Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

No dices más. por Zoe_DBoris

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Personajes y canción con dueños. No hay fines de lucro aquí.

Notas del capitulo:

Ando medio oxidada. Meses sin publicar (ni actualizar, UPS.), pero este fic me pareció bien hecho y me gusto mucho. Ojala les agrade. Recomiendo la canción, aunque es pop eléctrico, pero es buena. Todo el grupo lo es y sus canciones son muy buenas, por eso admito sinceramente que no es el único fic que tengo por ahí con canciones. Ya veremos qué pasa.

Bien, el Fic se ubica por ahí de la temporada 4 hasta el final de la 5. Fue muy cortante, pero me pareció bueno. En fin. Leámonos abajo, ¿va?  

Tras de la lluvia el sol y nunca me sentí mejor

No sé lo que paso que el mundo de color cambio

Nunca me había sentido propiamente a gusto o incómodo. El cielo era mi hogar, mis hermanos y mayores ángeles y arcángeles; Dios mi amado padre. Y mi nombre Castiel.

Eso conformaba lo que soy.

Una existencia que jamás definir por las acciones buenas o malas. Un ángel sigue órdenes y, bueno, somos ángeles.

Era joven dentro de la palabra ser celestial. Cerca de dos mil años.

Y mi vida, se volvió no cualquier cosa.

 

La orden fue clara. Me dispusieron al frente de un grupo de ángeles con el fin de sacar al humano Dean Winchester del infierno.

Firmes, estático, sin responder más que asentimientos a Zacarías. Era una orden directa de Miguel, arcángel supremo en el cielo en ese entonces, orden declarada también por todos los demás arcángeles.

Cuando quedo dicho todo, fue cuando alce la cara y cerré los ojos. No quise titubear, no sabía que era titubear, pero… –Padre. – intente rezar a solo instantes de bajar. Tenía una opresión dentro, muy dentro. –Padre, me encomiendo a ti. – antes de dar el salto, observe. El cielo me pareció inmenso.

Y la misión empezó. Lo fácil era, por supuesto, abrir el infierno. Lo difícil, soportarlo. Los gritos de las almas, el dolor, la atmósfera sucia, fétido el aire.

Y ese humano era importante ahí abajo. Sabía que era un, denominado en la tierra, cazador; era el elegido recipiente de Miguel, pero no imagine que eso importara en el infierno. O quizá solo era odio al humano, por eso la dificultad en territorio enemigo.

Y casi en lo más profundo, en lo más pútrido y doloroso; en lo peor, Dean Winchester.

 Y es que tu…

Apareciste así

Era abajo, muy adentro de la oscuridad y lo impuro. Un área destinada a los actos más deplorables e inhumanos realizados por esos demonios. Un área de tortura a las almas.

Sangre, muerte, miembros regados; artefactos que usaban y cuya idea de cómo lo hacían causaban un revolver en la conciencia. Ofendía siquiera mirar.

Pero ahí, de pie y expectante al alboroto que causamos los ángeles, el mortal. Los ojos vacíos, la piel marchita, cabello cenizo, las manos y antebrazos ya siquiera se veían de sangre que le goteaba. Una postura vencida, cansada.

Y la risa de Alister, uno de los más bastardos demonios del infierno. – ¿Por qué quieren a esta sucia alma del infierno?–, pregunta con burla, tomando a Dean Winchester posesivamente, psicóticamente.

Y no, no les pertenece. Es mía, es mi encargo celestial. Miro más detalladamente, y Dean tiene ojos verdes. Opacos, pero verdes, y son preciosos.

Tiene una tristeza inmensa, pesada, aplastante. Dolor, odio, decepción… pero, como ángel puedo ver más allá. Veo la fuerza y voluntad, quebrada, pero presente. Siento la pureza aún viva en él, la esencia de su alma, el amor que es capaz de sentir. La entrega.

Descubro entonces que una parte de mí se siente dichoso de haber sido escogido para sacar a esa alma del infierno; para salvarla.

