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Strong por SDCollins

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Notas del capitulo:

Hola, volvi con algo nuevo. Se que no he terminado la historia anterior, pero me encanta esta pelicula, la he visto como unas cien veces, jaja espero que les guste. A mi me encanto escribirlo, la parte del baile y la transformacion es mi favorito. Bueno espero sus comentarios, sean buenos o malo, todos son bien recibidos.

Hace mucho tiempo, vivía un niño llamado Stiles, el no observaba el mundo como realmente era… sino, como quizá, debería ser, si tuviera un poco de… magia. Para su madre y su padre, él era un príncipe. Cierto no tenía título, ni una corona, ni castillo… pero el gobernaba su propio pequeño reino, cuyas fronteras eran la casa y la pradera, en el límite del bosque… donde su familia había vivido por generaciones. Con el señor Ganso y toda su familia de animales.

-Hola.- dijo el pequeño Stiles, saludando a los animales.- ¿Qué crees que estás haciendo?- le dijo al ganso.- Deja que los pequeños también coman. No queremos que luego te indigestes.

-Isaac, eres un ratón doméstico, no de jardín.- le dijo Stiles al pequeño ratoncito.- ¿Verdad, Scott? Y no deberías comer la comida del señor ganso.

-¿No es cierto mamá?- le pregunto Stiles.

-¿Aun crees que te entienden?- le respondió su madre.

-¿No es así, madre?

-Claro que si.- le dijo.- Creo que los animales escuchan y nos hablan… si les prestamos atención. Así aprendemos a cuidarlos.

-¿Y quienes nos cuidan a nosotros?- le pregunto entusiasmado.

-Las hadas madrinas, claro.- le respondió su madre.

-¿Tú crees en ellas?

-Yo creo en todo.

-Entonces, yo también creo en todo.- le dijo Stiles.

Su padre era un mercader que viajaba al extranjero… y traía tributos de los súbditos de Stiles.

-¡Stiles!- le gritaba su padre desde el carruaje.- ¿Dónde está mi hermosa familia?

Stiles lo extrañaba mucho cuando él se iba. Pero sabía que siempre regresaba.

-¡Allí estas!- dijo su padre cuando lo vio correr hacia él.

-¡Papá bienvenido a casa!- dijo Stiles saltando a sus brazos.

-¿Cómo estás?- le pregunto abrazando al pequeño.- Creciste.

-¿Qué es eso?- le pregunto Stiles cuando vio que escondía algo en su espalda.

-¿Esto?- dijo mostrando una pequeña caja.- Lo encontré colgando de un árbol. Creo que hay algo adentro.

-Es muy bonita- dijo Stiles cuando abrió la caja.

-En francés, se dice un Papillon.

Todo era como debía ser. Sabían que eran una familia feliz… que se amaban mucho.

-Rey soy por ti, dilly dilly.- cantaba la madre de Stiles para dormirlo.- Tu reina al fin, lavanda verde, dilly dilly, lavanda azul, te amo a ti, dilly dilly.

-Me amas tú.- termino Stiles antes de caer profundamente dormido.

Pero el dolor puede llegar a cualquier reino… sin importar lo feliz que sea. Y entonces llego a la casa de Stiles.

-Lo siento mucho.- le dijo el doctor al padre de Stiles.

-Gracias, doctor.- le respondió.- Ven, Stiles.- dijo volteando a ver al niño, para llevarlo con su madre que estaba recostada en un pequeño sillón.

-Stiles, mi pequeño.- dijo la madre de Stiles.- Quiero contarte un secreto. Un gran secreto que te ayudara a superar… los obstáculos que la vida puede presentarte. Siempre debes recordar esto. Se bueno y bondadoso. Tienes más bondad en tu dedo meñique… que la mayoría de las personas en todo su cuerpo. Y eso tiene poder, más del que tú sabes. Y magia.

-¿Magia?- le pregunto.

-De verdad.- le respondió.- Se valiente y bondadoso, mi pequeño. ¿Me lo prometes?

-Te lo prometo.

-Bien… debo irme pronto, mi amor. Por favor, perdóname.

-Claro que te perdono.- le dijo Stiles, comenzando a llorar.

-Te amo.- dijo Claudia cuando Stiles y John se acercaron a abrazarla.- Te amo, mi pequeño.

El tiempo pasó y el dolor se convirtió en recuerdo. En su corazón, Stiles siguió siendo el mismo. Porque recordaba la promesa que le había hecho a su madre. Ser valiente y bondadoso. En cambio, su padre estaba muy diferente. Pero esperaba que llegaran tiempos mejores.

-“Y luego regresé a casa… donde mi esposa y yo cantamos hasta cansarnos. Y si alguna vez hubo un hombre más afortunado y feliz… yo no lo conozco”.- dijo Stiles cerrando el libro.- Así terminamos hoy con el diario del señor Pepys. Me gustan los finales felices, ¿a ti no?

