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Eres mio. por Daydream duet

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¿Cuánto tiempo había pasado? Años? Meses? Una vida? En ese momento se sentía como una eternidad, hacía cuanto que el dulzor de una boca no tocaba sus labios? Hacia cuando el vértigo de la pasión no acariciaba su estomago? Cuanto había pasado desde la ultima vez que quiso aferrar sus dedos al cabello de alguien, había sido hacía tanto que recordar la sensación fue como ahogarse y volver a respirar.

El contacto había llegado tan rápido e inesperado como se fue, Adair besó sus labios con calma, apenas en una caricia suave pero cargada de ternura y cuando la distancia volvió a estar entre sus rostros Joe sintió que no había sido suficiente, ya no podía engañarse, no al ver esos ojos que ahora le contemplaban con una nueva luz implantada en ellos, no al notar su sonrisa tímida y el leve sonrojo que delataba un toque de vergüenza, no al sentir sus propios dientes morder sus labios porque aquello había sido como recibir una gota de agua en medio del desierto, no era suficiente y no podía engañarse diciendo lo contrario, aquel chico frente a él le gustaba y le gustaba de una forma nueva, diferente y ansiosa.

-Lo siento.- Pronuncio el pelinegro al notar el extremo sonrojo en las mejillas de Joe y la mirada fija que le dirigía.

-No debiste.

-Lo sien..- Estaba por disculparse una vez más pero Joe puso sus dedos sobre su boca impidiendo que terminara la oración y confundiendo mas a su inestable corazón que martillaba a un ritmo desigual.

-No me refería a eso- Susurró apenas audible para el mayor. –No debiste hacerlo porque ahora no quiero que te alejes.-

Tal vez aquellas palabras no tuvieran sentido para el resto del mundo, tal vez ni para el mismo pero cuando Adair lo tomo de la nuca y volvió a besarlo supo que el pelinegro había entendido el mensaje y esta vez no fue un simple rose.

Lo labios de Adair chocaron con los de Joe provocando una descarga eléctrica en el cuerpo de ambos, Adair entreabrió los labios de manera torpe y movió su cabeza de una forma que un tope se produjo entre ellos obligándolos a separarse.

-Lo siento yo…

- tu nunca…?-

-No lo digas por favor.- Suplico el pelinegro enrojecido por la vergüenza.

-Es tierno.- Admitió Joe conteniendo la risilla que le provocaba aquel conocimiento.- esto es así.- Esta vez fue Joe quien produjo el acercamiento, deteniendo su cuerpo con una mano recargada en el colchón y la otra posándose en la mejilla de Adair acercó sus labios para besarlo una vez más, moviendo sus labios con calma para que el pelinegro se adaptara a su movimientos.

En pocos instantes Adair había perdido el nerviosismo del primer beso y seguía los movimientos de Joe al tiempo que estos se producían, una de sus manos había viajado hasta la espalda del castaño ayudándolo a sujetar su peso y la otra había aferrado la mano restante de Joe para entrelazar los dedos.

Cuando fue Adair quien tomó la iniciativa y mordió su labio para profundizar el beso Joe quedó gratamente sorprendido concediéndole el pedido, hubieran seguido así de no ser por la intromisión de Odari que al presenciar la escena quedo estática en si sitio con una bandeja de bocadillos y un par de jugos en las manos.

Joe fue el primero que percibió la presencia de la mujer y enrojeció de vergüenza ante la escena que indudablemente Odari había presenciado, al notar su rigidez Adair giro el rostro para encontrarse con la mirada sorprendida de la mujer y luego la volvió para observar a su ahora novio.

Fue la risa cargada de hilaridad que produjo el pelinegro lo que logro sacar de su estupor a los otros, Odari se disculpo por la intromisión y dejo la bandeja sobre el escritorio invitándoles a Vaciar su contenido antes de retirarse y Joe tuvo que recurrir a un poco de violencia golpeando el pecho de Adair para lograr que se callara.

-Que vergüenza- Oculto su rostro contra el pecho mas grande y fuerte mientras era reconfortado por las grandes manos.

Unas dos horas después Adair se vio obligado a abandonar la vivienda en aras de no causar más problemas a Joe,  asegurándose antes como por cuarta vez de su estado de salud y que el castaño le garantizara que se encontraba bien y que solo se tomaría unos días más para que los moretones desaparecieran ates de reintegrarse a la sociedad.

 

Cuando Joe volvió a quedar solo en su cuarto suspiro en una mezcla extraña de sensaciones y sentimientos, se toco los labios que ahora estaban rojos e hinchados por los pasados besos y se recostó en la cama con solo el pensamiento de un alto pelinegro, y así paso las siguientes horas entre apapachos de Odari, la comida, cena y algunas preguntas curiosas de ella, esa mujer que siempre había estado al tanto de su orientación sexual y nunca lo había excluido o hecho menos, sino todo lo contrario.

