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La Estafa por Fullbuster

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Deidara Namikaze


 


Itachi se empeñó en llevarnos a la empresa Namikaze y es que quería también disculparse con Naruto. Yo aún no terminaba de fiarme de él y mucho menos de sus palabras, sabía que él siempre había tenido ese don de saber convencer con las palabras, pero luego era un grandísimo mentiroso. Aún no podía confiar en que volvería a dejarnos aunque sí admitía que me sorprendió cuando me devolvió los papeles y documentos junto con las empresas, en este caso mis restaurantes.


- Puedes llamarles si no me crees, les he dado el dinero a los del orfanato – me dijo al ver mis ojos de dudas en el coche mientras Hidan conducía.


- Te creo en eso, donde no te creo aún es en que vayas a quedarte. Tener una familia es mucha responsabilidad y seamos sinceros… tú no entiendes lo que es eso.


- Puede que no entienda lo que es ser padre ni el mejor marido del mundo, pero he cuidado a mi hermano desde pequeño, sé la responsabilidad que lleva ser parte de alguien más y querer cuidarles. Yo jamás dejaré que os hagan daño.


- El problema es que nuestro mayor daños ha venido de ti Itachi ¿Quién va a protegerme de ti? – le pregunté.


- Déjame demostrarte que he cambiado – me dijo – me pasaré la vida entera si es necesario para demostrártelo. Sólo quiero esa oportunidad.


- Pides mucho Itachi. Me has hecho daño… dos veces.


- Lo sé y estoy pensando aún cómo compensarte por ello.


No dije nada y continué mirando por la ventanilla. Al llegar a la empresa bajamos del vehículo y me dispuse a entrar hacia la empresa seguido por mi hija Ino que no quería separarse de mi lado ni quedarse mucho tiempo con su padre. Era algo normal, eran diez largos años donde no se habían visto, tendría que acostumbrarse a él si decidía continuar con esta relación… o lo que fuera que él y yo tuviéramos, porque no estaba seguro ni de lo que teníamos en realidad a parte de una hija en común.


Ino soltó mi mano saliendo corriendo hacia la entrada del edificio y le pedí que tuviera cuidado, claro que no pensé ni podía imaginarme que aquel hombre cubierto con extraña gabardina se girase hacia nosotros sacando un arma y apuntándonos. Vi a mi hija detenerse de golpe y yo ni siquiera lo pensé cuando salí corriendo hacia ella intentando evitar que le disparasen, intentando ponerme en medio. Llegué a ella abrazándola y girándola para que no le dieran y cerré los ojos esperando el disparo, pero cuando escuché el ruido del arma, no sentí el dolor. Me giré para ver a Itachi delante de mí cayendo en aquel momento al suelo lleno de sangre.


La policía del edificio salió enseguida al escuchar el escándalo y detuvieron al agresor dejándonos ver a Obito, yo ni siquiera sabía que había escapado de la cárcel y creo que Itachi tampoco. Le dije a Hidan que se llevase a Ino que sólo conseguía articular una palabra “¿Papá?”. No quería que lo viera así y Hidan la apartó del lugar mientras yo me agachaba a comprobar cómo estaba Itachi, aún tenía los ojos abiertos y alzó su mano llena de sangre tocando mi rostro.


- Estoy bien – me dijo sonriendo.


- Te han disparado idiota ¿Cómo vas a estar bien?


- Estás aquí, conmigo, estoy bien – me dijo como si fuera el día más feliz de su vida cuando era el peor.


- No seas imbécil – le dije llamando a una ambulancia y tratando de frenar la hemorragia apretando – Quédate conmigo – le pedí al ver que intentaba cerrar los ojos.


- Te quiero – me susurró – sabes que os amo.


Miraba mis manos llenas de su sangre y me daba igual, sabía que me había manchado la cara con su sangre cuando él me tocó y tampoco me importó, ahora sólo podía sentir cómo las lágrimas caían de mis ojos por su culpa, no tenía que haberse metido en medio y lo había hecho, el muy idiota me había protegido por primera vez en su vida y yo no quería que muriera, menos por mi culpa.


- No te atrevas a dejarme – le grité cuando escuché a Obito detrás de mí siendo sujetado por la policía.


- ¿Por qué te has metido tú en medio? – le preguntaba a un Itachi que perdía el conocimiento – ese crío rubio es el causante de todo, él nos delató, estoy en la cárcel por su maldita culpa, tenía que estar muerto.