-Son mis favoritos.- le respondió su padre.

-Como deberían serlo.- dijo Stiles sonriendo.

-Stiles… llegue a la conclusión de que, quizá, sea hora… de empezar un nuevo capítulo.

-¿En serio, padre?

-Recordaras que hace tiempo, en mis viajes… forje una amistad con Sir Francis Tremaine.

-Si.- le dijo Stiles.- ¿No es el líder del Gremio Textil?

-Era.- le respondió.- El pobre hombre murió: Su viuda… una mujer honorable… ahora se encuentra sola… aunque está en la flor de la edad.

-Te preocupa decírmelo.- le dijo Stiles.- Pero no debe hacerlo. No si te dará felicidad.

-Si. Felicidad. ¿No crees que pueda tener una última oportunidad… aunque haya pensado que esas cosas se habían acabado?- le pregunto su padre.

-Por supuesto, padre.- le dijo levantándose a abrazarlo.

-Ella será tu madrastra. Y tendrás dos hermanas amorosas para hacerte compañía.

Los días pasaron, para Stiles era un sentimiento extraño al tener una madrasta. El día había llegado, el día en que la conocería, a ella y a sus nuevas hermanas.

-Bienvenidas, damas.- dijo el padre de Stiles saliendo a recibirlas.- ¡Bienvenidas!

-Eres muy amable.- dijo Lydia, bajando del carruaje.

-Bienvenida. Estoy feliz de conocerlas.- les dijo Stiles.

-Tienes el cabello muy bonito.- dijo Allison, revolviéndole su cabello a Stiles.

-Gracias.- le respondió.

-Deberías peinártelo.- le aconsejo Lydia.

-Estoy seguro de que tienes razón.- le dijo Stiles.- ¿Quieren que les muestre la casa?

-¿Qué dijo?- le pregunto Lydia a su hermana.

-Quiere mostrarnos su granja.- le respondió.- Creo que está orgulloso.

-¿Tienen a los animales adentro?- le pregunto Lydia.

-No.- le respondió Stiles.

-Encantador. Totalmente encantador.- dijo Lady Tremaine, bajándose del carruaje.- Lucifer.- dijo llamando a su gato.

Su futura madrasta era una mujer intensa, de gustos refinados. Y ella también sabía que era el dolor. Pero a ella le sentaba muy bien.

-No dijiste que tu hijo era tan guapo.- le dijo Lady Tremaine al padre de Stiles.

-Se parece a su…- pero se calló antes de seguir hablando.

-A su madre.- completo ella.- Así es.

-¿Cuánto hace que tu familia vive aquí?- le pregunto Lydia.

-Más de 200 años.- le respondió John.

-Y en todo ese tiempo, ¿nunca pensaron en decorar?- dijo Allison.

-Allison, silencio.- dijo Lady Tremaine.- Pensaran que hablas en serio.

La madrastra de Stiles, siendo tan animada… se propuso devolver la vida y la risa a la casa.

-Bueno, miren quienes tienen su propia fiesta.- dijo Stiles a los ratones.- Scott, Jackson, y el grandote Isaac.

-¿Qué estas…?- dijo cargando a Lucifer.- Si, ¿Qué crees que haces, lucifer?, Scott es mi invitado y no se permite comer a los invitados. Bueno, vete. Tienes mucha comida de gato para deleitarte.- dijo bajando al gato.- los hombres debemos ayudarnos entre nosotros.- dijo guiñándole un ojo a los ratones.

-Te estás perdiendo de la fiesta.- dijo Stiles entrando en el estudio de su padre.

-Imagino que es igual a todas las demás.- dijo levantando la mirada para ver a Stiles.- Y me voy mañana temprano, Sti.

-No, pero… acabas de llegar del último viaje. ¿Tienes que irte?

-Solo serán unos meses, pequeño.- le dijo su padre.- ¿Qué quieres que te traiga del extranjero?, Tus hermanas… hermanastras, pidieron… parasoles y encaje. ¿Qué quieres tú?

-Tráeme la primera rama que toque tu hombro en el viaje.

-Es un pedido un tanto extraño.

-Bueno, tendrás que llevarla contigo… y te hará pensar en mi cuando la veas. Y cuando la traigas, tú vendrás con ella. Y eso es lo que realmente quiero. Que tú vuelvas. No me importa nada más.- dijo abrazando fuertemente a su padre.

-Lo haré.- le dijo su padre.- Stiles, mientras no esté… quiero que seas bueno con tu madrastra… y tus hermanastras, aunque puedan ser… un tanto difíciles, a veces.

-Lo prometo.

-Gracias.- contesto su padre.- Siempre dejo una parte de mi aquí, Stiles. Recuérdalo. Y tu madre también está aquí, aunque no la veas. Ella es el corazón de este lugar. Por eso debemos amar esta casa, siempre, por ella.

-La extraño. ¿Y tú?- le pregunto a su padre.

-Mucho.- le respondió abrazándolo.

