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Atracción por lo Prohibido por Akai-chan

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Notas del capitulo:

Muy buenas a todos los que seguís leyendo mi fanfiction, o habéis empezado a leerlo por curiosidad.

Lo primero, lamento mucho haber tardado tanto en actualizar (mucho lio de examenes y trabajos, entre otros) pero a partir de ahora haré los capítulos un poco más cortos pero actualizaré más a menudo. 

En este capítulo trataremos con la parejita de Ren y Masato, su vida diaria, sus manías, sus enfados, sus bromas.. y sobretodo, el amor  que surje entre ellos a pesar de sus diferencias.

Espero que os guste mucho muchisimo y que me hagáis sugerencias o me deis ánimos con vuestros reviews para seguir esta bonita historia.

Aviso de que tiene lemon este capítulo~

CAPITULO 3: NUESTRAS DIFERENCIAS NOS HACEN PERFECTAMENTE IGUALES (EL CASO DE LA HABITACIÓN 2º B)

 

– ¡Maldito Ren! ¡¿Cuántas veces te he dicho que no traigas a gente extraña a la habitación?! – el peliazul gritaba al rubio nada más irrumpía en el dormitorio.-

 

– Vamos no es para tanto, sólo ha sido por un rato.

 

– ¡No me importa! ¡No tengo por qué aguantar que traigas tus ligues a la habitación!

 

Dos chicos jóvenes entre la edad de 19 y 21 años, están discutiendo en su habitación. El peliazul pegando voces como un loco es Masato Hijirikawa, mientras que el personaje pintoresco denotando parsimonia es conocido como Ren Jinguuji.

Ambos resultan ser conocidos de la infancia ya que cada uno pertenece a una respetada familia y aunque no se llevan bien, les ha tocado a las cartas compartir habitación durante todo el curso.

 

- Que no tengas tanta fama como yo y que seas un anticuado no quiere decir que todos los demás debamos ser iguales. Deberías dejar  esa fachada tradicionalista tuya a un lado y enrollarte un poco más de vez en cuando, Masa.

 

- No bromees, yo no estoy aquí para jugar, me tomo muy enserio mis estudios, y de todos modos, ¿por qué me ha tenido que tocar compartir habitación contigo de todas las personas?

 

- Tch… Lo mismo podría decir yo de ti, ¿no lo crees?

 

Masato a veces se volvía demasiado paranoico, y precisamente su compañero no era la persona más paciente del mundo. Ren intentó mantenerse sin prestarle atención hasta que la última gota colmó el vaso. El rubio se levantó de la cama y se precipitó en dirección al peliazul que seguía dando vueltas sin cesar por toda la habitación mientras continuaba pegando voces.

 

– ¡Ren! ¡¿Me estás escuchando?!

 

– Ya he tenido suficiente charla por hoy.

 

– ¿Pero qué?

 

– Siempre quejándote, y regañándome, ¿acaso eres mi madre?

 

– ¡Todo es tu culpa! Sabes de sobra que detesto esas cosas y tú lo haces aun a sabiendas de que me molesta

 

– ¿Qué problema hay? No muere nadie solo por eso

 

– ¿Qué nadie muere? Aghh, eres incorregible, ¿lo sabias?

 

Aunque estaban teniendo aquella discusión, el rubio no le estaba prestando demasiada atención al contrario, más bien mientras tanto estaba divagando en sus pensamientos como si todo lo demás no importara. Era algo muy propio de él, y aunque Masato lo sabía, continuaba discutiendo hasta el cansancio.

 

–  Ahora que caigo… eso de que estés preocupándote constantemente por mí…  – Masato observó al mayor sorprendido por cambiarle el tema de forma tan repentina.-

 

– ¿no será que has caído víctima de mis encantos, Masato? – dejó caer el comentario en un tono burlesco mientras sostenía una sonrisa de satisfacción en el rostro.-

 

Debió pensar que aquello molestaría más aun a su compañero de cuarto.-

Sin embargo, el rostro pálido de Hijirikawa se cubrió de un intenso rojo chillón por aquel lanzado comentario. Ren siempre había sido así, pero no por ello podía evitar reaccionar ante aquellas bromas de tan mal gusto.

