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Eres mio. por Daydream duet

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Notas del capitulo:

Hola creaturas bellas del Señor. sorprendentemente estoy aqui despues de mucho tiempo.

Espero que disfruten el cap, tengo un aviso que dar...

recuerdan la pagina en Face? https://www.facebook.com/Daydream.duet/?ref=bookmarks

bien pues ahí generalmente ando dando avisos, contandoles de las situaciones que no me dejan actualizar, dando adelantos y capitulos ocultos.

realmente pocos conocen la pagina, me gustaria que me siguieran ahí. no sin recompenza, a las pesonas que suelen tener mayor contacto con nosotras o participacion ya sea aqui o allá solemos darles algunos regalos y cositas así.

en fin, el caso es que si quieren espero sus pulgares arriba para la pagina.

Joe pudo dar alcance al moreno hasta que esté se detuvo casi de manera abrupta fuera de la casa,-ERES un infeliz!! Cómo pudiste…?- la réplica murió en sus labios.  Contrario a una sonrisa juguetona se encontró con una expresión seria, pensativa e inquietante en el rostro de Adair.

Las ganas de golpearlo y la indignación por haber sido jugado de forma tan cruel dieron paso a una amarga preocupación.

Fuera de la casa todo había cambiado en comparación a lo que había visto al llegar, el patio había dejado de ser tranquilo y ahora más de una veintena de hombres iban de un lado a otro cargando instrumental, moviendo maquinaria, un par de hombres gritaban órdenes dirigiendo a pequeños grupos que hacían tareas, a la distancia un hombre a caballo arreaba ganado en compañía de 2 perros que apenas se distinguían entre la alta hierva. Todos estaban vestidos de la misma forma que él, solo unos cuantos habían sustituido las camisas de franela por playeras de algodón que delataban el sudor de su espalda y cuello.

Sin embargo el bullicio del trabajo de un rancho quedo resumido a un simple murmullo a la distancia  cuando sus ojos se encontraron con los ajenos, la chispa airada en la mirada de Adair había aparecido otra vez, o tal vez nunca se había ido y el solo no pudo notarlo o no quiso ponerle atención, la punzada de preocupación martillo en su pecho acelerando el ritmo de su corazón, no sabía por qué, pero un presentimiento le decía que él era la causa de esa expresión.

-Ocurre algo?- pregunto el castaño con cautela buscando alguna pista en los ojos del otro.

-Sígueme.- ordenó Adair tomándolo bruscamente de la muñeca y guiándolo  (arrastrándolo) en dirección  a lo que debían ser las caballerizas.

El lugar estaba solo, era incluso más amplio de lo que se veía por fuera, el olor a paja, humedad y caballo impregnaba el aire, la mayoría de los cubículos se encontraban solos, el bullicio exterior había desaparecido y después de echar  una mirada alrededor comprobando que solo estaban ellos dos, Adair habló por fin.

-¿por qué lo hiciste?

-No debería preguntarlo yo?, ¿Qué ocurre?, ¿Por qué tu humor cambia con tanta facilidad? No te entiendo y no sé por qué siento que hice algo mal sin saber qué.- Joe no planeaba expresar sus pensamientos de esa manera, pero estaba acostumbrándose a que todas sus barreras se derrumbaran en presencia del pelinegro y que sus filtros mentales desaparecieran.

-En la casa… cuando iba a decirle a mis padres, por qué mentiste?- no había reproche en su voz, y con su expresión suavizada Joe pudo notar que ese brillo extraño no era otra cosa que duda y preocupada curiosidad.

-Estas molesto por eso?

-estoy… Estoy confundido, al principio creí estar molesto pero solo no entiendo, no me gusta mentir Joe, no me gusta pretender ni fingir mucho menos a mi propia familia, no quiero tener que asegurar la puerta para poder besarte en mi propia casa,  pero tu…

 

-Yo lo noté Adair.- Joe no estaba justificándose,  tampoco quería iniciar una discusión, no estaba reprochando tampoco, su tono era calmado, como si estuviera hablando con un niño, uno muy alto, guapo y con mal genio. Comenzaba a conocer a Adair aunque no supiera realmente nada de él, entendía que esa hora que le dio para prepararse no era para él, sino para sí mismo, para controlar su temperamento y rabieta y tener precisamente esa conversación como la estaban teniendo, sin mal interpretarse, sin reclamos, solo comunicación. Comparado con el chico que había conocido al despertar de su mal intento de suicidio, Adair estaba madurando, y lo hacía para Y por él, que mayor muestra de amor podía esperar? Ninguna, solo intentar ser recíproco con lo que recibía. -Noté la duda en tus ojos, note el miedo también, sé que no quieres ocultarte y no te pido que lo hagas, creo que cedí a eso hace mucho, pero al verte así yo también tuve miedo, por ti, tu sabes cómo fueron las cosas para mí y no conozco a tus padres pero si tuviste dudas debe haber una razón.

