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Atracción por lo Prohibido por Akai-chan

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Notas del capitulo:

Holi pequeños y pequeñas.

Ha pasado tiempo desde que publico un capitulo nuevo de esta parejita. 

Espero que no os hayáis olvidado de lo que pasó anteriormente y si es así, os recomiendo que volváis a leerlo para recordar. 

Este capítulo sigue la temática navideña como en los capitulos "El amor se tiñe de blanco y negro". Espero que me disculpéis si hay alguna errata, ya que está sin reeditar. Prometo que reeditaré esto cuando acabe el fic por completo. 

Un saludito y nos leemos en las notas del final.

Los días pasaron y el brazo de Natsuki, ya había comenzado a sanar. Ahora, era capaz de hacer ciertas tareas como bañarse por su cuenta, cambiarse sólo, o comer, entre otras haciendas.

El doctor le retiró la escayola, y el chico, se ocupó de seguir sus indicaciones. Abrió y cerró la mano, encogió y estiró el brazo despacio, y trató de apretar una pelota de goma. Hasta el mismísimo doctor se sorprendió de la rapidez con la que sanó su brazo.

Cuando finalmente terminó la revisión, se les permitió entrar a los chicos de nuevo a la habitación. Entraron Ittoki, Ren y Syo, que casi no le había dejado sólo en prácticamente ningún momento. Había sido como su sombra y su mayor apoyo en ese tiempo tan difícil.

Nada más irrumpieron los chicos, Natsuki miró en dirección a ellos para dedicarles una de sus amables sonrisas. Syo bajó la vista al suelo, mostrándose cabizbajo, y más aún, después de las veces que le había ayudado a desnudarse, a ducharse, a cambiarse… lo hizo como una compensación por haberle librado del accidente, pero no por ello le parecía menos vergonzoso.

Los otros dos se acercaron rápidamente a la camilla donde permanecía sentado y sin cortarse un pelo, Otoya tomó asiento al lado del rubio, mirándolo curioso.

— ¿Qué te dijo el doctor? ¿Crees que ya podrás volver con tu programa? — preguntó el pelirrojo aún curioso —

— Tranquilo, Ikki. Es difícil enterarse si no lo dejas hablar, ¿no crees? — comentó Ren en un tono de lo más relajado—

— Ah… Lo siento — se disculpó Otoya, dejando la cabeza más gacha que de costumbre—

— No te preocupes… — se interpuso Natsuki totalmente sonriente — el doctor ha dicho que estoy perfectamente. Puedo volver a mi vida normal de antes.

 

El rostro de Otoya dibujó una amplia sonrisa y como un acto reflejo, le dio un leve golpecito en el hombro más cercano, olvidándose por un momento que aquel era el mismo que se había herido.

— Auch… — emitió un quejido Natsuki logrando preocupar a los chicos por la metedura de pata del pelirrojo—

 

Rápidamente, Syo reaccionó al ver aquello, mostrándose ligeramente hostil contra Otoya, quien tan sólo se apartó de Natsuki para evitar volver a tocarlo por error.

— ¡Oye! ¡Ten cuidado! ¡No llevo meses cuidándolo para que ahora vuelvas a accidentarlo! — alzó la voz Syo a pesar de que Ren trató de meterse en medio para relajar el ambiente—

— Lo… Lo siento, sólo fue un accidente… — titubeó el pelirrojo mientras usaba a Ren como escudo —

— Vamos vamos, no ha sido para tanto. ¿No estás siendo un poco irascible?— excusó Ren poniéndose de parte de Otoya —

— ¿Yo? — se señaló el menor a sí mismo sin apartar la mirada de Ren — Si tú hubieras tenido que hacer todo lo que hice yo, tal vez no lo verías así.

 

Ante las miradas extrañas de todos los chicos de la sala, Syo se quedó callado unos escasos minutos hasta que gradualmente su rostro se tornó a un color cereza que llegaba hasta los lóbulos de las orejas. Natsuki al ver que parecía que el asunto se descontrolaba, se bajó de la camilla y se interpuso entre Syo y Ren.

— Esto, Syo… está bien, realmente no me ha dolido. Fue solo una broma — comentó sonriente para evitar más peleas, a lo que simplemente, el pequeño frunció el ceño pero sin borrar aquel pigmentado color de su cara —

— ¡Natsu-baka! ¡Ya te vale no volver a quejarte nunca más, porque no te ayudaré!

