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Atracción por lo Prohibido por Akai-chan

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Notas del capitulo:

Bueno como han habido tantos reviews, al final he hecho el esfuerzo de sacar un nuevo capitulo antes de lo esperado. Seguimos con la historia de TokiXOtoya. 

Aquí la relación entre ellos se va estrechando, Otoya está un poco confundido y Tokiya es incapaz de expresar sus sentimientos. 

En este capítulo debo avisar que contiene mucho lemon (lo pidieron así que aquí lo tenéis).

A disfrutar~

CAPITULO 2: EL AMOR ESTÁ SOBREVALORADO, PERO PUEDE QUE CONTIGO OBTENGA UN NUEVO SIGNIFICADO

 

A la mañana siguiente Otoya cuando abrió los ojos vio que en la habitación no había nadie aparte de él, al parecer Tokiya no había regresado en toda la noche a la habitación, lo cual esperaba. Seguro que Otoya no se esperaba que finalmente se dormiría después de todo lo sucedido esa noche, fue una gran sorpresa. Sin levantarse todavía de la cama miró a su izquierda donde estaba la cama vacía de Tokiya, y su mente comenzó a recordar los sucesos de la pasada noche, siguió analizando el asunto con cuidado.

 

– Yo a Tokiya… ¿qué es para mí? – susurró  con lentitud para sí mismo mientras se rozaba levemente el labio inferior con las yemas de los dedos hasta que de repente, cayó en la cuenta de que tenía que ir a clases.

 

Giró la cabeza hacia la derecha para mirar el despertador situado sobre la mesita de noche, fue cuando sus ojos se abrieron de sorpresa al ver que ya pasaban de las 9.

 

- ¡Mierda, llego tarde! – gritó en voz alta mientras rápidamente se levantaba de la cama y se precipitaba hacia el baño para darse una ducha rápida y dirigirse a clases. Debía agradecer que usaran uniforme, pues no habría tenido tiempo ni a escoger la ropa para ponerse.

 

 

Ese día como era de esperarse, llegó tarde y fue regañado por el profesor Tsukimiya, pero su cabeza estaba demasiado distraída como para darle importancia a la regañina. En esos momentos los estudios eran el menor de sus problemas.

Al finalizar las clases, las cuales ese día fueron más teóricas que prácticas, se dirigió a su cuarto pero a medio camino recordó que no estaba preparado para verle la cara a Tokiya, pero…

 

“No podía negar que su subconsciente rogaba por volver a verle”

 

¿A dónde podía ir si no era de regreso a la habitación? ¿Sería bueno buscarle para poder hablar sobre lo ocurrido? Y si se produjese el reencuentro, ¿qué era lo que esperaba escuchar?

Entonces recordó que en el segundo piso había un saloncito que se usaba como lugar de estudios o simplemente para pasar un rato tranquilo. Decidió ir allí solo hasta que sus pensamientos se ordenasen, y ya de paso sea dicho, quería evitar los vívidos recuerdos de los recientes sucesos en el dormitorio.

Al llegar se quedó parado momentáneamente frente a la puerta hasta que se decidió a abrirla. Era la primera vez que entraba a ese cuarto por extraño que sonase. Se asomó buscando con la vista alguna persona conocida.

 

“Pero él no está aquí, ¿Por qué me siento defraudado?”

 

En los alrededores no había nadie, se encontraba sólo en aquella habitación, por lo que entró y cerró la puerta a su paso. La sala era bastante amplia, con las paredes blancas y los muebles del mismo estilo que los demás del edificio. Al fondo se hallaba una pequeña chimenea para el invierno, que en esa época del año permanecía apagada, y en el centro se podía ver una enorme mesa de madera barnizada color caoba con una bonita mantelería en color beige. El centro de la mesa estaba adornada con un jarrón repleto de flores naturales de distintas clases y tonalidades, junto a algún que otro pisapapeles. A ambos lados de la mesa, se situaban dos sofás estilo vintage para tres y dos personas simultáneamente. Estaban hechos de un material similar a la piel, y tenían un tapiz de color bermellón oscuro, a diferencia del color cobalto de las cortinas en ambas ventanas. Otoya se acercó al sofá de la derecha que era el de mayor tamaño, y se tumbó sobre él boca arriba. Se quedó observando con la mirada perdida, la espléndida lámpara colgada en el techo del centro de la sala, mientras siguió mareando la perdiz con el asunto. Nunca se había demolido tanto los sesos en tales asuntos “de amor” si se podía llamar así.

 

“¿Amor? ¡Debía de ser una broma! ¡Tenía más sentido hablar de violación!”

 

Pero esa era la primera vez que había considerado la remota idea de que fuese amor, y estaba claro que se trataba de algo imposible, no solo ya por el hecho de que en la escuela no se permitía el amor, en este caso se añade el pequeño detalle de que Tokiya era un hombre. Su mente finalmente se quedó en blanco, cansado de tanto especular, hasta que poco a poco sus ojos se iban cerrando lentamente. El relajado ambiente sumado a la falta de sueño de la noche anterior, logró que el cansancio se apoderara de su cuerpo y consiguiera sumirlo en un profundo sueño.