-Yo no…

-Déjame terminar por favor, sé que no eres cobarde, se qué prefieres morir que esconderte, y sé que tus padres son diferentes a los míos,  pero lo que quiero decir es que no debemos apresurarnos , no quiero que sientas lo que yo sentí, no deje de observarte desde que llegamos y eres maldita mente feliz en este lugar, Tu familia te da una paz que no había visto en ti nunca y no quiero que eso cambie sólo porque crees necesario darme un lugar que sé que tengo. Voy a esperar y creo que tú también deberías de hacerlo, esperar el momento adecuado para decirlo.

-y como estas tan seguro de que no lo saben ya? Tal vez solo estamos postergando lo inevitable.

Joe río sin burla pero con un poco de gracia.-No deberías saberlo mejor tu que yo? Cielos Adair, estamos en medio de una jodida  montaña, dudo que la circulante de diarios entregue el periódico hasta aquí, el televisor parece no ser usado a menudo, mi celular quedó sin señal kilómetros atrás y dudo aún más que aquí haya Wifi. Además, de saberlo, dudo que tuvieran que fingir cuando llegamos.

Ese tono, esa seguridad al hablar, ese apoyo incondicional, esa declaración de comprensión era todo lo que Adair necesitaba para volver a respirar con normalidad, ciertamente odiaba admitirlo pero tenía miedo, ahora Joe le brindaba la seguridad que necesitaba. Dejo un beso suave en los labios ajenos como agradecimiento y disculpa.

-Por cierto, lamento lo de hace rato, pero seguro odiarías arruinar tu ropa.

-¿Por qué habría de…?

-lo entenderás más tarde.

Joe entrecerró  los ojos suspicaz -aún así eso fue bajo.- sentenció para dejar morir el tema.

-te lo compensare. Ahora, espero que sepas montar.

- creo que puedo defenderme en ello.

***

Efectivamente Joe sabía montar y lo hacía de forma estupenda, antes de que su vida se volviera un caos cuando su orientación sexual fue descubierta por su padre, este le patrocinaba toda clase de actividades para mantenerlo fuera de casa sin que se sintiera excluido, natación,  esgrima, equitación y lenguas entre algunos otros, por lo que montar a la hermosa yegua que le había prestado para la ocasión era algo que hacía bien y con gusto.

Montar libremente a lo largo de llanura y montaña era muy diferente de hacerlo en la pista, menos competitivo pero más disfrutable.

El aire fresco golpeando su rostro trayendo consigo el aroma de las flores era casi una experiencia divina, la yegua que respondía al nombre de “Mona” era una criatura exquisita y tranquila. Más adelante, Adair galopaba sobre un corcel  más agresivo, las pisadas del caballo negro eran fuertes y amenazantes pero Adair se mantenía sobre él como si hubiesen nacido montado en tan monstruoso animal.

Si Joe creyó que aquello sería un paseo simple se equivocó, después de 20 minutos de montar sin dirección aparente para él la frustración y el miedo a perderse comenzaron a invadirle.

-Adair, no nos hemos alejado demasiado??? Creo que deberíamos volver.

-Estás loco, estamos a medio camino aún, habría sido más rápido venir en la camioneta pero no hay nada como un paseo a caballo.

-¿A medio camino a dónde?

-Ya lo verás.

 

****

La cabalgata resulto algo increíble, para cuando regresaron a los establos había oscurecido por completo y ahora Joe conocía los invernaderos, un proyecto que surgió por capricho del pelinegro en un arrebato de querer tener frutillas en cualquier temporada y el cual fue apoyado por su hermana a quien veía como heroína debido a eso. También pudo conocer el Apiario que pertenecían por completo a Adair, el mundo de Adair era completamente diferente al suyo, era diferente y maravilloso, Adair parecía adquirir matices diferentes estando en ese lugar, nunca imagino cuanto podrían brillar sus ojos al contemplar las pequeñas plantas crecientes de un fresal o con cuanta pasión podía expresarse de algo como cuando le mostro las colmenas, ahí también descubrió que Leo no era verdaderamente su hermano, sino su mejor amigo que había crecido con él después de quedar huérfano, la madre de Leo se había marchado insatisfecha con esa vida cuando él era apenas un niño de 4 años y su padre había fallecido protegiendo a Adair cuando ambos fueron atacados justamente por una colmena de abejas salvajes o africanizadas como solía llamárseles, Adair había sobrevivido debido a que su cuerpo fue cubierto por el del mayor pero el padre de Leo no había tenido tal suerte, así que desde los 10 años Leo había permanecido en su casa como un hijo más.