En cambio, el rostro del rubio denotó sorpresa al ver que el peliazul reaccionaba de una forma distinta de la esperada. De normal solía gritarle o simplemente se lo tomaba con calma y procuraba ignorar sus palabras, pero en esa ocasión, estaba avergonzado, ¿no es así? No se lo había imaginado, ¿verdad?

 

– ¿C-Cómo podría? – Aún tenía las mejillas encendidas pero a pesar de ello, elevó la voz de nuevo. Al darse cuenta de que estaba perdiendo los estribos, desvió la mirada a un lado y trató de guardar las formas.-

 

Lo que Ren había empezado con una pequeña broma sólo para tomarle el pelo y reírse un rato de él, había comenzado a cambiar convirtiéndose en un asunto mucho más serio; ya que ver una expresión tan linda de parte del frío Hijirikawa  era algo realmente extraño para la vista que tentaba a seguir molestándole más.

 

– Jajaj ¿quién lo habría pensado? ¿En realidad eres tsundere*? – una enérgica risotada quebró la paciencia del peliazul.-

 

– ¿Quién es tal cosa? – El menor giró el rostro repentinamente hacia el rubio, mirándole con el ceño fruncido.-

 

Ren se estaba divirtiendo a su costa, nunca habría imaginado que su compañero de la infancia tendría tales expresiones. O al menos, no las había visto hasta ese momento tan de cerca.

 

– Bueno… nunca en mi sano juicio se me habría ocurrido intentarlo con un chico, pero si es contigo tal vez pueda hacer una excepción – Ren le guiñó un ojo al contrario, quien se sonrojó ligeramente.-

 

– ¡No necesitas hacerla! ¡Y haz el favor de dejarte de bromas!

 

– ¿Ah? ¿Quién dices que está bromeando aquí?

 

Aprovechando la corta distancia entre ellos, el rubio agarró la mano más cercana de Masato y tiró de él en su misma dirección. Mientras el peliazul se mostraba confundido por aquel gesto por parte del contrario, Ren deslizó su mano libre alrededor de la cintura del menor, atrayendo su menudo cuerpo íntimamente al suyo.

El rubor en las mejillas de masato tomó un violento color rojizo y a duras penas, trató de separar al contrario empujándole por la parte del pecho. Sin embargo la distancia entre ellos no aumentaba, más bien, el rubio se había tomado la molestia de agarrarle lo bastante fuerte para evitar que lo apartase.

 

– ¡Ren! ¡¿Qué crees que estás haciendo?! ¡No me toques!

 

– ¿Por qué no debería? Tú eres quien empezó a ligarme. ¿De qué te quejas ahora?

 

– ¡¿Qué yo hice “qué”?! Deja de joder, ¡no soy uno de tus ligues!

 

Al ver lo escandaloso que se estaba volviendo, el mayor tomó el rostro de Masato por el mentón, y tiró de él hasta que sus rostros quedaron lo bastante cerca el uno del otro. Por unos breves instantes, la mirada del peliazul se mantuvo perdida, y su cuerpo paralizado por la cercanía. Por el contrario, el rubio lo observaba fijamente con sus ojos azules y manteniendo su típico semblante chulesco.

 

– Vas siempre por ahí, jactándote de que eres una persona honesta y centrada, pero ¿dónde te has dejado tus modales, Masato?

 

– ¿Mis qué? ¿Pretendes encima que te guarde el respeto?

 

– Bueno, me parece que es lo mínimo cuando yo te estoy tratando bien. – Por supuesto estaba tratando de que el contrario se sintiese culpable.-

 

–  Eso…. – miraba al rubio ciertamente confundido, no sabía si realmente había hecho algo indebido o si simplemente estaba tratando de jugársela.-

 

– Vamos Masa, al menos discúlpate debidamente.

