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“Aquella Persona” por Mousekat1005

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Notas del capitulo:

Los personajes de Kuroko No Basuke no me pertenece, solo los he tomado un momento prestados para cumplir con el limite del evento :3 Y porque amo a esta pareja infinitamente.

Estaba hastiado, no soportaba ni un minuto más callándose esos sentimientos que quemaban su pecho, cada vez que está cerca de él siente ese impulso de arrebato, quiere poseerle, gritarle a la cara sus sentimientos. Cierra los ojos escuchando los murmullos de los estudiantes a su alrededor, estaba harto, harto de no escuchar esa molesta voz a sus espaldas, hace unas semanas que ha desaparecido por un intercambio, y lo odiaba, odiaba tanto aquello, la soledad a su alrededor, el silencio, los murmullos de las personas que le rodean, lo detestaba, no quería que otra voz le siguiera más que la de él; pero ya no estaba, ya no se encontraba revoloteando a su alrededor y todo por un asunto del que desconoce.


 


Detestaba encontrarse en la ignorancia, odiaba que su compañero no haya confiado en él, pero motivos le sobraban, en una de sus tantas discusiones le había gritado a la cara, como tantas ganas tiene de confesarle sus sentimientos, que no le importará lo que hiciera, que se podía ir a Alaska o a la Antártida si se le daba la gana, que no le necesitaba, que para él era mejor así, estar lejos, porque el principal motivo de su mala suerte, de que sus notas hayan bajado, de que en el básquet no se concentrará, de la indiferencia de sus padres, todo aquello no era más que su culpa, suya y de nadie más.


 


Y se arrepentía, ojala existiera un aparato de esos que regresan el tiempo, como en las películas, pero no lo había, ahora tenía que vivir con aquella estúpida culpa, con el arrepentimiento, con aquel “hubiese” que no existe, del que ya no hay rastro. Golpea el casillero con la palma de su mano, rechinando los dientes, le ha preguntado a Kise, a Kuroko a sus amigos más cercanos y a los que apenas y conversaban con él, pero nadie le daba una respuesta.


 


Mordiéndose los labios pasa por enfrente de la cada de aquella persona que ya no se encuentra, recuerda los días en los que se tumbaban en el césped a contemplar las nubes, él era el más creativo, descifrando figuras difusas para él quien apenas y atinaba a adivinar un par de figurillas, titubeando.


 


El viento sopla, los cabellos bailotean en su frente y las hojas secas hacen remolino a sus pies; el maullido de un gato le hace bajar la mirada, el felino se restriega en sus tobillos, haciendo un zigzag entre sus piernas. Se coloca en cuclillas para acariciar el suave pelaje del felino, suspira, ha superado su temor a aquellos animales gracias a él.


 


El recuerdo aún sigue vivido, cierra los ojos para rememorar, para que las imágenes las pueda sentir como el presente:


 


“—Ne, ne Shin-chan, anda, anda, acaríciale —le acerca el felino al rostro, los pelillos que desprende se le incrustan en las fosas nasales haciéndole estornudar. Takao ríe casi doblándose en dos.


 


—¡No es gracioso, nanodayo! Aleja esa bola de pelos, su sola presencia me irrita —gruñe desviando la mirada y ajustándose los anteojos.


 


—¡No ofendas a sí a mi bebé! Tranquilo Shin-chan, él no te hará daño —abraza al gato pegándolo a su mejilla.


 


—Gracias por preocuparte por mí


 


—¿Eh? ¿Quién se está preocupando por ti zanahoria cuatro ojos? ¿No ves que mi bebé está sufriendo? Tú tranquilo Shin-chan


 


—Estoy tranquilo nanodayo —bufa cruzándose de brazos


 


—¡Que no te habló a ti!


 


—¡Estás diciendo mi nombre nanodayo!


 


—Oh, lo siento —sonríe apenado inclinando la cabeza hacia un lado —. También es el nombre de mi gato —levanta de nuevo al animal, los felinos ojos verdes le miran y maúlla.


