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Atracción por lo Prohibido por Akai-chan

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Notas del capitulo:

Capitulo con bdsm (“Bondage y Sadomasoquismo”. Sí, porque me encanta). Puedes optar por no leerlo si no es de tu agrado. Los personajes Satsuki, Natsuki y Syo no demuestran una personalidad exactamente igual a los personajes originales. Aun si a pesar de ello aceptas las advertencias, eres libre de seguir leyendo.

CAPITULO 8: POR FAVOR, ESCUCHA MI VOZ.

 

Los ojos del rubio se abrieron como platos ante el inesperado asalto del menor. Conocía de sobra como era su faceta alocada y extremista, pero jamás imaginó que se lanzaría de cabeza a lo desconocido sin siquiera pensarlo dos veces.

Éste frunció el ceño ligeramente, estropeando ligeramente la beldad de su rostro, acto a lo que Syo simplemente inclinó la cabeza ligeramente hacia abajo para mirar en dirección al suelo. Su rostro se mostraba avergonzado con un tenue color rojizo que se había extendido hasta las orejas.

 

El mayor se mantuvo parado sin decir una sola palabra, como si estuviera en estado de shock. Pero en realidad su mente estaba maquinando diversas opciones, buscando en su mente la más perversa de todas.

 

— Mírame — la rudeza de la voz del mayor retumbó en los oídos del chico, obligándole a elevar la vista hacia él tal y como le había pedido — No prometo ser gentil.

 

— No tienes que serlo. — el menor dudó por un instante, pero a pesar de que se encontró directamente con la mirada del contrario, en ningún momento apartó los ojos de él—

 

Satsuki, supo entonces que todo eso no era ninguno de esos comentarios que normalmente lanzaba el menor al azar y del cual, se retractaría posteriormente. Sin embargo, internamente dudó pensando que todo aquello tomaría un camino sin retorno donde ninguno de los dos podría escapar. Pero ya era demasiado tarde para dudar. Manteniendo su porte dominante, tomó el rostro del menor entre sus dedos, para observarle detenidamente. Syo se cruzó con el precioso color verde de los ojos del mayor, sintiendo una mezcla entre excitación y pavor que de nuevo coloreó un leve rubor en sus pequeñas mejillas. 

— Tendrás que convencerme. — la grave voz de Satsuki hizo eco en sus oídos. Sintió la mirada del mayor atravesándole como si pudiera leer sus propios pensamientos. Y casi esperándolo, jadeó con nerviosismo ante la siguiente orden — Desnúdate.

 

Eso no le pilló desprevenido. Por algún motivo sabía que se lo pediría, no… más bien su mente deseaba que esas palabras salieran de sus labios. Sin oponerse a la orden, sus manos ligeramente temblorosas se guiaron en dirección al primer botón de su camisa, comenzando a desabotonarla uno a uno hasta que la tela cayó grácilmente sobre el suelo del dormitorio. La mirada de Satsuki clavada en cada una de sus acciones le avergonzó de tal forma que su rostro intensificó el rubor de sus mejillas. Intentando concentrarse inútilmente en lo que estaba haciendo, siguió su curso hasta retirarse los vaqueros y los calcetines, dejándolos en el mismo sitio que el resto de su ropa.  

 

Se detuvo cuando sólo la fina tela del bóxer le cubría, utilizando ese pequeño espacio de tiempo para observar al contrario con cierto interés, como si buscase alguna clase de aprobación. Comprobó de un solo vistazo que por ahora lo estaba haciendo bien a pesar de que se sentía extrañamente más nervioso de lo normal. Satsuki estiró un brazo de tal forma que sus dedos alcanzaron a rozar la intimidad del menor por encima de la tela,  logrando hacer que se estremeciera ante el leve contacto.

 

— Vamos,  no tengo todo el dia. ¿Necesitas que sea yo quien te arranque la ropa? — el tono sarcástico del mayor consiguió hundir su orgullo más de lo que ya lo había hecho, si es que era posible —

 

— ¡¿Ah?! ¡Puedo hacerlo solo!

 

El rostro de Syo estaba rojo hasta las orejas pero de ninguna manera se dejaría intimidar, no al menos llegados hasta ese punto.

Sorprendiéndose incluso a sí mismo por su nuevo yo que no se reconocía, se terminó deshaciendo de la última prenda que ocultaba sus zonas más íntimas ante la mirada del contrario clavándose como si quisiera llegar a atravesarle.

