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Dinastía de amor. por Zkatlmjx2

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Notas del fanfic:

ONESHOT:

 

ADAPTACIÓN DE MI OTRO O.S EN MI CUENTA

(Es decir, me pertenece)


AQUADREAMS

Notas del capitulo:

No tengo mente para nada más, aquí otro Oneshot LUMIN/XIUHAN.

 

<3

Nos encontramos ubicados en el año 180 a.c de la dinastía Han. En un enorme castillo con techos de puntas arqueadas y con obras maestras sublimes se encontraba un joven príncipe llamado Lu Han (Hijo de Lu Ying y Han Qiao) el cual era demasiado agraciado en su imagen, Luhan era guapo; todo lo que cualquier princesa o príncipe desearía, pero sabían que aquel príncipe estaba demasiado lejano, ya que él era bastante rígido y no cedería fácilmente por nadie, y principalmente porque él se creía superior que todos esas “pequeñas altezas”. Mientras disfrutaba de su té negro, admirando la vista hacia las montañas nevadas, lejanas a dónde él estaba arrodillado sobre el suelo, y encendía pequeños sahumerios para sí mismo, le relajaban un poco.

La puerta tapizada con papel de arroz y finas varillas de madera se desliza por el carril, golpeándose con el final de la puerta, aquella acción provoco que su relajación se viera interrumpida, chasquea su lengua y voltea pudiendo ver a una de las empleadas formando una reverencia de cuerpo completo, en muestra de gran respeto hacia él.

— Joven Luhan…— Susurra con voz suave, para ver si el príncipe la dejaba continuar con su mensaje.

— ¿Qué sucede? — Cuestiona él, en un tono bastante despectivo hacia la simple empleada. Sus padres estaban orgullosos de él y de su altanería con el mundo entero (A excepción con sus progenitores, ellos eran semidioses para Luhan)

— Sus posibles Yiji están en el salón, esperando a por usted — Anuncia, sin deshacer aquella reverencia ante su prócer, mostrándole lealtad a él.

Con pesar se levanta del suelo de madera recubierto por tatami, y acomoda su Shenyi y camina hacía la salida de su recamara, luego de que Luhan se alejara unos metros la sirvienta se levanta de su posición para próximamente caminar con ambas manos entrelazadas delante de su cuerpo, y andar  a un paso corto con su cabeza gacha. El príncipe se detiene unos metros antes de la puerta, y la mujer con su pose inicial se dirige allí, se hinca en el suelo y desliza la puerta para su superior dejando ver seis mujeres sentadas sobre sus rodillas, con la espalda recta y su cabeza hacia abajo, no tenían derecho de verle hasta que él lo indicara.

— ¿Estás son las mujeres a las cuales casi obligamos a que tomaran el puesto? — Susurra tomando asiento sobre un cómodo almohadón. Desvía su mirada hacía la muchacha de servicio la cual asiente. — Demasiado flacas…— Musita lo suficientemente alto como para que las féminas le oyeran. Afila su mirada a todas y cada una de ellas. — Mh, primero que nada debemos ver sus habilidades…porque sin importar la situación deben de ser buenas en todo. Relatar buena poesía, canto armónico, tocar algún instrumento y ser buenas anfitrionas en las ceremonias de té, entre más.

Delante de cada muchacha había una pequeña mesa con todo lo necesario para preparar un buen té, el siguiente paso era servirlo de la forma adecuada.

Las mujeres tenían una perfecta y deliciosa sincronía en lo que hacían, sin dudas sería un problema más adelante para él rechazar alguna. Enarca una de sus cejas al ver que una de las muchachas había abandonado sus acciones, quizá entró en pánico y no sabía realmente que hacer.

Se levanta de su asiento, y las muchachas nunca dejaron de hacer lo que hacían, se dirige hacía el último lugar, dónde se encontraba esta chica de pestañas pobladas y mirada felina. Se arrodilla frente a ella mirándola escrutadoramente, y ahora que podía observarle bien pudo notar que su pálida piel era natural y esos rosados labios no tenían tinte alguno. Relame sus labios y baja su mirada hacía la taza de té, que para su sorpresa estaba pulcramente servido. Una ladina sonrisa se posa sobre sus labios.