Esa paz y esa embriagadora tranquilidad que había logrado a duras penas no podía durar para siempre. La sutil voz de un hombre llamando al durmiente pelirrojo le arrancó de sus dulces sueños colmados de un sosiego y una serenidad que no recordaba desde hacía días.

 

 – Otoya… Otoya… Despierta…

 

 

“Esa voz… ¿quién me llama? Esa voz… la conozco”

 

Te vas a resfriar si te quedas aquí – nuevamente esa misma voz volvió a resonar en sus tímpanos.-

 

Los cobrizos ojos del pelirrojo se abrieron lentamente hasta que se encontraron con los profundos ojos celestes de Tokiya. Por un instante no cayó en la cuenta de quien se trataba pero nada más reconocer al peliazul, se exaltó incorporándose rápidamente en el sofá.

 

- ¿Tokiya? ¡¿Qué haces aquí?! – su voz se escuchaba nerviosa, no sabía realmente si se debía al susto o a la sorpresa de encontrarse con él precisamente.-

 

- ¿De qué hablas? Esta es la sala de estudios. Tengo el mismo derecho que tú de estar aquí pero…. – observó al pelirrojo de forma sarcástica – No sabía que este era el sitio idóneo para dormir…

 

Las suaves mejillas de Otoya se tornaron de un ligero rubor cargado por la vergüenza de la escena. No podía decir que no durmió por culpa de haber estado pensando en él, y mucho menos, podía admitir que estaba allí porque el simple hecho de estar entre las cuatro paredes de la habitación 1ª A, le recordaba todas aquellas cosas pervertidas que habían estado haciendo.

 El menor hizo un ademán de frotarse los ojos para desperezarse, aunque realmente trataba de ocultar su tenue rubor que no pasó desapercibido para Tokiya.

 

 – ¿Qué pasa? ¿Me quedé dormido?

 

– Si, al parecer esto se ha convertido en una costumbre tuya – susurró el peliazul mientras tomaba asiento a un lado del mismo sofá donde se hallaba su compañero. Éste se giró hacia el pelirrojo y se inclinó ligeramente hacia su rostro, manteniendo la mirada fija en los rojizos orbes del contrario-

 

– Estabas tratando de evitarme ¿verdad?, pensaste “si me quedo aquí Tokiya probablemente no me encontrará”. ¿No es cierto?

 

– Eh?? N-no es cierto – el nerviosismo del menor era muy notable. Inconscientemente se estaba delatando de una u otra forma pero Tokiya no le dio importancia al asunto.-

 

–  ¿En qué me equivoco? –volvió a instigarle esta vez, con un poco más de dureza en sus palabras. Por algún motivo era divertido molestarle y ver cómo reaccionaba ante sus ataques.-

 

– Vamos, respóndeme, Otoya. –

 

La mirada de sorpresa del menor se centró en el peliazul, quien hacía tan sólo un instante, le había llamado por su nombre por primera vez desde que se habían convertido en compañeros de habitación. O al menos, no recordaba haber escuchado su propio nombre de aquellos labios en ningún momento.

 

– Me… ¿Cómo me has llamado? Dilo otra vez. – A decir verdad le había parecido tan irreal que quería cerciorarse de que sus oídos no le engañaron.-

 

Tokiya le miró extrañado, ni siquiera se había dado cuenta que lo había llamado por su primer nombre, fue lo que se consideraba un acto reflejo. Trató de evadir responder a la pregunta cambiando de tema.

 

– Oye no te lo creas tanto, tú.

 

El pequeño Otoya formó un adorable puchero que logró robarle una interna sonrisa a Tokiya, aunque intentó mostrarse serio hasta el final.

 

El peliazul se cercioró de que no había nadie más en la habitación observando el lugar de lado a lado. Por suerte se había hecho tarde y por tanto, el resto de estudiantes ya se había largado hace rato a dormir. Estaban prácticamente solos de nuevo. Por ello aprovechó esa ocasión para sacar el tema de la otra noche.

 

– Debes odiarme, ¿verdad? después de lo que te hice… no importa si no quieres volver a mirarme a partir de ahora – su mirada se mantenía a un lado de la habitación, como si evadiese mirarle a la cara.-

 

– ¡N-no te odio! – a Otoya le sorprendió que sacase ese tema tan de repente, es por ello que saltó automáticamente como el efecto de un muelle tras ser presionado.-

 

– ¿Entonces qué es?