Aquella era la primera vez que llevaba la iniciativa, siempre, desde la primera vez, había sido Satsuki quien le había arrastrado a un mar de sensaciones y emociones que desconocía hasta que él se las mostró. ¡Y menuda forma de mostrárselas!

 

El menor tragó saliva sintiendo su garganta seca, y con el corazón en un puño estiró los brazos para colgarse del cuello ajeno al tiempo que se ponía de puntillas hasta que sus labios chocaron con los del más alto. Tomó sus labios en un torpe beso, lamiéndolos suavemente y buscando introducir su lengua hasta sentir que el mayor le correspondía de igual forma. Su respiración chocaba contra su boca cada vez que se separaban para de nuevo, regresar a aquellos intensos y húmedos besos cargados de una recíproca pasión.

Sus miradas se buscaron la una a la otra con un insaciable deseo pero justo cuando Syo buscó los labios ajenos éste otro le detuvo.

 

— Eso no es suficiente para provocarme. Tu boca puede hacer cosas mejores, ¿no es así, Syo-kun? – sus dedos acariciaron los labios del chico siguiendo el borde de los mismos con su dedo pulgar –

 

Syo observó al mayor totalmente distraído, sintiendo su cuerpo pesado y sus piernas débiles.

No sabía por qué, pero comenzaba a tener la sensación de que el contrario se había ganado un hueco en alguna parte de su mente que lo doblegaba, que lo sometía, que lo aprehendía… de una forma tan inverosímil que lo hacía sentir vivo.

El menor se arrodilló justo frente a él, observando desde abajo la figura del rubio, quien lo observaba con firmeza mientras sostenía una amplia sonrisa cargada de arrogancia. Los ojos de Syo cambiaron su atención, esta vez al pantalón del contrario manteniendo un leve rubor en sus mejillas. El zipper emitió un sutil sonido cuando comenzó a bajarlo lentamente. El chico acercó sus labios hasta la intimidad del mayor para propinarle un suave mordisco por encima de la tela del bóxer. Satsuki dejó escapar un breve quejido antes de agarrar los rubios cabellos del chico y tirar de ellos hacia atrás para apartarle.

 

— ¡¡¡OYE¡¡¡ ¡¡¡Ten cuidado  con eso!!! – comentó acompañando sus palabras de un sonoro chasquido –

 

El menor le observó con un claro gesto de dolor en el rostro por el tirón pero  no se quejó como había hecho en anteriores ocasiones. Ese día no le apetecía quejarse o más bien no debía quejarse si pensaba cumplir con su palabra. El mayor endureció su expresión, mirándole con el ceño ligeramente fruncido.

 

— He cambiado  de idea. Cierra los ojos y quédate de rodillas con las manos a la espalda.

 

Syo se quedó extrañado ante  sus palabras pero tan solo asintió justo antes de hacer  todo lo que le pidió. Mientras tanto, Satsuki se movió por la habitación hasta el armario situado al otro extremo de la misma.

 

Había preparado previamente una cuerda de cáñamo de 20 metros de largo en color marrón oscuro. Le gustaba ese tipo de cuerda porque era más áspera que el resto y le encantaba la sensación de su tacto. La tomó entre los dedos y la acarició con suavidad de forma lenta sin quitar la vista de la misma. Cuando se decidió, simplemente regresó sobre sus propios pasos para colocarse en esta ocasión detrás del menor.

Desde esa posición le permitió al contrario que la piel de su espalda sintiese la aspereza de la cuerda. Éste respiró con cierta dificultad por un instante, como si sintiese que le faltaba el aire.

 

Lentamente comenzó a colocar la cuerda por su cuerpo, colocándola por detrás del cuello y empezando por abrazar su pecho con ella, aprisionándolo lo suficiente para que se sintiese dominado pero no tanto como para impedirle respirar o cortar su circulación. Posteriormente, siguió por su abdomen, haciendo una atadura trenzada hasta más abajo de su ombligo. Cada extremo sobrante de la cuerda lo pasó por cada ingle, realizando una nueva atadura trenzada en el contorno de la base de su miembro, pasándola entre los glúteos, y finalizando con una fuerte atadura alrededor de los muslos. Tensó la cuerda con fuerza haciéndole emitir un leve gemido de dolor ante la presión, que fue completamente ignorado. Continuó tensando la cuerda y atándole los brazos y muñecas a la espalda, sujetándole con firmeza desde la zona que quedaba encima del bíceps hasta las muñecas. Pronto, el menor se sintió capturado no solo por la presión de la cuerda en cada músculo de su cuerpo, sino también a merced de las avasalladoras órdenes de Satsuki.

