Y ahí se encontraba. Levi Ackerman, el soldado mas fuerte de la humanidad, dejando un camino de flores por donde el pasaba. Aquella tarea tenia un objetivo, mas que adornar, era olvidar, dejar ir algo. Cada vez que se agachaba a colocar cuidadosamente una flor en aquella dirección se repetía la misma frase en su mente: esto servirá, cuando termine este dolor se habrá ido y podre seguir con mi vida ... Tal vez visite el mar.
Faltaba una flor, una hermosa rosa de un color rojo intenso. Levi cayo de rodillas duramente en el suelo, con una mano tapó su cara, mientras con la otra apretaba la flor tan fuerte que esta se estaba rompiendo. Recordó aquellas palabras " Cuando esto termine, cuando mate al ultimo titán. Usted y yo iremos a la playa, conoceremos el mar y podremos pasar el resto de nuestras vidas juntos. Yo le quiero entregar mi vida. Yo lo amo capitán". Maldito mocoso, no podía hacerle esto después de tal promesa, después de que Levi aceptara lo que sentía en frente de todos. Las lágrimas comenzaron a brotar, no había llorado así desde hace mucho tiempo, tal vez ni siquiera había llorado de ese modo en toda su vida. La cara apática y fría que siempre tenia ante los demás se había ido, dejando solo una cara de alguien triste y roto, tan roto que sentía como el dolor le pudría cada músculo. No podía dejar que alguien lo viera en ese estado, pero ya no tenía la fuerza para levantarse. Esa fuerza de leyenda, la fuerza de toda una legión se había ido con las ultimas palabras que El le había dicho.
Sintió como pequeñas gotas caían en su espalda, gotas pequeñas y frías que venían acompañadas de estruendos. La lluvia estaba empezando a cubrir su espalda. Coloco la ultima flor, se levanto con la poca fuerza que tenia y camino hacia el lugar donde tendrían su ultimo encuentro.
Después de mas de una hora, donde el había reflexionado, podía verlo venir. Estaba decidido, no lloraría al verle la cara, no correría hacia el, no gritaría su nombre con desesperación y necesidad ni preguntaría ¿Por que?, solo dejaría que se fuera, lo dejaría en paz, continuaría con su maltrecha vida sin el. Hoy se darían su ultimo adiós y jamas volverían a verse, besarse o siquiera llamarse como la primera noche en que se amaron tanto que se entregaron en cuerpo y alma el uno al otro. Se estaba acercando, no podía ver su silueta por la manta que lo cubría. Maldito mocoso de mierda, en tampoco tiempo tuvo tanto efecto en el, a tal grado de que experimento sentimientos y profesó emociones nunca antes vividas. Estúpido mocoso que descansaba tranquilamente en los hombros de Erwin, Jean, Connie y Armin. Tenia que hacerlo, no podía ceder. Poniendo la cara mas fría e inexpresiva que pudo en un momento como ese, parándose lo mas recto que pudo, le dio la bienvenida. El principio del fin estaba aquí. Que doloroso final a un amor tan espontáneo y poco disfrutado.
Y así acaba esta historia. Un Soldado haciéndose a un lado para que otros cuatro pudieran poner un ataúd sobre su base. Estos llorando y sintiéndose tristes por la perdida de un compañero que lucho hasta la muerte. Cabe decir que aquel soldado no lloro ese día, ni ningún otro a causa de aquel mocoso ruidoso que solía molestarle con su insolencia, ayudarlo En la limpieza y reírse de sus chistes de humor negro. Aquel soldado siguió su vida. Conoció el mar y nado en el, se disculpó con la hermana de aquel mocoso por no poder cuidarlo, por que a pesar de jurar que siempre lo haría, no pudo salvarlo. Pero también cabría mencionar que su vida dio todo un vuelco con ese recluta, jamas volvió a ser el mismo hombre. El dolor que experimenta cada día al levantarse y no verlo a su lado siempre lo acompañara. Cambio tanto que no le molesto ensuciar su uniforme para poner una camino de flores, creo que eso le bastó para despedirse y decirle adiós a su mocoso de mierda que tanto amo. La persona que mas amo en toda su vida. El chico que siempre extrañara y que como el predijo, murió por idiota, por salvar antes a la humanidad que a el mismo, aunque sabía que la humanidad estaba perdida sin el. Ese chico dejo un hueco en todos, hasta en los que le molestaban, pero sobretodo en Levi, quien quería enseñarle el mundo, verlo crecer y disfrutar la vida fuera de los muros. A los demás no les sorprendió que el capitán decidiera irse, ya no había nada ahí para el, ni titanes, ni aquel mocoso. Puedo decir que quería huir en cuanto comenzaron a cubrir de tierra aquella caja, pero estoy segura de que estará bien en un futuro, mejor dicho en dos mil años, cuando por fin puedan vivir las vidas que desearon con las manos entrelazadas, por que con el destino no se juega, y el hilo rojo siempre hace su deber combatiendo el tiempo, la vida y la muerte