Es que él no podía resistírsele, y no sabía porque, ese muchacho tenía algo que le ponía estúpido. Hacía lo que quería, era un descarado, era como un niño pequeño que si quería algo iba y lo conseguía. Es por eso que no se sorprendió tanto cuando lo besó en el Quiosco del Cisne, era algo muy suyo. Lo que si le sorprendió fue su propia reacción. Si hubiera sido cualquier otro, lo habría golpeado por semejante acción hacía su persona. Pero era Vincent, él era especial en todo sentido. Y el sentir sus dulces labios no hizo más que encantarlo; eran suaves y adictivos. Quería más.
Vincent se alejó un poco de él y lo miró con un pequeño sonrojo y una sonrisa pícara. Y quería más.
Ésta vez lo besó él, abrazándolo suavemente por la cintura, mientras que el otro lo abrazaba por los hombros.
Se besaban lentamente, casi con miedo. Era el primer beso de ambos. Estaban aprendiendo juntos.
-Quiero un beso francés- le dijo Vincent cuando se separaron, y él, como su perro fiel que era le obedeció.
El alemán lo acorraló contra la columna e inició un nuevo beso que poco a poco fue subiendo de intensidad. Vincent abrió sus labios para que su amigo cumpliera con su capricho y ni lerdo ni perezoso Diedrich invadió su boca, comenzando un delicado beso francés, haciéndolos suspirar de vez en cuando. Ambos estaban abrazados, disfrutando de todas esas nuevas sensaciones. Estaban extasiados.
Vincent, quería más, y se lo haría saber a su alemán. Con descaro movió sus caderas haciendo que sus entrepiernas se rozaran, dejando en evidencia que ambas estaban bastante animadas ya.
-Mh- Medio gimió Diedrich en medio del beso por ese roce que había hecho el otro en su despierto miembro. Vincent estaba jugando con fuego, y él se aseguraría de que se quemara. Tomó de las caderas al otro, acercándolo para eliminar cualquier distancia y comenzó un vaivén rozándose entre sí.
-¡AH! ¡Dee!- Gimió rompiendo el beso, en lo que el otro aprovecho para atacar su cuello con beso y mordidas.
Vincent comenzó a mover sus caderas siguiendo el ritmo que el otro había impuesto, mientras lo abrazaba jadeando en su oído. Diedrich volvió a invadir su boca, comenzó un beso fogoso que, de delicado no tenía nada. Se devoraban desesperados mientras ahogaban pequeños jadeos.
El alemán se separó un poco buscando el cinturón del prefecto para desabrocharlo, abrió el pantalón liberando así la erección de la ropa interior, para tomarla y comenzar a masajearla lentamente.
-¡Ah!- Gimió Vincent y lo detuvo, le había sorprendido ese toque en su zona más sensible. –Dee… Espera…- Habló apenas. Pero el contrario no le hacía caso, él seguía atendiéndolo.
-Vince…- Le agarró de la mano y la acerco a su entrepierna que aún se encontraba escondida entre sus ropas, caliente, ansiosa por algo de atención –Por favor-.
Con algo de nerviosismo obedeció y liberó la erección de su alemán, comenzando también a masajearla de forma lenta.
Ambos estaban muy avergonzados en éste punto, pero no se detendrían, se sentía demasiado bien como para hacerlo. El estar masturbándose mutuamente era demasiado placentero, sus manos se movían en la erección contraría con un ritmo más rápido, y ambos gemían el nombre del otro. El hecho de estar en un lugar tan descubierto le agregaba un bonus de morbo; cualquier podría verlos.
El bombeo aumento el ritmo.
-Dee… No puedo más- Le aviso entre gemidos.
-Yo tampoco… me vengo- Él no estaba en una mejor situación.
Se besaron nuevamente.
Luego de unos momentos, una corriente eléctrica les recorrió fugazmente y se vinieron al mismo tiempo gritando el nombre del otro.
-Maldición Vincent… ¡Me gustas!- Le dijo entre jadeos una vez se corrió, mirándolo fijamente. –Me traes loco- Le reconoció el alemán.
-Tú también me gustas, Dee- Le sonrió aun entre jadeos, intentando controlar su respiración.
Comenzó una ronda de besos, suaves y algo cortos ya que aún estaban agitados por el orgasmo. Estuvieron así un rato largo, abrazados y besándose de forma lenta.
-Dee es un pervertido- Dijo divertido una vez se separaron para arreglarse las ropas.
-¡Tú fuiste el que movió las caderas!- Le grito sonrojado.
-Sí, pero tu amigo ya estaba despierto cuando lo hice- Se defendió.
-¡El tuyo también, así que no me vengas con eso!-.
-Sí, pero lo que pasa es que lo besos de Dee me encantaban, y no pude evitarlo- Comentó abrazándolo. –Me gustas mucho. Di otra vez que te gusto- Pidió.
-Con una vez es suficiente- Le dijo bastante rojo. Vincent hizo un pequeño puchero –Me… gustas- Dijo mirándolo fijamente y en respuesta recibió un beso.
Realmente le traía loco. Le hacía rabiar muchas veces, pero no importaba lo que hiciera, para él siempre sería un ser precioso, que protegería a toda costa, porque era suyo, su gran tesoro.
FIN