Luhan ya había elegido.

Las siguientes pruebas no habían sido para nada complejas, o al menos para la elegida, que lo hacía más que bien, o al menos eso pensaba Luhan…le tenía completamente hipnotizado.

— Fei, por favor ya sabes que hacer ¿verdad? — Añade el mientras que la sirvienta asentía y se acercaba hacía la muchacha que escogió. La mujer se arrodilla frente a ella y realiza una reverencia; un pequeño e insignificante ritual de aceptación.

— Dinos tu nombre — Menciona Fei.

— Xiu min, hijo de Xiu Hu — Menciona alzando su mirada hacía la muchacha, la cual esboza una sonrisa divertida, pues lo había pasado completamente por desapercibido, había oído de yijis masculinas, pero no se daban mucho; generalmente eran omegas obligados a trabajar como yijis ya que  usualmente eran despreciados por sus familiares y desterrados de los pequeños pueblos.

 

El joven se cohibió un poco, pues sentía la mirada del bello príncipe mirándole de forma escrutiñadora y sinceramente él no estaba acostumbrado a tanta atención,  y si la obtenía rápidamente se sentía incómodo; pero esa mirada, por una parte…le gustaba, quizá era porque se trataba de un hombre de poder, el próximo sucesor al liderazgo…pero si no era eso, no lo comprendía.

Mientras que Zitao y Yixing escoltaban a las muchachas con lanzas en sus manos, por si alguna realizaba un acto impensado. Todas esas féminas caminaban en fila con su cabeza gacha, algunas se sentían aliviadas pero otras decepcionadas de sí; pues, parecía que tenían mucha destrezas en sus habilidades.

 

 

 

Al día siguiente, el joven príncipe se encontraba de paseo por el pueblo, específicamente en el corazón de la aldea, arriba de una pequeña plataforma, lugar dónde estaba sentado sobre una gran y cómoda silla mientras que su mirada se deslizaba de forma panorámica por todo el lugar (O lo que su campo visual le permitía) pudiendo divisar como las personas (de clase baja) realizaban sus vidas de forma cotidiana, hombres construyendo nuevos edificios, mujeres haciendo las compras, y niños caminando frente a él que luego le miraba de forma curiosa, y recibían una reprimenda por parte de sus madres, para que hicieran una reverencia al príncipe. Oh, y como nunca faltaban algunas nobles que había ido a visitarle, chicas de su edad; hijas de reyes no tan poderosos como sus padres.  Pero él sabía que iban allí sólo por una razón.

Para ganarse su corazón y ser su esposa, aunque sea por simple interés.

Dos bonitas princesas, hermanas, se acercaron a él, ambas con una belleza superior y anhelando ser suya, pero ninguna llegaría ni siquiera a sus talones, por más que quisieran. Él sonrió con superioridad al verlas haciendo una gran venia frente a él: la gran voluntad (cómo él amaba que le llamasen). Bostezó aburrido de que siempre sucediera lo mismo cuando saliera de su reino. Mujeres se avecinaban hacía el sin ningún tipo de pensamiento sobre lo que Luhan pensaba sobre ellas.

Unas simples inservibles que necesitan a alguien para mantener su estatus.

 

 

Pero él simplemente dejaba de pensar en ello y les sonreía amistosamente después de todo él pertenecía a un rango de estatus sobre elevado al de ellas y debía ser ejemplo a seguir.

 

— Wang Qiang. Wang Fei… — Susurra fingiendo sorpresa al ver a las muchachas, al mismo tiempo que esbozaba una amplia (falsa) sonrisa sobre sus labios. — ¿Qué hacen por estos lares mujeres de su alta alcurnia como ustedes?

—  Oh, sólo por curiosidad; hemos oído que estabas en proceso de obtener una Yiji, y queríamos saber cómo iba eso. — Dice Fei mientras que se alzaba del suelo junto a su hermana.

—Normal… ya la he escogido, pero está en el templo…ya saben, rituales aburridos. No me gusta presenciarlos por ende decidí que era buena idea visitar el pueblo y ver qué tan podrida está la vida por aquí. La existencia como plebe es muy cansadora.

