Recién eran alrededor de las once de la noche y los movimientos de la desconocida lo traían embobado. Observaba el vaivén de sus caderas y sentía como sus piernas se iban derritiendo y luchaban para mantenerse firmes. Mentiría si dijese que no se había fantaseado más de una vez en el transcurso de las 3 horas estando detrás de ella mientras meneaba hacía abajo y arriba.
Quería ir a encararla y decirle “Hola, me llaman Atem. Es un placer conocerla.” Tal como lo hacía siempre que una muchacha captaba su atención, aplicando ese tono tan sensual y característico. Más tarde se atrevería a invitarla a una copa, lentamente se acercaría a su boca y finalizaría su acto de conquista robándole un beso. Si todo marchaba bien, la conduciría a su coche y la seduciría. Vidrios empañados y como regla general gozar debían ser el producto final.
Pero con la extraña de esta noche había algo distinto, algo que no había visto en ninguna mujer antes en aquel club. Algo en ella, quizás en el no tan ajustado pantalón o camisa sin escote, le hacía creer que decirle a ella las cosas que le diría a otra eran cosas propias de un ebrio, hasta se disculparía por faltarle el respeto y se excusaría con el alcohol por una propuesta tan indecente.*
Aferró más su mano al vaso y lo observó con indecisión. Nunca había necesitado la fuerza de la bebida para hablarle a una muchacha, carecía de eso que algunos le llamaban vergüenza, sin embargo en ese momento necesitaría de barriles enteros para siquiera animarse a acercarse a ella. Un poco de alcohol no le hacía mal a nadie ¿O no?
La siguiente canción comenzó a sonar y las-y, por qué no, los- amantes de Yandel dejaron salir un grito de euforia al escuchar “Plakito” a todo volumen. La muchacha no fue la excepción y entre risas y empujones leves arrastro a su compañera castaña hasta el medio de la pista. Él, volvió a observarla, todavía desde atrás y suspiró. Al fin y al cabo, no tenía nada que perder. Si algo salía mal, pues bueno, el sol seguiría saliendo al día siguiente y tendría la oportunidad de conocer otra muchacha nueva. Ni una duda más, llevó la bebida a sus labios y, de una sola tomada, bebió el litro de alcohol.
La sustancia no tardo mucho en afectar su sistema nervioso y al cabo de pasados 30 segundos tuvo que sostenerse por un momento contra la barra para no caerse. El piso comenzó a moverse de una manera muy extraña, de un lado hacia el otro. Sus pupilas se dilataron, repentinamente, todo era cien veces más bonito, podría estar besando una escoba totalmente convencido de que era la misma Madonna ¡Qué bonito era todo! Luces, música, diversión, mujeres ¿Qué otra cosa se podía pedir? Oh, si claro, esa mujer.
A pasos más que torpes, intentó dirigirse hasta ella. La multitud que se había formado alrededor de las dos muchachas para verlas bailar impedía su objetivo, pero con un poco de forcejeo llegó al centro. Ahí estaban las dos, esperando a que el DJ, quién se había dado cuenta de que aquellas querían acaparar la atención del club entero, volviese a poner la canción desde el principio. Inevitablemente, lanzó una carcajada baja mientras sonreía de lado. Hoy iba a ser su noche.
La música comenzó a sonar por segunda vez y entonces, comenzaron a bailar otra vez, revoleando sus cabelleras de un lado al otro. Sus brazos iban de izquierda a derecha mientras que sus caderas lo hacían al revés. Atem caminó directamente hasta donde la que más le atraía. La gente soltó una exclamación de aprobación logrando que el coraje del muchacho creciese el doble. Llevó su mano hasta la muñeca de la extraña y, con un movimiento fugaz, hizo que de medía vuelta, consiguiendo estar tan cerca por primera vez, cara a cara; La de ella, confundida. La de él, provocadora.
Aun pese a su extremo estado de embriaguez logro reconocer los rasgos de su acompañante: Nariz sutilmente puntiaguda, ojos grandes y expresivos de un amatista tan único y peculiar que aún en la oscuridad de aquel edificio seguían teniendo su brillo. Su pelo, que aunque fuese corto no le daba ni un solo toque masculino, con mechones rubios cayendo de frente y violetas subiendo atrás lograban un complemento perfecto.
