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Adorable niña por Zwaning

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Notas del fanfic:

Esta idea la tengo desde hace un mes, y por fin me di el tiempo de escribirla. 

 

Los personajes no son míos,  pertenecen a su autor Tadatoshi Fujimaki<3.

Notas del capitulo:

Un AoSaku♥ con su adorada niña, Aida Riko.

5 de febrero.


Un día especial.


El cielo de Tokio esta por escurecer, los faroles ya iluminan las calles y se puede observar a una gran cantidad de personas caminando, disfrutando de aquella tarde.


Sobre todo Riko.


Hoy es su cumpleaños, por lo que sus padres decidieron que saldrían todo el día a pasear, y ella no se negó. Lo que la niña más quiere es poder compartir su día con las personas que más ama: sus padres.


-¿Ya decidiste lo que vas a pedir?


Pregunta Sakurai con una sonrisa en su rostro. Él y la niña caminan agarrados de la mano, por seguridad de la última y porque además, es una costumbre de ellos.


-Uh, aun no. ¡Pero ya lo tendré listo!


-Hey, tranquila; no te estamos apurando.


Comenta Aomine que carga con varias bolsas en ambas manos –no pesaban mucho-. Aunque Riko aún no decide que regalo quiere, su padre Sakurai –aprovechando la salida- compró varios objetos para la casa, desde ganchos para la ropa hasta queso crema.


-Bueno, Riko-chan, no te olvides que el menú de mañana también lo tienes que decidir.


-No puede ser ¡Se me había olvidado!


-Yo te puedo ayudar. Ryo, tiempo que no haces hamburguesas.


Dice el moreno dirigiendo su vista a su esposo. La niña primero posa su vista en el peli azul y luego en el castaño, la verdad es que le provoco comer hamburguesas pero primero quiere escoger el regalo; así que está bien posponerlas para mas tarde.


-¡Quiero hamburguesas de cena!


-¿Hamburguesas? Las puedo hacer. Pero necesito algo más para el menú del restaurante.


Anuncia Sakurai que ladeo ligeramente su cabeza. Ellos llevan caminando alrededor de media hora después de salir del centro comercial –lugar donde pasaron la mayor parte del día-.


-Vale.


Aomine sonríe satisfecho. Gracias a la intervención de su pequeña niña iba a cenar lo que más le gusta, aparte de su esposo –claro está-.


-Quizá algún estofado… Oh, el de la última vez ¿qué opinas?


Consulta el de ojos chocolates jalando –suavemente- del brazo a su hija.


-No, busca otra cosa.


Ambos, padre e hija, giran para ver al moreno con sus ojos bien abiertos. Los dos están asombrados.


-¿Por qué?


Logra articular el castaño saliendo de su asombro. Riko, harta de tener que levantar el rostro cada vez que quiere observar a sus padres, extiende sus brazos dándole entender a Sakurai que quiere que la cargue. Lo cual el padre de la niña no demora en hacer.


-No me gustó mucho.


Soltó Aomine, directo. Y se detuvo, ya que se encontraban caminando al lado de una tienda deportiva; a lo cual el moreno no perdió el tiempo y se puso a observar los artículos que se apreciaban desde fuera del local.


-Oh… Entonces, uh, buscaré otra cosa. Sí, eso haré… Yo prepararé otra cosa… Oh, lo siento pequeña.


Susurra lo último cuando sin querer aprieta a su hija; la niña no lo culpa, claro que no. También se detienen para esperar al contrario.


Ella pocas veces ha visto a su papá Sakurai enfurruñado, lo que se acuerda puede contarlo con los dedos de sus pequeñas manos –además, es hasta donde sabe contar-. Y, pues, justo hoy, el día de su cumpleaños número seis, tiene que verlo de nuevo gracias a las palabras de su papá Aomine.


Casi siempre la molestia del castaño es debido al tema de la comida y uno que otro tema por ahí, pero el principal es la comida. Para Sakurai, como chef profesional y dueño de una cadena de restaurantes exitosa –reconocida- en todo Japón, que su esposo le diga que no le gusta uno de sus platillos es un golpe bajo.     


Por supuesto que él sabe que todas las personas no tienen los mismos gustos, él sabe que a su esposo no le iba a gustar todo lo que él prepara; aun así le molesta, le molesta el hecho de que Aomine no disfrutara del estofado de aquella vez y no le iba a resultar fácil poder ocultarlo.


-Papá, creo que ya sé lo que quiero… ¡Sí, ya sé!


Expresa con una sonrisa Riko, moviéndose inquieta en los brazos de su papá señalando con su dedo índice la tienda del costado.


-¿Enserio? ¡Me alegro! Uh… Aomine-san, nuestra hija ya sabe lo que quiere. Vamos.


Y es ahí cuando el peli azul gira sobre sus talones apurado –sujetando fuerte las bolsas- y sigue a su familia –que ha desaparecido dentro del negocio-, ya dándose cuenta de que metió la pata –pero él no tiene idea en qué-.


Es que cuando Sakurai se molesta con el moreno siempre lo llama por ‘Aomine-san’ en vez de usar el cotidiano ‘Daiki-san’. Ahora, él está pensando en cómo solucionar las cosas; al peli azul no le gusta ver a su esposo de esa forma, por muchas razones –la principal podría decirse que es el sexo-.


-Ryo, no te pongas así…


Comienza Aomine llegando al lado de su esposo, percatándose de que su pequeña niña está observando unos peluches no muy lejos de ellos.


