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La Estafa por Fullbuster

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Itachi Uchiha

 

 

 

Tenía un buen negocio entre manos hoy, iba a estafar a una pareja comentándoles la buena inversión que era comprar una casa aquí en la Costa Dorada… claro que la casa no era mía, iba a darles unos documentos falsos y luego que se apañasen con los dueños de la casa cuando se encontrasen. Era un plan brillante y para ello vestía con un elegante traje intentando aparentar ser un serio comercial en el sector inmobiliario. Esto iba a salir rodado.

 

La pareja a la que iba a venderle la casa entró por el restaurante con sus elegantes ropas y me levanté para saludarles con una gran sonrisa. Saludé tendiéndoles la mano y la cogieron con fuerza antes de sentarte también sonriendo. Ellos estaban felices por ir a comprar la casa, ya se la había enseñado claro que había tomado prestadas las llaves y la enseñé en las vacaciones de sus dueños legítimos, no era tan idiota. Las llaves fue fácil conseguirlas, trabajé allí durante un tiempo haciéndome pasar por jardinero y limpiador de piscinas, una tontería con tal de hacerme con las llaves.

 

Sasuke se había metido como masajista y todo para intentar seducir a Naruto, el hijo primogénito de los Namikaze, al menos el biológico, porque tenían un hijo mayor aunque adoptado, un tal Deidara Namikaze.

 

Nuestro objetivo habría sido Minato Namikaze, pero… ¿Cuál fue nuestra sorpresa al descubrir que acababa de pasar todos sus bienes hoteleros a las manos de Naruto? A mí tío no le gustó la idea, de hecho dijo de ir a por otro objetivo, eso de que fueran chicos jóvenes no le convencía, pero Sasuke y yo nos revelamos y acabamos aceptando ese objetivo, los Namikaze eran demasiado suculentos para dejarlos escapar.

 

La verdad es que no nos interesaba mucho el hijo adoptado aunque tenía una gran fortuna. Habría sido un buen candidato, pero preferíamos centrarnos en uno solo, aliar fuerzas y arrebatarles todo lo que tenían. Empecé a explicar cómo efectuaríamos la venta y cuando decidieron tomarse un rato para pensar, me quedé allí sentado en la mesa preparando mi comida gratuita en este elegante restaurante. Puse unos cristales en la comida como era algo habitual… bichos o cristales, cualquier cosa que pudiera herir la reputación del restaurante y grité sorprendido por el suceso.

 

Ambos clientes vinieron enseguida a ver qué ocurría y ya prácticamente tenía su firma mientras el camarero retiraba el plato cuando llegó ese chico rubio, creo que el director del local y creí que venía a decirme cuánto lo sentía, pero me equivoqué. Se disculpó por los cristales, comentó que nunca les había ocurrido y luego pidió que me vaciase los bolsillos. Me sentí un poco pillado y más cuando miró las fotografías de la casa que iba a vender y dijo que era la suya y no estaba en venta. Tenía ya el bote de cristales en mi mano cuando les vi a todos mirarme con inquisición por lo que tuve que salir corriendo de allí siendo perseguido por los guardias. Era la primera vez que un plan me fallaba y más por un chiquillo rubio casi afeminado como ese.

 

Me escapé por pelos del guardia pero tenía una idea en la cabeza… se iba a enterar ese chico rubio de quién era yo, me había arruinado dos planes de golpe, comer gratis y sacarles todo el dinero a esa pareja que compraría la casa.

 

Me esperé fuera del restaurante hasta prácticamente la noche y es que quería pillar a ese chico solo. Se iba a enterar de quién era yo, me había destrozado un brillante plan y cuando le vi salir cerca de las once de la noche, me acerqué a él sigilosamente y le seguí por el desierto parking hacia su vehículo. Llevaba las llaves en la mano y fue a abrir su coche cuando yo le abordé colocándole la mano en la boca y dándole la vuelta dejando su espalda contra el coche.

 

Al principio se sobresaltó bastante y forcejeó contra mí, en cuanto me vio pareció relajarse de golpe y aparté mi mano para comprobar que efectivamente… estaba sonriendo.

 

- ¿Por qué sonries?

 

- Venga ya… no vas a hacerme daño.

 

- ¿Y tú qué sabes?

 

- Lo sé, eres un estafador pero dudo que seas un asesino – me comentó – ¿Qué puedo hacer por ti? – preguntó con tranquilidad y aquello me sorprendió.

 

- Tú… me has arruinado un gran negocio y me lo debes.

 

- Yo no te debo nada, intentabas estafar a esa pareja y te ha salido mal.

 

- ¿Cómo sabías que no era una casa en venta? No me sueltes el farol que te has marcado ahí dentro de que es tu casa porque no es cierto.

 

- Cierto, no lo es – me dijo.

 

- ¿Entonces?

 

- De un muy buen amigo y estoy convencido de que no vendían la casa. Ahora déjame en paz, estoy cansado y quiero volver a mi casa.

 

El chico rubio trató de abrir la puerta para subirse al coche pero yo volví a cerrársela en cuanto abrió un centímetro la puerta. No iba a permitir que se marchase así sin más.

 

- ¿Cómo sabías lo de los cristales? – pregunté.

 

- Lo intuí – me dijo – venga… un chico tan formal como tú, vendiendo casas ajenas y de repente aparecen cristales en la comida cuando nunca hemos tenido esa clase de problemas, no… cantaba mucho encanto – me dijo.

 

- Todos los restaurantes cuelan en esa jugada ¿Por qué tú lo sabías?

