~*Prólogo: ¿Oportunidad?*~
Akihiko estaba extraño, y Hiroki lo sabía, lo notaba en su mirada, en su forma de moverse, en su respirar… está bien, no era para tanto, pero, con simplemente verle unos minutos, logró notar que Akihiko no estaba igual que siempre, o más extraño que los últimos días, por algo se auto-declaraba él mismo como la persona que mejor conocía a Akihiko, después de todo era su mejor amigo y había estado enamorado de él desde que tenían diez años.
Pero el día de hoy… no, desde hace un tiempo había notado que su amigo ya no se le acercaba tanto como antes, y no era en el sentido de no conversar o juntarse en su escondite de siempre, no, era en el sentido físico… no lo abrazaba cuando se quedaba a dormir en su casa, no le daba la mano cuando hacía mucho frío y estaban fuera —lo cual seriamente extrañaba—, incluso, podría jurar que ya estaba por olvidar el tacto de su piel, cualquier simple rose lo evitaba. Sinceramente, se estaba comenzando a hartar.
Pero el día de hoy estaba mucho más extraño, ni siquiera se atrevía a mirarlo. ¡Maldición! ¡Ya llevaban de cinco años juntos! ¿Cómo se atrevía a creer que podría esconderle algo a él?, ¡¿Cómo?! Pensó frustrado Hiroki.
—Akihiko —su voz sonó áspera, clara señal de estar enojado. A sus quince años su personalidad cada vez era peor y la paciencia cada vez menos—. ¿Se puede saber qué es lo que te pasa?
Su amigo se encontraba escribiendo una de sus tantas historia, apoyado de espalda contra uno de los árboles de su refugio que compartían desde hace tanto tiempo. No levantó la vista en cuanto le habló, sólo arqueó sus cejas y produjo un ahogado “mm” para darle a entender que lo había escuchado.
—¡Akihiko! —se levantó de golpe y caminó enojado hasta donde estaba el peliplateado. Se agachó a su altura y tomó su rostro, obligando a mirarle a los ojos—. ¿Qué sucede?
—No me pasa nada —quiso girar su rostro a su cuaderno, pero la mano en su mentón no se lo permitió, pero su mirada no volvió a la achocolatada—. Hiroki, ¿podrías soltarme?
—Nada de eso —su rabia aumentaba a cada instante—. Mírame, Akihiko —susurró tratando calmarse, su voz salió seria y baja, pero tan cerca de Usami que éste le escuchó claramente. Soltó el aire en un bufido, y, molesto, soltó a Akihiko poniéndose de pie.
<> Cansado, se empezó a alejar de su refugio, dándole la espalda al peliplateado. Usualmente, Akihiko solía contarle lo que le sucedía, ya que estaba seguro que él confiaba en su persona, pero… ahora…
—¡Hiroki! —el grito llegó a sus oídos al igual que el sonido de pasos viniendo tras él. No se detuvo… <<¿Quién se cree para tratarme así?>>
Cerró sus manos en puños, apretando con enojo.
—¡Hiroki, por favor, detente! —lo escuchó más cerca, así que decidió apresurar el paso, pero una mano en su hombro lo detuvo con fuerza, y se encontró con la mirada algo asustada de Akihiko—. ¡Por favor, no te vayas!
—¡Entonces, explícame de una buena vez que es lo que te sucede! —gruñó molesto volteando a ver al peliplateado, quien, esta vez, sí le mantuvo la mirada—. Has estado actuando extraño desde hace muchos días, pero hoy ni siquiera has volteado a verme hasta que te obligué a hacerlo… —lo último lo dijo con un deje de tristeza que extrañó a Akihiko.
—Perdóname… es que… —suspiró derrotado, sabiendo que ya no podría callar más—. Hace un tiempo me empecé a dar cuenta de que… —se sonrojó ligeramente, algo avergonzado. Pero tenía miedo, no sabía cómo decirle lo que le pasaba a Hiroki, y no sabría cómo éste reaccionaría—. Podemos hablar de esto en otra parte, nos están mirando.