 

— ¿Cómo se siente? – Syo aún permanecía con los ojos cerrados pero reconocía perfectamente la voz de su “dueño”. Respiró con un poco de dificultad y trató de moverse un poco pero le resultaba difícil.

 

— Estoy bien… no es doloroso. – susurró en un tono bajo pero lo bastante claro para que le pudiese escuchar a la perfección.—

 

— Perfecto. No abras los ojos hasta que yo te lo diga ni hables a no ser que yo te lo permita. — el menor se mantiene callado mientras escucha sus exigencias — Asiente si lo has entendido.

 

Syo asimiló la información por unos escasos segundos y enseguida asintió con la cabeza como una afirmación a sus caprichosas peticiones.

 

Al ver que obedecía sin vacilar, el mayor esbozó una leve sonrisa como aprobación aunque el contrario no pudiese verlo. Poco a poco, el sonido de sus pasos se fue alejando de donde se encontraba el menor. Inconscientemente torció la cabeza en dirección al ruido, pero atendiendo a sus órdenes, procuró no abrir los ojos a pesar de su curiosidad.

Volvió la cabeza como si mirase en dirección al suelo cuando de nuevo los pasos regresaban por donde se habían ido.

 

Los dedos de Satsuki, acariciaban con satisfacción la fusta de cuero negro que acababa de escoger mientras que se movía despacio en dirección a Syo, manteniendo cierto espacio entre ellos.e permanecía con los ojos cerrados pers propios pasos para colocarse en esta ocasión h en

Le hizo conocer el objeto que usaría, pasando el cuero de la lengüeta lentamente por la espalda del chico, logrando de tal forma, que su vello se erizase ante el cosquilleo del material acariciando su piel.

Se empezó a sentir ansioso por la emoción, sintiendo que los segundos se convertían en minutos y los minutos se transformaban en horas de cautiverio.

 

— La curiosidad mató al gato. ¿Lo sabías? — usó una pregunta con trampa, a sabiendas de que picaría el anzuelo —

 

— Yo… No he mirado… — aquella contestación le costó que el contrario le diese una pequeña llamada de atención con un azote en una de sus nalgas. El menor emitió un leve quejido que enseguida acalló —

 

— ¿Quién te ha dado permiso para contestar?  — Satsuki soltó un suave suspiro de pesadez —

 

El pequeño abrió la boca con intenciones de hablar pero en su lugar gruñó mientras se mordía la lengua. Después de que había sido él mismo quien empezó con aquello, de ninguna forma podía desatender sus infames deseos.

El contrario tomó en cuenta su acción y tras emitir una risita, se inclinó justo delante de él al mismo tiempo que le tomaba del rostro para obligarlo a elevar la cabeza.

 

— Eso está mejor. Ahora mírame — ante sus palabras de aprobación, Syo cruzó su mirada con la del mayor y antes de darse cuenta, los labios del contrario chocaron contra los suyos. —

 

Los besaba con rudeza, sintiendo como cada vez que tenía ocasión los devoraba con pequeños mordiscos en su labio inferior, y de nuevo su lengua buscaba entrelazarse con la propia en un intenso juego que parecía dejarlo sin aliento. Las mejillas del pequeño habían tomado un leve rubor, y su mirada perdida, mostraba un claro éxtasis que le decía que el haberse dejado dominar había sido la mejor idea de su vida.

 

Los dedos del mayor rozaron la cuerda que permanecía apretando su torso. Siguió la misma bajando por su abdomen hasta el nudo que se mantenía alrededor de su zona más íntima. Sin miramientos estiró un poco de la cuerda, haciendo que los genitales del menor fuesen presionados.

 

— ¡Ah! — Sin poder evitarlo, la voz de Syo se escapó de sus labios con un sonoro alarido.—

 

Satsuki acalló sus lamentos con un nuevo beso que Syo siguió de forma inconsciente de la misma sumisión que había seguido en las demás órdenes. Tras esto, besó con suavidad la mejilla del menor mientras sus dedos acariciaban la piel del cuerpo contrario sin ningún pudor. Ante las caricias que éste le ofrecía, reaccionó indudablemente con algún que otro indecoroso sonido escapándose de entre sus labios.