 


—¡¿Qué dem…?! ¡¿Por qué le has puesto mi nombre a ese estúpido animal nanodayo?! —Vocifera en cólera con el rostro enrojecido.


 


—Es un apodo, duh. Puedo llamar a quien sea así —se defiende girando el rostro indignado. Midorima bufa —. ¿Lo tocaras o no? —Frunce el ceño.


 


Gruñendo alarga el brazo, dudando deja que su dedo corazón roce aquel pelaje suave al tacto, Takao mueve al felino hacia adelante, asustándole, provocando que aleje su brazo en un reflejo de protección.


 


—No te hará nada Shin-chan, lo prometo —con aquella sonrisa sincera confía, alarga ambos brazos recibiendo al felino quien maúlla y restriega su cabeza en la manga de su uniforme”


 


Se coloca el antebrazo en los ojos, alejando aquellos pensamientos, ya no quería recordar aquellos tiempos, pero eran tantas cosas, tantas primeras veces que le era imposible olvidar. El escuchar la voz de su hermana le provoca evocar otro recuerdo.


 


“—¡Vamos hermano, vamoooos! —Lloriquea su hermana jaloneándole del brazo libre mientras con el otro sostiene en su mano un libro.


 


—He dicho que no Yumiko —gruñe tratando de recuperar su brazo adolorido por los jaloneos de su insistente hermana.


 


—Pe-pero quiero ver a Nozomi-chan —sus ojitos se entrecierran y se inundan en fingidas lágrimas, sabía cómo chantajear a su hermano mayor y esa era la manera más eficaz y rápida para lograr su cometido.


 


Shintaro suspira, cierra el libro y se sobra la frente arrugada por la molestia, sabe que no debe sucumbir ante los ruegos de su hermana pero sus padres no estaban y era su responsabilidad entretener a su hermanita mientras ellos estaban fuera. Deja el libro en la mesa a su lado y se para con ese aire elegante.


 


—De acuerdo, vamos —gruñe extendiéndole la mano a su hermanita quien con un gritillo se aferra a aquella enorme extremidad. Comienza a saltar en dirección a la puerta con su hermano a sus espaldas, gruñendo.


.


.


Al llegar a su destino Kazunari les recibe con una enorme sonrisa, con un vestido y unas zapatillas tal vez de su madre y un horrible maquillaje que se sale de donde debería estar. El azabache les permite entrar, se sitúan en la sala y comienzan a jugar con tazas de té de plástico y bocadillos hechos de dulces que figuran galletas.


 


Fue la primera vez que Midorima río frente a su compañero, haciendo lo que su hermana le pedía, tomando la mano del azabache, recibiendo aquellas descargas eléctricas que desde mucho antes había sentido, desde que se habían conocido.”


 


Sus ojos se llenan de lágrimas, no comprendía, pero ahí estaba, no sabía cómo es que Kise se había enterado de aquello, pero se lo agradecía infinitamente, porque ver la sonrisa de Takao no tenía precio. Corrió, corrió a su encuentro, le envolvió entre sus brazos y lloro por quinta vez en su presencia, porque todas sus barreras se habían desvanecido gracias a él, él las había derrumbado, aquella persona que se encuentra entre sus brazos, restregando su nariz contra su pecho, aspirando su aroma.


 


—Eres un idiota nanodayo. No vuelvas a tomarte mis palabras tan literalmente —regaña con la voz entrecortada.


 


—Ya, ya Shin-chan. Estoy de nuevo aquí y prometo no volver a irme, pero… tengo una duda. ¿Estas palabras las tengo que tomar literalmente? —Dejando salir una sonrisa en forma de sollozo le suelta para besarle la frente y acariciar sus brazos.


 


—Extrañé que me fastidiaras la vida —murmura con sus frentes unidas —. He querido decirte esto desde hace tiempo, y cuando lo iba a hacer con una disculpa te fuiste, me dejaste —solloza abrazándole por los hombros —. Te quiero Bakao, de verdad lo hago, al conocerte bien mis brazas apagadas de otro amor recobraron el fuego vivaz, todo gracias a ti —le besa las mejillas y la nariz —. Soy un idiota, perdóname —suplica con dolor.