-Adair?- Joe por fin se atrevió a hablar antes de que Adair abandonara los establos

-¿Si?

-Yo solo… ¿Puedo hacerte una pregunta?

-¿Qué ocurre?

-por qué decidiste criar abejas después de aquello? Acaso no estabas resentido?

-Lo estaba y mucho, pero lo hice por Leo

-¿Por Leo?

-Sí, dure un día completamente inconsciente y me tomó casi una semana que la hinchazón disminuyera a un punto no tan horrible, en ese momento había despertado por los gritos que se escuchaban fuera de la casa, me asome a la ventana y note que la discusión era entre Leo y mi padre. Papá tenía un equipo para fumigar tras él, el incidente le había dolido mucho ya que Erik era un buen amigo, mi padre quería fumigar la zona y acabar con cada una de esas malditas y peligrosas bestias, sin embargo Leo se oponía rotundamente.  Aun entre lágrimas por la muerte de su padre se aferraba a defender los principios que el mismo le había enseñado, Leo le gritaba a mi padre que se trataba de criaturas salvajes, que ellas no habían asesinado por placer, que solo estaban siguiendo sus instintos y que no podía condenarse a un animal por su propia naturaleza. A partir de ese día y hasta que fui capaz de volver a salir me dedique a investigar cuanto pude sobre las abejas, mientras yo me hundía en libros y miles de páginas y tutoriales sobre la materia, en ese periodo de tiempo Leo incluso descuidaba sus horas de comida y sueño para evitar cualquier intento furtivo que mi padre pudiera intentar para exterminar esa plaga.

-Es realmente admirable, por cómo se comporta, me cuesta creer que Leo realmente tenga un lado tan dulce.

-Se ha retorcido con el tiempo, es alguien desconfiado por naturaleza y a veces algo rudo pero no es una mala persona.- Aclaró Adair sonriendo por su amigo.

-¿Qué ocurrió entonces?-  Cuestionó Joe sin poder contener la curiosidad que la historia le provocaba.

-Entonces, me repuse por completo. Cuando salí lo primero que hice fue buscar a Leo y arrastrarlo hasta donde mi padre para contarle mi idea, aunque ambos estaban sorprendidos y mi padre estaba obviamente reticente, logré convencerlo con la condición de que aquello sería completamente mi responsabilidad.

-Pero no era demasiado peligroso?

-Compramos el equipo adecuado, lo primero que hicimos fue suplantar las reinas salvajes por reinas domesticadas que mi hermana me ayudo a comprar e importar, después fue cosa de vetar la zona durante unos meses, en ese tiempo la colmena había logrado mantener su fuerza productiva salvaje pero ahora sin el instinto asesino.

Joe no pudo evitar plantarse frente a Adair, pasar sus brazos por su cuello y dejar un suave beso en los labios del mayor, cuando Adair hablaba sobre abejas parecía transportarse a su propio mundo y  su sonrisa era fácil y parecía permanente.

 

El gesto que inicialmente pretendía ser tierno y ligero perdió la esencia de su motivo en un segundo y antes de que Joe pudiera separarse por completo, Adair rodeo a Joe por la cintura con una mano y con la otra retuvo su cabeza por la nuca para acercarlo una vez más a sí y besarlo ahora con intensidad mientras sus deseos apretaban con fuerza seductora la piel a su alcance.

Tal vez fuera por el momento que se volvió romántico, o quizás el descubrir que cada cosa que conocían nueva del otro lograba encantarlos de la misma forma que el resto de sus personalidades,  o tal vez fuera un momento inevitable y las ganas y momentos frustrados se habían unido y lograron alcanzarlos hasta arrollarlos o simplemente la pasión desbordante que incendia a los jóvenes cuando están enamorados, fuera cual fuera la razón ellos simplemente habían terminado enredados en los brazos del otro.

 

La embriaguez del deseo los llevo a buscar un respaldo para el frágil equilibrio de sus piernas, con torpeza Adair caminó de espaldas llevando al castaño consigo hasta que su espalda golpeo con la puerta de uno de los cajones para caballos. El beso terminó en un suspiro cuando sus labios se separaron, sus miradas se encontraron por un momento antes de que volvieran a unir sus labios, Adair palmeo una de las piernas de Joe para comenzar a cargar con su peso, entendiendo el mensaje Joe pego un ligero brinco enredando sus piernas en la cintura del mayor y sintiendo el roce de una erección creciente en su abdomen, mientras Adair volvía a besarlo al tiempo que buscaba una ruta sin traspiés hasta uno de os cajones vacíos.