— Si, parece ser que lo es…— Termina de decir Qiang,

 

 

— ¿Cómo es tu nombre, cariño? — Menciono la anciana, una costurera de la familia.

— Soy Xiu Min… — Dijo desanimado, su burbujeante mirada se había apagado después de recibir la noticia que sería la Yiji del príncipe, sucesor del rey, Lu han.

— No pongas esa cara larga, vamos… el príncipe es alguien bueno cuando quiere, muy dulce y amigable… solo trata de no hacerlo enojar ¿sí? Como  fuiste criado para esto debes de saberlo a la perfección. Y si no quieres ir al calabozo, debes portarte bien.

— ¿Calabozo?

— Si cariño, no quiero que haya más gente allí así que, por tu bien, no lo hagas enojar y haz todo lo que él te diga. Si quiere té tú se lo das, si quiere un masaje se lo das, si quiere pasear debes ir con el si te lo pide y recuerda… es un poco cascarrabias— Advirtió— Tampoco puedes dormir más de cuatro horas y tu lugar de descanso es los pies de la cama del príncipe, si es que lo permite; sino un pequeño cuarto cerca del cobertizo.

— ¿El suelo?

— Eso me temo — Dijo mientras terminaba de acomodar el Shenyi— Bueno Xiumin-ah, puedes irte, él te está esperando en la salida. Cuando lo veas saluda cordialmente y una reverencia— Sonrió amigablemente.

— Muchas gracias señora…

— Oh MinShin — Menciono la mujer sonriente.

— Entonces, gracias MinShin — Dijo haciendo una venia y deslizándose por el corredizo de piso de madera.

Una vez vio a su superior dio una pequeña sonrisa, hizo una venía y dijo:

— ¡Buen día, señor! — Luhan deslizó su mirada hacía el ajeno mientras que su mano se posaba sobre las mejillas del joven muchacho de piel pálida.

— Mírame a los ojos cundo me saludes — Ordenó, y Xiumin no le quedó de otra que llevar sus tímidos ojos hacía el mirar del ajeno — ¿Qué edad tienes?—Pregunta curioso, ya que al observarlo de más cerca y sin maquillaje sobre su rostro, pudo notar que el chico parecía bastante joven.

— T-tengo 18 s-señor… — Se asustó y se apenó. Primero, nunca nadie le había mantenido tan cerca cómo era en ese preciso momento junto con el príncipe Luhan. Y segundo (Que por la misma razón) sus mejillas se encendieron en un rosa carmesí intenso, que no pasó por desapercibido ante las escrudiña mirada de Luhan

— Bien, tienes tiempo aún… — Dijo el ajeno quitando su mano del rostro de Xiumin mientras que sobre sus labios se formaban una amplia sonrisa. Pero luego, pensando bien, no había comprendido lo que su superior había dicho, y sabía que preguntar no era una opción.— Conocerás a quienes debes tratar como tus propios superiores, son nobles así que cuidado como les tratas — Menciona mientras que sus pies comienzan a avanzar por el jardín hacía el interior de la casa, específicamente.

Entraron a una sala dónde había tres chicos de carismáticas sonrisas.

— Él es Chen, el hijo del imperial budista. — Señalo a un muchacho de vista amigable — Este de aquí es Jongin, hijo del sacerdote de la familia. — Su dedo se dirigió a un chico de piel canela y vista de cachorro. — Y por último, este de aquí es Sehun, mi primo e hijo del Rey Senghwan del imperio Oh.

Xiu hizo una venia.

— ¿Quién es ella? — Preguntó Jongin

— Es XiuMin — Dijo manteniendo una mirada seria, incomparable a la sonrisa que hacía minutos había puesto. — Es mí Yiji.

Él se mantuvo en una esquina tal cual le habían ordenado. Intentando mantenerse al filo de oír la conversación entre los nobles que estaban rodeando aquella mesa cuadrada. Respira de forma tranquila, mientras que sus piernas intentaban acostumbrarse a sostener su propio cuerpo, ya que generalmente era lo que menos había practicado.