 

[…]

 

-¡No olvides el encaje!, ¡lo necesito!- le grito Allison a John.

-¡Y mi parasol!, ¡Para mi cutis!, ¡Eso quiere decir “piel”, si no lo sabias!- le gritos Lydia.

-¡Adiós!- le decía Stiles.

-¡Adiós, Stiles!

-¡Te quiero!- le grito Stiles.

-Stiles, cariño.- lo llamo Lady Tremaine, cuando Stiles entro a la casa.- Vamos, vamos, no llores.

-Sí, madrastra.

-No hace falta que me llames así.- dijo viendo a Stiles.- Con “Madame” bastara.

-¡No hay espacio para mí!- gritaba Lydia desde el pasillo.

-¡Entonces hazte más pequeña!- le grito Allison.

-Allison y Lydia siempre compartieron una habitación. Son tan buenas y afectuosas.- dijo Lady Tremaine.

-¡Mejor desaparece!- le grito Allison a Lydia.

-Eso te gustaría, ¿No?- le contesto ella.- A veces quisiera sacarte los ojos.

-Creo que su habitación les resulta limitada.- le dijo Lady Tremaine a Stiles.

-Bueno, mi habitación es la más grande, después de la suya y de mi padre.- le contesto Stiles.- Quizá puedan compartirla.

-Que maravillosa idea. Eres un buen chico.

-Yo puedo dormir en…

-El ático.- dijo Lady Tremaine interrumpiendo a Stiles.- Muy bien.

-¿En el ático?

-Si. Temporariamente, mientras redecoro las demás habitaciones. El ático es amplio y ventilado… y estarás lejos de nuestros ruidos y peleas. Estarías aún más cómodo si te llevaras estas pequeñeces contigo.- dijo dándole una caja con varias cosas.- para entretenerte.

 

[…]

 

-Bueno…- dijo Stiles al ver el ático.- Nadie me molestara aquí.

-Hola Isaac.- dijo sorprendido al mover una mesa rota y ver a los ratones.- Así que aquí es donde se refugian. Parece que ahora yo también.

-Es el colmo.- dijo Lydia desde la parte baja de las escaleras, del ático.

-Nuestro hermanito, allá arriba habla con las alimañas.- dijo Allison.

-Que agradable.- dijo Stiles.- Sin gatos… ni hermanastras.- dijo cerrando la puerta del ático.

-Tenemos un hermano tonto.- dijo Lydia.

-Yo tengo dos.- respondió Allison.

-Te escuché.- dijo Lydia tomando a Allison del brazo.- ¿Con quién hablara?

-Está loco.

 

[…]

 

-Buenos días.- le dijo Stiles a los gansos.

-Buenos días, joven Stiles.- le dijo un campesino.

-Buen día, Tom.- respondió Stiles, inclinándose al pequeño corral de gallinas.- Hola. Permíteme… un hermoso huevo de chantecler. Bien hecho. Gracias.

-Buen día.- dijo Stiles al entrar en la cocina.

-Buen día, joven.- dijo la cocinera.

-Gracias, joven Stiles.- respondió la cocinera al ver que Stiles traía algunos huevos, para el desayuno.

-De nada.

A las hermanastras de Stiles no les gustaban las mañanas. Y les faltaba talento para las artes domésticas. En realidad, les faltaba talento para todas las artes.

El gran consuelo de Stiles eran las cartas que enviaba su padre. Las semanas se convirtieron en meses… pero todos los días traían sus pensamientos de algún lugar distante. Hasta que una tarde…

-¿Granjero Dave?- dijo Stiles al abrir la puerta.

-Joven Stiles. Es su padre, joven. Se enfermó en el camino. Falleció, joven. Se fue.- dijo el hombre.- Hasta ese momento, solo hablo de usted, joven. Y de su madre. Me pidió que le diera esto.- dijo entregándole una rama ya marchita.

-¿Y mi encaje?- dijo Allison.

-¿Mi parasol?- secundo Lydia.

-¿No ven que eso no importa?- respondió Lady Tremaine.- Estamos arruinados. ¿Cómo vamos a vivir?

-Gracias.- dijo Stiles, con lágrimas en sus ojos.- Esto debió ser muy difícil para usted.

Sin, como vivir ahora. Había que economizar. La madrastra de Stiles despidió a todo el personal de la casa. Su madrastra y sus hermanastras… siempre abusaban de Stiles. Y finalmente consideraron a Stiles… menos un hermano y más un sirviente. Entonces, Stiles debía hacer todo el trabajo. Eso era bueno, porque lo distraía de su dolor. Al menos eso era lo que decía su madrastra. Y ella y sus dos hijas estaban más que felices… de darle a Stiles muchos motivos de distracción. En su defensa, compartían con Stiles los alimentos que comían… o, mejor dicho, las sobras de la mesa. Su número de amigos era pequeño. Bueno, sus amigos eran pequeños. Pero para sus amigos, tenía el corazón abierto… y las manos abiertas. A veces, al final del día… en el ático ventoso hacia mucho frio para pasar la noche… entonces, se acostaba en la ceniza de la chimenea, para mantener el calor.

