-Ahhh.- suspiró KyungSoo sentado sobre una nube, mirando hacia la puesta de sol.
-¡Hey! ¡Pronto! ¡Ya casi anochece en este lado de mundo, tendremos que ir a colocar las estrellas!- gritó el ángel encargado de el paisaje nocturno, en donde habían asignado a KyungSoo minutos después de llegar al cielo.
-¡Ya oí!- respondió levantándose, dejando caer un poco de neblina hacia la tierra.
-¡Espérame!- escuchó tras de él, así que se giró para esperar a quien le habló. –Hoy tendremos que poner algunas fugaces.- se acercó Chanyeol para caminar unos pasos y luego elevarse.
-Pero a mí no me corresponden las fugaces.- contestó KyungSoo yendo hacia el resto de los ángeles.
-Pero a mí sí.- dijo Chanyeol acercándose al resto de los ángeles que poseían cestas, en donde estaban dentro las estrellas fugaces. –Nos vemos al finalizar.- se despidió con la mano de KyungSoo, este sólo asintió suspirando para girarse e ir con el otro par de ángeles que eran parte de su equipo.
Tomé una cesta con estrellas para irse volando hacia el norte de Asia, en donde comenzó a poner más y más de las que le tocaban. Las ponía justo como lo llevaba haciendo hace tiempo, desde que había llegado por haber muerto en ese circo americano al que había ido, justo cuando las gradas en donde estaba sentado se soltaron.
Terminó de poner las que estaban en la constelación que le tocaba, luego sólo se quedó sentado en una nube, mirando como Chanyeol lanzaba sus estrellas fugaces.
Suspiró cansado.
Chanyeol parecía divertirse siendo un ángel, algo que él aun no lo disfrutaba del todo.
Chanyeol había optado por tener también la tarea titánica de ser un ángel guardián. De ese chico que una ve cayó sobre su espalda en plena avenida y que tuvo que hacer que el freno del auto que lo iba a arrollar se detuviera, o cuando lanzó una estrella fugaz porque le había dicho a su novia que le gustaría mirar una con ella.
Eso lo mantenía feliz, sonriendo a cada rato. Además claro, que siempre estaba mirando lo que ese humano hacía para poder cuidarlo. Quizá KyungSoo debería de hacer lo mismo con algún humano, pero el que él quería se le había perdido hace mucho y buscarlo ahora sería como buscar una aguja en el pajar.
Así que se recostó sobre la nube para mirar el panorama.
Cerró sus ojos esperando descansar un poco.
Los rayos del sol comenzaron a pintarse sobre sus estrellas. Entonces se despertó por completo, era momento de volverlas a guardar, tomó su cesta y salió disparado. Si los rayos las cubrían no las verías hasta esa noche, y en la revisión, se mostraría que perdió algunas y al Creador no le gustaría.
-¡Cuidado! ¡Abran paso! ¡A un lado!-
-¡Aaaah!-
Dos ángeles chocaron.
Las alas de ambos se agitaron.
Una pluma cayó hasta la tierra.
-Ten cuidado, ¿quieres?- KyungSoo agitó sus alas para recomponerse del impacto.
-¡Tú deberías de tener cuidado!-dijo el otro ángel.
-Tengo ir a hacer mi trabajo.- contestó KyungSoo tomando su cesto.
-Pues no interfieras con el mío.- le contestaron.
Entonces, KyungSoo se detuvo con la una estrella en la mano, antes de meterla a su cesto.
Esa voz la conocía.
Volteó a ver al ángel y lo vio lanzando su rayo de sol sobre el amanecer en América.
-¿JongIn?- preguntó sorprendido.
-¿Ha?- volteó a ver por encima de su hombro para mirar a quien le habló. –D.O?- pregunto sonriendo, dejando que el último rayo de sol se fuera sin dirección. –¡Hey! ¿Qué haces aquí?- olvidó su tarea asignada para acercarse al nombrado, que también había olvidado sus estrellas.
-Oh, aquí es donde viene las personas cuando, ya sabes, pasa.- se encogió de hombros sonriendo apenado. –¿Cómo fue que llegaste aquí?- lo invitó a sentarse sobre la nube que iban pasando.
-Ha~ las arañas.- contestó suspirando. –¿Y tú?-
-Las gradas de un lugar se soltaron.- dijo KyungSoo.
-Ya veo.- susurró JongIn. –Y… ya sabes, la última vez que nos vimos… es decir, yo aun te quería.- sonrió apenado, moviendo sus piernas que colgaban de la nube.
-Yo también.- contestó sonriendo.
-Bueno, si aun me quieres y yo te quiero… ¿sería bueno continuar?- preguntó JongIn riendo un poco más.
-Creo que sí.- contestó KyungSoo, ahora sí sería divertido ser un ángel. –¿Cuánto tiempo tienes aquí?- preguntó mirando como otros ángeles estaban ayudando a que el sol saliera.
-Hace poco, es mi segundo día.- contestó JongIn. –Hace unos días estaba con Taemin y había una araña así que intenté matarla, pero creo que perdí.-
-Ha de haber sido un susto feo para Taemin.-
-Blé~ eso se gana por mandarme a matarla.- tímidamente, movió su mano hasta que rozó con la de KyungSoo. Este al darse cuenta correspondió el gesto. –Creí que quedarías con esa niña fea. ¿Cómo se llamaba?-
-SoJin.- contestó KyungSoo. –Estaba en el circo con ella, pero sobrevivió.-
-Lo lamento.- contestó JongIn recargando su cabeza en el hombro de KyungSoo. –¿La has vuelto a ver?- preguntó.
-La vi unos días después, estaba muy deprimida que dejé de mirarla. Me sentía mal porque de alguna manera es mi culpa que esté así.-
-No te preocupes.- susurró irguiéndose, ahora siendo él quien se recargara en el hombro ajeno.
-Te había extrañado todo este tiempo.- susurró JongIn, mirando como el sol salía desde el horizonte.
-Pero ahora estamos juntos.- contestó KyungSoo.
Entonces ambos se voltearon a ver, se reflejaban en las pupilas del otro, notaban como estas se dilataban cada que se acercaban un poco más, sintiendo la respiración ajena, el chasquido húmedo de los labios de JongIn llegó no sólo a los oídos de KyungSoo, sino a los del Creador también.
En el segundo posterior, un rayo les dio una descarga eléctrica.
-¡Chicos!- resonó la voz más grave que pudieron escuchar en sus vidas. –¡Los estoy mirando!-
Y Ambos rieron un poco más.