 


—Claro que te perdono Shin-chan, no te guardo rencor aunque me hayan lastimado esas horribles palabras —hace un mohín abrazándole por la cintura —. Y si vuelves a correrme del país de esa forma tan horrible antes de irme te voy a golpear tan fuerte que olvidarás que me has echado sin derecho —afirma moviendo la cabeza.


 


Midorima sonríe, sus labios se acercan a los contrarios para envolverlos, mete su lengua la cual explora toda aquella húmeda cavidad, desde su paladar hasta detrás de los dientes, su sabor es exquisito, como a coctel de frutas.


 


—Eres un idiota —puntualiza antes de tomar su gran maleta y comenzar una caminata hacia el exterior del aeropuerto —. ¿Cómo te fue en la Antártida?


 


—Bueno, no fue la Antártida pero aún así hacía mucho frío y había pingüinos y alces —Midorima quiere corregirle, pero se traga las palabras —; el baloncesto es espectacular pero no te cambiaría por aquellos enormes muchachos de piel blanca y cabello rubio. Tú eres único y me has llevado más allá de un simple campeonato, con todos aquellos muchachos atractivos nunca sentí lo que he sentido por ti —sonríe a todo lo largo de su boca.


 


Otra de sus primeras veces es el exhibicionismo, aquel que muestra frente a todos aquellos turistas y ciudadanos que han bajado de un avión, aquellos besos pasionales y las pequeñas caricias, ya nada importaba, solo él y aquel sentimiento de ardor en las entrañas que se siente tan bien.


 


Aquella persona le muestra otros sentidos, siente excitación con tan solo percibir su aliento sobre su cuello o cualquier parte de su cuerpo, le eriza la piel y provoca un cosquilleo en todas y cada una de sus extremidades, TODAS.


 


Sonríe al pensar en su hermana, se alegraría bastante al saber que el hermano de su mejor amiga ha vuelto y que podrían volver a visitarles, a jugar a las princesas, a tomar el té y probar aquella comida tan deliciosa que Takao prepara, él también se siente dichoso, ya no le alejarían nunca jamás y prometía mantener quita su lengua, tragarse aquellas palabras que puedan alejar a aquella persona de su lado, no volvería a cometer el mismo error de alejarle tanto tiempo de su lado, no dejaría que volviera a irse del continente y si lo hacía se cortaría la lengua y con su propia sangre escribiría una disculpa a una carta que se encargaría de que llegase a su destino.


 


Toma el celular y le manda un mensaje de agradecimiento al rubio que tanto se dedicó a encontrar información exacta de su mejor amigo. Reprimiendo su cuerpo tembloroso por la emoción suben a un taxi, su plática es amena, Takao le cuenta su experiencia en Canadá, el cómo probó el Hokey y el desastre que provocó, su odio hacia aquel deporte lo demostró escupiendo su experiencia.


 


Llegan al hogar de los Takao al atardecer, Kazunari le agradece con una sonrisa, ambos se regalan un tierno beso, el azabache entra en su hogar no sin antes despedirse de Shintaro con un movimiento de mano. El taxi arranca y él cierra los ojos, su interior se regocija, estaba tan feliz de enmendar su error, de que Kazunari aún mantenga un corazón puro en el que no guarda rencor por nadie, por esa razón le amaba con locura, a aquella persona que le ha demostrado tantas primeras veces, que le ha mostrado y lo seguirá haciendo.


 


~*FIN*~

Notas finales:

Sé que es un fanfic un tanto raro y apresurado, pero quería demostrar mi amor por esta hermosa y perfecta pareja :( No medí mis tiempos y he aquí el resultado, tanto esperar y exigir para esto ToT He decepcionado a todo mundo. En fin, gracias si se han detenido a leer este one-shot, si les ha gustado háganmelo saber con un review, es de mucha ayuda :3


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