-Pensé que el desayuno estaba listo.- dijo su madrastra.

-Así es Madame.- respondió Stiles.- Solo estoy avivando el fuego.

-En el futuro, llámanos cuando el trabajo esté terminado.

-Como desee.- contesto Stiles.

-Stiles, ¿Qué tienes en la cara?- le pregunto su madrastra.

-¿Perdón?- pregunto Stiles confundido.

-Es ceniza de la chimenea.- respondió Allison.

-Límpiate.- le dijo Lady Tremaine.

-¡Nos llenaras el té de ceniza!- grito Allison.

-¡Tengo un nombre nuevo para Stiles!- grito Lydia.- ¡Mugriento!

-Yo no soportaría estar tan sucia.- comento Allison.- ¡Sucio Stiles!

-¡Cara de Ceniza!- dijo emocionada Lydia.- Así te llamaremos.

-Bueno chicas… son muy ingeniosas.- dijo Lady Tremaine.- ¿Para quién es esto?- pregunto al ver un plato y una taza extra en la mesa.- ¿Nos olvidamos de alguien?

-Es mi lugar.- respondió Stiles.

-Me parece demasiado que prepares el desayuno… lo sirvas y te sientes con nosotras.- le dijo su madrastra.- ¿No preferirías comer cuando el trabajo esté terminado, Stiles? ¿O debo llamarte “Cara de Ceniza”?

Cara de ceniza. Los nombres tienen poder, como los hechizos. Y, de pronto, le pareció que su madrastra y hermanastras… lo habían transformado en una criatura de ceniza… y trabajo.

-Corre.- le dijo Stiles a un ciervo, que había encontrado en su camino.- ¡Rápido, amigo, o te alcanzaran! ¡Vete!

Quizá fue bueno que las hermanastras de Stiles fueran crueles. Porque si no hubiera huido al bosque… nunca habría conocido al príncipe.

-¡Joven! ¿Está usted bien?- gritaba el príncipe al ver que el caballo de Stiles no se detenía.- Espere.

-¡Esto bien, gracias!- respondió Stiles.

-¿Está bien?- volvió a preguntar el príncipe.

-Estoy bien, pero casi le da el susto de su vida.

-¿A quién?- pregunto confundido.

-Al ciervo.- respondió Stiles.- ¿Qué le hizo… para que usted lo persiga así?

-Debo confesar que no lo conocía.- contesto el príncipe.- ¿Es amigo suyo?

-Un conocido.- le contesto.- Nos acabamos de conocer. Lo mire a los ojos… y el me miro a los míos y sentí que le quedaba mucho por hacer de su vida.

-Joven, ¿Cómo lo llaman?- pregunto el príncipe.

-No importa cómo me llamen.

-No debería estar solo en el bosque.

-No estoy solo. Estoy con usted, joven… ¿Cómo lo llaman?

-¿No sabe quién soy?- pregunto divertido el príncipe.- Eso es… me llaman Derek. Bueno mi padre me llama así… cuando está de buen humor.

-Y… ¿Dónde vive, joven Derek?- pregunto Stiles.

-En el palacio.- respondió Derek.- Mi padre me está enseñando su oficio.

-¿Es un aprendiz?

-Algo así.

-Qué bueno. ¿Lo tratan bien?

-Mejor de lo que merezco, creo.- le contesto Derek.- ¿Y a usted?

-Me tratan tan bien como pueden.

-Lo siento.

-No es culpa suya.

-Seguro que tampoco es culpa suya.

-No es tan malo.- le dijo Stiles.- Hay personas que están peor. Debemos… ser valientes y bondadosos, ¿no?

-Si. Tiene razón.- le respondió Derek sonriendo.- Eso es exactamente lo que siento.

-Por favor, no deje que lo lastimen.- dijo Stiles al escuchar las trompetas de los guardias.

-Pero estamos cazando. Eso es lo que se hace.

-Que sea los que se hace no significa que esté bien hacerlo.

-Otra vez tiene razón.

-Entonces… lo dejara tranquilo, ¿verdad?

-Lo haré.

-Muchas gracias, joven Derek.

-Allí esta, su alte…- dijeron unos guardias acercándose.

-¡Derek! ¡Derek!- grito el príncipe.- ¡Derek! ¡Me llamo Derek! Ya voy.

-Bueno, será mejor que nos vayamos… joven Derek.-  respondió el guardia.

-Espero verlo otra vez, joven.- dijo Derek antes de irse.

-Y yo a usted.- le contesto Stiles.

 

[…]

 

-Hablas como si fueras el primero que conoció a un joven apuesto.- dijo el rey.

-No era un “Joven Apuesto”.- le contesto Derek.- Bueno, sí, era un joven apuesto… pero también era mucho más que eso.