Hiroki pestañeó, sorprendido de notarse en mitad de la calle, con los ojos de las personas que pasaban por ahí puestos en ellos dos. La rabia y las ganas de alejarse de Akihiko no lo había dejado notar a las personas a su alrededor.
Fueron a la casa de Akihiko, ya que éste arrastró a Hiroki hasta ésta. Ya en su cuarto, ambos se sentaron en la gran cama con dosel del ojivioleta, pero Kamijou, aún molesto, se sentó al extremo opuesto del peliplateado.
—Entonces, ¿qué es lo que querías decirme? —preguntó firmemente el castaño.
Akihiko bajó la mirada, sin saber cómo empezar.
—Verás… me di cuenta hace poco que… no, no soy normal… y-y yo… había pensado en decírtelo, pero no sé cómo reaccionarás, y tenía mucho miedo… sabes que eres mi único amigo y yo-
—¡SÓLO DILO DE UNA VEZ! —gritó molesto. Ver a Akihiko nervioso era algo muy extraño y le provocaba ponerse nervioso a él.
—Creo que soy gay —susurró bajito, o al menos así se escuchó después del grito de Hiroki.
El silencio ahogó la habitación, y Akihiko se empezó a sentir sofocado de él. Quería que Hiroki le respondiera, le dijera aunque sea algunas palabras con su típica voz de demonio cuando se enojaba. Sabía que la familia de Hiroki era muy conservadora y de tradiciones, por lo que no dudaba que, con la actitud de él, lo empezara a insultar ahí mismo, destruyéndolo para después perder a su único amigo.
—¿Sólo era eso? —preguntó Hiroki con sudor en la frente. Akihiko lo había hecho pasar tan mal… ¿Por qué dudaba de su orientación sexual? —. ¡Bakahiko… —sus puños se cerraron con toda la rabia que había contenido cada vez que veía a Usami esquivarlo, sus dientes se presionaron. ¿Creía que lo dejaría de querer por ser gay? ¿Acaso realmente era estúpido? — ¿Mi hiciste preocuparme de esa manera por esto?! ¡IDIOTA! ¡¿Acaso creíste que dejaré de ser tu amigo por tu sexualidad?! Maldito desgraciado —tomó lo que más cerca tenía, que, a favor de Akihiko, eran sólo las almohadas de la cama y empezó a lanzárselas con toda su fuerza.
Akihiko sólo pudo recibir el golpe de la almohada aun shockeado, <<Él… realmente se lo ha tomado mejor de lo que pensaba… creí, que siendo como es, yo le daría asco y se alejaría de mí…>> Sin poder evitarlo, empezó a reír a la vez que seguía recibiendo los golpes un poco dolorosos de las almohadas, cosa que solamente hizo que los golpes le llegaran con más fuerza.
—¿De qué te ríes? Desgraciado.
—De nada, es sólo que… estoy muy feliz —miró a Hiroki con los ojos brillosos de alegría. Y Hiroki, como buen chico enamorado, solamente pudo sonrojarse, dejando de lanzar cosas—. Pensé que te daría asco y dejarías de ser mi amigo.
—Eres idiota… —susurró bajito, ocultando sus ojos en su flequillo—. Eres mi mejor amigo, te he aguantado incluso cuando me besas para dejar de llorar y ¿creíste que me alejaría porque seas gay? —<<Pero… ¿se dio cuenta de que es gay… por que le gusta un chico? Incluso ahora que dice ser gay… ¿yo no tendría una oportunidad?>> —. Debiste confiar en mí… —susurró algo dolido.
—Oh, lo siento… es que tenía miedo de que le alejaras de mí —el arrepentimiento de Akihiko tiñó sus palabras por completo—. Pero no sabes lo feliz que estoy de que no sea así —y, sonriendo, se arrastró en la cama hasta donde estaba Hiroki y lo abrazó, feliz de saberse todavía su amigo.
<<Pero, ahora que sé que te gustan los hombres… ¿yo también tengo una oportunidad?>> Se preguntó el castaño, con el corazón latiendo en su pecho espranzado, correspondiendo el acto de cariño.