 

 

 

— Lávame la espalda, XiuMin — Dijo él mientras se acomodaba en un taburete de madera, cubriendo sus partes nobles con una toalla. A pesar de que a él no le incomodara el hecho de que esa zona estuviera descubierta, lo hacía por el poco respeto que Xiumin, se merecía de su parte.

— Sí, señor — Menciono un poco avergonzado. Camino lentamente hasta él, con cuidado de no tirar nada y tomo un poco de jabón, haciendo espuma entre sus manos y pasándola por la gran espalda de su superior, notando unos simpáticos lunares en la parte de la columna. Sonrió y procedió con su trabajo. Arrodillado, seguía lavando la ancha espalda con un color tostado tan bonito.

— Detente. — Dijo el mayor sacando de su ensimismamiento, el cual él ajeno se encargó de formar ya que con el tranquilizador silencio que había hacía a Xiumin internarse entre lo más recóndito de su mente. — Enjuágala.

— Sí, señor.

— Bien, ¿para que eres bueno? — Preguntó el muchacho de cabello negro mientras se acomodaba su Shenyi de un color más claro y menos aparatoso del que solía utilizar cuando realmente era necesario de fanfarronear lo que poseía (Y Luhan amaba muchísimo eso)

— Pues, toda mi familia atiende una pequeña pastelería en el pueblo. Yo usualmente ayudaba ahí, y tengo bastante experiencia para preparar varios panes dulces y también algunos platillos.  

— ¿En cocinar? — Dijo en tono burlón mientras que enarcaba una ceja, a pesar de que Xiumin no le veía ya que estaba doblando el Shenyi que había usado Luhan en la mañana. — ¿En nada más?

— Se redactar y escribir poesías.

— Eso me gusta. Pero… deberías aprender algo que es primordial para hacer a tu superior feliz. Sólo porque eres tú tienes esta exclusividad.

— ¿Qué puedo hacer para hacerlo feliz, señor? — Cuando termina su acción, voltea a ver a su príncipe mientras que, seguía arrodillado sobre el suelo.

De pronto, el ajeno le extendió una de sus manos para alzarlo, y que se levantara del suelo. Él  lo abrazó por su pequeña y estrecha cintura mientras se relamía los labios, algo que por mucho que se negara, hizo que Xiumin se empezara a sentir incómodo. Lo tomó entre sus brazos y sin cuidado alguno lo tiro sobre ese gran colchón.

Acarició las piernas del castaño, las cuales quedaron descubiertas porque su shinyi se había desacomodado por la brusquedad del otro. Y al igual que su príncipe, ahora traía uno más sencillo de un color marfil, con pequeños destellos en azul marino.

— ¿S-señor? — Pregunto incomodo mirándolo fijamente, tal cual el ajeno le había indicado días atrás.

— Pues, entérate. Esto me hace feliz. — Menciona Luhan mientras que su nariz se pegaba sobre el cuello del ajeno, acariciando la fina piel y aspirando su dulce aroma.

XiuMin asintió algo confundido. Nunca le mencionaron que debía de hacer esa clase de cosas para satisfacer y dar felicidad a Luhan. Y sin duda, le acompañaba un poco de vergüenza y nervios, pues nunca nadie en su vida le había tocado así, y juraba que nadie lo haría. Sentía las manos del ajeno recorrer su pequeño cuerpo mientras susurraba cerca de su oído.

— Hueles de maravilla Minnie… ¿Sabrás igual de bien? — Sus labios se pegaron al cuello de este, dejando pequeños besos y lamidas, algunos mordidas también. Sintió como el pequeño empezó a temblar bajo su toque, algo que le descolocó rápidamente. Casi siempre empezaban a gemir como locos en esa instancia.  

Muy a su pesar se separa tan sólo un poco de él.

Levanto su rostro y notó las pequeñas lágrimas de Xiumin, aunque tuviera los ojos cerrados y mordiendo su labio inferior notaba que estaba asustado. A él le gustó desde que lo vio, sino fuera por eso lo hubiera hecho contra su voluntad. Pero no quería que Xiumin se creyera cosas que no eran por lo que dijo:

— Está bien… no tengas miedo. No lo haré porque es tu primera vez aquí y eres menor. — Bufó— ¿Cuándo cumples los diecinueve?