-¿Cuánto más?- pregunto el rey.- Solo lo viste una vez. ¿Cómo puedes saber algo de él?

-Me dijiste que lo supiste enseguida cuando conociste a mamá.- le respondió Derek.

-Eso era diferente. Tu madre era una princesa.

-Pero igual la habrías amado.

-Nunca la hubiera visto… porque no habría sido apropiado.- le dijo el rey.- Y mi padre me hubiera dicho lo que yo te estoy diciendo… y lo habría escuchado.

-No, no lo hubieras hecho.

-Sí, lo hubiera hecho.

-No.

-Si.

-No.

-Tienes razón.

-Bueno, ¿Cómo está él?- pregunto Derek viendo al doctor.

-Su majestad…

-No importa.- respondió el rey.- Si lleva tanto tiempo hallar la forma de decirlo, ya lo sé.

-Padre…

-Nos pasa a todo, hijo.- le dijo el rey.- Ven. Llegaremos tarde. Y la puntualidad es… la educación de los príncipes.

-La educación de los príncipes.- dijo Derek al mismo tiempo que su padre.

-Estoy seguro de que su padre le hablo de su conducta en el bosque.- dijo el Gran Duque.

-¿Es asunto suyo, Gran Duque?- pregunto Derek.

-Sus asuntos son mis asuntos, su alteza real.- respondió este.- No es aceptable dejar libre al ciervo.

-Que sea lo que se hace no significa que este bien hacerlo.- le dijo Derek.- O algo así.

-El maestro Phineus, maestro del pincel, espera con paciencia.- dijo el maestro Phineus.

-Que parezca apto para casarse, maestro Phineus.- dijo el rey estrechando su mano.- Debemos atraer a una esposa adecuada… incluso si él no quiere escucharme.

-Me propongo complacerlo, su majestad.- respondió el maestro Phineus.- Pero no hago milagros.

-Que lienzo esplendido, maestro Phineus.- dijo Peter, un guardia real y mejor amigo de Derek.

-Gracias.

-¿Entonces, estos retratos, se enviaran al extranjero para convencer a los poderosos de que vengan a este baile que darás?- pregunto Derek.

-Que es una tradición muy querida.- respondió el Gran Duque.- En el que elegirás a tu esposa.

-Si debo casarme, ¿No puedo hacerlo con… un buen chico de campo?

-¿Y cuantos territorios no dará este “buen chico de campo”?- pregunto el Gran Duque.- ¿Cómo nos convertiría en un reino más fuerte? Somos un reino pequeño entre grandes naciones, su alteza real. Y este es un mundo peligroso.

-Escucha, hijo.- le dijo el rey, acercándose a Derek.- Quiero verlos a salvo, a ti y al reino.

-Está bien, padre.- respondió Derek.- Con una condición. Envía invitaciones a todos, no solo a la nobleza. Las guerras nos trajeron dolor a todos.

-¿Qué piensas, Peter?- pregunto el rey.- ¿Eso le gustará a la gente?

-No puedo saberlo, su majestad.- respondió Peter.- Pero no me molestaría una pequeña celebración.- dijo Peter comenzando a reír.

-Un baile para la gente… y una princesa para el príncipe.- dijo el Gran Duque.

 

[…]

 

-No lo veo bien, joven.- le dijo un joven a Stiles.- Para nada. ¿Por qué se queda allí si lo tratan tan mal?

-Porque les hice una promesa a mi madre y a mi padre… que siempre amaría la casa donde fuimos tan felices.- respondió Stiles.- Ellos amaban nuestra casa… y ahora que no están,  yo la amo por ellos. Es mi hogar.

-¡Atención! ¡Atención! ¡Silencio!- gritaba un guardia del castillo.- “Sepan… que en dos semanas, a partir de hoy… habrá en el palacio… un baile real. En dicho baile… según la antigua costumbre… el príncipe elegirá una esposa. Además… a pedido del príncipe… se declara que todo joven y doncella del reino… sea noble o plebeyo…están invitados a asistir. Esta es la orden de nuestro bondadoso rey”.

Stiles estaba tan entusiasmado de ver a Derek, el aprendiz. Y sus hermanastras estaban intrigadas con la idea de conocer al príncipe.

-Cálmense.-  dijo su madrastra.- Ahora, escúchenme. Una de ustedes debe ganar el corazón del príncipe. Si lo hacen, podremos deshacernos de la deuda en que fuimos atrapadas… cuando vinimos a este basural.

-¿Yo, una princesa?- pregunto emocionada Lydia.

-O mejor…- dijo Allison.- Yo una princesa.

-Ya diste tu noticia… ¿Por qué sigues aquí?- le pregunto Lady Tremaine a Stiles.- Debes volver ya mismo al pueblo… y decirle a la costurera que haga tres finos vestidos.

-¿Solo eso?- pregunto un poco triste Stiles.- Yo también quisiera poder asistir al baile.

