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La Estafa por Fullbuster

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Naruto Namikaze


 


Pasar la noche con aquel chico tampoco había estado nada mal aunque seguía preocupándome esas heridas que tenía. Era un chico muy misterioso, apenas hablaba de él o de su vida, ni siquiera de su familia. Lo poco que sabía no era suficiente para hacerme una idea de todo lo que rodeaba su mundo y aún así, había algo en él que me atraía irremediablemente hacia su persona.


Me daba miedo sentir todo esto por ese chico al que apenas conocía, no quería terminar con el mismo rencor que tenía mi hermano mayor, no quería acabar odiando el amor pero estaba tan a gusto con Sasuke que a veces se me olvidaban las palabras de Deidara y simplemente… me dejaba llevar por lo que sentía.


Al medio día fui a comer con mi padre, había quedado en el restaurante del propio hotel y la verdad… es que quería hablar de todo esto con él. Siempre nos habíamos tenido confianza para decirnos las cosas y aunque estoy seguro que él querría algo mejor para mí que un simple masajista, si yo era feliz con él no se opondría o eso esperaba.


Mi padre siempre nos había exigido mucho pero también era un hombre que sabía el significado de la vida. Si le decía que era feliz con Sasuke me entendería, quizá a él ni siquiera le importaba de quién me enamorase, era yo quien me forzaba a hacerlo de alguien importante para que no se sintieran defraudados conmigo. Deidara estaba con el hijo de un político y veía la sonrisa de mi padre y el orgullo con el que hablaba a sus amistades de él, yo iba a traerle a un masajista… poca cosa comparado con lo que llevaba mi hermano a la familia así que… estaba preocupado.


Minato entró sonriendo mientras saludaba a algún cliente y le deseaba un buen día. Llegó hasta mí y con una cálida sonrisa pasó su brazo por mi cuello comentándome que entrásemos a comer. Siempre estaba tan feliz mi padre y eso que cuando murió mamá pasó por una mala racha, le afectó mucho la pérdida, ahora parecía estar recuperado y aunque a veces la echaba de menos, la recordaba como a ella le hubiera gustado, con alegría y entusiasmo contando siempre todas las virtudes que tenía.


Comimos su plato favorito y estuve toda la comida pensando cómo iba a decirle esto que me carcomía por dentro lentamente. Tenía que decírselo y liberarme de este pesado secreto, yo nunca había ocultado nada a mi padre, lo sabía todo de mí.


- Papá – le llamé.


- Dime hijo – dijo terminando de comerse el filete de carne.


- ¿Te acuerdas del chico del otro día?


- ¿El masajista al que le di trabajo? – preguntó.


- Sí, ese.


- Claro ¿Qué ocurre? No me digas que te llevas mal con él porque eso nadie se lo creería.


- No es eso… de hecho me llevo demasiado bien – le dije intentando lanzarle la indirecta.


- Eso también lo sabía, no hay nada nuevo. ¿Qué te preocupa?


- Es que… ¿Te tomarías bien si te dijera que creo… que me estoy enamorando de él?


- Naruto… mientras tú seas feliz yo seré feliz, ya lo sabes. Si te gusta ese chico pues adelante. Es más… me han regalado un par de entradas para el partido de baloncesto de esta noche, toma, ve con él.


- Gracias papá – le agradecí sonriendo cogiendo las entradas.


Al menos ya tenía plan para esta tarde, sólo me quedaba llamar a Sasuke y rezar para que él no tuviera un plan mejor, aunque difícilmente podía igualar el mío, era una ocasión única para ir a este partido. En cuanto acabamos la comida llamé a Sasuke y tal y como supuse, se emocionó con la idea y le comenté que pasaría a buscarle.


Fui con Sasuke a aquel partido y lo más sorprendente para mí… cuando me enteré que Sasuke jamás había asistido a uno. ¿Cómo podía ser eso posible? Vale que aquí en Australia quizá no fuera el deporte principal pero teníamos buenos equipos.


- Y entonces… ¿Qué deportes te gustan? ¿O no practicas ninguno? – le pregunté con curiosidad.


- El sexo – me dijo riéndose y le di un puñetazo suave en el hombro.


- Va tonto, hablo enserio.


- Yo también – me dijo – vale… el surf, cuando más joven practicaba el surf.


- ¿Surf? ¿Por qué?


- Porque la playa más cercana a mi casa estaba a una hora andado y era el lugar más lejano al que podía ir para alejarme de mi tío – me comentó melancólico – luego empecé a ver a los surfistas de madrugada, probé unas semanas, acabé comprándome una tabla y allí iba todas las mañanas a relajarme surfeando.


- ¿Te relaja surfear?


- Sí – me dijo- Dentro del agua hay tranquilidad, esperas la ola perfecta allí sentado y es como si todos los problemas desaparecieran de tu vida, sólo estás tú, la tabla y la ola perfecta – me dijo sonriendo.


El partido comenzó y la gente estaba como loca aplaudiendo y gritando a los jugadores. Yo por otro lado… estaba más pendiente de Sasuke que del propio partido, pero es que era tan guapo y tenía esa sonrisa tan seductora que era imposible no mirarle y quedarte embobado todo el día con él. Pidió a uno de los vendedores unos cacahuetes y nos los comimos viendo el partido. Todo era tan interesante, a mí me encantaban los deportes y esperaba que a Sasuke también aunque no se lo había preguntado. Realmente no sabíamos nada el uno del otro excepto que estábamos a gusto. Yo ya no podía dejar de pensar en Sasuke cuando no estaba a mi lado, siempre venía a mi mente y cuando estaba conmigo, sonreía como un idiota.