 

El chico se apresuró a salir de la sala, dándose la vuelta por donde había entrado y justo cuando se alejó de ellos, se quedó parado en medio del pasillo, pensando en si tal vez se había pasado de la raya. ¿Pero que podía hacer? Después de todo lo que había pasado, estaba demasiado avergonzado para poder reaccionar de otra manera.

 

Cuando salieron los tres chicos que quedaron en la sala, se encontraron con el pequeño que esperaba en las zonas externas, sentado un tanto retraído en un banco. Sus pies se balanceaban hacia adelante y hacia atrás casi sin rozar el suelo, debido a su pequeño tamaño. Nada más los vio atravesar la puerta del hospital, se puso en pie apresurado.

El pequeño se encontró frente a frente con su compañero de cuarto, quien tan sólo le sonrió con ternura.

— ¿Nos vamos? — susurró Natsuki al mismo tiempo que acariciaba el hombro del contrario—

 

Syo bajó tímidamente la cabeza, más que por vergüenza, podía decir que se sentía feliz porque a pesar de haberse comportado como un niño hacía un rato, no sintió rencor por su parte. Ante aquella pregunta, simplemente pudo asentir suavemente con la cabeza.

 

[…]

 

 

Volvieron juntos a la academia y nada más aparecen por la puerta del hall, la cara de Natsuki se muestra sorprendida al escuchar un fuerte estruendo. Pocos segundos después, su vista se centró en todos los presentes que le habían preparado una fiesta de bienvenida. Los trozos de papel de colores que revoloteaban por el aire y adornaban sus rubios cabellos y los de todos los presentes, que sonreían ampliamente al verlo de vuelta.

— Bienvenido de vuelta. Estamos muy contentos de que te hayas recuperado — comentó Tokiya con una amigable sonrisa—

— Tokiyaaaaaaaaaaaa, he vueltoooo.

 

La voz de Otoya emergió del espacio entre Ren y Syo para, en un visto y no visto, lanzarse en dirección a Tokiya para abrazarlo, y éste simplemente acarició los cabellos del chico con cariño.

— Sí sí, bienvenido tú también~

 

Masato miró de reojo a aquel par y tras ignorarlos, junto a Haruka, pasó de largo de ellos y se acercó a Natsuki para darle también la bienvenida.

— Nos alegramos mucho que al fin te hayas recuperado del todo — Haruka se acercó hasta Natsuki para darle un corto abrazo—

— Ha sido mucho tiempo pero, si hay algo en que podamos ayudarte, no te cortes en pedirlo — propuso Masato tan considerado como siempre—

— No esperaba esta clase de bienvenida… Muchas gracias a todos — el joven se sentía tan conmovido que parecía al borde del llanto—

 

Entretanto, Ren que permanecía callado al lado de Natsuki, extendió los brazos captando la atención de Masato para darle a entender que él también esperaba un abrazo. El peliazul sólo lo miró de forma seria, analizando el significado de sus gestos.

— ¿No me darás también la bienvenida? — preguntó Ren al ver que el contrario no se movía —

— ¿Por qué te la tendría que dar a ti? — Le echó un corto vistazo de arriba abajo — ¿Y qué con esos brazos?

— Un abrazo. — aclaró sonriente—

 — ¿Eres un niño? — le observaba serio pero internamente estaba gritando lo imbécil que era por actuar así delante de todos—

— Wah… qué frío. — su rostro gesticuló un pequeño puchero—

 

Al contrario de lo que se pensaba Masato, los demás no le dieron importancia porque ya más de uno se hacía a la idea de la clase de relación que llevaban entre ellos. Todos excepto Haruka quien los miraba un poco confusa ante aquella forma de actuar tan cercana que mostraban. Simplemente prefirió achacarlo a que ambos mantenían una íntima relación de amistad debido a que compartían habitación.

 

Mientras continuaban hablando a lo suyo, las luces se apagaron de golpe y la voz de fondo del director, irrumpió en el hall, captando la atención de todos.  El director junto al profesor Ringo Tsukimiya, atravesaron la puerta desde el salón principal, danzando con un excéntrico baile de salón. Los efectos de humos y luces inundaron el hall, acompañados con la música instrumental de la película “cantando bajo la lluvia”.