 

Masato miró al rubio con desconfianza pero supuso que lo mejor era ceder y disculparse para acabar esa estúpida riña. Por el contrario, esperaba al menos también una disculpa.

 

– Está bien – suspiró mientras apartaba la mirada a un lado – discúlpame por mi falta de modales, entonces.

 

– No, no, esa disculpa no está bien hecha.

 

– ¿Qué?

 

Ren dejó libre el rostro del chico, y en su defecto, señaló con el dedo índice sus propios labios. Ese detalle le hizo parpadear al peliazul varias veces por la confusión.

 

– ¿Qué te parece un beso de disculpa? – el rubio dejó caer la bomba.-

 

– ¡¿QUÉ?! ¡No lo puedes decir enserio!

 

– Nunca he ido tan enserio.

 

Ambos permanecieron callados por unos breves instantes. Masato mantenía la mirada fija en algún lugar perdido del dormitorio, mientras que Ren con rostro serio, observaba con detenimiento cada una de las expresiones que se producían en el cuerpo y rostro de su compañero. A sus ojos, parecía a punto de derrumbarse en cualquier momento, solo necesitaba un empujoncito más.

 

– ¿Entonces no lo harás? Me pregunto qué pensaría Nanami si supiese que Masato ha perdido sus modales… seguramente se decepcionaría. – Ren dejó escapar un falso suspiro de resignación.-

 

– ¡¿Nanami dices?! Espera, no serás capaz… ¿verdad?

 

El pobre Masato cayó de lleno en la trampa. Se había puesto nervioso nada más pensar que Nanami podría decepcionarse al ver que no era la clase de persona que esperaba. Aquel comentario que Ren se había sacado de la manga, había funcionado a la perfección, y ahora, era una buena oportunidad para aprovecharla en su favor.

 

– Tranquilo, Masa. No tiene por qué saberlo. Sólo necesitas enmendar tu error. ¿Y bien?

 

– Eso es cierto, supongo.

 

El peliazul era inteligente, eso era indudable, pero en ciertos momentos, podía resultar bastante inocente. Pero habían dos cosas que no sabían el uno del otro. La primera era, que Masato no era precisamente tonto, y la segunda, que Ren no estaba jugando en esa ocasión.

Hijirikawa agarró al mayor por el cuello de la camisa, y tironeó de él para lograr que se inclinase por la diferencia de altura para que sus rostros quedasen uno enfrente del otro. El inmutable rostro del peliazul se mostraba en esa ocasión de un tono rojizo, adornando sus mejillas y orejas con la vergüenza del momento; y lentamente, sus labios fueron acortando terreno hasta que rozaron los contrarios de forma sutil, como un mero roce superficial.

 

Los ojos del rubio se abrieron a modo de sorpresa cuando sintió la suavidad de los labios del peliazul rozando los suyos. De forma automática, deslizó una de sus manos hasta colocarla detrás del cuello de Masato, y se inclinó hacia el rostro del contrario hasta que su frente quedó pegada con la suya, guardando una escasa distancia entre ellos.

 

– Así no es como debes hacerlo. – rozó con sus dedos la sensible piel tras su cuello – Te enseñaré debidamente.

 

– ¿Enseñarme? – lucía extrañado por aquellas palabras.

 

– Enseñarte como a los adultos – Sus labios dibujaron una traviesa sonrisa que no pasó desapercibida para el peliazul.-

 

Los labios de Masato fueron sellados justo antes de poder rechistarle. El peliazul se dejó llevar correspondiendo al intenso beso que había comenzado su compañero de cuarto. La humedad de la lengua del rubio, se coló en su boca entreabierta, buscando entrelazarla tentativamente con la ajena. Los largos dedos del mayor se enredaban entre los cabellos azulados de su nuca, cautivando con deseo hasta su último aliento.

Rápidamente, colocó las manos sobre el torso de Ren para apartarlo, logrando de esa forma romper el beso. Tras eso, no pudo mirar directamente al contrario, por lo que desvió la mirada a un lado del dormitorio, mirando a  la nada.

 

– ¡Oye!, ¡espera…!