 

La mañana siguiente llego ajetreada, fueron los ruidos en el primer piso los que le arrancaron el sueño, miro su reloj y comprobó que tan solo eran las 5 de la mañana, el inconfundible sonido de algo al estrellarse lo impulso a ponerse pie y asomarse por las escaleras, desde ahí pudo escuchar mejor y observar fragmentos de la situación que se desarrollaba abajo, su madre desprendía arrebatos de ira contra cualquier objeto que se le atravesara mientras su padre y hermano mayor, que no sabia cuando había llegado, intentaban calmarle sin librarse de uno que otro golpe y rasguño que lanzaba la mujer.

Roberto advirtió s presencio y con una seña de mano le indico que se marchara mientras el y su padre convencían a su madre para tomar sus medicamentos y calmarla.

Su día no había comenzado bien y no tenía esperanzas de que el resto fuera mejor, cosa que no sucedió, después del almuerzo Odari subió a su habitación bastante apurada y le mostro el periódico del mismo.

-Su padre se ha disgustado ero le he dicho que este día no llego el periódico.

Joe abrió el periódico y paso hoja tras hoja hast encontrarse con el motivo de la preocupación de la mujer, era la misma foto que había salido en la revista pero esta vez el escandalo de la divercion desatada de un gran heredero empresarial había sido sustituida por la contundente afirmación de que el chico en la foto era el hijo del candidato presidencial mas popular y se encontraba con su novio… hijo de político descubierto Gay, decía el titular.

Joe perdió los colores, aquello no era una mentira pero el hecho de que el periódico lo afirmara de manera tn contundente era demasiado desconcertante.

-No solo es eso…las redes sociales están atestadas de imágenes tuyas con diferentes individuos.- La voz de Roberto arrancó un grito en la ama de llaves e hiso saltar a Joe sobre la cama por el susto, ninguno de los dos había advertido su presencia en la habitación.

Joe corrió a tomar su portátil y vagar en internet para comprobar lo que su hermano decía, los blogs, y demás paginas de chismes estaban efectivamente atestadas con dichas fotografías donde  para evitar posibles demandas sus rostros estaban censurados.

-Esto es absurdo, ni  siquiera soy yo, como..?

-Es política hermano, es para llegar a papá.

-Me va a matar.

-Tranquilo, no ha visto nada, pero tarde o temprano se enterará, además tiene una reunión con la directiva de empresas Clement mañana, será imposible que no se entere.

El silencio se apoderó de la habitación y al no encontrar ninguna palabra de consuelo o manera de evitar o ayudar en aquel suceso Odari y Roberto le dejaron solo y sumido en sus pensamientos.

Sintiéndose en demasía ansioso tomo su teléfono y tecleo un mensaje sobre lo ocurrido para Adair… unos minutos más tarde que le parecieron eternos Adair simplemente le contestó con un no te preocupes nos encargaremos que aunque no lo dejaba del todo tranquilo si le ofrecía un poco de consuelo, tal vez el plan que tenían sus amigos aun no estaba arruinado.

 

 

 ***

Cristóbal era el candidato presidencial de uno de los partidos más importantes del país, había recorrido una trayectoria profesional impresionante y dura pero finalmente había conseguido una oportunidad para acceder a su ambición más grande, pero conseguir hacerse con la presidencia de un país no era un asunto fácil ni barato, el presupuesto que la nación destinaba para las candidaturas era siempre insuficiente por lo que cada candidato debía buscar la mayor cantidad de benefactores para su campaña, en eso también había tenido suerte, las empresas Clement componían la mayor organización corporativa del momento abarcando una gran variedad de campos entre los que destacaban exportación, inmobiliaria y algunas que otras acciones en el mercado del cine y la televisión.

Cuando la compañía accedió a brindarle su apoyo hasta llegar a sentarse en el banquillo presidencial Cristóbal creyó que no necesitaría nada más, pero con cada bendición viene una gran responsabilidad y con ese pacto un enorme compromiso que ligaba sus acciones con los intereses de la compañía por esa razón tenia que presentarse esa tarde a una reunión con la junta directiva para tratar el asunto del escandalo que protagonizaran su hijo y el heredero de esta, se esperaba muchas cosas de aquella reunión pero nunca entrar en la gran sala y encontrar al mocoso petulante sentado en la silla principal como el más alto representante de los intereses de la corporación.

 La reunión se prolongo por mas de dos horas y cuando esta por fin terminó Cristóbal tuvo que reprimir todas sus emociones detrás de una careta de cordialidad y estrechar la mano de cada uno de los presentes a manera de despedida antes de abandonar la sala y el edificio, una vez a salvo en la privacidad de su automóvil se quito el saco, aflojo la corbata y desato los primeros dos botones de su camisa al tiempo que daba rienda suelta a su frustración y mal humos mientras una serie interminable de improperios abandonaban sus labios ante la muda contemplación de su chofer que de vez en cuando lanzaba miradas fugaces a través del retrovisor.

