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La Estafa por Fullbuster

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Sasuke Uchiha


 


Había conseguido el trabajo de masajista en el hotel propiedad de la familia Namikaze y no había sido nada fácil. Primero falsifiqué el título porque no había estudiado absolutamente nada de masajes, pero tampoco podía ser tan complicado dar masajes ¿No? Supongo que con dejar al cliente más o menos contento suficiente y necesitaba acercarme a ese Namikaze como fuera.


En segundo… tuve que eliminar a la competencia, claro que hacerles daño no era una opción factible, al menos no mucho daño. A algunos les mentí haciéndome pasar por el gerente del hotel con mi chaqueta bien arreglada y la placa identificativa en la solapa para decirles que el puesto ya había sido ocupado. A otros simplemente engañándoles y diciéndoles que era en otro lugar y por último… a los pocos que me quedaron, los encerré en un cuarto de la limpieza. Cuando salió el verdadero gerente a hacer las entrevistas, sólo estaba yo. Claro que me dieron el puesto.


Supongo que el gerente no entendía cómo a un puesto de trabajo podía presentarse únicamente una persona pero a mí me daba igual, el puesto era mío y lo conseguí. Empecé a trabajar pronto, unos días antes de que la familia Namikaze hiciera su aparición por el hotel donde pasarían sus vacaciones. En esos días estuve buscando información referente a Minato, se supone que debía seducirle y conseguir que quisiera casarse conmigo para que Itachi pudiera hacer su papel ligando y conquistando a Minato, aunque realmente sólo necesitábamos pillarlo en una infidelidad, Itachi tenía la parte más divertida… intentar que aparentase que había tenido relaciones con él o tenerlas directamente si la cosa se complicaba.


Todo era perfecto hasta que descubrí la peor de las noticias, Minato Namikaze, gran empresario de la cadena hotelera más extensa del mundo… había decidido pasar todas sus empresas a las manos de su segundo hijo Naruto Namikaze mientras se lanzaba a ayudar a su primogénito con un nuevo proyecto de restaurantes.


A mí me daba igual seducir al padre o al hijo pero Obito no estaba de acuerdo con la idea, dijo de buscar otros candidatos en cuanto se enteró que era Naruto el nuevo propietario. Itachi y yo nos miramos en el sofá extrañados.


- Puedo hacerlo – le dije muy seguro de mí mismo.


- ¿Sin enamorarte? – me preguntó mi tío.


- Por supuesto yo nunca me he enamorado de ninguna víctima de nuestras estafas.


- Te sacaban más de treinta años Sasuke, ni siquiera les veías atractivos. Siempre hemos buscado a los más débiles, Minato aún podría ser algo más o menos fácil para vosotros, pese a que es inteligente también es muy confiado y por lo que comentan las lenguas una buena persona que trata de ayudar a los demás, os ganaríais su confianza enseguida con vuestros truquitos pero otra cosa es su hijo.


- No sé cómo es el mayor, apenas lo describen – le dije – pero venga ya… hablamos de su segundo hijo, prácticamente acaba de salir de la carrera universitaria, es un chiquillo que no ha probado nada del mundo, en cuanto me cruce en su camino puedo hacer que caiga a mis pies, es inocente y confiado.


- En eso tiene razón – me defendió mi hermano.


- ¿Conseguirías casarte con él en menos de tres meses? – me preguntó Obito.


- No lo sé, pero quiero intentarlo. Déjame hacerlo.


- ¿Podrás seducirle para que le sea infiel a su futuro esposo? – le preguntó hacia mi hermano.


- Sí, haré lo que sea ya lo sabes. Conseguiremos al menos la mitad de todo su capital.


- De acuerdo, os doy permiso para ir a por Naruto pero si alguno de vosotros empieza a enamorarse o siente mínimamente algo… este plan se termina ¿Estáis de acuerdo?


- Sí – le dijimos al unísono.


- Y tú sigue con la estafa inmobiliaria hasta que sea tu turno para seducir a Naruto, veamos como Sasuke se ocupa de momento de seducirle – le dijo a mi hermano.