Aquel sonido, junto al de sus sollozos, debía admitir que eran los que más lograban excitarle.

 

El rubio creó una distancia entre ellos, quedándose de pie frente al menor. Le sonrió levemente y Syo automáticamente sintió que podía entender lo que estaba pasando por su cabeza en aquellos momentos. Enseguida, reparó en sus deseos y simplemente observó el miembro ajeno bajo el pantalón con un sutil anhelo. Ni siquiera sabía el motivo pero se dejó llevar ante sus emociones y usó los dientes con cautela  para terminar el trabajo de retirar la lycra del bóxer. Le costó un poco pero al fin logró encontrarse con el miembro de Satsuki, quien lo miraba desde lo alto con una pícara sonrisa.

 

Lo mantuvo sujeto por la base mientras que el menor se inclinó para tomarlo y lamerlo. Despacio tal y como le había enseñado, conocía con exactitud los lugares que más le gustaban. La forma debida de hacerlo que podría lograr hacer que se viniese sólo con mirarle.

Se ocupaba de lamerlo, deslizando la lengua por las zonas más sensibles y succionando la punta del mismo. Fue variando tomándolo por completo hasta donde podía alcanzar y cada lamida que ofrecía.

Sus miradas se cruzaron por una milésima de segundo en el preciso momento que Satsuki acababa en su boca, dejando que aquel líquido escurriese por sus labios.  Trató de tomarlo a pesar de que algunas gotas acabasen en el suelo. Finalmente mostró un gesto de relamerse los restos que habían impregnado sus labios.

 

— Te has vuelto bueno en esto… — susurró el mayor con la voz un poco áspera entre su fuerte respiración—

 

— Bueno… fuiste tú quien me enseñaste. ¿No es así? — el menor sonrió satisfecho tras emitir un gesto de relamerse los labios, por haber logrado el fin que buscaba —

 

Aquellas expresiones, siempre provocaban una reacción peligrosa por parte del mayor. Automáticamente, le agarró de un brazo y le obligó a ponerse en pie.

 

Lo había arrastrado hasta la cama, dejándolo caer con rudeza sobre un colchón demasiado pequeño para dos personas.  El menor volvió la vista en dirección al sujeto que se encargaba de mantenerlo sujeto contra el colchón mientras se ocupaba de colocarse sobre él.

 

— ¡Espera, Satsuki! — se removió bajo el cuerpo del mayor sin poder evadirlo —

 

Los ojos del menor se abrieron de par en par cuando sintió una leve caricia en su miembro. Su cuerpo reaccionó ante las atenciones y las expertas manos del contrario tomando su erección entre los dedos con tanto esmero en sus acciones, que pensó que se volvería loco del placer.

Aquellos ojos esmeralda se clavaron en su persona, haciéndole sentirse avergonzado ante la intensidad de su mirada. Intentó que sus miradas no se cruzasen, pero era imposible no decaer cuando sentía como le atravesaba por cada momento que transcurría.

 

Desde que lo hicieron por última vez se empezó a sentir ansioso, y su cuerpo reaccionaba con cada roce. Cada parte que tocaba, sentía que le quemaba en su piel. Era todo demasiado real para ser cierto. Sintió su propia respiración pesada entre tantos jadeos y gemidos que ya ni se molestaba en contener.

 

Las caricias se hicieron cada vez más rápidas y su cuerpo temblaba, anhelando con deseo poder acabar. De vez en cuando, se podía entender el nombre de “Satsuki” en un hilo de voz.

 

— Vamos Syo. Deseas correrte, ¿no es así? — susurró suavemente contra el oído ajeno con voz suave justo antes de lamerlo desde el lóbulo y propinarle un pequeño mordisco —

 

¡Y desde luego que lo deseaba!

Su mente luchaba contra los deseos de su cuerpo continuamente, pero ahora que le estaba dando permiso, ¿significaba que estaría bien?

Nunca en su vida se había planteado que su relación se basaría en seguir las órdenes de él al pie de la letra.

Syo sólo alcanzó a cabecear a modo de afirmación justo antes de convulsionarse, permitiendo que al fin se pudiese correr acompañado de un sonoro gemido de satisfacción. Sus ojos fijaron la vista de forma borrosa en las sábanas y los dedos del mayor que se impregnaron de su propio semen. Automáticamente y sin que llegara a decirle nada, reaccionó alcanzando a lamer lentamente los restos en sus dedos.