Parte restante de quienes venían conmigo me alcanzan y separan al humano de aquel maldito demonio; Dean queda solo, de pronto parece perdido mirando donde estoy, pero sé que no entiende que soy. La oscuridad parece querer de pronto tragárselo, y no lo permití.

Llegue a él sujetándolo desde la espalda, y lo abrace fuertemente. Ya me esperaba el susto y el rechazo del humano, el dolor de mi toque en su brazo; para intentar relajarlo empecé a rezar a su oído, solo así se calmó y me aleje con él.

Quemaba y degradaba todo el recorrido; Dean Winchester sufría a cada segundo y solo podía yo acercarlo más a mí. Intentar curarlo, procurar sacarlo completamente, besar su frente para que todo el dolor que lo acogía allá abajo disminuyera, y al menos lo dejara respirar de nuevo.

Y su alma en cuerpo volvió arriba. Exhausto como jamás me sentí, me aleje prudentemente.

De lejos lo mire salir, ponerse en pie y caminar. No evite impresionarme por su fuerza, y quizá no recordara todo y cómo salió, era lo más probable; sin saber más, me retire.

Pero mi misión aun no acababa. Zacarías llego a conmigo.

Sin saber…

Te has metido en mí

–Castiel, dime. ¿Le has perdido rastro a nuestro pequeño humano recién revivido?– note su tono. –Mi responsabilidad con el acabo. –, –Oh, no lo ha hecho. Ahora, Castiel, tráelo a mí. –

Me repetí el jamás cuestionar orden alguna. No podía ni quería.

Y seguir el rastro de Dean  Winchester fue fácil. Note que sabía bien lo que hacía, así que en un claro punto donde pararía, es que intente hacer contacto con él. Ah, pero los ángeles tenemos una voz muy especial. Poderosa y destructiva en general; audible a pocos. Me decepciono que ese humano sea parte de lo general.

Así que cambie de planes. Deje, sin quererlo a voluntad, el seguimiento del humano, y es que por alguna razón me parecía muy interesante mirarlo. Su reacción a despertar vivo de nuevo fue extraña. No sabia entonces mucho de humanos, pero yo mismo había visto el infierno que paso literalmente, y reafirme que Dean  Winchester era fuerte. Muy fuerte.

Paso un tiempo para entender que no podría mostrarme físicamente, aunque ansiosamente nos buscábamos; cada uno por sus razones y métodos, claro.

Tanto pensar en ti ya me ha hecho decidir

Me cuesta mucho pero te lo voy a decir

Me aleje, a buscará un recipiente. Un fiel creyente, simpático y dócil, en algún aspecto. Al decir si, y sin mucho miramientos atrás, me marche a buscará a Dean Winchester. Pero casi y no escucho lo que pensaba Jimmy por y con mi mente. Algo, de alguna manera, lo preocupaba, – ¿Es importante ese sujeto?–; –Es primordial. Debo ir a con él. –, –Castiel, ¿notaste este sentimiento? Ah, es muy intenso. – y Jimmy sonrió, calentándome el cuerpo suavemente de tal manera que lleve una mano al pecho.

Me costaba pensar. Jimmy era renuente a quedarse callado, pero era mi culpa pues humildemente, ya que era su cuerpo después de todo, lo deje con voz aun. Pero me taladraba la cabeza y conciencia lo que decía. –No creí que los ángeles pudieran ser así. Me los imagine bondadosos, puros y demás, pero esto es tan humano. –.

Jimmy hablaba, y quería no escucharlo, pues no entendía de qué hablaba.

Estaba absorto en lo que venia siendo Dean Winchester y su relación con Samuel Winchester. Hermanos, pero de sentimientos tan puros que agobiaba pensar en lo que Zacarías y los arcángeles querían hacerles.

Así que cuando me llamo, decididamente como nunca antes, me dispuse a ir.

Fue cuando llegue a él, físicamente ahora, que sentí algo diferente. No era el cuerpo de Jimmy; no era la confusión en esos ojos verdes ahora con brillo, ni el estruendo que yo causaba, no; era que ese humano tenía mi marca, y ambos lo sentimos.   