— En dos semanas — Dijo tartamudeando un poco.

— Bien, prepárate mental y físicamente para ello.

 

Xiumin asintió, a pesar de que estuviera en contra de ello.

— Por más que sean nobles y no importa que sean mis amigos, no le des el consentimiento de nada ¿Me entiendes? — Dijo severo, el más bajo asintió temeroso y entro en ese cuarto.

 

— Luhan, Minnie — Dijo Jongin amistoso saludando al par que entraba a la sala.

                             

 

La mañana había pasado sumamente lenta, pero aun así llegando una templada tarde. Luhan y los nobles estaban sentados en unos bloques de madera mirando las colinas nevadas a lo lejos. Mientras que él, simplemente estaba ahí sin despegar su mirada de Luhan.

— Chen, cuida a Xiumin mientras acompaño a estos dos a su carruaje.

— Descuida, lo vigilaré de cerca — Sonrió, tanto que parecía que sus ojos desaparecían.

— Y Xiumin, recuerda lo que te dije esta mañana. — Le susurró en el oído.

— Sí, señor

 

¿Esa mañana? ¿Qué había dicho esa mañana?

Ellos no son de fiar.

Pero… si eran sus amigos, seguramente era uno de esos superiores que se pasaban de posesivos, aunque era raro ver unos así, pero de que los había… ¡Los había!

— Dime… ¿Acaso sucedió algo ayer en la noche? — Pregunto Chen, mirándole con una ceja enarcada.

— No ha pasado nada que no haya tenido que pasar…— Menciona Xiumin manteniendo una mirada fija hacía la puerta corrediza.

— Vamos… todas las primeras noches del superior y su Yiji es unirse en uno, relaciones sexuales. No me digas que… ¿No lo hicieron?

— N-no… — Sus mejillas se habían teñido de un rojo fuerte.

— Vaya, vaya… quien pensaría eso de Luhan

— ¿Eh?

— ¿No lo sabes? — Sonrió de lado, quien diría que esa persona con sonrisa brillante era una vil careta, ahora lo entendía…sabía porque su señor le había dicho que no debía confiar en nadie. — Luhan es conocido como… quien abuso de más de sus propias Yijis, por eso… no te confíes en él.

Xiu palideció.

— Es verdad. Pero… podrías venir conmigo y no correrás peligro, yo te protegeré — Dijo llevando su mano a la barbilla de Xiumin mientras que este simplemente no podía hacer nada, miraba asustado al castaño mientras que este se acercaba más  a su rostro, pegando su cuerpo al suyo y el sin poder hacer nada, indefenso ante los fuertes brazos de ese noble. Quiso replicar  y gritar, pero estaría mal buscar ayuda cuando sabe su posición.

Estaba a punto de besarlo y él no quería eso.

Cerró sus ojos fuertemente, solo esperando que lo que estuviera que pasar pasara.

¡POWN!

Abrió sus ojos rápidamente luego de oír ese sonido, y vio a Luhan frente suyo, y Chen en el suelo.

— ¿Qué te dije?

— Y-yo… l-lo siento — Agacho la mirada, demasiado avergonzado como para afrontar la mirada de Luhan, que con el ceño fruncido soltaba un bufido.

— No importa… ¿estás bien?

— Si… gracias.

— Tao, no lo quiero ver más por estos lugares. Asegúrate de darle su merecido, si alguien te dice algo dile que yo te mande y si no te creen ven rápidamente hasta mí.

— Sí señor.

 

 

 

La noche había caído apaciguado cualquier luz, dejando ver las brillantes estrellas sobre el gran firmamento que estaba sobre ellos. Cerró la puerta corrediza dejándola lo suficientemente abierta como para que un poco de luz de la luna entrara.

— Estás extraño desde la tarde ¿Qué pasa?

— N-no es nada, señor — Sonrió desganado, pues a pesar de que ese nada fuese un mucho él no tenía el derecho de reprochar.

— ¿No es nada? ¿Seguro? ¿Qué te dijo Chen? — Preguntó seguro, pues sabía que Chen no era de aquellos que dejaban un ambiente turbio de esa forma — Soy tu superior, dímelo.