 

– E-es solo q-que yo… n-no sé… fue muy repentino – Su rostro parecía un mapa. Se mostraba nervioso y avergonzado al mismo tiempo.-

 

– Te recuerdo que me pateaste la última vez – frunció el ceño sin despegar la vista del muchacho.-

 

– ¿Eh? eso…me sorprendió mucho, pero realmente no lo odié… creo – mantenía la vista baja observándose sus propias manos que se dedicaban a enredar sus propios dedos. Aquel detalle le hizo saber al contrario que estaba nervioso. Tal vez ni siquiera sabía el significado que alcanzaban a tomar aquellas peligrosas palabras.-

 

La cara de Tokiya permaneció fija en el chico, se mostraba sorprendida en cierta manera.  Más bien era una mezcla entre sorpresa y felicidad de que el chico no le odiase y se molestara en responderle de forma tan honesta. El mayor suspiró resignándose de que eso era lo máximo que conseguiría por ahora y sin previo aviso se inclinó hacia Otoya para abrazarlo fuertemente.

 

– Perdón… no debí haberte forzado… no tienes que agobiarte – susurró cerca del oído del menor justo antes de despegarse de él para dejarle un poco de espacio. El rostro de Tokiya mostraba una sonrisa cargada de tristeza que logró arrebatarle un ápice de preocupación al pelirrojo.-

 

– ¿Tokiya?

 

– Quiero que sepas, que hice aquello… porque en realidad me gustas, Otoya.

 

– ¿Qué?

 

 

Nuevamente aquel extraño sentimiento donde sentía como su corazón daba un pequeño vuelco. Se había vuelto algo rutinario últimamente, pero no acababa de acostumbrarse a ello. El menor permaneció mudo, como si las palabras no pudieran salir de entre sus labios, aunque en realidad estaba asimilando la nueva información. Siempre había pensado que Tokiya le odiaba por mostrarse tan distante, pero decirle que le gustaba era una verdadera novedad.

 

– No tienes que decirme nada sobre cosas de “no se permite el amor” o “somos chicos”. Eso es algo que ya lo sabía desde el principio.

 

– No pensaba decir algo como eso…

 

– ¿Entonces?

 

El mayor alcanzó con su abrazo la cintura del pelirrojo, tomando el rostro del contrario para hacer que fijase la mirada en sus profundos orbes azules. Sus rostros una vez más, habían quedado a una distancia tan corta que se hacía difícil respirar y menos aún mantener la cabeza fría.

 

– Según dices “no lo odio” ¿No es así? ¿Eso quiere decir que te gustó? – una leve sonrisa cargada de picardía adornó su cuidado rostro.-

 

– ¿G-gustarme? ¡Espera, espera! – Nuevamente se lo estaba tomando por su propia mano.-

 

– No voy a esperar – la intensa voz del mayor, se mostraba ronca por la excitación con cada sutil susurro contra el oído del menor.-

 

Cuando menos quiso darse cuenta, sus labios fueron sellados con un repentino beso. No tuvo tiempo de un arrebato de rabia por las engreídas palabras del peliazul. A pesar de ello, correspondió al mismo dejándose llevar por la suavidad de sus labios y la humedad de su lengua entrelazándose con la suya lentamente.

Los delgados dedos de Otoya se enredaron entre los azulados cabellos de Tokiya, acariciándolos con cuidado, como si los peinase. Todas aquellas atenciones lograron excitarlo. Sus mejillas se habían encendido de un color rojizo que junto a sus labios humedecidos por el húmedo beso y su agitada respiración, lo mostraban de una forma tan erótica como exquisita a la vista. El peliazul tuvo que hacer un gran esfuerzo por no comérselo allí mismo.

 

Tokiya se separó un poco del chico, manteniendo una corta distancia con él hasta que decidió ponerse en pie con la intención de marcharse antes que el otro chico, quien permanecía ensimismado en sus pensamientos, o al menos se le veía como si su mente se hubiese quedado en blanco tras aquel beso.

 

– Te daré tiempo para que lo pienses. ¿Está bien? – la voz del peliazul volvió a ponerle los pies en la tierra al pelirrojo.-

 

– ¿Tiempo? – enseguida supo que esas palabras tan vacías al principio, se referían a que se cambiaría de habitación. Esa simple idea logró darle aquel pequeño impulso para agarrar el brazo del contrario. – espera… no necesitas cambiarte de habitación, Tokiya….

 

El mayor se detuvo al instante que notó como le agarraba del brazo. Rápidamente giró el rostro hacia él para mirarle extrañado por sus palabras.

 

– ¿Por qué no? Si permanezco cerca puede que te obligue como la otra vez.

 

– ¿Obligarme? ¿Por qué piensas de esa forma?

 

– Porque ahora que sabes lo que siento, es imposible que me detenga.

 

La mirada de Tokiya y su firme voz, demostraba que no mentía. Otoya sabía perfectamente que por primera vez no le estaba tomando el pelo, ni se trataba de ninguna broma de mal gusto.

 

“Esto no es ninguna broma, va enserio… ¿Qué debería hacer?”

 

La dulce sonrisa del mayor tranquilizó al pelirrojo haciendo que se olvidase por un momento de todos aquellos pensamientos. En cierta forma, pensaba que no importaba lo que pasara de ahora en adelante. A pesar de todo lo ocurrido, no era capaz de decir que se alejase de su lado, más bien, comenzaba a pensar, que lo que verdaderamente deseaba, era que aquella persona que había cobrado tanta adhesión por él, permaneciese a su lado.  Y tal vez, sólo tal vez, algún día, podría corresponder a sus sentimientos de la misma forma.