-¿Qué dices?- le pregunto su madrastra.

-Sí… yo pudiera decirle a la costurera que confeccione algo para mí, claro nada que le cueste demasiado.

-Mamá, claro que Stiles no va a ir con nosotras.- dijo Lydia.- Pobre, que vergüenza.

-Eres demasiado ambicioso para tu posición.- le dijo su madrastra.

-No, solo quiero ver a mi amigo.

-Voy a ser clara.- dijo su madrastra acercándose a Stiles.- Un vestido para Allison… uno para Lydia… y uno para mí. Y eso es todo. Bien, entonces, ya está decidido. ¡Ahora vete! Todos en el reino perseguirán al príncipe. ¡Debes llegar antes de que la costurera tenga demasiado trabajo!

 

[…]

 

-Despierte, su alteza real. Parece estar en otro lugar.- le dijo Peter a Derek.

-Lo siento.

-Está así desde la caza.- le dijo Peter.

-Es ese joven maravilloso.- le contesto Derek.- No puedo dejar de pensar en él.

-Pero hay más personas.

-Pero su personalidad, su bondad…- le dijo Derek.

-No tendrá una hermana, ¿no?- le pregunto Peter.

-No se.- respondió Derek riéndose.- No sé nada de él.

-Quizá su joven misterioso venga al baile.- le animo Peter.- Por eso abrió la invitación a todos, ¿no?

-Peter. Lo hice por el bienestar de la gente.

-Por supuesto. Que superficial soy.- le dijo Peter.- ¿Y si viene, que pasa? Entonces le dirá que usted es el príncipe. Y un príncipe puede elegir a la persona con la que quiere casarse.

-Sí, claro.- respondió Derek.- Mí padre y el Gran Duque solo me dejaran casarme con una princesa.

-Bueno, si el joven del bosque es tan encantador como dice… quizá cambien de idea.

El día del baile llego… y todo el reino… contenía la respiración de la emoción.

-¿Quieres que sea tu reina?- se preguntaba Allison frente al espejo.- ¿Quién? ¿Yo?

-Más apretado.- le decía Lydia a Stiles, para que apretara más su corseé.- Más apretado… Más Apretado… ahí está bien.

-Eres una visión hermana.- le dijo Allison a Lydia mirándola por el espejo.

-Tú también.- le contesto.

-Debemos competir por la mano del príncipe.- decía Allison.- Pero que eso no nos haga albergar pensamientos oscuros contra la otra.

-Claro que no, querida hermana.- le dijo Lydia.- No soñaría con envenenarte antes de irnos al baile.

-Ni yo con empujarte de la carroza cuando estemos en camino.

-O con aplastarte la cabeza en las escaleras del palacio al llegar.- dijo Lydia.- Después de todo somos hermanas.

-Y la familia es lo primero.- contesto Allison.

-Dejaremos que decida el príncipe.

-¿Cómo será él?- pregunto Stiles.

-¿Qué importa?- contesto Allison.- Es incomparablemente rico.

-¿No te gustaría conocerlo un poco antes de casarte con él?- le pegunto Stiles.

-Claro que no.- respondió Lydia.- Podría hacerme cambiar de idea.

-Apuesto a que tú nunca has hablado con un muchacho.- le dijo Allison a Stiles.- ¿Lo hiciste, cara de luna?

-Sí, una vez.- le respondió él.- Con un caballero.

-Alguien pobre, sin duda.- se burló Allison.- Algún aprendiz.

-Era un aprendiz, si.- le contesto Stiles.

-Todos los hombres son tontos, eso dice mi mamá.- le dijo Lydia.- Cuanto antes lo aprendas mejor.

No fue la primera vez que Stiles sintió pena por las dos manipuladoras de sus hermanastras… que eran tan feas por dentro como bonitas por fuera. Si su madrastra no quería encargar algo para él… Stiles pensó que no había motivo… por el que no pudiera hacérselo el mismo. Además, tuvo un poco de ayuda.

-Mis queridas niñas.- dijo Lady Tremaine al ver a Allison y Lydia.- Verlas así… me hace pensar que una de ustedes puede atrapar al príncipe. ¡Pensar que tengo dos caballos en esta carrera!, me atrevo a decir que nadie en el reino opacara a mis hijas.

-¿Stiles?- dijo Lady Tremaine viendo bajar a Stiles.

-No le costó nada.- respondió él.- Era un traje de mi padre. Y yo mismo lo modifique.

-¡Stiles en el baile!- dijo Lydia.- Nadie quiere casarse con un sirviente.

-Después de todo lo que he hecho…- empezó a decir su madrastra.

-No quiero arruinar nada.- interrumpió Stiles.- Ni siquiera quiero conocer al príncipe.

-Y no lo harás, porque no hay forma de que vayas.- le dijo su madrastra.

-Pero todas las personas del reino están invitadas…- dijo Stiles.- Por orden del rey.