 

– No espero… – pasó su mano por debajo de la camisa del peliazul logrando en respuesta que se estremeciese ante al roce de sus dedos.-

 

– Vale ya Ren! ¡Esta broma va demasiado lejos! – Agarró la mano del contrario tratando de detener su avance.-

 

Aquel comentario hizo que el rubio le diese un empujón al menor, logrando que éste se tropezase contra el borde de la cama y cayese en todo lo largo del colchón. Los celestes ojos de Masato, observaron al contrario con sorpresa y un atisbo de curiosidad. En escasos segundos, Ren se colocó sobre el cuerpo del chico, mientras se deshacía de los primeros botones de su propia camisa sin apartar la vista del sujeto que permanecía perturbado bajo su cuerpo.

 

– ¿Bromear? Ya te he dicho que voy muy enserio, Masa.

 

– ¡¿Pero qué….!? – los dedos del mayor tomaron el rostro del peliazul por la barbilla y le obligaron a forzar un torpe beso. –

 

El anterior se quedó corto si se tomaba en cuenta que en esta ocasión sintió como la lengua del contrario invadía sin pudor alguno el interior de su cavidad. En esos momentos el menor solo podía intentar corresponder vacilante a cada uno de sus movimientos. Sin siquiera inmutarse, ya había decidido rodear el cuello del rubio con sus brazos, correspondiendo de la misma apasionada forma, fue entonces cuando se dio cuenta.

No parecía ser una broma. Los lugares que su compañero de habitación tocaba, los besos, los abrazos y caricias… todo era genuino. Se habría dejado enloquecer de no ser porque su consciencia aún se hacía presente de forma intermitente.

 

– Masato… – le susurró el rubio contra la oreja mientras que se aprovechaba la ocasión para bajar el zip de los pantalones del peliazul. Enseguida reaccionó ante el gesto colocando las manos sobre el torso del contrario para apartarlo unos centímetros de su cuerpo.-

 

– ¡¿Dónde te crees que estás tocando?! – Gritó mientras intentaba quitarse de encima las manos del contrario a duras penas.-

 

– Mis manos no son lo único que debería preocuparte, ¿no crees? – una pícara sonrisa adornó su rostro, logrando arrebatarle un leve sonrojo al contrario.-

 

- ¡¿Qué?! – Miró al rubio a modo de sorpresa hasta que notó como sus labios fueron sellados nuevamente, al tironear de su rostro hasta lograr tomar un húmedo y largo beso de sus labios.-

 

Masato se había quedado atontado y ya no mediaba palabras. Prácticamente había comenzado a dejarse llevar al ritmo que marcaba su compañero, sintiéndose anestesiado con el lenitivo que le estaba prestando el rubio. Adormecido y sin fuerzas para seguir discutiéndole, gimió suavemente contra sus labios al sentir la presión de la dureza del mayor contra su propia cadera.

 

– Ren!! No más… – susurró en voz baja entre suaves gemidos.-

 

La voz del peliazul sacaba a relucir su excitación con una erótica voz que el rubio no había escuchado hasta ahora. Al principio se trataba de un mero juego para lograr sacarle los colores y molestar un poco a su compañero, pero el juego enseguida se tornó en algo serio y cuando menos se quiso dar cuenta ya había caído víctima del deseo.

 

– ¿Ya estás al límite? Y no hemos hecho más que empezar – su voz se escuchó más cercana a un bajo gruñido cuando sus dedos acariciaron el borde del pantalón del menor hasta lograr deslizar la ropa que vestía de cadera para abajo hasta las rodillas, permitiendo dejarle expuesto ante aquella incómoda situación.-

 

– ¡Espera! ¡¿Qué crees que haces, Ren?! – El peliazul trató de taparse y de reincorporarse, pero le resultaba difícil teniendo al mayor sobre su cuerpo, impidiéndole moverse más de la cuenta.-

 

Mientras se removía sobre la cama, el rubio agarró ambas manos del contrario y las colocó por encima de la cabeza, frenar el vano intento que hacía por tratar de taparse y  de apartarle.