 

- Porque no utilizamos cristal – me dijo y me sorprendí – lo sabrías si hubieras mirado bien las mesas, no hay ceniceros de cristal, son de cerámica, las copas… es el único cristal que tenemos y estaban todas intactas en tu mesa, revisé toda la cocina antes de venir, ni siquiera guardamos el cristal dentro de la cocina así que era imposible que se cayera en el plato. ¿Puedo marcharme ya si has terminado de interrogarme?

 

- Tú nombre – le pregunté y él sonrió.

 

- Deidara, Deidara Namikaze – me respondió y me quedé alucinado, era él el hijo adoptado de Minato Namikaze.

 

Me quedé sorprendido de aquello, tan paralizado que dejé que se marchase. Sé que había prometido no involucrarme con ese chico, que sólo nos centraríamos en Naruto pero… no podía permitir que se me escapase ese chico, tenía que demostrarle que él no era tan inteligente como se creía, yo podía estafarle pese a que me había demostrado antes que no caería fácilmente en mis trucos. Quizá eso lo hacía más interesante y sonreí. Este chico iba a darme guerra y guerra… es lo que más deseaba yo en este momento.

 

Me fui al hotel sonriendo y es que esto sería un juego interesante, al menos sabiendo quién era podía localizarle con cierta rapidez. Sabía hasta en el hotel que se hospedaban y siempre tenía a mi hermano para poder sacar información a su victima. Creo que me iba a divertir mucho con ese chico y más cuando cayese en mi estafa y le dejase sin nada.

 

Llegué al hotel y abrí la puerta de mi habitación encontrándome a Obito allí frente a mí. Estaba en albornoz, seguramente se habría duchado y me miró extrañado cuando me vio pasar hacia mi habitación.

 

- Itachi… ¿Y el dinero? – preguntó.

 

- No hay – le dije serio – un tipo rubio se metió en medio y me arruinó la estafa. Pero haré otra, te lo prometo.

 

- ¿Un tipo rubio?

 

- Deidara Namikaze, director del restaurante dónde estaba haciendo la estafa. Tendré que buscar otra cosa.

 

- Y rápido, nos quedamos sin dinero – me dijo y me quedé sorprendido.

 

Ganábamos mucho con las estafas, pero mi tío tenía un serio problema con el juego, se lo gastaba todo en esas dichosas máquinas y en el casino. Estaba un poco cansado de estar ganando dinero y arriesgando mi cuello para ir a la cárcel para que él se lo gastase todo. Sasuke y yo éramos al final los únicos que nos arriesgábamos.

 

- Deberías hacer algún trabajo también – le dije.

 

- ¿Yo? Vosotros me debeis mucho ¿No lo recuerdas? – me gritó cogiéndome del cuello de la camisa – os di un hogar cuando fallecieron vuestros padres, os alimenté, os cuidé, os di ropa y una familia, os enseñé un oficio y ahora que os pido que me ayudéis en algunos trabajos… ¿vas a negarte? – me preguntó.

 

- No – le dije sabiendo que era cierto, había hecho mucho por Sasuke y por mí. Podríamos estar en la calle si él no nos hubiera recogido – está bien, pero iré a por Deidara Namikaze.

 

- No – me dijo rotundamente – es joven, inteligente, es atractivo… puede salirte muy mal la jugada. Sé cuánto te emociona jugar y estafar Itachi, ese chico está alerta, sabe que eres un buen estafador y es un desafío para ti, es demasiado atrayente, caerás en su red.

 

- Yo nunca me he enamorado ni lo haré si ese es tu gran miedo. Puedo estafarle, llevarme todo su dinero.

 

- Está bien, pero si empiezas a enamorarte abandonas ese trabajo y lo mismo va por tu hermano, díselo cuando llegue.

 

Me di una ducha y pensé en aquel joven, sí que era cierto que nadie me había pillado ninguna trampa y él había adivinado dos, era un chico inteligente y que no me tenía miedo, me había plantado cara cuando fui a empotrarle contra su coche. Era interesante y empezaba a obsesionarme con vencerle en esta guerra de estafas. Conseguiría engañarle, aunque sólo fuera una vez, le engañaría, eso me lo había propuesto.

 

Esa mañana al levantarme, Sasuke se había marchado y yo decidí ir al hotel a encargar un pequeño yate, algo no muy grande pero que pudiera ver por la costa las mansiones que había. También había estafado el barco diciendo que quería comprarlo y que quería dar una vuelta en él, claro que pensaba devolverlo y decir que no me gustaba. El propietario había decidido venir conmigo y me explicaba cosas que no me interesaban de su barco.

 

Al pasar por la mansión que estuve a punto de vender y llevarme una buena cantidad, me quedé mirándola fijamente hasta que vi aparecer a Hidan, el dueño de la casa que me había contratado como jardinero y que salía en bañador hacia la piscina. No fue aquello lo que me dejó anonadado, sino el hecho de ver a Deidara tras él también en bañador con su cabello rubio recogido en una coleta y sonriendo mientras se acercaba seductoramente a Hidan y éste le devolvía la sonrisa. Creo que eran pareja o amantes, no estaba seguro, pero empezaba a entender por qué conocía Deidara esa casa. Esto se complicaba cada vez más.

 

Por lo menos tenía el trabajo asegurado, seguía de jardinero en esa casa y si Deidara no había hablado con Hidan yo mantendría mi trabajo. Lo único que me sentó mal, fue ver como Deidara besaba con pasión a Hidan y le empujaba entre risas a la piscina mientras Hidan lo cogía bien y lo tiraba con él. Jugaban y sé que tenían una relación o algo… algo que yo no estaba dispuesto a permitir que siguiera, tenía que conquistarle, estafarle y quedarme su dinero. 

 

 


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