-No sigas, Aomine-san… Yo, lo siento…


-Soy yo el que debería…


Pero es interrumpido por los labios de Sakurai. El peli azul no se queja y con todas las ganas sigue con el beso, odiando en ese momento no poder soltar las bolsas –ya que no quiere otra razón para tener a su esposo molesto- para poder abrazarlo; aunque están en una tienda de peluches nadie parecía haberse dado cuenta de la escena en donde ellos son los protagonistas, mejor aún.


-Lo siento.


Vuelve a decir, pero esta vez sobre los labios del moreno. El castaño regresa a su posición inicial –ya que se puso de puntitas para alcanzar a su alto esposo- y se relame los labios.


-¿Eso es una invitación?


-No.


Sakurai niega frunciendo sus labios, recorriendo con la vista a donde se dirige Riko, ya que al estar rodeada de peluches se ha animado de sobre manera. Pero en cuestión de segundos regresa corriendo, dando unos cuantos brincos.


Ya hay que llevarlo a casa!


Es claro lo emocionada que se encuentra la niña de seis años recién cumplidos, sus pequeños ojos no dejan de brillar y eso saca sonrisas en sus dos padres.


-Primero debemos pagarlo, pronto estará en tu habitación.


-¡Sí! Gracias, gracias. ¡Vamos a verlo!


-Lo siento.


Aomine que se detuvo al dar unos pasos y mira extrañado a su esposo. Pero queda sorprendido al verlo con una sonrisa. Y sin darse cuenta, el de ojos chocolates se agarra de su brazo y lo jala para seguir a la pequeña, que ya está varios pasos por delante.


-Ryo, ¿qué es lo que…


-¡Ahí! , ¿Verdad que está muy bonito?


El moreno no puede dar crédito a lo que está viendo, tanto así que se queda sin habla al presenciar ese ‘enorme’ peluche de oso; el oso es tan alto que llega hasta el techo y es tan ancho que toda una esquina es dedicada solo a este.  


-¿Cómo diablos fue que lo metieron a la tienda? 


Susurra llegando a solo ser oído por Sakurai, el cual suelta un par de risillas.


-¡Muy bonito!


Riko sonríe ampliamente y alza sus brazos, el castaño rápidamente la toma en sus brazos y besa una de sus mejillas.


Ahora papá lo tiene que llevar a casa!


-Los dos.


Agrega Aomine al verse señalado por el dedo índice de su hija.


-No. Riko-chan y yo iremos a preparar las hamburguesas. Estoy completamente seguro que te las puedes arreglar con este peluche. Confío en ti, Aomine-san.


-Sí, estoy seguro de eso.


Dice el moreno con una mueca mirando atentamente al gigante muñeco, como si de un momento a otro pudiera caminar.


Riko ríe.


Sakurai se acerca y besa la mejilla de su esposo.


-Nos vemos en casa.


-¡Adiós, papá!


La niña, sin quedarse atrás, también besa la mejilla de su padre. Ambos se dirigen a la salida.


El castaño desde hace años que sabe cómo ‘manejar’ a su esposo en ciertas circunstancias, como en esta; todo gracias a la ayuda de la mejor amiga de la familia, Momoi, que le aconsejó sacar a relucir todos sus encantos –que según ella le dan superioridad sobre el moreno-.


Aomine, derrotado, se queda mirando la puerta por donde han desaparecido las personas más importantes para él. Las personas que más ama. Resignado se vuelve a mirar al peluche y suelta un suspiro; le iba a ser imposible llevarse solo ese tremendo peluche. Tampoco estaba seguro si un taxi iba a aceptar llevar al oso.


Solo le queda una opción: llamar por ayuda.


Desocupa la mano derecha dejando las bolsas sobre un mostrador y agarra su celular, marcando el número de la persona más cercana en ese momento.


-<<Hola, Aomine.>>


-Kagami, necesito un favor.


-<<Oh, vaya, hombre… Yo también estoy bien.>>


-Sí, sí. Entonces ¿me vas a ayudar? Es urgente.


-<<Qué va, claro. ¿De qué trata? Tetsuya también se apunta.>>


-Bien, te mando la dirección por mensaje, vengan lo más pronto posible.


-<<Vale, ¡nos vemos!>>


El moreno se despide y corta la llamada. Con dos personas más tal vez iba a ser posible llevar aquel peluche a casa –perteneciente ya a su querida hija, porque acaba de pagar por este y solo tiene que esperar la ayuda-. Se asegura bien las bolsas en sus manos y piensa que sin aquellas bolsas sería un poco más sencillo, pero él supone que tener las compras forma parte del ‘castigo’ de parte de su adorada familia.


Mira nuevamente el peluche y duda si tres personas iban a ser suficientes, bueno, ahora que lo piensa… No se puede contar tanto con Kuroko.


Saca su celular otra vez y mientras busca el contacto de Midorima no puede evitar pensar en las cosas que le hará a su querido y amado esposo por la noche. Es un hecho, no iba a dejar que el castaño duerma, total, mañana no trabajaba y por el menú se puede encargar uno de los encargados del local.


-Solo espera a la noche, Ryo.


Murmura antes de marcar, sin dejar en pensar en el castaño. Él quiere regresar lo más rápido posible a su hogar, claro, con el regalo en manos.

Notas finales:

¿Les gustó? Espero que sí :D

Perdonen los errores ;-;

¡Saludos<3!


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