Los jóvenes se miraron entre ellos, de tal forma que cualquiera pensaría que es la primera vez que ven esa clase de entradas por parte de los profesores de la academia.

Cuando finalizó la canción, ambos se detuvieron en el centro del hall, con un foco alumbrándolos y poco a poco, éste se fue difuminando hasta apagarse. Nuevamente se prendieron las luces y todos reaccionaron quedándose pasmados a excepción de Natsuki y Otoya, quienes rápidamente se dedicaron a aplaudir.

 

Tras finalizar con la repentina actuación, el director se movió hacia los chicos casi deslizándose por el suelo, de igual manera que si tuviera unos patines en los pies. Lo primero que hizo, fue acercarse hasta Natsuki para tocarle con cierto cuidado ambos brazos y hombros, como si comprobase su estado.

— Mis queridos aprendices, veo que habéis estado trabajando bastante bien y por eso…. — comentó con voz de presentador de televisión mientras indicaba que todos dirigiesen las miradas hacia el profesor Tsukimiya, quien permanecía en la otra esquina con cartel sobre un caballete, oculto bajo una manta— Así que, ¡¿estáis preparados para vuestro regalo por vuestro esfuerzo?!

 

El profesor Tsukimiya quien ya tenía agarrada la tela por el borde mientras sonreía, simplemente asintió ligeramente como corroborando que ya era el momento para mostrar lo que había oculto debajo. Tiró de la manta y ésta se deslizó cuidadosamente hasta desparramarse por el suelo, dejando a la vista un gran cartel con una fotografía de una cabaña en medio de la nieve.

Todos se volvieron a mirar los unos a los otros como si trataran de entender donde querían llegar con todo eso. Al darse cuenta el profesor Tsukimiya de que parecían demasiado pasmados, aclaró a lo que se estaba refiriendo con todo aquello.

— Cómo regalo por vuestro esfuerzo y hasta que Shinomiya-kun se mejore, el director y yo hemos propuesto que todos nos demos unas bonitas vacaciones en la nieve, ¡Yay! ¿No os parece divertido?

— Esto… — le cortó Natsuki un poco dudoso de sus palabras — ¿Esto es sólo por lo de mi brazo? Realmente estoy bien para continuar las promociones…

 

Rápidamente el director se pegó a Natsuki, pasando un brazo por detrás de los hombros del chico, mientas le sonreía de forma brillante aun con el micrófono sujeto.

— ¡No te preocupes! ¡Unas vacaciones siempre son bienvenidas! ¡Disfrutemos hasta que no podamos más antes de volver al trabajo! — gritó a pleno pulmón ahora estirando el brazo del micrófono hasta por encima de su cabeza, como si de esa forma quisiera buscar la confirmación del público—

 

Todos que parecían expectantes por aquellas noticias tan positivas, enseguida sonrieron y gritaron a la vez un “¡Adelante!” que obtuvo una gran satisfacción por parte de ambos profesores.

 

[…]

 

Tardaron poco tiempo en preparar las maletas con las cosas sólo absolutamente necesarias para pasar una semana en la montaña. Allí, los profesores se habían encargado de rentar una cabaña en medio de una de las zonas más altas, donde la nieve se acumulaba con mayor densidad que en otras zonas.

Todos los chicos, se subieron a un autobús que los llevaron directamente desde la academia hasta la propia cabaña. Nada más llegar, Syo y Otoya fueron los primeros en entrar por la puerta apresurados, con tanta fascinación por aquello que no se molestaron ni en esperar al resto.

Se trataba de una cabaña bastante amplia con habitaciones para cuatro personas máximo, con camas dobles o de litera, una sala principal tipo salón-cocina con una chimenea de gas y dos baños. Aquello le daba un aire rural bastante agradable, que sobre todo a ojos de Otoya, le causaba un extraño sentimiento nostálgico al recordarle su vida antes de entrar a la academia.

Los demás entraron después de ellos dos con lentitud, dejando las cosas en la entrada entre que se organizaban.

