Se encontraba tranquilamente recostado en su cómodo sofá. ¿Haciendo qué? Pues, nada en especial, tan solo estaba ahí mirando fijamente el techo como si fuese lo más interesante en aquellos momentos.
No tenía nada que hacer. No sentía ánimos de nada, ni siquiera de tocar su amado clarinete, lo único que tenía en la cabeza era a su molesto vecino rubio, no tenía otro pensamiento y eso le jodía, ¿Por qué pensaba en él?
Chasqueo la lengua molesto, intentando pensar en otra cosa… ¿Cocina? Claro… recuerda aquel programa de televisión y… A Bob cocinando en el Krusty Krab, tarareando cancioncitas sin sentido, pero que a él le fascinaban…
<No, no Calamardo, ¡concéntrate! Piensa en algo más>
Que tal… Jardinería… ¡Claro! Como todos los sábados en la mañana salía Bob a regar sus coloridas flores… Con aquel atuendo de jardinero que lo hacía verse tan…
< ¡No, no, no, Alto…!>
Comenzó a patalear molesto, mientras tomaba un cojín y se cubrían el rostro, aquel que se había sonrojado por completo.
Ahora que lo pensaba… ¿Dónde estaba Bob? Qué extraño… Ya no había ido a molestarle… y eso que siempre lo hacía pese a que le gritaba que no.
Se sentó en el sofá y dejo de hacer rabietas sin sentido. ¿Qué estaría haciendo el rubio? ¿Debería de ir a buscarlo?
No, no, que estupidez.
Bueno… solo saldría para cerciorarse de que nada malo le haya pasado…
Salió por la puerta principal y cerro tras de sí, observando el lugar en busca de Bob Esponja, hasta que lo encontró sentado en el jardín de su casa, aquella que tenía un extraño color entre anaranjado y amarillo, con detalles en verde, como si de una piña se tratase.
Se acerco lentamente a él, le daba la espalda así que no había notado su presencia hasta que estuvo a su lado y toco su hombro.
-¡Calamardo!-Grito exaltado mientras giraba a verlo con aquellos grandes e inocentes orbes celestes- Oh vaya que me asustaste
-¿Qué haces?
-¿Eh? Oh bueno, estaba haciendo un compañero de juegos
-¿Compañero de juegos? ¿Y Patricio?
-Bueno, el tuvo que salir a visitar a sus padres
Vaya, hasta que el rubio no estaba pegado con aquel molesto chico de cabellera rosada, como lo odiaba…
Se concentro en ver a su tierno vecino sentado en el suelo y dándole una de sus hermosas y características sonrisas, resaltando sus sonrosadas mejillas al contraste con aquellos bellísimos ojos…
-¡Termine!
Parpadeo confundido saliendo de su ensoñación al escuchar gritar feliz al rubio, mientras se levantaba del suelo y se acercaba hasta quedar frente a él. Maldición… no pudo evitar el sonrojarse… Pero aquel gesto despareció al ver aquello que SU Bob tenía entre sus brazos…
-¿Qué se supone que es eso?-pregunto molesto, muy, muy molesto-.
-¡Mi compañero de juegos!
-¿Y porque… se parece a mí?
Frunció aun más el ceño, mientras sentía como hervía de coraje. Bob tenía un pequeño peluche, parecido a él, pero en pequeño claro… Con su mismo color de piel, su cabellera verde menta, ¡Hasta con el mismo largo! Y ni que decir de sus ojos rojizos. ¡Era idéntico a él! Hasta de su ropa se copio el muy maldito…
-Bueno, como no querías jugar conmigo tuve que hacer a un pequeño Calamardo-dijo sonriente mientras abrazaba aquel maldito juguete-.
-Deshazte de él
-¿¡Eh, pero…pero…porque!?
-Porque no me agrada
-¡Pues yo lo hice y a mí me agrada! Hasta me quiere… ¿Cierto Calamardito?
-¡Oh si Bob Esponja, te quiero un montón!
Tuvo un momentáneo Tic molesto en el ojo. Su pequeño rubio movía los brazos del muñeco mientras fingía aquella voz, que según, era parecida a la suya…
-¡Bob Esponja!
El aludido dio un pequeño saltito en su lugar, mientras abrazaba con fuerza a Calamardito.
-V-vamos Calamardo no te enfades…-decía nervioso mientras retrocedía- Mírale el lado bueno, ya no te voy a molestar, para eso ahora esta Calamardito
-¡Si, sí, yo jugare con Bob!
Ignoro los comentarios del rubio, y por supuesto igual los de aquel maldito intento de copia suya. ¿No quería jugar con Bob? Bueno sí, eso estaba claro, a veces lo sacaba de quicio pero, no sabría que hacer sin él, y, si lo dejaba por estar con aquel maldito peluche no sabría que hacer…
Tomo al rubio de la muñeca y los guio hasta su casa, aquella que tenía un extraño parecido al de un moái.
-¡Espera Calamardo! ¿Qué haces?
Bob paró en seco y soltó el agarre, mientras abrazaba con más fuerza a Calamardito. Cosa que provoco más enfado a el Calamardo real.
-¡Nosotros no queremos ir contigo!
-¡No! ¡Bob no quiere ir contigo!
No sabía porque pero, le molestaba cada que Bob hacia eso, darle “voz” a aquel fastidioso peluche. Bob era solamente suyo, y ningún maldito peluche ni nadie más va a tomar el cariño de su amado rubio, porque eso era, SU rubio, SU vecino, SU Bob. ¡Suyo, suyo y de nadie más!
Sin siquiera pensarlo tomo al chico entre sus brazos, cargándolo cual princesa, omitiendo todo lo que decía.
-¿¡Q-que haces!? ¡Bájame, bájame!
Entro a su casa y cerró la puerta, para después dejar al chico en el sofá, mientras comenzaba a quitarse aquella camisa color café, todo bajo la mirada de Bob, el cual tenía las mejillas completamente sonrojadas.
-C-Calamardo…Q-que…