— Dijo que… — Dudó — Que usted… — Empezó a temblar, por un momento deseo que aquello fuese falso — usted… abuso de sus antiguas… Yijis

— ¿Él te dijo eso? — Preguntó mirando hacía la ventana próxima. Xiu asintió temeroso de la respuesta— A partir de ahora, no tienes de que preocuparte ¿eh? Mi pasado es mío y no le incumbe a nadie. Ahora, solo me escucharás a mí, serás sordo ante otras personas que no sea yo.  ¿Entendido?

— Sí, señor.

 

 

Luhan estaba viendo como el señor Wang estaba haciendo una venia delante de él y al lado su hija Jessica.

— Está bien, acepto sus disculpas. Fei, hablemos.

— ¿Eh? Si, está bien — Sonrió la muchacha.

— Bien, hija, iré con tu madre, dejaré tu carruaje afuera. Hangeng te llevará.

— Si, padre.

Luhan camino hasta su cuarto con la muchacha y Xiu detrás.

— Espera aquí — Dijo el sonriendo, Xiumin asintió, la puerta se cerró enfrente de él. Suspiró y se sentó a un lado de la puerta.

No había razón por la cual debía sentirse mal ¿no? Solo era una Yiji, una más de las tantas que el príncipe había tenido. Aunque no era su culpa sentirse así de mal, era culpa de su superior, por hacerle sentir tan a gusto y especial, como si el mayor sintiera algo por él, pero… le clavo un puñal en la espalda, si se podría decir.

Aun que era imaginación suya.

No tenía por qué sentirse traicionado.

Era un idiota, un completo idiota.

Estaba durmiéndose, cuando antes de darse cuenta la puerta fue abierta y con ella la muchacha se iba, luego de darle una mirada despectiva, llena de burla y asco hacía su persona. El sólo inclinó la cabeza.

— Que tenga un buen día — Dijo Xiu mientras intentaba no quebrar y que su voz sonase más apagada de lo más normal.

— Xiumin, ven aquí — Habló Luhan, abrió la puerta corrediza y camino unos cuatro metros hasta llegar a la habitación del mayor. No supo que había pasado ahí dentro, pues las paredes estaban lo suficientemente bien hechas como para que el no haya podido oír nada. Entro al cuarto y vio a Luhan sentado en el suelo, encima de un almohadón.

— ¿Qué pasa señor?

— Siéntate aquí — Señalo sus piernas, Xiu acató aquello e hizo lo ordenado. Camino lentamente y se sentó delicadamente sobre las piernas de su superior. Luhan le sostuvo fuertemente por la cintura y pegó su cabeza al pecho del ajeno, aspirando su dulce aroma.

— ¿Le sucede algo, señor? — Pregunto sintiéndose incomodo ante la acción de Luhan.

— No, sólo… quédate un rato así. 

Luhan subió su mirada y sus ojos de color miel, que lo hacía una mirada más profunda de lo que ya era de por sí, y ni hablar delineado en color negro resaltaba el misterio que ese hombre emanaba.

El pelinegro sonrió y llevó sus labios a los de su Yiji, dando un pequeño masaje, inocente y dulce.

Xiu no se movió ni un centímetro, pues estaba bastante sorprendido, y no es cómo si aquello le molestara, sino que era todo lo contrario, y que no sabía realmente cómo reaccionar ante aquello. ¿Qué hacer en ese momento que sentía su corazón desbocarse de felicidad, y que su cuerpo no reaccionaba a lo que su cerebro decía?

 

¡BESÁLO, BESÁLO!

 

 

 

— Feliz cumpleaños Xiumin — Dijo Luhan abrazándolo por la espalda y dejando besos en su cuello, la obscuridad reinaría la habitación a no ser por unas velas (Que por poco que iluminaban, era mejor que estar a obscuras). El mayor se tomó la libertad de empezar a deslizar el Shinyi blanco que su Yiji llevaba, dejando besos en sus hombros y espalda, sostuvo la tela en la cintura del más bajo, sin permitir de que se cayera por completo y se dedicó a besar y acariciar su cuello, hombros y espalda. Dejaba caricias en los blancos brazos, sin ninguna imperfección visible.