Y es que yo…

Ya no puedo más

Normalmente, y en cuerpo mortal, el materializar nuestras alas es un acto que necesita y merece algo extraordinario. Los humanos no son capaces de verlas; así que fue una sorpresa su mirada cuando en la pared detrás se reflejaron mis alas. Desplegadas a su esplendor.

Y quedo claro lo que yo era.

La confusión fue inmensa. La explicación no parecía suficiente, y no lo era. Zacarías tenía algo en mente que aún no se le podía revelar a Dean Winchester. Mientras, le quería ayudar en lo referente a su hermano, y el en parte me ayudaba en ocasiones a mí, como cuando casi y pierdo mi cuerpo. Jimmy quedo a la deriva y expuesto, lo que me acogía pues era mi deber cuidarle a él también.

Y recuerdo que entrar en el sueño de Dean fue hermoso. Olvide la situación a tratar, mirando que esa alma aun era hermosa a como cuando la toque en el infierno. Era un placer que fuese mía por marca y que el humano no lo negara del todo.

–Es bello, Castiel. Amar es tan hermoso–, –¿Hablas por tu hija?– –Creo que hablo por los dos, amigo.–, absurdo, pero aun no lo lograba entenderlo.  

Ya no me importa

Lo que vaya a pasar

La primera vez que sentí mi labor celestial se inclinaba a lo malo, fue cuando Sam se alejó de Dean. Oh, pero todo eso era parte del plan. Los sellos que, erróneamente, me sentía con el deber de proteger eran solo absurdeces inventadas por mi superior. Mentiras que le daba a Dean, ahora lo llamo Dean y el me llama Cas, para mantenerlo ocupado y casi distraído. Pero ese cazador era astuto, mucho.

Y por ello se me volvía imposiblemente más interesante y único. Cuando aparecía con él, me aseguraba de ver primeramente sus ojos verdes. Cerca, muy en su espacio personal, tanto que lo sentía tras la piel que nos cubría. Estábamos unidos, repito, y me encantaba sentirle el alma con mi gracia de ángel. Era acariciar y experimentar sensaciones desconocidas.

Y todas las veces me sentía con ganas de acercarme aún más para tocar un seguro paroxismo. Pero estaba en labor. Engañando, siendo engañado.

La gota sobrante fue obligarle casi a torturar a Alister. Al termino, al verle salir con esa mirada verde y opacada, me moría de ganas de tocarle para disolverle la amargura que revivía. Y no quise seguir con las mentiras. De alguna manera, sentía toda una tortura mentirle a Dean, cosa jamás experimentada.

Pero así fue que Zacarías tuvo que revelar lo que pasaba. El apocalipsis. Su papel en este hecho predeterminado por ángeles y arcángeles desviados y perdidos por no estar Dios

Por los hijos.

Convencer a Dean, sabia, no la tendría nada fácil el perseverante Zacarías. Me continúa gustando más y más ese Dean. Mucho.

Solamente tú me puedes destruir, o salvar

Dos palabras bastarán

-¡El maldito apocalipsis, Cas!– me miraba furioso. La sombra en su rostro me parecía terrible al nivel de sentirme menos; pues Dean ya me afectaba y escrudiña la piel. –Van a destruir medio planeta, maldición, y solo por su jodido egocentrismo de ser Ángeles de Dios. –. Si, lo sé, Dean; sin nuestro padre arriba somos rebaño sin dueño. Trotamos siguiendo una idea que carcome no a muy pocos, pero somos soldados. Los ángeles son igual a mayoría de una orden, por muy absurda en todo idioma que se les presentara.

Perdóname.

Cuando Dean me llama, me le presento como siempre lo he hecho.

