Las hojas caían acompasadas con aquellos acordes en manos de aquel muchacho. Debía admitir que amaba el Otoño; adoraba cómo la naturaleza lo rodeaba, acompañándolo todas las tardes cuando se sentaba, probando suerte con los peatones. Muchas veces recibía algunas monedas y, principalmente los viernes, algún que otro trabajador dejaba caer un billete. Tal vez, era porque “Estaban felices” por poder empezar un nuevo fin de semana. No lo sabía, pero sonreía agradecidamente sin dejar de tocar esas cuerdas.
Las notas llenaban aquel espacio abierto, justo como si la naturaleza lo necesitara, como si esa voz le cantara una nana para descansar. JoonMyeon adornaba su alrededor con aquella voz delicada y suave, así como también decoraba, con una sonrisa, algún que otro rostro.
Le gustaba sentarse sobre el césped, con el Río Han como fondo. Le gustaba dedicarse estos momentos para volver a pensar, para volver a desear algo que ahora sonaba imposible. Le gustaba desahogarse de la mejor manera que podía; de una manera sana y que tal vez le gustaba al resto. Cada canción que cantaba contaba una historia. Algunas eran de su autoría y otras simplemente no, pero ¿qué mal hacía cantarlas cuando decían justamente lo que pensaba? Ninguno.
A la gente parecía gustarle, tanto como a él. Observó a un niño que le sonreía, mientras se agarraba con sus manitos de la pierna de su madre quien hablaba con otra mujer. JoonMyeon imitó el gesto para dejar su guitarra a un lado y tomar un sorbo de agua de su botella: le sonrió de nuevo y lo saludó con las manos haciendo que el niño se sonrojara y escondiera su rostro.
Todos sus amigos decían que emanaba un aura fraternal que llamaba a la gente a querer estar a su lado, la atraía; por esa misma razón recurrían a él, buscando consuelo o simplemente compañía.
Tomó de nuevo su guitarra y la aferró a su regazo para comenzar con una nueva canción, quizá la más significativa para él. Aquella que le dedicaba a ese alguien que ya no estaba. A Lay, su Lay. Su mejor amigo con el cual vivió más que una amistad. Vivió momentos encantadores pero que ahora dolían recordar por su lejanía. Había vuelto a su país natal, China, dejando que la historia de la pareja tuviera un futuro incierto, cosa que a JoonMyeon le carcomía el interior pero… tal vez era una historia sin rumbo. Y tenía que aceptarla.
Aclaró su voz y la acompasó junto a la melodía perdiéndose en ella.
SeHun aferró su mochila al hombro y esperó un poco a sus amigos que se habían rezagado viendo alguna vidriera. Se giró sólo un poco para observar aquello que veían: una casa de instrumentos y demás accesorios. Tuvo que admitir que se acercó sólo un poco pero sólo para fingir que le interesaba.
-¡Quisiera esa! – exclamó su mejor amigo, Kyungsoo, señalando algún instrumento que SeHun no se molestó en observar. Quería volver a su casa, necesitaba volver a su casa. Se alejó de nuevo, cuando sus amigos continuaban hablando sobre ello; escuchó cómo Baekhyun se quejaba de algo pero no le dio importancia. Comenzó a caminar solo, quizá de esa manera, lo seguirían.
- ¡Hey, espera! – de pronto sintió a Kyungsoo colgado de su hombro y suspiró un poco más relajado pero - ¿Qué pasa? – con esa pregunta dejó de estarlo.
- Simplemente quiero ir a mi casa temprano, no me siento bien – continuó con su paso apresurado haciendo que sus amigos le siguieran apenas el ritmo.
-Últimamente no te sientes bien, ¿hay algún problema en tu casa? – Atacó Baekhyun por su lado izquierdo. No había ningún problema allí, sino que en su secundaria, pero no se enterarían.
- Ninguno, vamos. – allí estaba el chico que con su mirada un tanto seria, y misteriosa solía alejar a las personas. Pero no a aquellas dos, que lo habían acompañado durante toda su vida, y en pocos meses dejaría de ver con la misma frecuencia debido a la Universidad. Agradecía el infinito cariño que le entregaban pero a veces, SeHun sentía que no podían ver más allá de su alrededor.
Avanzaron unas cuadras y cuando llegaron hasta una esquina, Kyungsoo se despidió de ellos ya que su casa quedaba para ese lado. Aferraron sus pies al cemento de la calle y la cruzaron quedando en el comienzo de un parque en el que debían internarse hasta llegar a sus casas. La gente pasaba a su lado, pero ambos chicos caminaban en silencio, no incómodo, pero tampoco agradable.
-¿Seguro estás bien? – preguntó Baekhyun luego de unos segundos girando su rostro hasta mirarlo. Notó una mueca en sus labios y esperó a que contestara.
- No lo sé, pero no importa. – le restó importancia con un amague de manos – Cuéntame, ¿cuándo audicionas para la compañía esa? – preguntó elevando su rostro para mirarlo por primera vez, pero en el mismo instante en que lo hizo una voz inundó sus oídos. Continuó observándolo con una pequeña mueca en sus labios.