— Nunca he estado en un sitio así — comenzó Masato mientras miraba los alrededores — es todo tan…

— ¿Recogido? ¿Íntimo tal vez? — trató de acabar la frase Ren por él, y el peliazul simplemente se encogió de hombros —

— ¡Wow, que bonito! — exclamó Haruka con los ojos brillantes al ver todo aquello — nunca había estado en un sitio así.

— ¿Estaremos aquí una semana entera? — cuestionó Otoya centrando ahora su atención en sus compañeros —

 

Tokiya se entretuvo encendiendo la chimenea de gas mientras los demás colocaban las cosas. Una vez logró ponerla en marca, Cecil se relajó tomando asiento en un amplio sofá situado justo enfrente de la chimenea. Otoya no tardó en hacer lo mismo sin importarles a ninguno dejar las cosas tiradas por medio. Enseguida apareció Masato por detrás de ambos chicos para darles a ambos con un gorro de lana. Éstos se giraron rápidamente para quejarse.

— ¿Creéis que el sitio para vuestro equipaje es la puerta? — a pesar de que el rostro de Masato estaba sonriente, su voz no denotaba felicidad alguna —

— ¿Ehhh? Pero si aún no sabemos cuál es nuestro dormitorio. Y de todas formas puede colocar mis cosas Tokiya — comentó incrédulo con tanta soltura que Tokiya lo miró escéptico—

— Ni lo sueñes. Hazte cargo de tus cosas. — respondió el peliazul ante la propuesta del pelirrojo—

Ante esa respuesta, Otoya hizo un puchero que no logró nada más que Tokiya le sonriese levemente. No podía negar que aquello le parecía tierno, pero no hasta tal punto de dejarse engatusar.

— Entonces… — les cortó Cecil girándose para poder verles a los demás a la cara — ¿dónde dormiremos cada uno?

— Los profesores dijeron que podíamos organizarnos como quisiéramos… — aclaró Tokiya mirando al resto, como si esperase alguna respuesta—

 

Ren se encogió de hombros y de forma natural, pasó su brazo por detrás de los hombros de Masato, atrayéndole hacia él.

— Como las habitaciones son para cuatro personas, propongo que nosotros cuatro — con su mano libre señaló a Tokiya y Otoya, y por supuesto que se sobreentendía que Masato iba incluido en el cupo— podríamos dormir en la misma. Las chicas en otra habitación y el resto en la restante.

 

Masato agarró el brazo que tenía por encima de sus hombros y lo apartó mientras le echaba un mal de ojo a Ren.

— Por mi estaría bien, aunque habría preferido una habitación donde tú no estuvieras — comentó en un tono serio típico de él, pero en el fondo estaba feliz de pudiesen dormir en el mismo cuarto—

— ¡Espera! — Syo se apresuró a meterse en medio de la conversación tan apresurado, que casi pegó un salto— ¿Dormiremos juntos nosotros tres?

 

Aunque había dicho nosotros tres, en esos momentos, su dedo índice solamente señalaba a Cecil, quien frunció el ceño ligeramente.

— ¿Tienes algún problema? — replicó el moreno —

 

Ante la pregunta, el menor chasqueó la lengua y se cruzó los brazos por delante del pecho, como si tuviese que morderse la lengua para evitar discusiones.

— No, no. Ninguno. — miró a Natsuki por el rabillo del ojo, como si esperase apoyo por su parte, pero éste sólo le sonrió con ternura.—

 

[…]

 

Al final dejaron las cosas cada uno en la habitación que les había tocado y cuando finalmente todos estaban listos, salieron fuera para poder ir a esquiar tal y como habían planeado con antelación. Todos a excepción de Syo que, caminaba rezagado tras el paso de ellos.

Natsuki, quien se mantenía al tanto de las acciones del más pequeño de todos, se acercó hasta él para posar su mano derecha en el hombro más cercano, y así captar su atención.