-Sí, y estoy pensando en el rey.- dijo Lady Tremaine.- Sería un insulto a la familia real… llevarte al palacio vestido con ese trapo viejo.

-¿Trapo?- pregunto Stiles.- Era de mi padre.

-Siento tener que decirte… que el gusto de tu padre era cuestionable.- dijo su madrastra acercándose a Stiles.- Esto está tan pasado de moda… que prácticamente se está cayendo en pedazos.- dijo arrancándole un pedazo del hombro.- El hombro esta gastado. Está destrozado.

-¡Esto también!- dijo Lydia arrancando otro pedazo del traje.- ¡Es una ridiculez pasada de moda!

-¿Cómo pudo hacerlo?- pregunto Stiles.

-¿Cómo podría no haberlo hecho?- le pregunto su madrastra.- No dejare que nadie relacione a mis hijas contigo. Arruinaras sus chances… que las vieran llegar con un sirviente andrajoso. Porque eso es lo que eres. Y eso es lo que siempre serás. ¡Recuerda lo que digo! ¡No iras al baile!

-Lo siento, madre.- dijo Stiles comenzando a llorar, viendo cómo se iba su madrastra y hermanastras.- Lo siento. Dije que sería valiente, pero no lo soy. Ya no. Ya no creo.- dijo corriendo a la parte trasera de la casa.

-Disculpe.- dijo un viejecita.- ¿Me ayudarías, jovencito? Solo un poco de pan o, mejor aún, una taza de leche.

-Si.- le contesto Stiles.- Sí, sí, sí. Creo que encontrare algo para usted.

-¿Por qué lloras?- pregunto la viejecita.

-No es nada.- contesto Stiles, sirviendo un poco de leche en una taza.

-¿Nada?- pregunto de nuevo.- Nada. ¿Qué es un poco de leche? Nada.- dijo recibiendo la taza de leche.- Pero la bondad lo convierte en todo.

-Bueno, no quiero apurarte, pero no tienes mucho tiempo, Stiles.- le dijo la viejecita cuando se terminó su taza de leche.

-¿Cómo me conoces?- pregunto Stiles.- ¿Quién eres?

-¿Quién soy?- pregunto la viejecita.- Creí que ya lo habrías descubierto. Soy tu pata ladina.- dijo la viejecita.- Digo, tu hada madrina.

-No puedes ser.- dijo Stiles.

-¿Por qué no?- pregunto su hada madrina.

-Porque no existen.- respondió Stiles.- Son un invento para los niños.

-¿Tu madre no creía en ellas?- pregunto.- No digas que no, porque yo la escuche.

-¿La escuchaste?

-Bla, Bla, Bla.- dijo su hada madrina.- Bien, primero lo primero. Déjame ponerme algo más cómodo.

Entonces la viejecito lanzo su bastón al aire, el bastón comenzó a deslumbras y a hacerse más pequeño y cuando cayó, la viejecita había cambiado, ahora era más joven, y tenía un enorme vestido plateado.

-Así está mejor.- dijo su hada madrina.- Bien, ¿Qué estaba diciendo?

-¿Cómo hiciste…?- pregunto emocionado Stiles.

-Sí, es cierto.- dijo el hada madrina.- Veamos. Necesitamos algo que diga “carruaje”.

-¿Ese abrevadero?- pregunto Stiles.

-No me dice “carruaje”- dijo divertida el hada madrina.- No, no, me gusta más usar frutas y verduras. ¿Cultivan sandias?

-No.

-¿Melones?

-Ni siquiera sé que es eso.

-¿Alcauciles?

-No.

-¿Tomates?

-Tenemos calabazas.- respondió Stiles.

-¿Calabazas?- se preguntó el hada madrina.- Sera mi primera vez.

-Siempre es interesante.- respondió Stiles.

-No suelo trabajar con zapallos.- le dijo el hada madrina.- Son muy blandos. Veamos.- dijo mirando todas las calabazas.- Esta servirá. Sí. ¿Cuchillo?

-Aquí tienes.- dijo Stiles pasándole un cuchillo.

-Gracias, querido.- dijo tomándolo.- Hola, mi amigo vegetal demasiado naranja. Un corte rápido. ¡Hermoso! ¡Qué gran calabazón!- dijo soltando la calabaza.- ¡Cuidado, ratones! Bueno, no importa. Hagámoslo aquí.

-¿Qué cosa?- pregunto Stiles.

-Convertir la calabaza en una carroza.- le respondió.- Me estas poniendo nerviosa.

-¿Cierro mis ojos?- le pregunto Stiles.

-Sería mejor.- le contesto su hada madrina.- Por el amor de Dios, solo voy a hacerlo.- entonces la calabaza comenzó a crecer.- Bueno, veo que algo está pasando.- dijo sentándose al lado de Stiles.- ¿Sabes? El truco es… olvide cual es el truco.

-Pensé que si… si crece mucho más...- dijo Stiles.

-¿Sí?

