Smoke (Humo)
Tenía que hacerlo, tenía que preguntárselo.
Estaba obsesionado con él, y quizás si le preguntaba el por qué de su adicción (porque veía que tenía una), Sehun podría entender entonces la suya, su propio desequilibrio cada vez que la neblina tóxica aparecía, recordándole a él.
A él y todo lo que él representaba.
Estaba sentado a su lado desde hacía cuarenta minutos, y si bien la distancia era de una persona y media entre ellos, él había decidido caminar, pasar tan cerca y prácticamente rodearlo para caer a su lado, prender el cigarrillo y aspirar con fuerza para exhalar con placer, dejando que el oxígeno muerto y quemado entrase de nuevo por sus fosas y sus ojos, comiéndole la garganta.
-Yifan—se preparó, tragando con fuerza e ignorando el picor entre sus pestañas; giró la cabeza hacia la derecha para mirarlo—. ¿Por qué fumas?—ante el arqueo de cejas del susodicho, Sehun sintió un tirón en su cuello y se sonrojó—. Q…quiero decir…sabes que eso te mata, ¿Verdad? No…no te hace bien.
El otro, de cabellos despeinados y rubios exhaló tranquilo de nuevo, dejando caer su codo derecho sobre la misma rodilla, mirando al aire, perdido en sus propios pensamientos.
-No quieres saberlo.
-Sí, quiero. Quiero…necesito saber por qué te gusta tanto—ante la súplica, Yifan miró al joven de reojo; el aire que surcaba la terraza del colegio le despeinaba el corte tazón castaño y oscuro, develando sus ojos débilmente delineados (algo extraño para estudiantes de secundaria masculinos)—. Por favor—insistió, tragando y tosiendo por la neblina.
Yifan sonrió horripilantemente, aunque no fue su intención. Y apagando el cigarrillo apenas fumado contra el piso, dobló sus dedos contra las baldosas y observó cómo las cenizas se esparcían hermosamente, despacio.
-…Todo en la vida es humo, Sehun. Todo es humo y cenizas—sonrió, disperso—. Absolutamente todo—y dejando al castaño atónito, gruñó mientras se levantaba y arrastraba los pies hacia el aula, la chaqueta del colegio colgando en sus hombros y la corbata exóticamente desajustada—. Y si todos vamos a morir, yo prefiero hacerlo bajo mi propia sentencia.
Sehun notó que sus propias piernas tiraban y lo impulsaban hacia arriba, su mano atravesando el espacio violentamente para aferrarse al puño de la chaqueta, descubriendo el hombro y la espalda del rubio, vestido con una fina camisa.
-¿Y si te mueres antes de tiempo?—soltó, aturdido por sus propias palabras—. Ah, ¡Lo siento! No quise, no…
Negando efusivamente, Sehun se perdió de la sonrisa dormida de Yifan, que le acarició la base de la cabeza y juntó sus frentes de pronto, como queriendo apreciar el momento y las palabras sólo para ellos, para ellos dos.
-Nada de eso me preocupa—susurró, apenas rozando sus labios—. Todo lo que quiero está lejos…o no se puede conseguir.
Y marchándose, dejó a Sehun solo en la terraza del colegio, sus pies al lado de una cajilla de cigarrillos dormidos, perezosos: mirándola y tomándola despacio, Sehun entornó los ojos y retiró uno, uno solo.
Finalmente, lo posicionó entre sus labios.