— Syo, ¿estás bien? — preguntó Natsuki preocupado —

— ¡Estoy bien! — afirmó el pequeño mientras se le trababan las palabras—

— ¿No será… que no sabes esquiar? — Trató de sonsacar el mayor a base de insistir, pero no era fácil sacarle la información—

— ¿Eh? Claro que sé. No entiendo a qué viene tanta preocupación— apartó la mano de Natsuki de su hombro y enseguida volvió a observar en dirección al teleférico que, desde la cabaña se podía ver sin problema alguno—

 

Todos se detuvieron en el puesto donde alquilaban los esquíes, las tablas de snowboard y el resto de equipación para la nieve. Cuando finalmente estuvieron listos, se encaminaron hacia el teleférico para poder subir hasta el pico más alto de la sierra, con la finalidad de esquiar hacia abajo. Los primeros en subirse al teleférico, fueron Ren, Masato y Cecil, seguidos de Haruka, Tokiya y Otoya, y cuando finalmente llegó el turno de subirse a Syo, se montó tragando saliva, mientras miraba los alrededores tan nervioso, que hasta le castañeaban los dientes.

Mientras el elevador iba moviéndose, Syo se quedó estático, sujetando los esquíes con los ojos cerrados, y dándose ánimos a sí mismo diciéndose, que ya faltaba poco.

Natsuki quien no dejaba de observarlo preocupado, tocó cuidadosamente el rostro de Syo, quien por la impresión soltó los esquíes, haciendo que estos casi se cayesen en mitad del camino desde lo alto del teleférico.

— ¡Ah, mierda! — gritó el menor asomándose rápidamente como acto reflejo.—

 

Entre la altura y el movimiento, Syo se empezó a sentir mareado y automáticamente se sujetó a Natsuki. Con el miedo en el cuerpo, le empezó a pedir que por favor le dejasen bajar. El contrario simplemente pasó un brazo alrededor del chico, por la parte de fuera y lo pegó a él para que ocultase su rostro entre su hombro más cercano.

— Tranquilo… no mires abajo. Ya está parando — le susurró para calmarlo hasta que alcanzasen la cima—

 

Cuando finalmente llegaron hasta arriba y el teleférico se detuvo, Syo se lanzó al suelo, casi arrodillándose para besar la nieve donde pisaba. No recordaba pasar tanto miedo en toda su vida como ese día.

Los demás ya estaban preparados con todo su equipaje y a punto de lanzarse campo a través cuesta abajo por la nieve. A excepción de Otoya, Cecil y Haruka que no sabían cómo esquiar, los demás ya estaban en sus marcas. Ren y Tokiya, quienes ya habían apostado para ver quien llegaría abajo el primero, se lanzaron sin esperar a los demás.

— ¡Ren! ¡No seas crío! — gritó Masato a los dos chicos que continuaron con su carrera cuesta abajo a alta velocidad.—

 

Haruka soltó una risa forzosa, como si no se sorprendiese en absoluto, ente que Masato se giró para mirarlos a ambos y decirles algo justo antes de desaparecer tras de ellos.

— Lo siento, voy a buscarlos. Seguro que hacen alguna tontería… ¿podréis apañaros?

 

La chica y el chico asintieron con la cabeza, ya que aunque ellos no supieran esquiar, todavía eran capaces de volver sobre sus propios pies. Justo cuando Masato desapareció, escucharon la voz de Natsuki a sus espaldas.

— ¿Ya se han ido los demás? — el chico miraba a su alrededor pero no vio al resto—

— Digamos… que estaban nerviosos por empezar — comentó la chica sin encontrar otras palabras más acertadas—

 

Enseguida Haruka se dio cuenta que Syo aparecía por detrás, cabizbajo y con mala cara.

— ¿Esto… te encuentras bien? — preguntó la chica dudosa, ya que sólo por su cara, se daba a entender su estado—

— Woah, qué mala cara — comentó Otoya acercándose al chico para mirarlo de cerca —

— Estoy bien… —susurró Syo casi en un hilo de voz—

— Syo tiene miedo a las alturas — aclaró Natsuki por él, haciendo que el menor le fulminase con la mirada

— ¿Quién le tiene miedo a eso? Bakatsuki — aunque era cierto, odiaba que los demás se preocuparan por él por tales minucias—

— ¿Ehh? ¿Y cómo no lo has dicho antes? — el chico de ojos cobrizos se interesó pero ante su insistencia, el menor simplemente le daba largas —

— No es tan importante. — al no querer seguir hablando sobre eso, echó un rápido vistazo y decidió cambiar de tema— ¿Es posible… que no sepáis esquiar?