 

– ¡Basta, suéltame! ¡Ren, maldito seas! – insistió totalmente quemado y las mejillas prendidas, aunque no podía negar que su propio cuerpo había reaccionado inconscientemente de forma favorable.-

 

Ren se lamió los labios ante la erótica imagen del menor, como si su imaginación volase de un lado para otro vislumbrando un augurio de depravaciones una tras otra. Antes de caer en la cuenta, ya se encontraba perdidamente excitado, notando como el pantalón aprisionaba su erección.

 

— Relájate, ¿quieres? — Con cuidado depositó un suave beso tras la oreja del peliazul, consiguiendo en respuesta que se estremeciese.-

 

– ¡¿Que me relaje?! ¡¿Cómo pretendes que lo haga?!

 

– Sólo quédate así un ratito, te prometo que lo pasaremos bien — eso no resultaba tranquilizador.-

 

El miembro de Masato completamente erecto ya estaba envuelto con una película pegajosa agitándose ante la atenta mirada del mayor. Éste se avergonzó al pensar que su compañero se dedicaba a observar con tanto detalle aquella parte que asomaba entre sus piernas,  junto a las expresiones tan impropias que su rostro impasible, mostraba ahora con tanto fervor.

 

– Vaya, hasta tu puedes excitarte. Es toda sorpresa, ¿no crees?– insistió en burlarse de él mientras frotaba su miembro con la mano derecha.-

 

– Hmmn… Haa… Cállate… ¿acaso… no estás igual?...– entre gemidos de placer, volvió la mirada hacia su compañero, observándole jadeante como si esperase mucho más de todas aquellas sensaciones.

Qué pregunta más absurda, por supuesto que estaba de la misma forma, quizás incluso más. Nunca había sido una persona paciente y mantener la cordura en momentos donde su compañero se prestaba en “bandeja” era tan difícil como avivar la lumbre con nieve.

 

—Eres un crío después de todo

 

– ¿Qui- quién es el crio aquí?.. .Deja de hacer lo que te da la gana… — fingió molestarse por el comentario para poder ocultar su vergüenza —

 

Conforme iba tocando al peliazul, éste también sintió que había comenzado a excitarse. Era obvio después de todo. Su mente por un momento analizó la situación pensando que lo que había comenzado como un juego ahora se había vuelto peligroso. Pronto desechó esa idea y volvió a la realidad.

 

– Voy a ser benevolente contigo, Masa. Agradécemelo más tarde.

 

La sonrisa cargada de picardía en el rostro del rubio junto a la excitación del momento, logró sacarle un leve sonrojo al menor. Desde luego que tenía delito. Aquella expresión tan erótica debería estar prohibida.

 

— ¿Cómo…? ¿Ren? – Los curiosos ojos azules de Masato, revisaron exhaustivamente cada gesto del contario —

 

Observó con detenimiento y con la mirada encendida, cómo sus dedos desabrochaban el zip del pantalón, y rebuscaba entre los ropajes hasta que logra liberar la erección que todavía se hallaba aprisionada.

 

– Espera… ¿qué vas a--? — apresurado, colocó las manos sobre el torso y rostro del contrario para apartarlo—

 

Sin embargo, no era lo bastante fuerte para quitarlo de encima, o al menos no se esmeraba lo suficiente. Ren tomó por la muñeca la mano que empujaba su rostro para después deslizar la lengua a lo largo de uno de los dedos. Eso logró que Masato apartase rápidamente la mano y le permitiese seguir tocando sin reparos.

 

— Ren... Maldito… — inconscientemente se mostraba jadeante, con el torso aterciopelado por el sudor, moviéndose agitadamente arriba y abajo al compás de la respiración—

 

– Guarda silencio. Ya te dije que sería gentil. No voy a meterlo todavía

 

— ¿Meterlo?.. ¿Te volviste loco?...