 

De nuevo volvía a provocarle con aquellos pequeños gestos que el menor hacía de por sí de forma inconsciente, atendiendo sus deseos.

Por acto reflejo, se precipitó para besar sus labios con rudeza, deslizando la lengua por el interior de la pequeña boca de Syo en busca de la suya. Sus respiraciones entrecortadas se cruzaron con la misma intensidad con que se miraban el uno al otro.

 

Desde aquella postura, el mayor tomó y vertió un líquido que le dio escalofríos en su entrada, justo antes de que la misma fuese acariciada con delicadeza por los dedos de Satsuki. Lentamente entró el primero robándole un leve gemido. Se movía cuidadosamente en su interior, abriéndose paso para el siguiente dedo. Buscaba en sus entrañas aquel dulce punto que le hizo agitarse de placer.

Fue entonces, cuando Syo observó con la mirada ligeramente perdida a su compañero, haciéndole saber que estaba preparado, al igual que él.

 

Poco tardó Satsuki en darse cuenta que se estaba dejando llevar por la situación y que se comenzaba a sentir engañado por los admirables gestos del menor.

 

Le obligó a colocarse de rodillas y lo tomó al firmemente por las caderas, consiguiendo que su trasero quedase a la altura adecuada. Pegó su cuerpo junto al del contrario, haciendo que sintiese la fricción de su erección contra su entrada.

La vista de Syo logró centrarse para observar ansioso la situación donde se encontraba.

 

En base de segundos, sintió como se abría paso en su interior poco a poco. Sentía como hacía estragos, torturándole cada vez más con una extraña mezcla entre dolor y placer hasta el límite de intoxicarle. Desde luego que se había vuelto adicto. Ya poco le importaba que hiciese con su cuerpo, sólo deseaba más y más de él. Todo lo que pudiese darle.

 

Ambos comenzaron un vaivén cada vez que el mayor arremetía contra su cuerpo con una nueva embestida. Se sentía cada vez más presionado por las cuerdas conforme alcanzaba el clímax ante las frenéticas penetraciones del contrario. Se estremecía con cada una de ellas y sus gemidos junto al húmedo sonido de la fricción contra su entrada, se filtraban en los tímpanos de Satsuki como si de una dulce melodía se tratase. 

Automáticamente había llegado un momento en que comenzó a mover las caderas de manera inconsciente, deseando impacientemente que aumentase el ritmo.

 

— Pervertido… te acabas de correr y vuelves a estar duro sólo porque te la metí ¿eh? Mírate… — Susurró con voz ronca deteniéndose por un momento para repentinamente volver a arremeter con fuerza, marcando un ritmo más lento y profundo. Sabía de sobra que aquello le acabaría volviendo loco —

 

Ahh… Ahí… Se siente increíble…  — las palabras le salían solas sin control, dejándose llevar por completo—

 

— ¿Aquí? — cuestionó empujando la cadera contra el cuerpo del contrario con rudeza. Se relamió los labios con deleite cuando volvió a escuchar un sonoro gemido como respuesta —

 

— Hum… ¡Ah…! Sí… más…  — tras unas cuantas embestidas más, sintió como su cuerpo se acaloraba y temblaba acercándose el final. El contrario supo enseguida que se encontraba al límite. Se apresuró a sujetar el miembro del menor evitando que alcanzase el clímax aun. Tan sólo, le permitió obtener un orgasmo seco dejándolo con un atisbo de insatisfacción —

 

Su rostro se quedó pegado contra el colchón mientras respiraba agitadamente y dejaba que de sus labios escurriese un hilo de saliva. Su mente volvió a pisar el suelo cuando sintió una fuerte cachetada en una de sus nalgas que le hizo gritar. El contrario le había dado una fuerte palmada, y tras esta, la acompañó una más en la misma que le dejó una ligera marca enrojecida.

 

— Wow… ¿Tan bien se sentía que te has corrido solo por detrás? Pero aún no…

 

Deslizó los dedos por el contorno del menudo cuerpo de Syo, hasta que estos rozaron los endurecidos pezones de su pecho. Sin ningún cuidado, los apretó comenzando a pinzarlos y a frotarlos entre sus dedos. Por suerte para él, conocía a la perfección sobre la sensibilidad que mostraba ante aquellas caricias.