Cuando la ambulancia llegó y se llevó a Itachi, yo me fui con ellos pero la espera se me hizo eterna. Le habían metido al quirófano de urgencias y reanimándolo, su corazón hacía rato que había fallado, se había detenido, no respiraba y sentía que le había perdido de verdad, que era la definitiva. Al ver salir al médico me dirigía con rapidez hacia él, pero ninguno se detenía a explicarme nada, entraban y salían con prisas, nadie reparaba en mí. Me estaban volviendo loco y al ver al único médico que se fijó en mí con cara de total seriedad y preocupación, supe que algo iba mal.


- Dios mío – exclamé empezando a llorar sabiendo a lo que venía.


- Oh no, no, no… no se preocupe, está estable – me dijo cogiéndome antes de que me cayese al suelo – lo único es que… la columna ha sido dañada por la bala, no es grave tiene recuperación, pero es posible que hasta que no empiece la rehabilitación no pueda caminar, no sentirá las piernas. Va a necesitar mucha rehabilitación para volver a caminar.


- Pero… ¿Está vivo? – pregunté.


- Sí – me dijo sonriéndome – está vivo. Puede entrar a verle. Dele un poco de tiempo, aún está sedado y seguramente no entenderá por qué no puede mover las piernas.


- Vale – le dije – intentaré explicárselo yo.


- Puede que no se lo tome muy bien, hay pacientes que reaccionan muy mal a estas noticias.


- Gracias doctor – le agradecí entrando hacia su habitación.


Caminé por el pasillo y acompañé a los enfermeros cuando sacaron la camilla con Itachi sedado. Vi cuando lo dejaron en su cama colocándole las cosas y me senté en un sillón de allí a esperar a que la anestesia dejase de hacer efecto. Tardó algo más de media hora pero cuando empezó a abrir los ojos lo primero que hizo fue sonreír al verme allí preocupado.


- ¿Tan preocupado por un cretino como yo? – preguntó y no le pegué en aquel momento por respeto a que estaba enfermo.


- Eres idiota, me has dado un susto de muerte.


- Espero que no, porque me he puesto en medio para que tú no murieses precisamente.


- Imbécil – le dije y sonrió.


- Me encanta cuando me insultas.


- Eres un… - traté de hablar cuando él se incorporó levemente cogiéndome por la nuca y atrayéndome hacia él me beso con pasión obligándome a callarme.


Sentí como la presión que había estado teniendo en el corazón durante todo este tiempo desaparecía al verle sano y salvo, al verle vivo. No podía negar que seguía teniendo estos malditos sentimientos por él y que ansiaba sus labios, seguían siendo tan dulces, tan pasionales, tan malditamente atrayentes que no me dejaban olvidarle cuando era lo que deseaba. Sabía que yo le pertenecía desde la primera vez que le vi en aquel instituto y no había podido olvidarle pese a que lo intenté de todas las maneras.


- ¿Cuánto tiempo tengo que quedarme? – me preguntó.


- Bastante – le dije – verás…


- Deja que me levante al menos y estire las piernas.


- No puedes – le dije mientras una lágrima me caía – no puedes levantarte… la bala rozó tu columna, tus piernas…


- ¿Estoy paralítico? – preguntó asustado.


- Dicen que con rehabilitación quizá vuelvas a caminar, que tienes muchas probabilidades de ponerte bien pero… vas a necesitar mucho tiempo.


- Si te quedas a mi lado, me da igual el tiempo Dei – me dijo ruborizándome.


- No me iré a ningún lado – le dije sonriendo – pero no quiero tampoco que tú te largues dejándonos de nuevo. No permitiré que destroces a nuestra hija. ¿Queda claro?


- Perfectamente – me dijo sonriendo – porque vosotros sois mi familia, no pienso irme a ningún lado sin vosotros.


 


 


Dos años después:


Besaba a Itachi con pasión en la cama del hotel. Nos habíamos venido de vacaciones toda la familia a las paradisíacas playas de Australia, al hotel donde se conocieron por primera vez Sasuke y mi hermano Naruto. Yo sabía de antemano que Sasuke iba a proponerle matrimonio a Naruto y quería hacerlo en el lugar donde se conocieron, pero mi hermano era un poco distraído para todas esas cosas y aún no se había percatado de nada, creía que eran unas simples vacaciones.


Ino se había ido con todos a la piscina y menos mal… porque así me dejaba a solas con Itachi. Sus piernas aún no estaban del todo recuperadas, aún tenía que ir algunos días a rehabilitación y pese a que caminaba con bastón, al menos había vuelto a caminar.


