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La Estafa por Fullbuster

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Sasuke Uchiha


 


Aquí tumbado en la cama no podía dejar de lanzar una pelota de tenis hacia el techo para volver a cogerla al caer. Pensaba en Naruto, lo había hecho durante estos últimos meses y sabía que nada volvería a ser lo mismo. Lo único bueno que habíamos ganado con todo esto era nuestra libertad, Obito no volvería a molestarnos y era estupendo pero… el coste había sido demasiado elevado. Mi hermano había dejado de sonreír, de estafar, de disfrutar de la vida, ahora trabajaba vendiendo música en un local del centro de la ciudad, yo me había buscado un trabajo de recepcionista en una oficina de gestores aquí en el centro. Trabajar honestamente era cansado, ocho horas diarias hacíamos pero al menos los sueldos no estaban mal y lo mejor de todo… es que todo era legal, nada fraudulento.


Hoy yo había terminado ya mi jornada, mi hermano aún tenía que quedarse un rato a cerrar la tienda. Había vuelto a casa, me había tumbado en la cama como solía hacer y me había quedado aquí pensando en ese chico rubio, en sus últimas palabras diciéndome que había hecho algo por mí que jamás pensó hacer… él que me había dado fuerzas para ser capaz de alquilar una casa, de estabilizarme por fin… ahora le había perdido.


Escuché la puerta principal abrirse y supe que era mi hermano, entre los dos salía bastante bien alquilar una casa y total… ninguno tenía pareja, para estar solos era mejor vivir juntos, al menos nos hacíamos compañía el uno al otro. Supongo que era una casa un poco deprimente, él echaba en falta a Deidara y a su hija, yo echaba de menos a Naruto y sólo nos acompañaba nuestro dolor pero aún así… aún sintiendo el dolor no podía imaginarme el dolor que nosotros podíamos haber causado en aquella familia.


Itachi abrió la puerta de mi habitación con lentitud tras tocar varias veces con los nudillos y miré hacia él. Entró con mucho cuidado al no haber escuchado mi respuesta y se acercó a mí cogiendo la bola que acababa de lanzar de nuevo y volvía a bajar hacia mí.


- ¿Aún sigues jugando con esto? – me preguntó intentando sonreír.


- Me ayuda a relajarme – le dije.


- Ya… - dijo mirando la pelota.


- ¿Sigues buscándole, verdad? – pregunté al verle agotado.


- Todos y cada uno de los minutos de mi vida – me sonrió – pero se ha ocupado de desaparecer muy bien. Creo que debo empezar a asimilar que le he perdido.


- En algún lugar tienen que estar.


- Sí, supongo que sí. Déjame un sitio anda.


Me eché a un lado de la cama y pese a ser bastante pequeña le hice un hueco para que se tumbase a mi lado. Con mi hermano siempre me sentía bien pero… seguía faltándome el amor de mi vida, seguía faltándome ese chico rubio hiperactivo al que conocí en aquel hotel. Le echaba demasiado en falta.


Mi hermano se agarró a mí con fuerza y creo que estaba llorando pero no le dije nada, dejé que se desahogase, sabía que lo pasaba mal, también sabía que Deidara estaría peor y ni qué hablar de mi sobrina.


- Seguro que están bien – le dije para tratar de calmarle.


- No lo creo. Tengo a nuestro tío en la cárcel y la que debería ser mi familia me odia y con razón.  A mi hija ni la conozco y ni siquiera sé dónde están.


- Saliendo adelante como hacemos nosotros Itachi.


- Ya, eso seguro. Deidara siempre ha sabido salir bien de los problemas.


- Parece un chico listo. Se las habrá ingeniado para seguir adelante y tú debes hacer lo mismo.


- No puedo sin él, sin ellos – corrigió – quiero poder conocer a mi hija y no sé cómo voy a recuperarles.


- El tío te enseñó a estafar – le dije sonriendo.


- Eso no me ayuda. Necesito demostrarle realmente que le amo, que haría lo que fuera por estar con ellos, por ayudarles en lo que sea.


- Deja de torturarte así, lo que hicimos ya está hecho, no podemos cambiarlo.


- Lo sé y eso es lo peor de todo.


Aquella noche ninguno de los dos estaba de ánimo ni para cenar, a mí se me había quitado el apetito al ver así a mi hermano y querría hacer algo por él pero no sabía el qué, no había nada que pudiera hacer para ayudarle con ese problema, él sólo se lo había buscado y tenía que salir del pozo en el que se estaba hundiendo.


Me quedé dormido abrazado a mi hermano. Él siempre tenía mucho más calor corporal que yo y en una noche fría como hoy agradecía que durmiera conmigo, me daba calor y seguridad. Quizá era una tontería pero tener a mi hermano cerca me ayudaba, no me sentía solo y es que me daba un poco de miedo la soledad, en realidad me aterraba.


Cuando el despertador sonó supe que tenía que irme a trabajar a la oficina y me fijé en Itachi que seguía dormido con su rostro hundido en mi cuello. Sus mejillas aún tenían las lágrimas dibujadas y supe que se habría dormido tarde llorando la pérdida. Me destrozaba verle así, pero nada podía hacer. Dejé que durmiera un rato más, no me atrevía a despertarle al verle tan hundido y demacrado.


Fui yo quien preparó los desayunos y encendí la televisión por ver algo mientras tanto, claro que lo que vi no lo esperaba en absoluto. Un periodista en Miami estaba entrevistando a Naruto que hablaba sobre sus empresas que apoyaba una nueva política que habían sacado. Le habían llamado para que contase un poco cómo iban a funcionar una gran cadena hotelera como era la suya y me di cuenta… que estaba hablando del proyecto que había llevado conmigo meses atrás, era mi idea.


