Despertó gracias a los rayos del sol que daban contra su rostro. Medio dormido y negándose a levantarse aun, se dio media vuelta y abrazó al cuerpo que estaba a su lado, desnudo, durmiendo. Sin poder evitarlo sonrió, amaba muchísimo a ese chico que conoció hacía dos años en la universidad de artes escénicas.
Pegó su cuerpo completamente al del otro aspirando el aroma corporal de su pareja, amándolo. Anoche, como muchas otras, hicieron el amor dos veces después de que estuvieran en un largo periodo de abstinencia a causa de los exámenes finales. Fue muy bueno.
Amaba hacer el amor con Minseok.
Su cuerpo tan pálido, delicado como una dulce flor pero entrenado y ligeramente musculado, sus ojos felinos y expresivos, sus pequeñas manos… No había nada que él, Luhan, amara de Kim Minseok.
A menudo se decía de la suerte que tuvo en conocerle y en que se fijara en él. Aunque Minseok jamás quiso hablar del tema y lo negaba rotundamente, era muy popular a causa de su linda apariencia. Atraía a muchas chicas y también a algunos chicos que no dudarían en pasar unas cuantas noches en su cama, otros algo más serio.
Luhan, a causa de eso, no pudo evitar volverse un celoso. Todos adoraban a Minseok, no solo por su belleza, sino por tu talento. Su voz alcanzaba notas altísimas a la hora de cantar, tenía la voz finísima pero dulce y siempre era amable con todo el mundo.
A sus ojos, Minseok era simplemente perfecto.
Viendo que sería imposible dormir, se sentó en la cama medio gruñendo, deseando poder estar más tiempo abrazado al cuerpo de su novio, sintiendo su dulce calidez, pero sabía que debía hacer el desayuno y despertar a Minseok cuanto antes, pues debían ir a la universidad a mirar los resultados de los exámenes.
Se vistió con lo primero que encontró de su habitación y salió a la cocina medio dormido con la intención de preparar el desayuno para los dos. Siendo él muy malo para la cocina, prepararía algo más sencillo.
Minseok, hacía unos meses, le enseñó a cocinar pequeñas cosas para el desayuno. Luhan recordaba ese día por motivos que prefería olvidar. Aun le dolían. Fue un día lluvioso, fin de semana, en casa de Minseok. Los padres del mayor estaban en un viaje y Minseok decidió invitarle a él y a tres amigos más a casa para no aburrirse.
En ese entonces hacía ya unos meses que eran pareja – de hecho, llevaban algo más de un año – y eran algo así como una pareja empalagosa.
Ese día, Jongdae, uno de los amigos que vino, se puso a abrazar a Minseok que intentaba ayudar a Luhan con la cocina a petición de este para, al menos, servir para algo en la casa cuando en un futuro se independizaran –Luhan tenía toda una vida planeada al lado de Minseok -.
Todo estaba genial porque, aunque Jongdae no dejaba de abrazar a su novio, Luhan sabía que se veían solo como hermanos. Entonces ¿Qué le hizo provocar la escena aquella que montó de celos a Minseok? Fácil, porque junto a Jongdae se unió a los abrazos Kris que, Luhan sabía, quería a Minseok en su cama.
Minseok, siendo como era, no evitó los abrazos. A Minseok le encantaba ser abrazado y mimado aunque pocas veces era él quien abrazaba, solo Luhan y Kai – su hermano menor – contaban con ese privilegio. Aprovechando que él se fue al baño para lavarse las manos porque estas habían quedado muy sucias después de aprender cómo hacer pasteles, Kris empezó a tocar de más a Minseok que si bien esta vez sí intentó evitarlo, tampoco hizo demasiado pensando que no sería nada.
Jongdae vio venir lo que pasaría así que intentó quitar a Kris pero no sirvió de nada y, cuando Luhan volvió, se encontró con Kris manoseando a su novio y este sin hacer nada. Luhan recordaba a la perfección como furioso, se lanzó contra Kris y Sehun – su mejor amigo y la tercera persona invitada aparte de él – le cogió para evitar daños.