 

Otoya, Cecil y Haruka se miraron mutuamente y luego, de nuevo Otoya y Haruka miraron hacia el chico para sonreírle, mientras Cecil sólo desvió la mirada. Estaba claro que sólo con eso, pudo intuir que efectivamente había dado en el clavo.

— Bueno… Tokiya prometió que me enseñaría… pero en vez de eso se fue con los demás — comenta Ittoki poco antes de suspirar —

— Ah, no te preocupes, nosotros ayudaremos — prometió Syo al verlo tan decaído, metiendo a Natsuki en el ajo sin contar con él—

— ¿Enserio? — se alegró la chica al verlo tan dispuesto—

— Em, sí sí — afirmó dudoso el menor de los cuatro —

— ¿Eh? Pero yo pensaba que Syo tampoco sabía esquiar… — irrumpió el otro rubio soltando aquello de forma inocente—

— ¡Claro que sé! ¡Ya deja de hablar por mí! — kurusu empujó con suavidad a Natsuki, para alejarlo de él y la conversación.—

¿Y si mejor nos volvemos? Podríamos hacernos algo — irrumpió Cecil no demasiado convencido—

 

La chica al verlo de aquella forma, simplemente se acercó al moreno y trató de animarlo a participar con ellos. Desde luego, que ella sabía el mejor método para convencerlo.

— Vamos, participa con nosotros, será divertido. — le sonrió al muchacho y éste accedió sin problema—

— Bueno… Lo haré solo porque Haruka lo ha pedido…

 

Cuando finalmente se pusieron de acuerdo, y a pesar de que Masato, Ren y Tokiya, los habían dejado allí solos tirados, decidieron que entre todos, lograrían aprender lo básico para esquiar.

 

A pesar de que estuvieron varias horas intentando aprender, sólo lograron mantenerse en pie durante el suficiente espacio tiempo que se necesitaba para empujar los esquíes. Con ese nivel resultaba de lo más tedioso lograr que aquellos chicos llegasen a bajar desde la cima.

Tras pasar varias horas, empezaron a formarse nubes de tormenta, acompañados de algunas ráfagas de viento al principio no muy fuertes, que acabarían arreciando, y por tanto, los encargados de la pista les pedían a los clientes que por favor subieran al teleférico para regresar lo antes posible.

Haruka, Cecil y Otoya se subieron primero, mientras que Natsuki y Syo se quedaron en tierra, teniendo en cuenta que el pequeño no parecía por la labor de volver a subir en eso y más aún con el aire zarandeando el dispositivo.

Se miraron entre los dos y Natsuki finalmente acabó por sonreírle al contrario.

— Syo-chan, ¿qué tal si nosotros bajamos con los esquíes? Yo iré contigo.

 

Si en algo destacaba el rubio, era en esa amabilidad típica suya que sólo lograba que el pobre de Syo se sintiese herido por ser ayudado continuamente por él, mientras que en su caso, no podía hacer casi nada por regresarle todos aquellos gestos. El pequeño, tan sólo asintió con la cabeza ante la sugerencia.

 

Los dos decidieron bajar a su ritmo atravesando la nieve que poco a poco había empezado a nevar con pequeños copos, pero al llegar a la ladera, la tormenta había arreciado hasta el límite de que la nieve había empezado a crear una nueva capa de seis dedos de alto. La visión era mínima y con las ráfagas de aire, resultaba casi imposible poder moverse con los esquíes.

Permanecían juntos, moviéndose en fila india, Natsuki delante y Syo detrás, mientras caminaban a paso lento en línea lo más rectos posible. Una ráfaga los zarandeó, haciendo que el menor de los dos, fuese empujado por el aire hasta hacerlo caer al suelo. No se hizo daño gracias a la nieve, pero eso era señal de que el viento era tan fuerte que no podrían seguir avanzando.

Natsuki tomó al pequeño del brazo y le ayudó a levantarse, tirando de él con fuerza. Al ser el más alto de los dos, echó un rápido vistazo para comprobar si la cabaña quedaba todavía demasiado lejos, pero no se veía nada más allá de dos metros de distancia.

Cuando Syo logró ponerse en pie, caminó por delante del contrario, tratando de no volver a ser un incordio para él. Desde luego que se estaba esforzando todo lo que podía. 