Al llegar a su casa azotó la puerta de entrada sin importarle el tambaleante estado mental de su mujer que retozaba en la estancia principal viendo a través de la ventana al jardín, ignoró los saludos y buenos modales y subió las escaleras con rapidez en busca del motivo y victima de su mal humos pero al entrar en la habitación de su hijo la encontró vacía, sintiendo la piel de sus manos y brizos picar por la ansiedad de descargar su ira y gritando el nombre del ama de llaves exigió saber dónde se encontraba su hijo.

Guiado por las indicaciones de la mujer volvió al primer piso y estaba por salir de la casa cuando reparo en su mujer que seguía contemplando el jardín casi en la exacta posición en que la había visto al entrar, intrigado por tan hecho se acercó a ella y entonces pudo notar lo que le tenía tan absorta, en el jardín se encontraba Joe, el mismo al que ansiaba tomar del cuello de su camisa y golpear por pura frustración, su hijo estaba recargado contra el tronco del único árbol del lugar, protegido de los rayos del sol por la sombra que este le brindaba, con las rodillas ligeramente flexionadas, un libro abierto en su regazo y una expresión serena en el rostro durmiente.

La escena completa logro amainar su ansiedad y su mal humor, suspirando se acercó mas a su mujer hasta quedar casi pegado a su espalda, la tomo con suavidad por los hombros y se inclino hasta que sus rostros quedaron a la misma altura mientras sus miradas seguían fijas en la figura del menor de sus descendientes.

-Te encuentras bien cariño?- Cristóbal dejo un tierno beso en sus cabellos al tiempo que ella se giraba con los ojos brillantes y unas cuantas lagrimas acumuladas en ellos.

-Ha crecido mucho.- Suspiró mientras una lagrima rodaba por su mejilla. – Es muy apuesto y parece ser inteligente y gentil.

-Es un buen chico.- Concretó Cristóbal sabiendo esa afirmación cierta y sintiendo la cumpa de sus acciones pasadas, las palabras y esa que se vio interrumpida a penas un momento atrás.

-Cuanto mas me voy a perder Cristóbal? Estoy tan harta de esto, quiero tocarlo, acariciarle, quiero besarlo y decirle que lo amo pero no puedo, cuanto mas tengo que perder de él, ni siquiera puedo recordar si alguna vez le cargue cuando bebe.- La mujer dejó caer todo su peso entre los brazos de su marido, dando rienda suelta al llanto mientras ocultaba su cara contra su pecho.

Cristóbal no pudo contestar aquella pregunta, lo mas probable es que no hubiera habido ninguna, el mismo no lo recordaba porque había pasado la mayor parte del tiempo detestando y evitando a la inocente criatura mientras lo culpaba por robar la poca cordura que quedaba en su mujer, Se había casado con Ester conociendo su enfermedad mental, ella nunca lo oculto y esa información no impidió que el quisiera conocerla, terminó enamorado profundamente y tras mucho insistir logró convencerla de formar una familia, todo iba bien, ella llevaba su tratamiento con diligencia y sus dos primeros hijos habían nacido sin mayor problema que los estados de ansiedad y las cortas crisis que ella padeciera al no poder hacer uso de medicamento por el embarazo, aun así una vez que los niños estaban fuertes ella retomaba su medicación y la familia era tan normal como cualquiera, pero no fue así con Joe, las crisis eran más fuertes y abundantes durante el embarazo y después del parto con la depresión que le invadió y su enfermedad

es ese momento su pensamiento giró en miles de recuerdos y llegó a la conclusión de que aunque amaba a su hijo realmente ese rencor nunca se había ido y eso le había impedido ser un buen padre, pensó en la razón de su reciente enojo y ante el raro alarde de cordura que la mujer en sus brazos expresaba en ese momento se dijo que tal vez, solo tal vez cediendo a esto el podría remendar parte de sus pecados.

Alejo a Ester de su cuerpo y con cuidado entre tiernas caricias recogió y limpio cada lagrima hasta que estas dejaron de fluir. –Quieres comer con él?

-Puedo?- Preguntó la mujer con la mirada ilusionada pero el miedo reflejado en su voz.

-Podemos intentarlo, pareces muy calmada y no es justo para ti solo quedarte aquí a observarlo desde lejos, el estará contento y si no lo resistes simplemente le pediré que se retire, el esta acostumbrado.- Cristóbal había dicho aquello sin  maldad pero tarde se dio cuenta de sus palabras y pudo observar el dolor que esa verdad causaba a su esposa, quiso disculpase pero después de todo aquello era una verdad.