Con cierto cariño, Tokiya tomó el rostro del chico y acarició su mejilla con un tranquilizador gesto.

 

– Otoya, volvamos. ¿Está bien?

 

El menor observó al mayor con los ojos ligeramente vidriosos y simplemente asintió felizmente con la cabeza ante aquella alentadora sugerencia. Se podía decir que era lo más inteligente que le habían dicho en todo el día.

 

– Está bien. Gracias, Tokiya.

 

 

 ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

 

 

Había pasado claramente una semana desde el último acontecimiento en la sala del 2º piso. Tokiya regresó a la habitación que compartía con Otoya, pero tenía claro que no seguiría agobiándole hasta que tomase una decisión a su propuesta.  

Aunque a pesar de que se prometió a si mismo que se mantendría a raya, ya había pasado una semana desde que se confesó a Otoya y no parecía estar pensando detenidamente en darle una respuesta, más bien, parecía como si se hubiese olvidado de lo ocurrido y tan sólo siguiese todo como estaba antes de todo el suceso. Llegaba a ser verdaderamente frustrante.

 

Ese día las dos clases se habían juntado en el salón principal del edificio. Todos los chicos permanecían tranquilamente hablando entre ellos hasta que el director hizo su llamativa aparición colgando del techo con hilos de pescar, y un par de focos alumbrando su figura hasta que sus pies rozaron el suelo. En verdad, ese hombre no conocía la discreción.

Todos los estudiantes lo observaron boquiabiertos como si no lo conociesen ya lo bastante bien a esas alturas. El tipo con las gafas de sol comenzó a hablar de forma energética moviendo los brazos de lado a lado y emitiendo un extraño baile de lado a lado de la habitación.

 

– ¡Buenos días a todos los presentes! ¡Espero que se estén esforzando al máximo! – el director se acercó finalmente hasta sus estudiantes, quienes lo miraban expectantes.-

 

– En verdad tan llamativo como siempre – una leve risita por parte de Ren irrumpió entremedias de la conversación –

 

– ¿Eh? ¿Enserio? Esto parece interesante – Natsuki se mantenía sonriente justo al lado de Syo-

 

El director continuó hablando una vez los estudiantes de tranquilizaron por la escena.

 

– Tendréis que formar grupos de dos en esta ocasión. Se trata simplemente que entre parejas realicéis una canción. El grupo que gane tendrá un magnífico premio – el tipo pelirrojo de las lentes oscuras chasqueó los dedos para que los tipos que se encargaban del cableado, volvieran a subirle. Sin embargo se quedó medio suspendido en el aire girando sobre sí mismo.

 

 

Al final Tsukisima se encargó de crear los grupos, haciendo que se emparejaran de la siguiente forma:

Tokiya y Ren, Otoya y Syo, Masato y Natsuki.

 

Una vez quedó constancia de ello, todos se miraron entre ellos como si analizasen la nueva situación. Ren se colocó al lado de Tokiya apoyando un brazo en el hombro del contrario mientras dejaba caer el peso de su cuerpo.

 

– Vaya menuda suerte tienes Icchi. Intenta no convertirte en un estorbo – el rubio tan sólo estaba tratando de molestar al peliazul como se había vuelto habitual.-

 

– ¿Quién va a ser aquí el estorbo? – Tokiya apartó el brazo de Ren y lo observó con cierto desdén.-

 

– Ren, deja de molestar, ya eres mayorcito – la voz de Masato irrumpió captando la atención del rubio.-

 

– Ohh, a veces puedes ser un aguafiestas, Masa – en ningún momento se vio afectado por el comentario de su compañero de cuarto.-

 

– No estoy aquí para entretenerte – siempre le había desquiciado la actitud del rubio, pero se mostraba tranquilo en apariencia.-

 

– Chicos, tranquilos – la pequeña Haruka se puso en medio de la discusión entre Masato y Ren, lo que hizo que ambos se calmasen.-

 

– Vamos, vamos, como ha dicho Nanami, no es necesario discutir – Natsuki sonrió al grupillo de amigos.-

 

Todos mantuvieron un incómodo silencio por unos escasos instantes hasta que Tsukiyima decide mandarlos a todos a sus respectivas clases para seguir con normalidad el horario. Mientras todos caminaban en dirección al pasillo principal, Tokiya aprovechó el momento para colocarse al lado de Otoya hasta que logra una cercanía suficiente para susurrarle algo que sólo ellos escucharan:

 

“Espérame esta noche en la habitación”

 

Aquellas palabras le sorprendieron robándole un leve sonrojo. Realmente lograron que Otoya se pasase el resto del día pensando en ellas, y sobre todo, ¿eso quería decir que tenían que hablar de algo? ¿Tal vez quería escuchar una respuesta a la propuesta que le hizo hacía una semana? Y si así fuese, aún no se sentía preparado para responderle.

