Así era yo…
Engreído…
Avaro…
Egoísta…
Frío…
Calculador…
Popular…
El mejor…
Durante la vida pasan tantas cosas, tanto buenas como malas, que al final las personas terminan cambiando.
Pero… ¿Qué pasa si no son las situaciones las que te hacen cambiar, y es tan sólo una persona la que pone tu mundo de cabeza?
Yo… Soy Kim JongIn.
Y siempre he tenido el control de todo desde que fui capaz de valerme por mí mismo. Todo está calculado, todo está determinado. Y todo gira según mis deseos personales.
¿Sobre qué era lo más importante?
El dinero…
Así es… un buen rollo de papel en mi billetera y el mundo caía a mis pies. Yo amaba el dinero. El dinero me lo daba todo: una buena vida, novias y novios interesados, autos, viajes, lujos, caprichos inútiles. Y la satisfacción de sentirme superior.
¿Puedes imaginar cómo me sentí cuando, al tener esta visión de la vida, llega esa persona tan insignificante y me hace perder el control? ¿No estarías de acuerdo en que esa persona lo echó todo a perder?
No…
No fue así…
Él lo transformó todo y alteró el orden natural de mis pensamientos, de mis costumbres y de mi comportamiento, es verdad, pero me hizo reflexionar sobre muchas cosas más. Quizás todo comienza y termina con él.
Muchas veces deseé verlo desaparecer…
Esa persona no me miraba con miedo, o con ganas de complacerme para obtener mi dinero.
No…
Esa persona creía que yo era un chico común y corriente. Y la sola idea de que me tuviera en tal concepto me hacía hervir la sangre. Esa persona tenía que reconocer mi evidente superioridad; no sólo por mi dinero, o por mi carácter intimidante, sino también por la grandeza que despedía y sobre todo, por mi inteligencia. ¡Yo era perfecto! Tenía las mejores notas, era bien parecido. Cuando quería, podía ser todo un caballero, cuando me convenía o hubiera dinero de por medio.
¡Y más que eso! Yo era mucho más… la sola mención de mi nombre provocaba en los demás unos celos que me hacían sonreír con malicia. Esos celos eran lo mejor. Me hacía ver lo insignificantes que eran todos. Simples hormigas obreras. Porque dos o tres de esos que me llamaban arrogante, se convertirían en los perros falderos que suplicarían por un trabajo en el futuro. Mis esclavos.
Pero de nuevo volvemos a la persona que me hizo perder mi razón de vivir…
¡Esa persona tenía que reconocer que jamás sería digna de mí! ¡Yo era mucho para esa persona! Yo era millonario, y esa persona… era un simple individuo de clase media, de aquella gente que en su mundo aburrido se atreve a sonreír, a pesar de sus carencias.
Él…
No era más que una molestia. Porque lo era. Era el típico niño nuevo. Pero por azares del destino terminé tan ligado a él, como el árbol lo está de la raíz.
¡Y vas a entender cómo es que mi vida se transformó en tal cosa!
Todo lo que me ha ocurrido, y sobre todo, está decisión que ahora tomo, es una decisión que nunca hubiera aceptado, es una responsabilidad que jamás hubiera asumido.
Antes de mencionar esta decisión, tengo que contártelo todo. Porque es desde su llegada las cosas comenzaron a cambiar. Es a partir de que lo noto por primera vez, pues yo nunca me fijaba en los alumnos nuevos si no tenían dinero, o si no venían de familia influyente.
Yo era una máscara…
Podía llegar a ser muy amable, del todo cordial y mucho más, si esa persona valía tanto como para establecer una relación de negocios entre nuestros padres, ser “amigos” y sacarle todo el efectivo.
Era como robar…
Porque nunca hice amigos de verdad. Todos ellos eran… instrumentos. Para mí, el valor de una persona se calibraba a partir de su forma de vestir, de sus autos, sus franquicias, si tenían empresas trasnacionales, jets privados, lo mejor.
Podrías decirme que soy hipócrita, y muchas cosas más…
Pero todo eso se esfumó cómo el pajarillo que vuela hacia lo más alto… allá donde se pierde de vista, y tienes que retirar la mirada, porque el sol te molesta los ojos.
Y él… él era el sol que molestaba mis ojos.
Do KyungSoo… la persona que me hizo cambiar.
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