 

La comida paso en calma, Joe había despertado sorprendido ante los toques de Odari quien le comunicó el deseo de su madre por comer juntos, Joe había disfrutado mucho de aquellos momentos, era como si por primera vez en su vida su madre apareciera finalmente frente a el, aunque no cruzaron ni una sola palabra y la mujer reprimió sus deseos de acariciarle por miedo a perder su inestable calma aquel había sido un momento agradable y recuerdo atesorable para ambos, Cristóbal se limitó a observar en pensativo silencio hasta que Ester se levantó de la mesa y se retiro a su recamara para descansar. Cristóbal lucho con la indecisión entre seguir a su mujer y seguir disfrutando de ese raro día de cordura o hablar con su hijo sobre aquello que se había decidido en la junta y que implicaba sin derecho de objeción a toda su familia pero principalmente a ellos dos, terminando por elegir lo primero sin siquiera despedirse de su hijo antes de abandonar también la mesa.

 

***

Habían transcurrido 3 días desde que pudiera salir de su casa y regresas a sus labores diarias y exactamente 5 desde que comenzara su relación con Adair, a excepción de los dos primeros días en que solo pudieron comunicarse por llamadas o mensajes el tercero Joe quedo sorprendido al salir de su casa y encontrarle justo enfrente esperándole para llevarlo a casa, aunque fue algo inesperado y le resulto un poco incomodo Joe se sintió feliz por ese detalle, mismo que se repitió los días siguientes.

Joe no estaba completamente informado de cómo se habían desarrollado las cosas, las fotografías siguieron apareciendo y múltiples chismes se desarrollaban en torno a su figura, agradeció profundamente que su rostro no hubiera sido revelada aún, y se felicitó por mantener su discreción y bajo perfil sobre su identidad en la universidad porque de esa manera no tenia que preocuparse por desmentirse ante toda la comunidad estudiantil.

Joe no hubiera querido dar signos de su relación y sobre todo de su condición en la universidad pero Adair era un cabeza dura, orgulloso y al parecer sin ningún temor en la vida pues poco le importaron sus propias reservas y miedos, con la excusa de que tarde o temprano todo el país se enteraría, y mas temprano que tarde, entro en el salón de clases sujetando la mano del castaño mientras Joe solo podía encogerse dentro de su camisa y abochornarse hasta puntos desconocidos.

 

-Ahora entiendo.- Fueron las palabras que le dirigiera Miranda cuando les vió entrar agarrados de la mano y cuando los pocos alumnos presentes soltaron bromas y silbidos y Adair en lugar de desmentir aquello lo confirmo en medio de un gruñido que acallo las burlas en un segundo.

Como ese día no compartían clases Adair se limito a dejarle en su asiento y se marcho para llegar a su propia clase dejando al de ojos almendra con la carga completa de enfrentar las miradas curiosas y nada discretas que le dirigían sus compañeros y las múltiples e infinitas preguntas, burlas y uno que otro insulto de sus compañeros.

-Lo siento.- Se había encogido de hombros al contestarle a la morena y se sorprendió cuando esta minimizo el hecho y encerrándole en un abrazo sincero antes de negar y decirle que todo estaba bien y que aunque si le desanimaba un poco ella quería seguir siendo su amiga hecho que le arranco una radiante sonrisa al castaño.

Zeth y Lía no disimularon su sorpresa, primero arremetieron contra el en cientos de preguntas y exclamaciones graciosas hasta satisfacer su curiosidad, después Lía le abrazo completamente emocionada porque tener un amigo gay era indispensable para toda chica según ella y Zeth simplemente le dio un apretón en el hombro a manera de apoyo, cuando algún idiota lo insultaba era este par el primero que salía en su defensa.

Los primeros dos días fueron los mas embarazosos y dolorosos pero esa mañana cuando habían entrado al salón de clases juntos y Adair había tomado asiento a su lado nadie les molesto, nadie hizo ningún comentario mordaz y aunque las miradas seguían ahí ahora eran más discretas, Joe no podía deducir si era porque la novedad había pasado o porque el pelinegro estaba presente y parecía fulminar con la mirada a todo aquel que les prestaba más de un segundo de interés.

-Estas incomodo?- Preguntó Adair notando la actitud retraída de su novio, al pensar en esa palabra una sonrisa afloró inconsciente en sus labios y contrastó notoriamente con su seño fruncido.

-Estoy bien, supongo que solo es cuestión de tiempo.-

para tranquilizarlo y como burlándose de sus compañeros Adair le tomo por el mentón elevando su rostro y dejando un casto beso sobre sus labios.

-O de fuerza.- Le debatió encogiéndose de hombros y miro al frente al tiempo que la profesora hacia aparición y comenzaba con su cátedra.

 


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