 

 

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HABITACIÓN 1ª A

 

Esa misma noche cuando finalmente Tokiya llegó a la habitación, Otoya ya se hallaba allí tumbado en su cama leyendo como de costumbre algún que otro manga o revista. Lo único bueno es que parecía que el ambiente entre ellos, se había relajado un poco desde lo sucedido anteriormente, lo cual por un lado a Tokiya le alegraba, pero por otro lado deseaba apremiar al menor para conseguir una respuesta, ya fuese afirmativa o negativa.

 

– ¿Tokiya? ¿Ya regresaste? – pregunta tonta. Se había pasado las horas comiéndose el coco, y ahora que el mayor hizo su aparición, sintió como si su compostura se derrumbase. Era imposible que no notase que estaba nervioso.-

 

– Sí, ya volví. Siento la tardanza a pesar de que te pedí que me esperaras.

 

– ¿Eh? No pasa nada… no tenía sueño después de todo.

 

– Ya veo

 

Nuevamente, el ambiente se volvió pesado. Se había convertido en una vieja costumbre. Tokiya caminó por la habitación hasta que toma asiento en su respectiva silla frente al escritorio.

 

- Oye… ¿Cómo han ido las clases? ¿Has estudiado mucho? – Comenzó el mayor para romper el hielo.-

 

- ¿Eh?, bien, ¿por qué? – le respondió a su compañero sin caer en sus claras intenciones.-

 

- No nada. ¿No me puedo interesar por la persona que me gusta? – El chico peliazul desmenuzó una sonrisa cargada de diversión.-

 

 

Las mejillas de Otoya enrojecieron, gesto que Tokiya lo tomó como una clara afirmación de que el contrario reaccionaba fácilmente ante sus palabras. El menor desvió la mirada por la vergüenza, tratando de evitar los azulados ojos del contrario, y tras relajarse comenzó a contarle a Tokiya lo que le había pasado ese día. Sin darse cuenta, la única palabra que salía de su boca era “Nanami”, lo cual consiguió que el ceño de Tokiya se frunciese por la molestia.

 

– Ya veo, no necesito escuchar más – su tono se escuchaba ligeramente molesto, pero el pobre Otoya no comprendía el motivo de ese cambio de actitud.-

 

– ¿Eh? ¿Tokiya? ¿Te has enfadado?

 

– ¿Quién se ha enfadado?

 

La vista del pelirrojo se mantuvo baja, observando las mantas de su cama solo porque no se atrevía a elevar la vista. El mayor al verlo de aquella forma, suspiró profundamente y se levantó de la silla para dirigirse en dirección a Otoya.

 

El menor se sorprendió y trató de incorporarse en cuanto le vio venir. El contrario tomó asiento a su lado en la cama mientras le observaba fijamente sin perderse un solo detalle.

 

– ¿Cómo debería sentirme si solo hablas de Nanami? Dije que te daría tiempo para pensar, y ya ha pasado una semana.

 

Inconscientemente, Otoya sabía que ese tema terminaría saliendo, y además de ello… ¿Acaso Tokiya estaba celoso? ¿Es por eso que le molestó que hablase solamente de Nanami? No eran imaginaciones suyas, ¿verdad?

 

– Tokiya… ¿Acaso… estabas celoso?

 

– ¿Y qué si así fuese?

 

Esa mirada seria y llena de sinceridad, claramente era una virtud. Pocos tipos podrían conseguir ese efecto inmediato que con sólo una frase, logre que tu cuerpo vibre teniéndote completamente a merced de sus caricias. 

 

– N-no bromees con eso – su voz se quebraba por momentos mientras que la de Tokiya permanecía inalterable. Qué injusto.-

 

– No recuerdo haber estado bromeando

 

– No quiero creerlo…

 

El mayor le tomó por mentón, halándolo para que su rostro quedara frente al suyo lo bastante cerca para poder tomar sus labios. En esa ocasión, Otoya se quedó paralizado con los ojos cerrados sin saber cómo corresponder a aquel tierno beso.

 

– He tratado de darte rienda y no forzarte pero todo tiene un límite – el peliazul se inclinó hasta el oído del menor, y con cariño besó su mejilla más cercana.-

 

– Esp- Tokiya, ¿qué estás--? Nnnh – las manos de Tokiya comenzaron a deshacer los botones de la camisa del menor, hasta dejar su torso desnudo a la vista. Quedó totalmente expuesto para que el leve roce de las yemas de sus dedos, se fundiese con la suave piel muchacho. Sintió como el cuerpo de Otoya vibraba con las apacibles caricias.-

 

– Det-detente… ¿Tokiya?... - la débil voz del menor resonó antes que los labios de su compañero se precipitaran a tomar los suyos. Fue en ese instante cuando se dio cuenta, que no tenía pensamientos de parar al igual que la otra vez.-

 

Tokiya mordió sus labios obligándole a abrir la boca lo suficiente para deslizar su lengua por el interior. Sus dedos se enredaron entre los pelirrojos cabellos de la nuca de su compañero, tironeando de su cabeza hacia atrás para tomar aquel beso con mayor profundidad.