 

Continuaron avanzando unos metros más, bajando la falda de la montaña hasta llegar a una cornisa. Desde allí se podía ver que la cabaña no quedaba demasiado lejos, aunque les costaría llegar. El menor se asomó tratando de ver más allá y con su escaso peso, la nieve cedió y las piedras sueltas se empezaron a derrumbar bajo sus pies.

No lo vio venir, y sintió como su cuerpo caía en cámara lenta, alcanzando a observar la expresión de sobresalto de Natsuki, quien a pesar de la situación, se lanzó apresurado para evitar que se despeñase por la cornisa.

 

En esos instantes de tiempo, Syo, quien se cruzó con la mirada de Natsuki, se quedó paralizado como si no supiese hacia dónde debía correr. Mientras éste caía, el mayor se tiró al suelo y rápidamente, alcanzó a agarrarle por la manga del abrigo.

— ¡Syo-chan! ¡Agárrate fuerte!

 

La voz de Natsuki hacía eco en sus tímpanos mientras él, se ocupaba de mirar el vacío bajo sus pies, donde no alcanzaba a encontrar el fondo. Eso le hizo comenzar a sentirse mareado.

— ¡Syo-chan! ¡No mires abajo, mírame a mí!

 

No fue hasta dentro de varios segundos que se le hicieron eternos, cuando se dio cuenta de la situación en la que se encontraba. Los pies se le adormecían y estaba tan asustado que se sentía paralizado. Movió la cabeza poco a poco en dirección a la voz que le llamaba, encontrándose cara a cara con su compañero, que se esforzaba por sujetarle de la única zona que pudo alcanzar. Como si de un impulso se tratase, se agarró rápidamente a la mano amiga que le estaba ofreciendo, observando como su rostro cambiaba por unos instantes a una mueca de dolor.

 

Natsuki tiró del peso del chico mientras echaba su propio cuerpo hacia atrás para crear mayor fuerza. Tras varios intentos y esfuerzos, finalmente el menor logró subir por la cornisa y pisar suelo firme. Ambos jadeaban con pesadez mientras descansaban entre la tormenta de nieve. Sin embargo, no les dio demasiado margen porque con aquella situación, lo mejor que podían hacer, era buscar un sitio donde resguardarse hasta que amainase.

 

Cuando Syo recuperó el aliento y dejó de estar paralizado por el miedo, se lanzó en dirección al contrario para agarrarle por el hombro del abrigo, tirando de él. Aquel gesto, hizo que el contrario emitiese un leve quejido.

— ¡Lo sabía! Aun estás herido, ¿verdad? — ante aquella pregunta, Natsuki simplemente se ahorró contestar. Aquella acción le dio toda la información que necesitaba— ¡No tenías que haber hecho eso!

 — ¡¿Y qué se supone que tenía que haber hecho?! — le gritó al pequeño, haciendo que éste se sorprendiese por esa reacción—

 

Ambos trataron de relajarse y cuando pasaron unos pocos segundos, Natsuki se empezó a poner en pie, y enseguida le siguió Syo.

— Busquemos algún sitio donde resguardarnos. — Comentó Natsuki, mirando al menor por el rabillo del ojo, pero éste no dijo nada al respecto y sólo se decidió a seguir sus pasos.—

 

Caminaron varios metros más bajo la tormenta, aunque ya no era tan fuerte como al principio. Y justo cuando se empezaron a sentir cansados, encontraron un hueco entre varias rocas, lo bastante grande para que ambos pudieran meterse dentro y evitar el viento y la nieve de la tormenta.

No pudieron evitar pensar que fue un gran golpe de suerte y que gracias a eso, estarían salvados.

Notas finales:

¿Que os parece? Mucho estrés para un sólo capítulo. Y a todos los que duden, no no no y no, nadie se muere aquí jaja

Espero que os haya gustado y que podáis esperar con paciencia el siguiente capítulo que cerrará esta pareja. Si tengo que decir una fecha, será para finales de noviembre de este año. Siento mucho tardar tanto. 

Como ya sabéis, este fic podéis encontrarlo también en wattpad y podéis seguir mi perfil tanto en wattpad como en facebook con el nombre:

@LaurielByrne

 

Un abrazo psicológico a tod@s y espero que podáis seguirme de cerca~


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