— Señor, ah… — Gimió, cuando sintió la visible erección de Luhan contra su trasero.

— Por un momento deja de decirme señor… no soy tan viejo y creo que deberías decirme Luhan, después de todo es mi nombre, Minnie — Murmuró en su oído produciendo un escalofrío que viajo desde el inicio de su cabello hacía las puntas de sus pies.

— Ah, Luu

— Así me gusta.

Luhan se encargó de desnudar completamente a Min, mientras empezaba a acariciarle entero. El más bajo empezaba a suspirar ante las atentas manos de Luhan, no sentía miedo, sólo sabía que quería que Luhan le hiciese suyo, hasta el amanecer si era posible.

El pelinegro lo volteo lentamente, pegándose a su pecho y uniendo sus labios, Xiumin abrazó a Luhan por el cuello y sintió las manos del mayor en su trasero, impulsándolo a colgarse. Luhan le llevó hasta el lecho cercano, y se puso entre sus piernas. Siguió besándolo.

Ambos estaban desnudos, abrazándose y acariciándose entre sí, sus suspiros no se hacían de desear y sucumbían la noche al igual que leves gemidos.

— Lu, ah… por favor — Rogó

El mayor empezó a jugar con sus pezones, los cuales estaban muy sensibles ante el toque, le empezaba a gusta aquello, no sabía cómo era que su cuerpo podía elevar tanta temperatura y sentirse tan bien. Luego de torturarle un rato, llevo dos dedos para que el menor lamiera los lamiera a su antojo, cuando vio que estaban lo suficientemente mojados bajo sus dígitos hasta el virginal pasaje anal  de XiuMin.

Fue introduciendo un dedo lentamente, notando como el Castaño empezaba a tensarse alrededor de su dedo, le sostenía fuertemente de la mano libre, por la fuerza ejercida notaba que le dolía mucho.

— Ah, Lu… — Se quejó cuando el contrario había empezado a mover el dedo en su interior.

— Tranquilo, si no hago esto te dolerá más y, quiero que sepas, que no quiero lastimarte. — Dijo en un tono demasiado dulce y embriagador. Xiumin soportó, no sólo por él sino por Luhan. Introdujo otro dedo, viendo la mueca de dolor que el otro generaba, y por esa razón le besó el rostro lentamente para que al menos se distrajera. — ¿Cómo se siente?

— Raro… mmm… ah, ah… se está… s-sintiendo bi-bien — Musitó con un leve gemido.

Cuando vio que el interior del contrario estaba lo suficientemente estirado retiro sus dedos obteniendo un quejido por parte de Min.

— Voy a entrar, dime si te duele. — Avisó Luhan mientras perfilaba su miembro en el ano de Xiu e iba presionando para introducirse lentamente en ese cálido y estrecho interior.

— Ah, Hannie ¡Duele! — Empezó a ladear su cabeza de un lado a otro, intentando contener las lágrimas, algo que fue imposible. Sabía que si se tensaba de aquella manera sería mucho peor, no sólo para él, sino que para Luhan También.

Luhan se mantuvo quieto, mientras empezaba a moverse lentamente, bajo su mirada viendo como el otro sangraba (en poca cantidad, pero lo hacía) palideció.

— Tranquilo… — Le tranquilizo el otro — Es normal, soy virgen después de todo, no te preocupes. — Le regaló una abrazadora sonrisa.

— ¿Enserio está bien? —Cuestionó, ya que nunca en su vida había estado con alguien que si era virgen.

— Si, es normal… como dije. Vamos, muévase, por favor.

Luhan había empezado a moverse lentamente en el profundo y estrangulante interior del adverso. Oh, se sentía de maravilla. El menor empezaba a disfrutarlo al igual que Luhan y parecía no poder acallar sus gemidos y no es como que aquello le molestara a Luhan, de hecho le gustaba, le fascinaba ser el quien escuchará esos deliciosos gemidos, y más saber que él era quien los producía con un simple movimiento de pelvis.

— Ahh, ah… ¡Se siente bien! Ah, señor…

— Xiu, dime… Luhan, por favor — Gruño por el completo placer que sentía cuando arremetía contra el interior de su menor.