-Acompáñame, deja que los dos cuerpos se unan por primera vez.- Comenzó a cantar Atem sobre la canción, con el obvio doble sentido plantado en su rostro.- Para mi sería un placer tener tu cuerpo junto al mío.- Todavía con su mano en la muñeca, aprovechó para enroscarla en su brazo, quedando sus ojos todavía más cerca.- Acariciarnos para quitarnos el frío.- Pasó su mano por la mejilla de ella. Para aquel entonces ya se encontraba más roja que un tomate.
Metiéndole al plakito- plakito-
La desenroscó haciéndola girar pero rápidamente la atrajo a sí, manteniendo la distancia menos prudente.
Un bailoteo salvaje
Llevó sus manos a su cintura.
Metiéndole coraje
Y al ver que ella no se movía comenzó a moverla él al ritmo que llevaba. Al instante sintió como, de alguna forma, las manos del extraño le devolvían la energía que se había inhibido ante la intromisión de este.
No te rajes plakito-plakito-
Metiéndole al boom boom
Dándole al boom boom.
La muchedumbre entera ahogó en sonido agudo, subiendo sus brazos y bailando alrededor de la pareja. Aunque sonase loco, parecía que se habían alejado más para dejarles el espacio suficiente a los bailarines. Al darse cuenta de esto, como si hubiesen compartido pensamientos, subieron la apuesta.
Metiéndole al plakito-plakito.
Un bailoteo salvaje.
Metiéndole coraje.
No te rajes- plakito-
Ella rápidamente se puso de espaldas a él manteniendo la cercanía que los unía. Llevó sus brazos hacia atrás y fue ella la que posicionó sus delicadas manos en las caderas del extraño esta vez. Movió hacia delante y atrás su pelvis mientras ella arqueaba sensualmente su espalda.
Metiéndole al boom boom
Una
Dándole al boom boom.
Y otra vez.
-Es que esto es para meterle duro.- Volvió a cantar Atem.- Duro desde el arranque, agárrame la mano y no te tranques.- La tomó de la mano y la hizo girar para volver a estar cara a cara.- Pégate a la pared.- La llevo a la columna más cercana.- Demuéstrame bebé que tu eres la dura, la que tiene el poder.
Entonces, haciendo caso a la petición, con un desliz huidizo cambiaron de lugar, ahora siendo él el acorralado. La muchacha comenzó a bailarle sensualmente, enroscando sus brazos en el cuello del ajeno y meneando su cuerpo hasta abajo.
Batea como automática
Tú tienes la táctica
Métele coraje
Compórtate como sádica
-Y quítate el plástico.- Siguió él.- Quiero darte castigo, duro con el látigo, para que tú sientas en plakito.- Y estas estrofas, fueron cantadas con más del doble sentido que se le pudiese atribuir
Rompiendo el boom boom.
Volvieron a menear hacía delante y hacia atrás
De aquí para allá
De allá para acá
Contigo.
Rompiendo el boom boom
Dale mami dame de eso.
Hasta rompernos los huesos.
Boom boom de aquí para allá.
De allá para acá.
Contigo.
Rompiendo el boom boom
Dale mami dame de eso.
Haz de mi cuerpo un preso
Plakito-Plakito
Con un perreo salvaje
Métele coraje y no te rajes
Plakito-Plakito
Metiéndole al boom boom
Dándole al boom boom
plakito-plakito.
Un bailoteo salvaje.
Metiéndole coraje.
No te rajes- plakito-
Plakito- Plakito
Metiéndole al boom boom
Dándole al boom boom
En aquel momento se volvieron a separar y quedaron otra vez viéndose a la cara. Ella no perdió el tiempo y comenzó a deslumbrar a la gente con sus pasos, flexionando sus brazos hacia abajo y a derecha mientras marcaba el paso pisando con la pierna del mismo lado. Por su parte, Atem, intentaba imitarle.