- La semana próxima, ¿escuchas? Qué linda voz – comentó su amigo cortando con su propia respuesta. SeHun sólo asintió y enfocó su vista de nuevo en el suelo de grava.
Otro día más
una vida más
pasa sin más
como la mía
no es complicado
- Tú tienes mejor voz y seguramente te va a ir muy bien – afirmó pateando las piedras bajo él – sonrió mirándolo de nuevo. Baekhyun aceptó aquel gesto porque una sonrisa en el rostro de SeHun era sincera, o eso creía. Le tomó por el hombro y lo acercó más a él.
otra alma
otro cuerpo para crecer
no es complicado
- Canta muy bien ¿no crees? – comentó en su oído ya con una sonrisa enorme adornando su rostro. SeHun miró hacia el frente, dejando que su atención se centrara en aquella voz y aquel chico que cantaba con los ojos cerrados alguna canción que no reconocía con facilidad.
si las estrellas brillan para ti?
Flotando, como las hojas de otoño
Cálmate y cierra los ojos antes de dormir.
y ayer estabas aquí conmigo.
Y allí estaba él, cantando tranquilamente, dejando que el viento revoloteara apenas su cabello; sonriendo apenas cuando entonaba la letra de esa canción. Una canción que tenía todo el significado posible.
Extrañaba a Lay, lo extrañaba con todas sus fuerzas. Pero debía superarlo, o al menos eso se proponía pero no podía evitar cantar esa historia. Tal vez todavía no estaba listo para olvidarlo.
SeHun continuó caminando con BaekHyun colgado de su cuello, y para el momento en que pasaron al lado de aquel cantante, su amigo se soltó de él para acercársele. Observó cómo se inclinó para susurrar algo a la vez que dejaba caer un billete en el estuche de su instrumento, haciendo que el cantante abriera los ojos sorprendido para luego sonreír amablemente.
JoonMyeon agradeció con un asentimiento para luego desviar su mirada a aquel chico rubio, que se encontraba más alejado. También le sonrió a él, a pesar de la distancia. Baekhyun se alejó y con SeHun al lado volvió a retomar el paso al momento en que SeHun bufó.
-¿Qué haces? – preguntó un tanto serio, escondiendo las manos en los bolsillos de su uniforme.
-Dándole motivación. – contestó Baekhyun encogiendo los hombros – Quizá debería audicionar, ojalá se diera cuenta del talento que tiene – continuó, aferrando su mochila al hombro; SeHun atinó a sonreír deseando con todas sus fuerzas poder llegar ahora a su casa.
JoonMyeon observó aquellas figuras hasta que desaparecieron entre la arboleda. Volvió a mirar su estuche con algunas monedas pero un sobresaliente billete y un papel, más bien un folleto, brillaban en aquella superficie. Alcanzó a leer palabras sueltas hasta que pudo comprender de qué era.
Cuando terminó la canción, dejó su guitarra a un lado y pudo leer el folleto por completo. Era una audición. Para la compañía de entretenimiento de Corea del Sur.
Una compañía con la que había soñado desde la adolescencia, pero… no lo iba a intentar. No iba a ilusionarse con algo para luego fallar incontables veces. No otra vez; no quería recordar aquellas palabras que si bien fueron en otra etapa de su vida y en otro ámbito, continuaban atormentándolo.
“Ya cansa verte fracasar tantas veces, JoonMyeon”
Su voz, volvía a retumbar en su cabeza y las imágenes se plasmaban en su mente como luces. Aquella vez había fallado varias veces a los exámenes finales de su Carrera. Y había vuelto hecho un desastre a su hogar, para encontrarse a su novio estudiando; siguiendo adelante. Mejorando cada día más mientras que él se quedaba atascado.
Aún recordaba el ruido de un libro al cerrarse bruscamente y las palabras afiladas que lo secundaron. "No digo que no sirvas para nada, pero...no sé, deberías corregir eso"
Lay era un fantasma en su vida, uno que lo atormentaba antes de dormir y lo despertaba con gritos.
Quizá no estaba dispuesto a olvidarlo porque aunque quisiera, seguía recordándolo. Trayéndolo a su vida actual, comparando los rostros de todos con el suyo.
Esa noche quedó dormido en su incómoda cama tal cual como estaba. No tenía ni fuerza física ni mental. No tenía voluntad. Pero al día siguiente debía levantarse para comenzar un nuevo día. Para trabajar en aquella librería que, gracias a Dios, el sueldo que le otorgaba le permitía comer y vivir, aunque fuera humildemente.
SeHun no pudo descansar, simplemente no pudo, porque aquellas voces que había escuchado en el baño de su Secundaria, no lo dejaban.
“¿Escuchaste lo que se dice de SeHun, el chico de último año?” tapó su rostro con las sábanas en la inmensidad de su pieza, apenas iluminada por el faro de la calle.
“Sí, y creo que ahora tendrá más chicos detrás de él. Quizá sea una pionero para los mariconcitos del Instituto”, ahogó un sollozo mordiendo la tela que lo cubría.
Quizá no debía ser así, quizá… debía esconderse. Tal vez, debía actuar diferente.