— Mmm, L-luhannie… me encanta, más, más por favor — Rogó mientras sostenía fuertemente las sábanas bajo su cuerpo. — Más fuerte…

— Ah, puedo hacerte daño.

— No, no importa… por favor.

 

 

 

— Te amo

Murmuró Luhan una vez terminaron y Xiumin había caído dormido, y por primera vez desde que llegó, en una cómoda cama.

 

El cálido sol daba contra sus cuerpos desnudos, cubiertos por una fina sabana, y el olor a lo que había sucedido en la noche anterior inundaba el aire.

Luhan se despertó observando el rostro del más joven, su cabello desparramado por su rostro, ese bonito lunar en su clavícula le hacía querer besarlo. Llevó sus manos a las mejillas sonrosadas y sonrió como un idiota, sabía que el amor llegaba cuando y con quien menos lo esperaba… pero no creía que iba a ser con uno de sus Yijis.  

XiuMin se despertó ante la atenta mirada de Luhan, quien le sonrió, y sólo le limitó a imitarlo y antes de darse cuenta los labios de Luhan masajeaban los suyos en un furtivo beso de pequeño picos que les dejaban con ganas de más.

 

 

La muchacha de cabello rizado pasea por los corredores, hasta buscar al príncipe. Qiang se dedica a tararear una canción mientras abre la puerta lentamente, sus ojos se abren en un gran impacto al ver lo que sucedía en el interior de la habitación del príncipe.

Un superior y un inferior.

En la cama

Besándose

El príncipe Lu y su Yiji Xiumin.

Diciéndose palabras melosas y de amor.

Corrió de la sala, hasta dónde estaba la madre de Luhan, quien había llegado hace unos días, espantada y entre tartamudeos le dijo lo que pasaba, aún que la mujer no entendiera.

 

El sonido de los zapatos retumbaba en los suelos de madera.

 

La puerta es abierta bruscamente mientras ellos dos seguían en la cama.

 

 

— ¡Madre! — Grito Luhan enojado — ¡No puedes hacer tu santa voluntad! — Dijo abrazándose al cuerpo sollozante.

 

 

Cuando la mujer vio esa escena, y con un hombre principalmente, sabiendo que su hijo iría enserio le dio unos trapos a XiuMin y lo arrastro hasta la sala principal. Tomándole del cabello y tirándolo al suelo.

— S-señora… — Dijo el asustado.

— ¡Cállate perra! — Se enfureció golpeándolo con una vara de cuero. — ¿Acaso estás aquí para revolcarte con mi hijo? — Dijo furiosa, sin importarle que muchos de los empleados estuvieran ahí. Xiumin sintió más humillación que nunca.

— N-no es así… déjeme explicarle

La mujer mando a dos hombres sostenerlo de los brazos.

— Cállate — Volvió a golpearlo — Me das asco maldita prostituta, un hombre… y encima diciendo esas cosas, deberías entender tu maldita posición. No quiero que te juntes con mi hijo.

Le dio una cachetada.

De pronto esos hombres no lo sostenían más y sintió unos brazos cálidos.

— ¡Madre! — Grito Luhan enojado — ¡No puedes hacer tu santa voluntad! — Dijo abrazándose al cuerpo sollozante.

— ¡Tu cállate!

— No, tu cállate ¿Qué pasa? ¿Tienes miedo? ¿Miedo de que todo se repita? ¿De que todos se enteren que papá te engañaba con su Yiji?

— Cállate.

— ¿Por qué debería de hacerlo? Tu estatus es basura, no eres más que eso.

 

 

Quizá la pelea hubiese durado más si no es que el padre de Luhan interrumpió, y envió a su hijo y a su Yiji fuera del salón principal. Luhan escuchó cuando planeaban meter al calabozo a Xiumin para que no volviera a repetirse aquello…

ÉL NO LO QUERÍA ASÍ.

 

 

 

 

 

 

 

— ¡Luhan! Tus padres, ellos, se enojaran, te buscaran y… perderás tu nobleza.

— No me importa, vámonos… lejos de ellos, haciendo nuestro propio reino, en un lugar mejor.

 

 

 

Notas finales:

Si, sé que no es la gran cosa. Lo siento.

 

 


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