Mi más grande pecado... Mi redención
Desde pequeño el basket fue mi más grande pasión, peleando con adversarios cada vez más fuertes y llevándome hacia límites insospechados.
Pero de repente me topo con una enorme pared, no hay pasión en nadie, y una frase se instala en mi cabeza —El único que me puede vencer, soy yo mismo—
Ni siquiera supe como fue que la soberbia de repente hizo parte de mi vida. Y fue así como me fui alejando de aquello que alguna vez me dio felicidad, primero faltando a las prácticas, y luego faltando a partidos importantes.
De que me servía ir, si ni siquiera se esforzaban, y tampoco me detuvieron de hacer, lo que pensaba que estaba bien.
Y así fue, como la pereza fue tomando gran parte de mis horas, acostado sobre la azotea, leyendo la revista de Mai-chan y sin preocuparme por nada más, ni mis notas, ni mi futuro. Yo era tan bueno que no valía la pena esforzarme, ¿Para qué esforzarme si no hay nadie mejor que yo?
Muchos de mis amigos siguieron adelante con sus sueños, incluido él, Kise, y aunque no lo diga, él es una gran parte de mi motivo para mejorar, de mi motivo para sonreír, si él se esfuerza, quiero esforzarme tres veces más, más la soberbia me cegó, y ni siquiera pude ver sus intentos por alcanzarme, y quizás, sólo quizás, sobrepasarme.
Y así fue como, sin entenderlo, caí en mi propia tortuta, odiar algo que me apasionaba y abandonar a aquellos que realmente quería, ni siquiera las torturas que quizás reciba en algún círculo del infierno se comparan con el dolor interminable del cual soy presa.
Ni la rueda, ni estar enterrado en fango con serpientes mordisqueando mi rostro, odiar algo que amas, es más duró, que cualquier otra cosa.
Y como siempre, hui, pensando que quizás, la verdad no me alcanzaría. Más no fue así. La Winter Cup llegó, y por primera vez en largo tiempo, fui vencido, y todo llegó como un golpe, lo que perdí por la soberbia. Ya no era nadie, me han vencido y ni siquiera el esfuerzo que pense que era ilimitado, me ayudó.
Seirin ganó, y le desee lo mejor a Tetsu y hasta a Bakagami. Debía encontrarme, pero no sabía ni como empezar, la derrota... Fue apabullante.
El tiempo paso, y de repente fui llamado para rehacer la generación de los milagros, debíamos darles una lección a unos estadounidenses, que nos insultaron con palabras mordaces, diciéndonos monos, entraría a la zona y les daría una lección. Y... Ahí estaba él, como siempre sonriente y animado, al verlo entrenar pude ver la enorme fuerza y pasión, que se que nos separa.
Ya no tengo eso que me identificaba, soy sólo un ser vacío, ni siquiera poseo esa luz de la que alguna vez me enorgullecí, ¡Ja! Que hago con pensamientos negativos, no soy yo, demostraré mi fuerza, y quizás, encuentre la luz, que yo mismo oculte.
El resultado, una victoria por 3 puntos, Kise se lesionó después de utilizar su copia perfecta, añadiendo que entró a la zona, h me siento feliz, no por la victoria, sino que aunque él no lo seoa, al fin me ha sobrepasado y ahora, quiero alcanzarlo, para estar siempre a su lado.
—Kise— le dije —Felicidades—
Él no dijo nada, más su mirada habló por él, me fui. Escapando cual vil cobarde, aún debía expiar a mis demonios, u ezgoy seguro, que cuando al fin lo logré... Volveré por él.
Fin.