 

El menor mantuvo las manos colocadas sobre el torso del contrario aun empujándole hacia atrás para tratar de mantener la distancia. Por parte del contrario, aprovechó la escasa distancia que se encontraba entre sus cuerpos para colocarse debidamente entre sus piernas. Desde esa posición, pegó su erecto miembro contra violento falo del contrario, notando al tacto que se correría en cualquier momento. Utilizando una de sus manos, frotó ambos miembros uno contra el otro. Se sentían calientes y húmedos al tacto, envueltos con una fina capa pre-seminal que permitían emitir unos tentadores y húmedos sonidos que se perdían entre los jadeos y gemidos de los dos chicos, cada uno al borde del clímax.

Masato abrió un poco más las piernas para permitir un mejor acceso a sus partes más íntimas, dejándose arrastrar poco a poco por el placer que su compañero le regalaba.

— Ren… ngh… más despacio…

 

El mayor capturó los labios contrarios para silenciar sus palabras. A ciegas, buscó una de las manos del peliazul para guiarla hasta el lugar donde sus dos miembros se frotaban paulatinamente en busca del orgasmo.

 

— Tócalo también Masa… así... despacio — la voz ronca de placer del rubio inundaba hasta el lugar más recóndito de los oídos de Masato, causándole un leve estupor—

 

— Ngh… ¿qué…?

 

Sus delgados dedos atendieron efusivamente a la petición, entrelazándose alrededor de ambas erecciones, y acariciándolas desde la zona del tronco hasta la punta. De vez en cuando los dedos se chocaban con los del contrario y trataban de seguir el mismo ritmo de movimiento que éste le marcaba de forma tan magistral.  Sus jadeos chocaban contra los del rubio por la corta distancia, notando como si ambos estuviesen respirando el mismo aire.  

De forma costosa, el peliazul alcanzó a enredar los dedos de su mano libre entre los dorados cabellos del contrario, tironeando de ellos con suavidad justo cuando su cuerpo alcanzó el punto cumbre. Gimió sonoramente sin importarle en esos momentos guardar las formas, y sin la necesidad de mediar palabras, jaló a Ren del cabello para atraer su rostro hasta lograr besarle apasionadamente. Unos instantes más tarde, el rubio se corrió de la misma forma, sintiendo cómo la calidez de sus fluidos se abrían paso hasta impregnarles entre los dedos y el abdomen.

 

 

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Ambos se mantuvieron compartiendo la misma cama por horas, al menos fueron horas lo que le parecieron a Masato cuando despertó de su largo sueño. Aún era de noche y quedaban varias horas hasta que la luz del amanecer se filtrase por las rendijas de las persianas. Fue entonces cuando giró su rostro y observó que Ren dormía apaciblemente a su lado, totalmente desnudo, al igual que él. Su mente recordó fugazmente todo lo que habían estado haciendo horas antes y su rostro se tornó de un intenso color rojo chillón hasta las orejas. Por un instante deseó morirse debido a la vergüenza, pero enseguida recapacitó y volvió a centrar la atención en la situación.

 

— Debo ducharme antes de que se despierte… Esto no ha podido pasar… — susurraba para sí mismo mientras abría las sábanas para salirse primero de la cama —

 

Antes de lograr su cometido, sintió como algo se enganchaba a su brazo, y de un tirón volvía a meterlo en la cama. Al momento se vio nuevamente bajo el cuerpo del rubio, quien le mantenía sujeto por las muñecas para impedirle abandonar el lecho.

 

— ¡Ren! ¡Suéltame! ¿Estabas despierto? — A duras penas se removía bajo el cuerpo del contrario sin lograr apartarle ni liberarse de su agarre—

 

¿Qué es lo que dices que no ha pasado? ¿Tal vez debería recordártelo de nuevo? — lentamente se inclinó hacia el rostro de Masato, hasta que alcanza a morder su barbilla —

 

— ¿Qué--? nhg… — un leve gemido cortó en seco la frase que estaba a punto de gritar —

 

El peliazul notó como su cuerpo emitía un breve espasmo ante el mordisco, que enseguida logró calmar cuando el contrario por fin le liberó del agarre para permitirle moverse. Ese fortuito instante de liberación, lo usó para darle una cachetada no demasiado fuerte en la mejilla que le pareció más cercana. Enseguida la mejilla se tornó de un sutil tono enrojecido a pesar de que no le había abofeteado tan fuerte como hubiese querido.