- Claro – comentó mi hermano retirándose para irse a trabajar.


Me marché a trabajar como todos los días y cuando me marchaba tras acabar mi jornada, uno de los compañeros me preguntó si me apetecía ir a tomar algo al bar del hotel, así que acepté. Fue allí cuando me enteré que los Namikaze llegaban mañana y que les iban a hospedar en la suite presidencial. Seguramente Naruto estaría dando vueltas por el hotel para comprobar las instalaciones y esa oportunidad yo no podía desperdiciarla, tenía que aprovecharla bien y darme a conocer, seducirle antes que otra persona se me adelantase, pero tenía que buscar una forma para que él viniera corriendo hasta mí.


Había buscado todo lo posible de él, toda la información y sabía que era un chico confiado, un chico alegre y extrovertido pero también lo habían sobreprotegido demasiado. Ese chico desenvolviéndose solo no duraría ni dos días, se aprovecharían de él, nunca había tenido ni un novio y era mi oportunidad para mostrarle lo que era tenerlo, para ligar con él. Nunca le habían hecho daño y eso hacía que fuera muy confiado con la gente, no sospecharía de mis intenciones, era un punto bueno que tenía a mi favor, pero tenía que aprovecharlo al máximo.


Aquella noche cuando llegué al hotel Obito no estaba por la habitación. Supuse que se había marchado al casino a gastarse el dinero de nuevo y suspiré, estaba un poco cansado de estafar a todo el mundo y quedarnos siempre con el dinero justo para sobrevivir por culpa de las deudas de juego de mi tío, pero también era cierto que cuando nuestros padres fallecieron, él fue el único familiar que se hizo cargo de nosotros, se lo debíamos, nos cuidó y nos ayudó.


Me tiré en la cama intentando dormir, mi hermano tampoco estaba y seguro que intentaba estafar a alguien, es lo que habíamos aprendido en todos estos años… sólo a estafar. En el colegio y el instituto ya lo hacíamos, Obito nos preparó desde muy pequeños, más a mi hermano ya que decía que él tenía un talento natural, supongo que ahora le gustaba demasiado, tanto… que se había convertido casi en un reto para él encontrar a una persona capaz de frenar sus artimañas, nadie lo hacía, todo el mundo caía en sus engaños. Empezaba a aburrirse y eso era un problema para él. Mi hermano siempre tenía la cabeza en mil sitios y le gustaba de verdad encontrar problemas para resolverlos, nadie le daba problemas ya.


Me dormí enseguida y ni siquiera escuché cuando llegó mi hermano, debió de venir tarde. Abrí los ojos cuando sonó mi despertador para ir a trabajar y supe que hoy sería un gran día, Naruto Namikaze llegaba hoy al hotel, en realidad… ya debía estar por su habitación y seguro que bajaría a la recepción a por algo. Decidí levantarme rápido y arreglarme. Al pasar por la habitación de mi hermano le vi durmiendo, seguro que hoy también tendría un duro día de trabajo con ese proyecto de la inmobiliaria que llevaba.


Bajé a desayunar al bar y no dejé de mirar hacia recepción hasta que vi aparecer a ese chico rubio que preguntaba algo en el mostrador al chico castaño que intentaba contestarle con una sonrisa pese a que se le veía algo nervioso, no era para menos, Naruto era el dueño de todo esto, nuestros trabajos dependían de ese chiquillo.


Me acerqué con rapidez y cuando se dio la vuelta me choqué contra él metiendo la mano en su bolsillo hasta encontrar su cartera y quitársela. No quería robarle eso estaba claro… sólo quería que tuviera que buscarme. Había leído bien su ficha, era un chico amable y educado, vendría enseguida a darme las gracias por recuperarla, era simplemente un chico demasiado inocente que no esperaba encontrarse con alguien como yo, no sabía dónde lo estábamos metiendo con este simple gesto.


En cuanto se marchó caminé un par de pasos y luego volví a la recepción fingiendo que me la había encontrado. Le pedí al chico que guardase la cartera y se la devolviera cuando viniera a por ella. En cuanto se diera cuenta que no la tenía iría corriendo a buscarla y al enterarse que fui yo quien la recuperó vendría a buscarme sin tener que hacer nada. Todo saldría perfecto con ese chico.