En la media parte siempre hacían tonterías por las cámaras mientras los jugadores descansaban y nos estuvimos riendo de lo que sacaban cuando nos enfocaron a nosotros para la cámara del beso. Aquello me sorprendió y me quedé estático mirándome en la pantalla con dudas y sorpresa pero Sasuke giró mi rostro y me besó frente a todos sin ningún tipo de vergüenza. No pude hacer otra cosa que corresponderle frente a la gente que chillaba, gritaba y nos decía que siguiéramos. Nos reímos de aquello y al resto del partido lo vimos en silencio sin volver a dirigirnos la palabra, pero tampoco es que hubiera mucho que decir, supongo que todo había quedado más que claro en aquel beso.


Cuando salimos del partido era de noche pero yo seguía fijándome en Sasuke. La gente empezaba a hacer planes y deseaban irse a casa o a tomar algo, yo me había quedado allí mirando a Sasuke. No había dado señas de que le costase caminar como el otro día, ni de que sintiera un gran dolor, aún así dudé si estaría lo suficientemente recuperado como para ir a tomar algo. Ni siquiera sabía si proponérselo, yo ya había dicho de ir al partido y le había invitado, quizá para él ya era demasiado tiempo conmigo y quería estar solo un rato sin que le agobiase.


Creo que vio mis dudas porque se giró hacia mí y se quedó mirándome fijamente frente a mi sonrojo. De repente sonrió y eso me hizo sacar una sonrisa por inercia tratando de aclararle que todo estaba bien.


- ¿Quieres tomar algo? Aún hay tiempo – me dijo mirando el reloj – venga… esta vez te invito yo.


- Vale – le dije.


- Pero si no te apetece… - comentó y yo sonreí revolviéndole el cabello.


- ¿Cómo no me iba a apetecer? ¿Dónde vas a llevarme?


- Al muelle – me dijo sonriendo y empezamos a caminar hacia allí.


Nunca había venido al muelle y es que generalmente tampoco salía mucho del hotel o de la oficina, siempre estaba muy ocupado como para disfrutar y supongo que con Sasuke era diferente. Nos tomamos un helado y es que hoy hacía calor y tampoco había sido nunca un chico al que le gustase el alcohol o los cafés.


- Así que estoy con un chico sano – me dijo al verme tomar el helado.


- Supongo que sí – le dije sonriendo volviendo a comerme el helado - ¿Has bebido alguna vez?


- Claro – me dijo muy seguro – aunque no es algo que me haga mucha gracia.


- ¿Por qué?


- Supongo que porque he visto lo que la bebida hace a la gente y no me gusta. Yo no quiero convertirme en algo así.


- ¿Hablas de tu tío?


- Sí. Mi tío bebe mucho y está enganchado al juego. La verdad es que ni siquiera sé por qué te cuento todo esto – dijo sonriendo como si no se lo creyese.


- Porque confías en mí.


- Cuéntame algo de ti. Algo que no sepa nadie más.


- Una vez fumé algo de mariguana en la universidad.


- ¿Ese es tu mayor secreto? – me preguntó sorprendido y riéndose – ese secreto lo sabrían los compañeros con quienes fumaste.


- Algo que no sepa nadie…


- Mi abuela me odia – le dije entristecido – mi padre no lo sabe y algunos veranos me mandaba con ella creyendo que querría verme, pero le recordaba a mi madre, a su hija… creo que no le hace gracia que vaya a verla, le recuerdo a su hija y me echa la culpa por su muerte. Nunca se lo he dicho a nadie, siempre le digo a mi padre que me lo he pasado genial con la abuela, pero hace un par de veranos que me escapo y me quedo en casa de un amigo fingiendo que estoy allí. Sólo conozco cosas de mi madre por lo que me cuenta mi padre, nadie más de la familia quiere hablar del tema conmigo.


- Lo siento – me dijo – la verdad es que… no sé cómo es sentirse fuera de una familia, la mía falleció hace muchos años y no siento a mi tío como de mi familia, tan solo tengo a mi hermano y últimamente estoy un poco preocupado por él.


- ¿Y eso?


- Creo que va a hacer la mayor locura de su vida, va a perder a la única persona de la que se enamoró sólo por mí. Yo no quiero que tenga que sacrificar tanto por mí, podrían haber otras soluciones.


- No sé muy bien de qué va el tema, pero… no debería de tener que sacrificarse. Si ama a esa persona debería luchar por ella.


- Lo sé, pero no lo hará y es mi culpa. Me siento tan mal ahora mismo. Es mi culpa que él no sea feliz. Si no tuviera que cuidar de mí y de protegerme podría estar con ese chico, tener su familia y sin embargo va a renuncia a todo por mí.


- Debe ser duro, pero así son los hermanos mayores, el mío también ha renunciado a cosas por mí, no sé por qué lo hacen – le dije sonriendo.


No estuvimos mucho más tiempo, enseguida nos fuimos a casa o bueno… más bien él a su hotel y yo al mío pero de una cosa estuve seguro, estaba enamorado de ese chico y lo supe en el beso de despedida que no pude quitarme de la cabeza en toda la noche, sólo esperaba que él tampoco se olvidase de aquel momento juntos.


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