Sonreí al verle en la televisión, seguía tan guapo como siempre y con esa sonrisa brillante que él tenía. Me gustaba ese chico. Busqué el mando de la televisión y subí el volumen hasta que apareció mi hermano por detrás intentando desperezarse y al igual que yo, se sorprendió de ver a un Namikaze en la televisión tras haber desaparecido tanto tiempo.


Estuvimos atento, aún tenía el mando en mi mano y me apoyé en el respaldo del sofá viendo la televisión. Itachi se había quedado estático detrás de mí observando de pie el televisor sin hacer ni un mísero movimiento. A Naruto le preguntaron por la empresa y al final… perdió la sonrisa cuando hablaron de su hermano y el problema legal, como correspondía a todo buen hermano defendió a Deidara y a su sobrina. Intentó durante el resto de la entrevista recuperar la sonrisa aunque no lo consiguió y menos aún cuando le preguntaron por los rumores de su embarazo, aquello sí hizo que abriera los ojos.


Subí el volumen de la televisión justo antes de ver cómo mi hermano también se acercaba hacia mí y prestaba atención a la noticia. Si estaba embarazado… era posible que fuera mío o quizá ya había estado con otro chico, no lo sabía, pero sé que él utilizaba métodos anticonceptivos… ¿Era posible que eso es lo que hiciera por mí? ¿Quitárselos? No podía creérmelo. Escuché cuando preguntaban por el padre pero no quiso responder a eso, supe en aquel momento que si tanto le costaba hablar de ese tema, es porque yo tenía que ser el idiota que le había dejado así.


Miré a mi hermano y una sola idea cruzó mi mente, yo no quería perder a mi hijo, no quería perder a Naruto. Lancé el mando contra el sofá y me marché a la cocina desayunando en un momento, ni siquiera me senté, me tomé el vaso del café de un sorbo y salí con rapidez en busca de una bufanda y mi chaqueta.


- ¿Dónde vas, Sasuke? – me preguntó mi hermano.


- A arreglar todo esto – le dije.


- ¿Cómo?


- Lo pienso por el camino, no me esperes hoy levantado.


- Ni se te ocurra hacer una estafa – me dijo enfadado mi hermano – me costó mucho sacarnos de ese problema.


- No voy a estafar. Quédate tranquilo, esta noche vendré con una solución. Busca un vuelo porque nos vamos a Miami.


Esa mañana estuve en la oficina trabajando, pero en cuanto salí me dispuse a ir al único que sitio que había prometido jamás volver a entrar. Mi hermano seguramente me mataría cuando se enterase de esto pero no tenía otra opción si quería recuperar el control de mi vida, si quería viajar hasta Naruto con algo en las manos y decirle cuánto le amaba, si quería devolverle la felicidad a mi hermano.


Mi mayor secreto y que sólo mi hermano conocía… es que era un gran jugador de cartas, el póker era lo mío. Nunca se lo dijimos a mi tío porque me habría llevado con él al casino para ganarle más dinero y mi hermano tenía miedo de que me gustase demasiado ganar, que no pudiera desengancharme del juego, así que simplemente… dejé de jugar y sólo practicaba en mis ratos libres de vez en cuando con él.


Entré en el casino con el dinero de mi propio sueldo y pedí las fichas para sentarme a la mesa a jugar. Empecé un poco mal las cosas como eran y es que estaba un poco desentrenado, pero cuando volví a coger el ritmo empecé a ganar. Estaba decidido y muy motivado a ir a Miami, a encontrar a los Namikaze y a disculparme si era necesario hasta lamiéndole los zapatos, pero a mí no me iban a alejar de mi hijo como le había pasado a Itachi, yo no iba a dejar que me odiasen por lo que había hecho y si podía… intentaría arreglar el problema de mi hermano en ese mismo momento, porque él lo había dado todo por mí, era hora que yo le devolviera el favor.


Cuando llegué a casa eran las seis de la mañana y mi hermano que estaba durmiendo en el sofá se despertó de golpe al escuchar la puerta. Movió la manta con la que se había tapado y se levantó con rapidez dejándome ver la preocupación en su mirada, era muy tarde y seguro que apenas había pegado ojo pensando dónde estaba.


- ¿Has visto qué hora es? ¿Dónde estabas? – me preguntó.


- Toma – le dije dándole un sobre y al abrirlo vio el dinero – es lo que le debes a Deidara. Lo he contado… está todo más intereses por el tiempo que ha pasado, hice los cálculos.


- ¿De dónde…? ¿No habrás atracado un banco, no?


- No, he estado en el casino.


- Te he dicho miles de veces que no quería verte allí.


- Era la última vez te lo prometo pero… tenía que recuperar ese dinero que nuestro tío se ganó. No puedes ir a recuperar a Deidara con las manos vacías.


- Ese chico ya no quiere saber nada de mí, aunque le devuelva todo el dinero íntegro.


- Íntegro y con intereses – le dije sonriendo.


- Quiere algo más que dinero – me aclaró – quiere que le demuestre que me importan.


- Pero en eso no puedo ayudarte, sólo en el tema del dinero, así que igual que yo tengo que ingeniármelas para recuperar a Naruto, tú tendrás que pensar algo para recuperar a Deidara. ¿Has sacado los billetes?


- Sí, salimos en unas horas.


- Genial… me voy a dormir un rato, despiértame cuando tengamos que irnos.


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