Joe sentía los pasos de Adair pero no estaba ni consciente ni preocupado por la ruta, los juegos que comenzaran esa mañana ya no podían posponerse más y en aquel momento toda su concentración estaba puesta en besar y lamer el cuello del moreno.

Cuando la boca de Joe alcanzó el lóbulo de su oreja Adair sintió sus piernas flaquear un instante, mientras su piel se erizaba por el mimo, una descarga de éxtasis recorrió su columna vertebral, desde demasiado tiempo atrás como para recordarlo, Adair había soñado tal vez un millón de veces con la primera vez que pudiera tener completamente a Joe, sin embargo al conocer sus circunstancias y después de tantos encuentros estropeados aquel momento se había pospuesto hasta parecer casi inalcanzable, pero ahora en verdad parecía estar sucediendo.

La idea termino de despertar sus instintos más primitivos y una vez que pudo acceder a uno de los cubículos y cerrar la puerta. Bajó con cuidado hasta depositar el cuerpo de Joe sobre el cumulo de paja que cubría y acolchaba poco más de la mitad del cubículo, las pequeñas baritas de pastura acariciaron la piel de Joe provocando un poco de cosquillas, cuando Adair lo notó, se puso en pie de forma rápida y salió dejando a Joe un poco desconcertado, sin embargo el castaño entendió sus acciones cuando lo vio llegar con una par de mantas entre sus manos.

 

Ni siquiera la interrupción técnica pudo disminuir el deseo, después de acomodar la manta más gruesa sobre la paja, Adair volvió a recostar a Joe situándose sobre su cuerpo mientras seguía repartiendo besos húmedos en sus labios y cuello , Joe no podía evitar arquear su espalda ante las atenciones, sentía la excitación recorrerle el cuerpo  y acumularse en su erección, el peso del cuerpo del mayor semi soportado sobre su cuerpo mientras una de sus manos recorría la piel que lograba alcanzar por debajo de la camisa le provocaba una sensación adictiva, sus propias manos no podían permanecer quietas mientras acariciaban la espalda del moreno intentando colar sus manos  por debajo de la apretada camisa.

El tacto de Joe en su espalda, el roce entre sus entrepiernas y la lujuria desatadas deshicieron cualquier reparo o duda, Adair se separó solo lo suficiente para comenzar a deshacer de la ropa, primero la camisa de Joe con un poco de rudeza y urgencia sacándola sobre su cabeza ayudado por el castaño de manera torpe y después su propia camisa un botón a la vez, de forma un poco más lenta y provocativa.

Adair jugaba nuevamente rudo y provocaba a Joe tratando de contener el ligero temblor de sus propias manos mientras aparentaba un control que no tenía, se deshizo de la camisa con movimientos estudiados y luego se quedó, solo apoyado sobre sus rodillas admirando la piel expuesta de Joe que permanecía recostado, con la mirada vidriosa y mordiendo ligeramente su labio tratando se seguir un juego que ninguno de los dos podía soportar realmente.

Joe fue el primero en ceder, rodeo el cuello del mayor acercándolo para poder besarlo mientras sus manos recorrían casi con urgencia el pecho fuerte y el abdomen firme hasta llegar a la cinturilla de los pantalones y pasear sus dedos por ella provocando un ligero y erótico toque con sus yemas.

 Adair se estremeció con anticipación antes de sentir como el botón y el cierre de su pantalón eran abiertos, por un momento interrumpió los mimos que su boca dejaba sobre el rostro de Joe para observarlo a los ojos mientras el castaño correspondiendo su mirada no dejaba la tarea de deshacerse de sus pantalones.

Joe se encontraba completamente entregado a la pasión pero controló su urgencia al notar la fija mirada en él, esta no era su primera vez pero para el moreno era diferente, podía notarlo en  la duda que asomaba en su mirada, en la respiración entrecortada, en la expectación de sus músculos contraídos y en la verdad que Dan le había confesado hace mucho, Adair nunca había tenido una relación antes, mucho menos un encuentro como aquel, Joe sería el primero en su vida, la idea hizo sonreír al castaño, también quería ser el último.