 

Los labios del mayor rozaron la piel por detrás de su cuello con unos ligeros besos y de manera inconsciente propinó un mordisco en la misma zona. El menor se quejó ante el dolor pero no hizo por moverse en ningún momento.

 

De una forma que no podía entender, se había vuelto más sensible que de costumbre, haciéndole reaccionar ante cualquier hazaña que realizaba con su cuerpo. Ya había llegado a un camino sin retorno donde el deseo eclipsaba a la razón.

 

Satsuki le hizo girarse al contrario y ambos compartieron algunos besos apasionados mientras que el calor volvía a inundarles por completo. Syo observó totalmente embelesado el torso del mayor con un brillo especial debido al sudor.

 

Continuaron por una roda más y cuando finalmente el mayor se sentía a punto de terminar, alcanzó a tomar la erección del contrario y masturbarlo rápidamente. En cuestión de segundos Syo se dejó llevar, y su espalda se arqueó por el placer, logrando que su interior presionara el miembro ajeno entre sus paredes. Satsuki propinó algunas embestidas más e igualmente terminó en su interior llenándole con su esencia, dejando consigo un fuerte jadeo de deleite en el último momento.

El menor sentía su cuerpo muy pesado y su mente nublada, casi al borde de llegar a colapsar. 

Inconscientemente, sus palabras se escaparon entre pesados jadeos de sus labios, dejándose llevar por el momento. 

— Te… Satsu…ki.. — Balbuceó entre jadeos logrando capturar la atención de Satsuki, quien se había inclinado hasta que ambas respiraciones se podrían mezclar por la escasa distancia entre sus labios—

 

—…te qui…ero…  — rozó sus labios con los ajenos con la clara intención de tomar un beso nuevamente, pero en esta ocasión, el mayor creó una distancia entre ellos que le hizo mirar fijamente su nueva expresión—

 

Enseguida se dio cuenta que se había ido de la lengua y que probablemente la había fastidiado. Su cabeza volvió a centrarse, y a duras penas trató de incorporarse para dar sus explicaciones.

El contrario lo observaba confundido por la situación, como si diese por hecho que sus oídos le estaban engañando.

Tomó el rostro ajeno para que se mirasen fijamente sin que pudiese desviar la mirada o evadir el tema.

 

— ¿Es lo que usas siempre para conseguir lo que quieres?— forzó una sonrisa mientras que el menor abrió los ojos como platos —

 

— ¿Eh? — Todo aquello tan repentino le confundía. No sabía como había podido cambiar tanto la conversación y el ambiente de un momento a otro. —

 

— ¿Es esto alguna clase de broma de las tuyas? — Había fruncido el ceño y Syo sabía que eso era muestra de que su paciencia se estaba colmando—

 

— No… Yo sólo…  — intentó explicarse por todos los medios posibles —

 

— ¿Por qué haces todo esto entonces? ¿No es que acaso te serviría con cualquiera? ¿O es que acaso te gusta que te maltraten?

 

Syo sentía como sus sentimientos se desbordaban y le frustraban, intentando darlos a conocer a la persona que tanto amaba.  Observaba al contrario con la mirada perpleja y sus ojos vidriosos por las lágrimas que parecían querer salir a  pesar de desear contenerlas.

 

Antes de que continuase con sus explicaciones y titubeos, Satsuki se apartó de él, creando cierta distancia entre ellos. Se acariciaba los rubios cabellos con desesperación. Tal vez nunca esperó que todo eso fuese a ocurrir o deseaba que nunca llegase a ocurrir. Había empezado todo eso como un juego y ahora que las cosas comenzaban a ponerse difíciles, era cuando quería encontrarse con una rápida vía de escape.

 

— No es eso… — Sus ojos comenzaron a derramar unas cálidas lágrimas — ¿Es que después de todo este tiempo, no te has dado cuenta que lo hago solo porque realmente me gustas?... idiota…

 

 

----CONTINUARÁ~----

Notas finales:

Muchas gracias por haber leído este capítulo nuevo de esta poco reconocida pareja.

Siento mucho haber tardado tanto en escribirlo, pero necesitaba conseguir inspiración antes de seguir. Si a pesar de ello os ha gustado, entonces ha merecido la pena.

El siguiente capitulo tratará más sobre la relación entre Natsuki y Syo entre otros dramas. 

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Un saludo y seguir leyendo~ 


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