Luhan comenzó a insultar a Kris por lo que le había pillado haciendo pero, por supuesto, Minseok también recibió su dosis por no apartarle y daba igual cuanto intentara Minseok explicarle que no pensó que Kris llegara a tanto descaro, Luhan no le creyó.
Al final, Luhan se fue de allí sin paraguas, se mojó y enfermó durante una semana con fiebres altísimas sin decirle nada a nadie de su estado.
Minseok se preocupó mucho por él y cuando consiguió, una semana después, contactar con él se puso a llorar diciendo que él no tenía la culpa pero que igualmente le perdonara, que no se esperaba eso de Kris y que tenía razón, debió apartarle antes y no cuando empezó a pasarse de verdad.
Luhan, en frío, analizó la situación y supo que se había pasado con Minseok.
Desde entonces controlaba sus ataques de celos, pero muchas veces no podía evitarlo, echaba miradas mortales a alguien o comentarios fuera de lugar y era Minseok quien le mantenía atado para que no se pasara de nuevo.
Terminando de hacer el desayuno, Luhan se sentó en la silla. Debía ir a despertar a Minseok pero pensar en todo aquello le recordó uno de sus mayores miedos.
Luhan tenía muchos miedos entre los cuales estaban las alturas o los bichos, pero su mayor miedo, el que dominaba su personalidad y sus celos, era el que un día Minseok se cansara de él y le dejara.
-Bueno… Lo entendería… -Susurró en chino Luhan cabizbajo –Soy demasiado celoso para su propio bien… Un día podría pasarme y…
-¿te pasa algo, Lu ge? –Preguntó Minseok detrás suyo medio dormido y confundido de ver a Luhan allí sentado susurrando en chino algo que no entendía. Luhan se giró sorprendido.
-Baozi…
-Hola. –Sonrió y le abrazó dándole un beso de buenos días en los labios como hacía siempre que le veía. -¿Te pasa algo?
-No… Nada…
-Sabes que puedes hablar conmigo, Lu ge, no me gusta que me mientas. –Dijo haciendo un lindo puchero. Luhan rió sin ganas.
-Tonterías mías, solo eso.
Minseok le miró no muy convencido. Se sentó a su lado analizando a su novio. Lo conocía como si lo hubiera tenido él, podía apostar que conocía a Luhan mejor de lo que este se conocía a sí mismo. Su rostro decaído, sus hombros hacia delante, la palidez en su rostro y sus ojos llorosos… Luhan estaba afectado por algo y, como siempre, quería hacerse el fuerte y no decirle nada.
Minseok estaba cansado de que le creyera débil, él podía ser tan fuerte como Luhan y este, a su vez, podía ser débil.
Todos tenían momentos malos.
-Minseok… Tengo miedo. –Confesó sin evitar que la voz se quebrara.
-¿De qué tienes miedo, Luhan?
-De que te canses de mí… -Susurró aguantando las lágrimas. –Es que… Soy insoportable, celoso, maníaco… tengo manías raras, me enfado a veces por nada y lo pago muchas veces contigo cuando no tienes la culpa, veo cosas donde no hay y desconfío hasta de mi sombra…
Minseok entendió el concepto que le estaba diciendo Luhan. Negando con la cabeza suavemente abrazó al chino.
-Luhan, respóndeme una cosa. ¿Tú te cansas de respirar?
-Claro que no, no podría vivir entonces…
-Pues es lo mismo.
Luhan le miró sorprendido y rápidamente le besó. No entendía que diablos había leído su Baozi para decir algo tan endemoniadamente cursi y empalagoso, pero había sido lo mejor que le podrían haber dicho en su vida. Minseok, sonriendo, correspondió el beso. Cuando se separaron, quitó con sus dedos las lágrimas que caían por sus ojos y le besó de nuevo.
-Jamás pienses que me cansaré de ti, Luhan. Para mí, eres tan necesario como el respirar.
Luhan sonrió enternecido, de verdad que había ganado la lotería.
No sabía a quién diablos había salvado en su vida anterior, pero Minseok era lo mejor que pudo pasarle.