C…cómo?

Kai pareció no escucharlo.

-¡Kyungsoo!—llamó, y D.O. se dio la vuelta, aparentemente enfadado más allá de los surcos de las lágrimas—, ¿Listo?—y el morocho asintió, separando los pies para una mejor postura—¡Ahora!

Y, tan rápido como Kyungsoo se frotó las muñecas, Kai desapareció.

 

Notas finales:

Si quieren ver la inspiración para la presentación de Baekyun, pueden encontrarla aquí:

https://www.youtube.com/watch?v=SArU7fJQ4tA


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