Joe se deshizo de los pantalones ajenos y luego provocó con la mirada al pelinegro para que hiciera lo mismo, el juego de miradas retadoras y provocativas no se rompió en todo el tiempo que les tomo terminar de desvestirse mutuamente, cuando todo se volvió piel contra piel el juego cambió, las miradas encontradas se volvieron cortas y un tanto fugaces pero cargadas de significados mientras sus manos se familiarizaban con la totalidad del cuerpo ajeno.

Adair sentía su mirada nublarse y sus fuerzas flaquear mientras deleitaba todos sus sentidos con el menos, sus manos grandes y ásperas sentían la delicia de la suave piel ajena, su piel enfebrecía con el roce de la ajena, sus labios no encontraban ni querían descanso para disfrutar de la piel y su estómago amenazaba con dar un vuelco cada que su miembro rosaba con el del menor.

Su tacto se detenía dubitativo cada vez que sus yemas encontraban líneas abultadas surcando la piel, trazó cada una casi buscándolas para contarlas hasta perder la cuenta, eran parecidas y diferentes, unas gruesas o tras delgadas, había costras y otras que se extendían más de unos centímetros.

Joe notó la expresión contrariada en el rostro del moreno y se mordió el labio sintiéndose un poco cohibido, con la vergüenza pintando su rostro retiró la mano de Adair de su espalda y lo observó con agitación en la mirada mientras Adair fruncía ligeramente el ceño.

-Lo siento.- casi se atraganto Joe al pronunciar las palabras tratando de controlar el nudo que se acababa de formar en su garganta.

-Shh, shh. No te disculpes.- Lo tranquilizó Adair suavizando su expresión.-Esto?- Cuestionó mientras palpaba ligeramente otra línea sobre su abdomen, Joe solo pudo asentir sin seguridad ante la pregunta no formulada.

Cada cicatriz en su cuerpo había sido producto de las brutales golpizas que en ocasiones Armando llegó a darle a su hijo, Joe había pasado el último tiempo siendo tan feliz que incluso había logrado olvidarse un poco de eso. Ahora que Adair las había encontrado se sentía tímido e inseguro, por la expresión del moreno tal vez resultaba que así de marcado no le gustaría en absoluto, quizás incluso le había dado asco y ya no le querría nunca más.

Adair notó el terror y la inseguridad en los ojos ajenos y cuando Joe intentó cubrirse lo detuvo tomando sus dos muñecas y dejándolas inmóviles con una de sus manos sobre la cabeza trigueña.

-No Me disgustan.- Aclaró para disolver todas las dudas e inseguridades que podía notar en los ojos almendra al tiempo que su mano libre trazaba gentilmente cada cicatriz que encontraba. – Solo me molesta no haber podido hacer nada para ahorrártelas.- Confesó antes de que sus labios comenzaran a besarlo otra vez.

Adair liberó al castaño para continuar lo que habían interrumpido,  movió su peso llevando también el de Joe hasta invertir posiciones y dejarlo a horcajadas sobre su abdomen, se levanto ligeramente hasta quedar semi sentado, sosteniendo su peso con una mano mientras la otra atraía el rostro ajeno para besarlo, mientras sus labios disfrutaban de una danza sin fin, su mano recorrió con cariño y delicadeza el contorno de su mandíbula, bajo por el cuello fino hasta encontrar su pecho y rodear hasta aferrarse a su espalda antes de trazar la línea de su columna provocando una agradable sensación de escalofrío hasta llegar al agradable trasero y apretar una de sus nalgas con brusco deseo.

Su tacto jugo en esa zona por unos minutos mientras sus labios mimaban el cuello dispuesto de Joe, se separo lentamente buscando la mirada almendrada y cuando tuvo la atención del castaño confesó con un ligero sonrojo en sus mejillas.

-Yo soy nuevo en esto.- Confeso al tiempo que la mano en la nalga se desplazaba y uno de sus dedos trazaba la línea entre ambas colinas.-realmente quieres continuar?- Joe solo asintió sin despegar su mirada de los ojos oscuros. - Si te lastimo o hago algo mal debes decírmelo, de acuerdo?- Joe asintió sintiéndose profundamente enternecido por las palabras recién dichas, una sonrisa sincera se apodero de su rostro mientras sus labios bajaban hasta quedar a la altura del oído del otro y una de sus manos indicaba el resto del camino a la que Adair tenía tras él.

-Nada va a pasar, si te pierdes, yo te mostrare el camino. –

 

Notas finales:

Y bien? 26ncapitulos para llegar finalmente al tan ansiado lemmon, estos niños se nos resistieron bastante pero finalmente aqui esta y romete para el siguiente cap.

espero sus rvws, comentarios y amor.

hasta el siguiente cap.

JiN


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