Itachi trató de colocarse encima de mí pero yo con una gran sonrisa lo evité volviendo a conseguir que su espalda tocase el colchón. Sabía cuánto odiaba sentirse controlado y dominado, pero a mí me gustaba demostrarle que no siempre podía salirse con la suya, yo también podía dominar la situación. Aproveché que no podía moverse mucho para colocar sus manos una a cada lado de su cabeza y sujetándolas con firmeza me agaché nuevamente para besarle con cierta impaciencia.


Estos dos años con Itachi habían sido perfectos, se acabaron sus estafas, trabajaba conmigo en el restaurante, íbamos los fines de semana al orfanato a entregar comida, ropas y lo que hiciera falta, Ino le había cogido un gran cariño, tanto… que ahora me costaba hasta separarle de él pero eso me hacía feliz, poco a poco Itachi fue ganándose el sitio que siempre le había correspondido.


Metí las manos bajo su camiseta, tantas veces lo había hecho desde su accidente. Salió tan convaleciente que apenas podía hacer nada, yo tuve que ayudarle a prácticamente todo y el sexo con él aunque me encantaba, también era cierto que habíamos empezado a disfrutarlo hacía poco tiempo debido a que Itachi no podía mover sus piernas, casi un año se pasó sin apenas poder moverse. Era yo quien lo hacía todo.


- Déjame arriba – escuché que susurraba contra mis labios – sabes que ya puedo moverme, no tienes que hacerlo tú todo Dei – comentó como si me leyera la mente.


- No estás para moverte aún – le dije.


- Dei… llevo dos años así, créeme que puedo moverme perfectamente y lo sabes.


- Está bien – le dije al final sonriendo dejándome caer hacia un lado.


Dejé por primera vez en mucho tiempo que Itachi tomase el control de la situación. Se colocó encima de mí metiendo sus manos bajo mi camiseta y tocándome el pecho centrándose en mis pezones momentos antes de meter hasta la cabeza movido por el placer y la excitación. Se centró en succionarlos, lamerlos y morderlos con suavidad.


Se le notaba desesperado y la verdad es que yo tampoco podía dejar de reír con él, por fin sentía que había encontrado a esa persona con la que era feliz, con la que iba a ser feliz. Siempre pensé que me casaría con Hidan tras diez largos años de relación y aquí estaba… con Itachi, el padre de mi hija. Nunca pude imaginar que mi primer amor sería mi último gran amor después de todo el sufrimiento y las batallas que habíamos tenido que enfrentar.


Itachi entre risas también aprovechó a bajarme el pantalón. Metió sus dedos en mi boca pidiéndome que los lubricase y cuando estuvieron listos, los introdujo en mí con mucho cuidado y delicadeza. Cada día disfrutaba más de mis relaciones sexuales con Itachi y sabía que sólo con él deseaba estar, él era quien movía todo mi mundo.


Entró en mí despacio y no se detuvo hasta que estuvo completamente dentro de mí fundiéndose conmigo, jadeando con suavidad pero con esa voz tan varonil que él tenía y que a mí me encantaba. Apenas tardé en correrme cuando acarició mi miembro y él tampoco tardó mucho al escucharme gemir salvajemente por sus movimientos, por el placer que recibía.


Aquel día… llegamos muy justo para ver como Sasuke pedía matrimonio a mi hermano y es que habíamos estado tan ocupados encerrados en nuestra habitación, que ni siquiera tenía en mente a mi hermano y su compromiso. Al final… fijaron la fecha para dentro de unos seis meses mientras organizaban los preparativos y al ver a la hija de Sasuke, Yumiko salir corriendo tras Ino, me di cuenta… que nuestra familia crecía y yo… aún no le había contado lo más importante a Itachi… volvía a estar embarazado.


Le miré y sonreí viendo cómo él sonreía junto a mí. Esta noche se lo contaría todo y estaba convencido… que me apoyaría en todo, él estaba deseando ser padre de nuevo, serlo a tiempo completo. Puede que no estuviéramos casados, puede ser que decidiera pedírmelo cuando le dijera que estaba embarazado… pero a mí me daba igual no estar casado, no tener ese papel… porque tenía lo más importante, a mi hija, a Itachi, a mi hermano… mi familia. Ahora tenía una verdadera familia y no podía ser más feliz de todo lo que me ofrecía ahora la vida.


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