Inconscientemente y con las mejillas prendidas, el menor comenzó a corresponder a aquel beso de forma mucho más torpe, pero se esforzó en tratar de seguir el ritmo que le había marcado el mayor.

 

Otoya se apartó de su beso cuando sintió como pinzaba una de sus tetillas, friccionándola con los dedos. Ahora que su boca había quedado libre, lamió lentamente la oreja más cercana del menor, justo antes de morder con fuerza el lóbulo de la misma.

 

– Hmg… To-Tokiya… ahí no… auch… –  entre gemidos y quejidos, llamaba a Tokiya pidiéndole que se detuviese, pero en ningún momento se esforzó por detener su avance.-

 

Aunque el pelirrojo trataba de negarse a sí mismo que estaba disfrutando de las sensaciones, no podía evitar comenzar a sentirse excitado. Los ojos azules de Tokiya se pasearon por la piel de su torso, fijándose en sus erectos pezones junto a su cuerpo temblando y vibrando por el placer. Sus dientes tomaron uno de ellos, tironeando de él sin llegar a hacerle daño. Turnó los mordiscos deslizando la lengua alrededor del mismo en forma de círculos, tomándolo y succionándolo. El cuerpo del chico se encogió mientras su voz comenzaba a salir de su garganta en forma de bramidos e innumerables jadeos.

Sus dos orbes color añil observaron el enrojecido rostro del contrario sin perderse de talle de sus expresiones cada vez que lamía o mordía alguna parte de su cuerpo. Incluso había dejado algunas marcas de posesión por el pecho y el cuello. Otoya gimió con fuerza, y Tokiya se colocó encima del cuerpo tendido del menor hasta que su rostro quedó frente al suyo, observando los suaves labios del pelirrojo justo antes de lamerlos y besarlos con deseo.

 

El peliazul aprovechó la distracción para deslizar su mano hasta el pantalón del pelirrojo y comenzar a desabrochar y a bajarle la cremallera del pantalón. Rebuscó entre el pantalón, comenzando a acariciar con cuidado el miembro del chico por encima de la fina tela del calzoncillo. Ya se había puesto muy duro, y había mojado por completo su ropa interior. De nuevo el toque de sus dedos, le devolvió a Otoya la cordura por unos breves instantes.-

 

¡NO! ¡NO LO TOQUES!La delgada mano del pelirrojo tomó la muñeca del contrario, tratando de apartar la mano que se ocupaba magrear su entrepierna.-

 

– ¿Por qué no debería? Debe ser doloroso para ti, ¿no es así? –

 

Haciendo caso omiso al menor, continuó friccionando su miembro deslizando los dedos por el interior de la ropa interior hasta que logra agarrar su erección, comenzando a rozar el glande de forma circular alrededor de la corona.-

 

– Mírate, ya estás duro solo porque te besé y te acaricié un poco. ¿Eso significa que me estás aceptando? – La melodiosa voz de Tokiya bañada de diversión, inundó los tímpanos de Otoya, quien sólo podía proyectar gemidos de placer ante el ávido toque de sus caricias.-

 

A partir de ese momento, ya había perdido todo uso de razón. El mayor agarró el pantalón y tiró de él arrastrando el calzoncillo con el tirón hasta lograr dejarle desnudo de cintura para abajo.

Éste observó detenidamente el cuerpo desnudo del pelirrojo, su clara tez se vislumbraba de un bonito color y su pecho se movía agitado con la respiración pesada y exaltada. Su miembro se elevaba garboso, e incluso de la punta comenzaban a emanar algunas gotas de una substancia translúcida. Los fogosos ojos rojizos adornados por el deseo, miraron al mayor con una mezcla entre la vergüenza y el anhelo.

 

– ¡¡N-no lo… mires!! Es… vergonzoso…

 

Pedirle de esa forma tan erótica que no lo mirase, era un claro estimulante más que lograba encenderle. Se sintió acalorado, por lo que aflojó la corbata que aun llevaba no tan perfectamente colocada como se esperaba, y desabrochó los botones de su propia camisa. La exaltada mirada de Ittoki se fijó en la escasa zona que dejaba entrever la camisa. Tenía un cuello largo con la clavícula sensualmente marcada, y un cuerpo bien cuidado que no era demasiado fornido pero mostraba unos músculos lo suficientemente marcados.

 

Los labios de Tokiya crearon un sendero de gráciles besos a lo largo de cada curvatura de su cuerpo, pasando por su pecho, bajando por su estómago, hasta quedar parado en la delicada zona bajo el ombligo, donde propinó un mordisco. Succionó la zona y la lamió, hasta quedó constancia de una pequeña marca de un ligero color morado. El pelirrojo soltó un tímido quejido, pero el mayor no se detuvo tan sólo ahí.

 

– ¿Qué estás…? ¿Tokiya?...