Me encontraba despidiéndome ya de uno de los clientes cuando me encontré a Naruto en la puerta esperándome y la recepcionista me indicó que tenía a un cliente esperando pero sin cita. Le dije que no pasaba nada y como mi jornada había finalizado le pedí a Naruto que entrase, seguro que le hacía falta un masaje por el estrés que le había causado por lo de su cartera.


No tuvo reparos en entrar pero sí me di cuenta de lo tímido que parecía cuando asomó aquel sexy sonrojo en sus mejillas al decirle que debía desnudarse. Claro que si pensaba que mis manos se quedarían quietas sin tocar ninguna de sus zonas erógenas lo tenía apañado, claro que iba a tocarle y además haría que regresase por más, que le gustase tanto que quisiera volver a verme.


No hacía estas cosas al resto de clientes, pero él era especial, era mi víctima y acabaría teniendo su dinero a mi alcance, este hotel podría ser mío si jugaba bien mis cartas. Una vez se calmó y empezó a relajarse, es cuando decidí meter un poco más la mano hasta sus nalgas apretándolas con cuidado mientras él pedía explicaciones del motivo por el que le estaba tocando el trasero. Le dije que haría lo que él quisiera y acabé masajeando su miembro mientras él gemía o intentaba al menos callar esos leves gemidos que desprendía.


Se corrió en mi mano y sonreí, este chico sería fácil de conquistar, demasiado inocente, demasiado confiado. No sé qué miedo podía tener mi tío con este chico. Reconocía que era guapo y que me excitaba su cuerpo y sus jadeos pero nada más, yo no conocía el amor y lo que sabía de él es que era un asco, era mejor no enamorarse.


Le di mi tarjeta a Naruto y le indiqué que se pasase cuando necesitase relajarse. Seguramente volvería, un chico con tanta inexperiencia volvería seguro a probar más cosas y yo estaría ahí para aprovechar el momento mientras su padre el sobre protector jugaba a los restaurantes con el primogénito.


Al volver a la habitación del hotel, mi tío estaba discutiendo con mi hermano sobre alguien y me extrañó.


- ¿Qué ocurre? – pregunté.


- Tu hermano se ha vuelto completamente loco, quiere apostar por seducir al primogénito Namikaze.


- No puedes hacerlo – le dije casi gritando – Naruto es nuestra presa, ya he comenzado el plan.


- Tiene una gran fortuna – me dijo mi hermano.


- Es arriesgado llevar dos trabajos a la vez. No puedes seducir a Naruto mientras intentas acostarte con su hermano mayor, te pillarán jugando con ambos y es un riesgo. ¿Cómo conseguirías casarte con Deidara? Serías tú el que le sería infiel con Naruto y la fortuna se iría.


- Buscaré alguna forma de no arriesgar la situación.


- No hay forma, renuncia a Deidara ahora mismo – le dije – no puedes intentar seducir a dos hermanos.


- ¿Es un reto?


- Déjate de retos, sé que te encantan. Dime el verdadero motivo para ir tras ese chico.


- Me ha desafiado y me destapó dos estafas de golpe. Dos de mis trucos descubiertos por ese niñato, tengo que enseñarle que soy mejor, le demostraré que puedo engañarle.


- ¿Es sólo por eso? No seas infantil Itachi y cíñete al plan. Te necesito con Naruto.


- Está bien – me dijo a regañadientes.


- Renuncia a Deidara – le repetí.


- Qué sí… renuncio a él – me dijo enfadado metiéndose a su cuarto.


A la mañana siguiente fui a trabajar y cada vez que dejaba a un cliente en la salida, miraba la sala de espera esperanzado de ver resultados en mi brillante plan, pero Naruto no aparecía. Finalmente a última hora apareció justo cuando mi trabajo iba a acabar.


- Tú de nuevo – le dije sonriendo y él sonrió – Debo tener unas manos brillantes.


- Supongo que sí – me dijo.


- Vamos… entra y te daré un buen masaje.


 


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