Me acerco, mucho; me es poca la diferencia de estatura, así que penetró su mirada. Quiero tocarlo, quiero sentir esa alma que me alienta a romper filas como nunca lo pensé siquiera en casi dos mil años. Y toco su nuca con un agarre firme; nuestras fuerzas físicas jamás serán iguales, así que no me cuesta cerrar la distancia que el siempre deja fija a fuerzas. Y uno su frente con la mía. Alzo la mano para tocar aquella marca en su brazo debajo de la chaqueta y camisa, esa que desde lejos me llama y tienta a amarle.

Así la duda desaparece. No hay respuesta de Dean, pero sé que confía mínimamente en mi al separarnos por milímetros que el convierte en un metro de distancia de un jalón.

-¿Por qué obedeces a sujetos como aquellos?–, –Dean …–, sé que en eso se queda. Dean Winchester me mira con esos ojos verdes. Y pienso que ese par de esmeraldas, piedras igual o menos de preciosas en brillo, son la ventana al alma que quisiera mantener conmigo

Y asiento. –Morir por ti no es nada malo. –, sonríe con culpa.       

Yo te podría esperar hasta que se evapore todo el mar

Pero tú no dices más

Volverse nada es extraño. Te elevas, caes, sientes, no sientes. Así que despertar de nuevo me fue una revelación. Volver a Dean fue lo que deseaba, e hice; pensar por los humanos era mejor que decir que solo pensaba en el bien de uno cuando ayudaba a evitar el apocalipsis. Verle los ojos  a Dean me lo reafirmó. –¿Que haces?–, lo quiero tomar de nuevo por la nuca; necesito sentirle la marca en el brazo, tocarle el alma. –Basta– habla frio, cortante, y una mano en mi pecho lo aleja mas a el por no poder moverme a mi siquiera. –Busquemos a esa tortuga ninja de una vez–.

Ah, sí, buscar a Rafael para dar con Dios, eso hacia; por favor, Dean, no me distraigas y déjame tocarte. –¡Basta, Castiel!– y la distancia se duplica, se encarga del ritual para hacerlo. Duele oírle decir mi nombre.

–Necesitas a Sam, Dean. –, –Cierra la boca–. Duele más aceptar lo obvio.           

No sé si estuvo bien decirte toda la verdad

Tal vez así lo entiendas y lo sepas valorar

Es cuando Sam vuelve a su lado que me permito hacer de nuevo el intento de tocarle. Cielos, es una necesidad. Desde que me explico cuan incomodo era aparecerme a centímetros de su rostro y el valor del espacio personal, me obligue a dejar de hacerlo. Pero Sam tiene más condolencia, ese chico me admira como lo que no soy, o lo que deje de ser. –Sam, quiero tocar a Dean–, lo escucho ahogarse con su propia lengua y el bocado de lechuga. –Si te escucha se enojara–, dice con una sonrisa apartando su máquina del frente. –Por eso quiero saber cómo–. Condolencia en su mirada.

Sam, quisiera tener necesidad de ti, en serio sería más fácil, pero a Dean lo tengo marcado en la gracia. – ¿Qué pasa, nenas?–. Dean pasa la puerta de la cabaña con cervezas para el enfriador, – ¿Por qué esas caras?–.

Sam me apoya con una mirada que interpreto rápidamente.

–Dean, déjame por favor tocarte el alma de nuevo–, silencio, confusión, y luego la ira. –¡Joder, Cas, deja de decir esa tontería!–, bajar la mirada me parece sensato. Sam lo reprende con un golpe suave en el hombro, pero por parte de Dean no hay intención de disculparse.

–Lo necesito, Dean. No sabes cuánto–, Sam tiene tristeza en la cara, Dean solo sale de la sala sin escucharme.

Y es que tu…

Apareciste así

Sin saber, te has metido en mí

Cuando mi hermano mayor Gabriel aparece, y luego de que me permite hablarle de nuevo, lo consulto. Pero por su parte recibo un regaño, ofensas al humano, y luego burla. Cuando me decido a no volverle a dirigir la palabra, me detiene. –No debes empeñarse en un solo humano. No esta en nuestro sistema dirigir tanto amor que nos dio Dios a una sola persona, y menos esa persona–, –Pienso que puedo–.