 

– Chist, guarda silencio – le chistó a Otoya para que guardase silencio mientras tomaba el miembro del muchacho entre los dedos.-

 

– ¿Ehhh? ¡Espera, esp--! – Las palabras del menor se ahogaron en su garganta cuando sintió la humedad de la lengua de Tokiya rodeando la punta de su falo.-

 

Su lengua se deslizaba con lentitud acariciando el glande, lamiendo todo lo largo del tronco y volviendo a prestarle atención a la punta, para succionarla con suavidad. Cuando lo sentía a punto de correrse, volvía a tomarlo con la mano para bombear todo lo largo del falo rápidamente. Había creado un intercambio entre las lamidas, succiones y la fricción que provocaba con su mano. El menor a duras penas, alcanzó los cabellos peliazules del contrario, enredando sus dedos entre aquellos finos hilos como si tratase de apartarle.

 

– N..no más…. ahh…. Toki… me-… - las palabras del pelirrojo a penas salían. Tan sólo se escuchaban gemidos entremedias de cada una de ellas.-

 

 Tokiya hizo como que no le escuchó y continuó lamiendo su miembro e introduciéndolo en su boca. Aunque no lo pareciese, el peliazul siempre había estado con chicas y cosas como ésta también eran nuevas para él, pero aun así, intentaba tener cuidado de no clavar los dientes y de hacerle sentir bien.  

 

El agitado miembro del menor estaba hinchado y caliente. Lo podía sentir incluso en el interior de su boca y bajo el toque de sus manos. Lo que al principio eran unas simples gotas de pre-semen, ahora se derramaban como si se sintiese a punto de venirse. El mayor dejó de prestarle atención a la erección del chico, y en su lugar, lamió dos de sus propios dedos. Una vez los lubricó debidamente, presionó uno de ellos contra la entrada de Otoya, quien se estremeció intensamente por la sensación.

 

—Noo… Tokiya… ¿qué hac--? ah… – el menor se exaltó y agarró por acto reflejo la manga de la camisa del mayor, como si tratase de sujetarse.-

 

 — Espera… no te pongas nervioso – la tranquilizadora voz de Tokiya no sirvió para relajarle, pero al menos le mantuvieron quieto para dejarle hacer.-

 

Con mucho cuidado, comenzó a introducir el dedo en su interior, tratando de que se acostumbrase poco a poco a la pequeña intromisión. Comenzó a buscar a ciegas aquel dulce punto que le haría enloquecer, no tardó demasiado en encontrarlo y rozarlo una y otra vez cada vez que el lascivo cuerpo del pelirrojo, se estremecía inundado por el placer. Enseguida, el pequeño Ittoki se corrió acompañado por un sonoro orgasmo, impregnando su propio estómago con los restos blanquecinos de su corrida. 

 

El menor jadeaba con pesadez tras haberse corrido abundantemente, pero su miembro aun parecía demandar atención. Tokiya siguió con su ardua labor de prepararle, introduciendo otro dedo más. Trató de incitar la zona, abriendo los dedos en forma de tijera, moviéndolos en forma circular y rozando con la punta de los mimos la zona de la próstata. Continuó hasta que notó como el chico comenzaba a relajarse. La tensión de su cuerpo había desaparecido gradualmente, tal vez porque comenzaba a sentirse bien. Su respiración se había vuelto pesada y estaba muy agitado pero no era suficiente. La zona que tanto se había preocupado por preparar, se volvió resbaladiza y pegajosa, y a esas alturas, tanto su miembro como el de su compañero estaban completamente erectos.

 

Otoya estaba completamente paralizado, temblaba y se estremecía bajo la atenta mirada y las apasionadas atenciones de Tokiya en cada una de las partes de su cuerpo.

 

“¿Sería por el simple y mero hecho de que son hombres, el que conociese las partes más sicalípticas de su cuerpo?”

 

Era una pregunta que cruzó su mente pero a la que jamás halló una respuesta.


El pelirrojo comenzó a notar como de nuevo su excitación volvía a erguirse, y poco a poco se iba dejando llevar por las innumerables caricias y placeres que su compañero le estaba ofreciendo. Sin darse cuenta, ya no le importaba lo que sucediese, tan sólo quería tomar más y más de Tokiya. Todo lo que le había  ofrecido, no había alcanzado a satisfacerle por completo todavía.

 

– Tokiya…  – el nombrado no pudo soportar más la presión a la que estaba siendo sometido. Los cobrizos rojos del menor le miraban vidriosos y sus mejillas estaban humedecidas y enrojecidas. Parecía estar ya preparado, y éste otro, a punto de llegar a su límite.-

 

– Otoya… Ahora relájate… ¿está bien? – Ittoki permaneció absorto sin comprender del todo, el sentido de sus fugaces palabras.-

 

El peliazul retiró los dedos de su interior, y abrió las piernas del contrario para poder acomodarse debidamente entre ellas. Otoya se había tapado el rostro con el antebrazo, ocultando su acentuada vergüenza. Lentamente, se pudo escuchar el sutil sonido del zipper de los vaqueros de Tokiya, al igual que el susurro de la ropa deslizándose hasta quedar retirada y a un lado de la habitación. Aprovechó para retirarse de paso la camisa que le estorbaba para moverse.