 

— ¡Eres un imbécil! ¿Cómo te atreves a tocarme de esa forma? ¡No vuelvas a tocarme!

 

— Vaya y eso que parecías estarlo disfrutando… — A pesar de la bofetada, Ren mantuvo un rostro voluble mientras acariciaba con suavidad la mejilla adolorida por la bofetada—

 

— ¡No digas barbaridades! ¿Quién lo estaba disfrutando? — odiaba tener que admitir que el rubio tenía razón, y más aún en esa ocasión donde su orgullo negaba lo evidente—

 

—Vamos admítelo. — tomó el rostro del peliazul, obligándole a mirarle directamente a los ojos. — volvamos a repetirlo, ¿ne Masa? ~

 

Masato trató de no mosquearse por el comentario, pues sabía de sobra que esa era la típica actitud engreída de su compañero. Simplemente apartó la mano que le agarraba por el mentón, y evitó seguir con la conversación apartándole a un lado para poder ponerse en pie.

– No fastidies, esto ha sido un error, no volverá a ocurrir. No te creas que todo irá a tu ritmo, ¿entendiste?

 

El rubio por el contrario, lo observaba con una sonrisa dibujada en los labios, como si pudiese intuir la verdad tras aquellas palabras. No necesitaba al fin y al cabo comprenderlas, tan sólo sentirlas. De esa forma podía leer con facilidad, los verdaderos sentimientos de Masato.

 

—La próxima vez, lo llevaré hasta el final, Masa.

 

— ¿Qué?... Eres incorregible… — De nuevo, sentía como si hubiese perdido. A toda prisa, tomó una muda de ropa y se dirigió al baño sin atreverse a mirar de nuevo en la dirección de Ren, para que no se diese cuenta de que se había visto afectado por sus palabras.-

Cuando finalmente logró entrar al baño, se colocó con la espalda contra la pared sintiendo como los latidos de su corazón palpitaban desbordantes como si se fuesen a escapar del pecho.  Intentando calmarse después de tantas emociones, no tardó en escuchar la voz de Ren desde el dormitorio.

 

– ¿Quieres que te ayude a lavarte? – Preguntó Ren en voz alta para que Masato pudiese escucharle desde el baño, eso sí, permaneciendo en todo momento tumbado sobre la cama –

 

– ¡No jodas, muérete pervertido! – comentó a voces, asomándose por la puerta del baño para después volver a encerrarse dentro, pero esta vez, con el pestillo echado por si las moscas.

 

Ante aquello, Ren rompió a reír de forma sonora. Debía admitir que todas aquellas expresiones que hasta ahora habían pasado desapercibidas a sus ojos, ahora capturaban su atención intensamente, deseando ver más y más de ellas. ¿Podía considerarse eso alguna clase de amor? ¿Tal vez sólo estaba sintiendo una atracción temporal?

En cualquier caso, lo único que estaba claro, era que a Masato no le disgusta Ren y que éste no va a dejar de intentar arrastrarle de nuevo por el mal camino, pero… ¿cuándo será la próxima vez que podrán hacer algo más juntos? ¿Realmente habrá una próxima vez para ellos?

 

CONTINUARÁ....

 

 

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Notas finales:

¿Qué les ha parecido este nuevo capítulo con esta nueva pareja? Aun no comprendo muy bien cómo serían estos dos si estuviesen juntos, pero me los he imaginado más o menos de esta forma. 

Para el siguiente capítulo probablemente empezarán a sentirse más cerca el uno del otro y espero que Masato pueda ser menos orgullos y más sincero con sus sentimientos.

A todos los que quieran saber cuando actualizo, pueden seguirme en mi twitter.

@shizuo_hem14

 

Estaré esperando sus bonitos reviews. Un kisu enorme a todos~


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