Gabriel sonríe, y aunque bajo de estatura su recipiente, me acaricia los cabellos y la nuca. Me acerca para tocar nuestras frentes. Sentir mi gracia y viceversa. –Idiota, Cassie. Ya le tienes una necesidad. ¿Por qué no me consultante antes? Esto es peligroso.-, tiemblo al verle la dorada mirada triste. Me siento mal por causarle eso a alguien que admire tanto. –Es innecesario; no podrías evitarlo, pues en el infierno lo marque y el me marco–, –Ese idiota ignorante tiene suerte–, y desaparece.       

Solamente tú me puedes destruir o salvar

 Dos palabras bastarán

–Morir por ti no es nada malo–, Dean y Sam me miran. –Morir por ustedes– tengo que reafirmar. –Ya lo habías dicho, Cas.-   

Yo te podría esperar hasta que se evapore todo el mar

Pero tú no dices más

Solo así puedo. Solo cuando Sam vuelve a beber sangre de demonio, cuando Bobby se frota las piernas, cuando el final está muy cerca, solo así me permite tocarle. –Cas, ¿Puedes tocarme el alma?– hay un vacío en el aire. Sam detrás del auto, Bobby girando por allá. Dean y yo solos. –Se que me arrepentiré, y que tú te emocionaras, pero es probable que nos maten hoy. Solo quiero sentir paz por un momento–, no es sincero. Le cuesta hablar, pero no es sincero. El amor que le profese no se compara a simple cargo de conciencia que me ofrece.

Y recuerdo que apenas ayer les dije que morir por ellos no era nada malo.

Sola mente tú me puedes destruir o salvar

Dos palabras bastarán

Dean esta esperando, pero yo he esperado más. –Sam.-, se gira y su hermano menor se acerca, tiene los ojos diferentes, el alma manchada y por un segundo me doy cuenta que prefiero tocar el alma de Sam que la de Dean. – ¿Duele, Sam?–, pregunto sin pensar. Oh, Samuel, por qué no eres tú, por qué no con tu carita sonriente y preocupada por mí, gesto tuyo que me mantiene a la deriva.

–No, Cas, estoy bien. Acabemos con esto–, pasa frente a un Dean con una postura mínimamente quebrada y el ceño fruncido, para llegar a mí y acariciarme la nuca con un falso disimulo y tocar por un segundo nuestras frentes. Dean se ve muy enojado, pero yo estoy experimentando la sensación de algo no correspondido.

Yo te podría esperar hasta que se evapore todo el mar

Pero tú no dices más

Sam perdió. Lo perdimos. Bobby resuelve que esta vez los vencieron, pero Dean sigue firme. –Esto no ha acabado–, le duele. Siento incluso a metros que su alma se está desmoronando; suplica a Sam, quiere a Sam, llora por su hermano, ahí, en lo más profundo de sí.

–Dean, no podemos…–, me mira hecho furia y decepción. –No te pregunte, Castiel. –, esta tan cerca y apuntándome con un dedo que caigo de nuevo. –Ven–, extender los brazos es lo que hago, quiero que lo interpretes, Dean, por favor.

–Creí que habías olvidado eso de que me marcaste y yo a ti. Que estábamos unidos y esas tonterías–, –¿Lo dices por Sam?–. Y cede, por segunda vez se deja y me busca. Se entierra en un abrazo y la cara bajo mi cuello. Es profundo, es bello, pero aun así no es puro ni correspondido. Eso era lo peligroso que decía Gabriel: tanto amor no puede ser devuelto, y te mata saberlo. 

Notas finales:

No mentiré, es creo el primer Fic con narrativa primera persona. Castiel me es muy lindo, como a todos, y lo hago sufrir, soy mala.

Gracias por leer. Recibo opiniones, quejas, solicitudes para publicar los otros Fics que tengo de Sobrenatural (Dios, perdonen eso.), etcétera. Doble gracias y saludos.

                                                                              DBoris   


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).