 

La erección del mayor, de un tamaño más considerable que la del menor, no pasó desapercibida ante sus ojos. Era la primera vez que veía el cuerpo de su compañero completamente desnudo, y en cierto modo, aquella erótica imagen se había quedado grabada en sus retinas. Observó con detenimiento como tomó su miembro por la base, y mientras se removía bajo su cuerpo, no tardó en notar como la humedad y dureza de su falo, comenzaba a empujarse contra la entrada de su trasero.

 

– ¡NO! ¡Espera! ¡Es imposible, no entrará! Por favor… ¡Tokiya! – Los quejidos y peticiones eran completamente inútiles.-

 

Tras introducir la punta unos escasos centímetros, tomó al chico por las caderas y se empujó contra el cuerpo del chico, hasta penetrarle por completo de una sola embestida. Un fuerte bramido de dolor se escapó de la garganta del chico, al tiempo que el menor hundía las uñas en los hombros del mayor hasta dejarle algunas marcas de arañazos.

 

En verdad, esa era la primera experiencia del pelirrojo con un hombre, nunca había tenido esa clase de relaciones, y aunque Tokiya le había preparado su pequeña entrada con tanto ahínco, tenía esa dolorosa sensación de que se partiría en dos tarde o temprano.

 

- Respira hondo… despacio… eso es… - el peliazul trataba de tranquilizarle con sus dulces palabras, mientras trataba de contener algunos de sus propios gemidos.-

 

– ¡¡To-Tokiya… sácalo…du-duele…!! Ya no… más… - jadeó entrecortadamente mientras intentaba no perder la cordura.-

 

– Tu boca suelta muchas mentiras, pero tu cuerpo es muy honesto –una sonrisa ladina se dibujó entre sus labios mientras tomaba el rostro del menor – no sientes solo dolor, ¿verdad?

 

– Eso…N…no – su mente estaba confusa, pero jamás admitiría que su cuerpo vibraba de placer.-

 

–”No”, dices. Pero mírate… te acabas de correr y ya estás duro de nuevo. – la rudeza de sus palabras hicieron que el menor se avergonzase intensamente.-

 

Volvió a besarle apurado entretanto que aguardaba a que el menor se acostumbrase a la penetración. La zona era tan estrecha que sentía la apresurada necesidad de correrse y el hecho de que Otoya no dejase de apretar su erección y temblar bajo su cuerpo, no ayudaba precisamente.

Tokiya empujó su cadera volviendo a penetrar al pelirrojo con una profunda embestida que logró balancear el cuerpo del contrario. Un nuevo quejido volvió a inundar la habitación mientras comenzaba a penetrarle con un ritmo lento pero continuo.

 

Ittoki notaba como su cuerpo no respondía y comenzaba a sentirse entumecido de cintura para bajo hasta la punta de los dedos. El delirio y el éxtasis que estaba sintiendo era demasiado bueno como para dejarlo escapar, y en un decidido abrazo, rodeó con fuerza a su acompañante por detrás del cuello.

 

– To…Tokiya… se siente… bien… ah… - jadeó contra la oreja del peliazul.-

 

– Maldición…Deja de calentarme de esa forma…

 

Sus excitantes palabras le habían prendido de sobremanera. Mordió con fuerza el cuello del pelirrojo sin permitirle un respiro. Sus cuerpos se balanceaban con el vaivén de sus caderas chocando contra el cuerpo del pelirrojo, incluso las embestidas se habían tornado aceleradas, profundas y tan irregulares que al cabo de unos breves instantes, no pudo contenerse y acabó corriéndose en el interior del menor.

 

La calidez que sintió en lo más profundo de sus entrañas hizo que se estremeciese y se viniese a los escasos segundos que su compañero. El espeso líquido se derramó por los bordes de su entrada, escurriendo hasta manchar las sábanas. Le resultaba una sensación incómoda pero estaba demasiado cansado para quejarse.

El mayor observó al contrario con sus ojos añiles, respirando pesadamente por el cansancio después del intenso sexo que habían tenido. En realidad, ambos tenían la misma expresión de cansancio dibujada en la cara.

 

– Otoya, Te Quiero…

 

Éste al escuchar esas palabras, se había sonrojado violentamente. Abrazó al contrario con sus brazos y depositó un tímido beso en los labios del peliazul.

 

– Y-yo… creo que…también…

 

Tokiya no se podía creer lo que escuchaban sus oídos, estaba feliz de que por fin sus sentimientos fueran correspondidos por la persona que amaba. Rápidamente volvió a besarle de forma intensa.

 

– Entonces, déjame amarte más de ahora en adelante~

 

---- ¿CONTINUARÁ? ----

 

 

Notas finales:

¿Os ha gustado? 

Por ahora se va a quedar así, el próximo capítulo será para Ren y Masato, pero no se si algún dia vuelva a seguir algún capítulo más de estos dos. 

Espero todos sus bonitos reviews y espero que no se pongan nerviosos~

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