-Relájate, seré bueno contigo…
Le quité su playera morada; era muy pálido, pero no podía evitar mirar su pecho y sus músculos definidos en él, fue cuando recordé que él no solo nadaba, si no que era bueno en otros deportes.
-Déjame admirar tu belleza. -Su voz me sacó de mis pensamientos y me detuve un segundo sin entender a qué se refería. Se incorporó un poco obligándome a levantarme. Entonces, me quitó la playera acariciándome a propósito mientras la deslizaba hacia arriba. Él lucía sonrojado, yo solo permanecía a la expectativa de lo que haría, mas solo me miró mientras me acariciaba ligeramente. Sus actos eran inocentes, pero atrevidos al mismo tiempo; le sonreí de manera dulce antes de colgarme de su cuello con ambos brazos y comenzar a besarlo.
Sus dedos se enredaron en mi cabello al tiempo que rozaba mi lengua con dulzura y fervor. Deslicé mis dedos por su torso hasta llegar a sus pantalones, mismos que desabotoné y abrí un poco. Aquello me estaba calentando en demasía. Me levanté, pero antes de ello, él se quedó con los labios levantados buscando los míos. Reí divertido mientras bajaba mis pantalones y mis boxers para mostrar mi desnudez. Su expresión de sorpresa y lascivia era inminente; bajé sus pantalones para luego lanzarme de nuevo sobre él.
-Yo… Estoy muy nervioso Rin. –Su voz se entrecortaba y el sonrojo de sus mejillas había coloreado hasta sus orejas.
-Eso está bien, después de todo, pienso comerte justo ahora… -Susurré en su oído antes de morderlo fuertemente.
-¡Ahh! R-Rin… -Jadeó ante mi estímulo.
Pasé mi mano por encima de su bóxer para encontrarme con una gran erección.
-¡Vaya! Qué escondido tenías tu gran atributo… Quizás debería dejar que entraras en mí para poder medir tu longitud en mi interior..
Bajé por su abdomen y rocé con mis labios su miembro aún sobre la tela.
-Es una pena que no tenga más tiempo para poder prepararte de manera adecuada, tendrás que disculparme, pero eso tendrá que ser en otra ocasión.
Bajé sus bóxer desnudándolo por completo, saqué un pequeño frasco que había dejado bajo la almohada y lo escurrí entre mis dedos antes de introducir dos de ellos entre sus piernas.
-¡Haaa! ¡Senpai! -Gritó con fuerza y leve sorpresa.
-Shhh… Será mejor que guardes silencio o nos van a escuchar, solo relájate… -Le dije para calmarlo.
Lo vi morderse los labios mientras dejaba caer su cabeza sobre la almohada. Mis dedos jugueteaban en su interior disfrutando del calor que había en sus paredes internas. Con mi mano libre, acariciaba su abdomen bajo para tranquilizarlo un poco, pero antes de lo que esperaba, las yemas de mis dedos viajaron por sus caderas y sus musculosas piernas. Tenía un cuerpo de miedo. De pronto, su espalda se arqueó y supe que era a causa de algo que había tocado, de modo que busqué tocar ese lugar en su interior que había causado esa reacción. Coloqué una de mis rodillas entre sus piernas sin dejar de tocar su próstata y busqué su mirada antes de acercar mis labios a los suyos apenas rozándolos solo para apreciar y respirar sus jadeos.
Su voz era dulce, suave y delicada, aún podía apreciar la inocencia en él. Mordí con algo de fuerza su labio inferior; tenía que hacerlo ya.
Separé con suavidad sus rodillas y saqué mis dedos ya sin dificultad.
- Será mejor que respires profundo. -Le advertí.
Sus mejillas estaban completamente coloreadas de un rojo bastante bello, sus ojos brillaban… Por un momento me sentí un tanto culpable, hasta que un recuerdo llegó a mi mente; él había estado con mi Haru. Sin remordimiento alguno, separé sus muslos y comencé a entrar; ignoré un pequeño grito de dolor u me abrí paso en su interior con leves embestidas hasta que conseguí entrar por completo. Tenía tanto que no era el activo, que había olvidado lo maravilloso que se sentía. Era incontrolable, su interior me succionaba aún más como si quisiera que me quedara dentro de él.
El ritmo de mi vaivén era firme y rápido, pero algo me sacó del éxtasis en el que me encontraba… Jadeaba demasiado, sus gemidos eran tiernos, pero ruidosos; yo no podía arriesgarme a que Sousuke nos encontrara o mi equipo de natación terminaría justo ahí. Tomé sus boxers con mariposas y se los introduje en la boca.
- Guarda silencio, mi linda mariposa, o nos descubrirán y tendremos problemas. -Le susurré en la oreja antes de lamer su cuello con indecencia.
Salí sin previo aviso para darle vuelta. Al parecer, era demasiado torpe…
- Acomódate sobre tus rodillas, levanta tu cadera, arquea tu espalda y relaja tu pelvis. -Le dije con voz autoritaria.
Hice algunas maneobras hasta que pude volver a entrar. ¡Oh Maldición, se sentía de maravilla! Besé la parte trasera de su cuello al tiempo que noté que mis embestidas eran certeras en su próstata.
- Sientes que morirás de placer, ¿no es así? -Lo admitía, quería avergonzarlo un poco más.
Le propiné una nalgada lo cual ocasionó que su interior se contrajera; lo hice un par de veces más hasta que sentí como la sangre viajaba a mi pene comenzando a palpitar. Tomé su miembro entre mis dedos y lo mastubé con fuerza para que terminara junto conmigo.
Sus manos se cerraban en puños con las sábanas; sus jadeos apenas eran audibles con la obstrucción de la tela. Era maravilloso estar con él. Arañé su espalda sin dejar de masturbarlo y sin poder remediarlo, se corrió en mis manos. Poco después, le seguí con un gran orgasmo que culminó en sus entrañas.