Rompiendo expectativas bebé
Aquí regresan los de guilla
Haciendo que te pares de
La silla.
Un movimiento bien sólido
Lo que tu tienes yo que me
Pego haciendo que se te
Rompan los huesos.
Y ahora, efectuaban el mismo movimiento pero por lado contrario. A cada pisada se sentía el desprendimiento de la libidinosidad de ambos, como si estas quisiesen encontrarse por tierra y una vez halladas, conjugarse para explotar entre los dos.
Dale nely suelta el ritmo
Baby ella me dice que esta
Ready y yo estoy ready para
Comer de su cherry.
El paso volvió a cambiar y ahora cada dos estrofas iban de un lado al otro, con el brazo doblado frente a su pecho yendo hacia un lado mientras que con el pie opuesto iban hacia el otro.
Y me le pego por el
Cuello y suelta el strawberry
Y bailando con mi música.
Está very fine ready.
-Acompáñame.- Comenzó a cantar ella de una forma seductora mientras que con una mirada lasciva, movía su dedo índice frente su rostro. Él se acercó.- Deja que los dos cuerpos se unan por primera vez.- Lo tomó de los hombros y rozó sus cuerpos haciendo un meneo en forma de onda con el suyo.- Para mi sería un placer tener tu cuerpo junto al mío.- Mantuvo la cercanía.- Acariciándonos, para quitarnos el frío.
Metiéndole al plakito-plakito.
Con un perreo salvaje
Métele coraje y no te rajes
Plakito plakito
Metiéndole al boom boom
Dándole al boom boom.
En los oídos de ambos la música se detuvo mágicamente, el único sonido que podía existir en ese momento eran los latidos de sus corazones marchando alocadamente. Estando tan cerca podían inhalar el olor del otro; el de ella, a almendras dulces, el de él, a alcohol más perfume varonil. La desconocida le brindó una sonrisa tímida y eso, le voló la tapa del autocontrol a Atem, quién preso del impulso, se lanzó a por la boca ajena, la cual, aceptó sin prejuicio la lengua del extraño.
Y otra vez, eso cautivó el corazón del público que ahogo en una exclamación tierna, seguida de aplausos. Ellos al escucharlos, giraron la cabeza para encontrarse con los cientos de pares de ojos observándolos nada más que a los dos. La muchacha se avergonzó y en cambio él, con su extrovertida personalidad, ni dudo en inclinarse tal como lo haría un bailarín profesional, obligándola a ella a hacer lo mismo. De a poco, las ovaciones fueron disminuyendo, hasta que cada quién siguió con lo suyo…Al igual que ellos dos.
-Fue un gran baile.- Dijo Atem, para cortar el pequeño lapso de silencio que se empezaba a formar.- Mi nombre es Atem.- Tomó su mano y la besó.- ¿Cuál es el nombre del magnifico ser que tengo delante de mi esta noche?
El ser magnifico echó a reír.
-Mi nombre es Yugi, un gusto.- Respondió quién ahora tenía nombre.
-¿Yugi?- Rió incómodamente.- No sabía que ese era un nombre unisex.
-Es que, no lo es.- Dijo, aún más incómodo que él.- Espera ¿Tu no habrás creído que yo…?-Pero su frase quedó inconclusa. Entre la palidez del muchacho y su expresión de horror, era mejor alejarse unos cuántos metros, bueno, claro, a menos que quisieses estar presente y ver a la segunda bomba de Hiroshima estallar.- ¿Atem…?
-Yo… Yo…- Titubeo mirando a la nada, mientras llevaba su mano a su boca, para luego clavarle las pupilas a la mujer-que-en-realidad-era-hombre.- ¿BESÉ A UN HOMBRE?
-Efectivamen…- Y otra vez tuvo que dejar su frase a medías ya que para cuando se quiso dar cuenta, Atem estaba corriendo hacia la salida, con las manos en el aire tal como un dibujo animado. Yugi suspiró y habló para sí.- Si les bailas y los besas te aman, pero luego si descubren tu sexo se espantan ¡Ay éstos heterosexuales! ¿Quién los entiende?