-¿Esto es lo que querías hacer?- pregunto Stiles siento aplastado entre la calabaza y los cristales del solar.

-¿Crees que esto es lo que quería hacer?- le contesto el hada madrina.- ¡Corre!

Entonces la calabaza creció y creció, hasta explotar, los pedazos iban transformándose en piezas doradas, y fueron uniéndose hasta formar una carroza.

-Ahí esta.- dijo el hada madrina.- Una carroza.

-Enserio eres mi hada madrina.- dijo Stiles sorprendido al ver la carroza.

-Por supuesto.- dijo ella.- No transformo calabazas para cualquiera. Bien, ¿Dónde están esos ratones?

-¿Los ratones?- pregunto Stiles.

-Sí, ratones, ratones, ratones.- dijo el hada madrina.- ahí están. ¡Bibbidi Bobbidi Boo!- dijo agitando su varita.

Entonces los ratones empezaron a crecer, y cambiar transformándose en hermosos corceles.

-Cuatro corceles blancos.- dijo el hada madrina.

-Isaac, te ves muy bien.- dijo Stiles tocando al caballo.- ¿Pero cómo…?

-Bien, ¿Qué nos falta?- dijo el hada madrina.- Tenemos la carroza, los caballos… ¡pajes!

-¿Pajes?

-Hola, adorable Señor Lagartija.- dijo el hada madrina viendo a las lagartijas en la fuente.- ¡Bibbidi Bobbidi Boo!

Entonces las dos lagartijas se transformaron en pajes.

-¿Me llamo?- pregunto una lagartija.

-Ahora, necesito un cochero.- dijo el hada madrina.

-¿Un cochero?- pregunto Stiles.

-¿Dije “cochero?- pregunto el hada madrina.- Quise decir “ganso”.

Entonces el ganso comenzó a volar, cuando cayó se había transformado en un cochero.

-No sé conducir, soy un ganso.- dijo el Señor Ganso.

-Ahora, váyanse.- dijo el hada madrina.- Todos en su lugar, no hay tiempo que perder. ¡Vamos!

-¡Hada Madrina!- grito Stiles.

-Sí, ¿Qué?

-Mi traje.- dijo Stiles.- No puedo ir con este traje. ¿Puedes arreglarlo?

-¿Arreglarlo?- pregunto el hada madrina.- No, no. Lo convertiré en algo nuevo.

-No, por favor.- dijo Stiles.- Era de mi padre. Me gustaría usarlo para ir al palacio. Es como si él viniera conmigo.

-Entiendo.- le contesto.- Pero no le molestaría que lo mejorara un poco, ¿no? ¿No le molestara que fuera azul?

-No.- dijo Stiles muy feliz.

Entonces el hada madrina agito su varita, y de esta salieron volando unas pequeñas mariposas que revolotearon alrededor de Stiles, cambiando su traje roto por uno parecido al de un príncipe, todo comenzó a deslumbras, cuando el traje de Stiles cambio, las pequeñas mariposas se quedaron pegadas en su traje, dando la apariencia que eran pequeños botones.

-Eso es.- dijo el hada madrina.

-Es grandioso.- dijo Stiles emocionado.- A él le encantaría.

-Ahora sí. Vete, rápido.- le dijo el hada madrina.- ¡Llegaras tarde!

-¡Detengan ese carruaje!- grito el hada madrina.- Un momento.- dijo cuando vio los zapatos de Stiles.- ¿Esos son los mejores que tienes?

-No importa, nadie los notara.- dijo Stiles.

-No, arruina todo el efecto. Rápido, rápido.- dijo el hada madrina.- Quítatelos. Son realmente horribles. Tendrás algo nuevo para variar. Además soy muy buena con los zapatos.

Entonces los pies de Stiles resplandecieron.

-Pero…- decía Stiles.- ¿Son de cristal?

-Sí.- dijo el hada madrina.- Y veras que son muy suaves y cómodos. Stiles, ahora debes irte.

-¿Hada Madrina?- dijo Stiles.

-¿Qué pasa?- le pregunto.

-¿Mi madrastra y sus hijas?- le dijo.

-No te preocupes.- le respondió.- Me asegurare de que no te reconozcan. Ahora vete. Porque iras al baile.

-¡Stiles!- dijo el hada madrina.- Casi me olvido. Recuerda, la magina es temporaria.  Con el último eco de la última campanada de la medianoche… el hechizo se romperá… y todo volverá a ser como era antes.

-¿Medianoche?

-Medianoche.

-Es más que suficiente.

-Entonces, ve.

-Gracias. Gracias.

-Ganso, conduce.- dijo el hada madrina.

-¡Adiós!- grito Stiles desde el carruaje.

El castillo estaba resplandeciendo, todas las personas estaban emocionadas por entrar, los fuegos artificiales explotando iluminando todo a su alrededor, todo parecía realmente mágico y perfecto.

-La princesa Mei Mei de Fujian.- un guardia del palacio iba presentando a todos los invitados que iban llegando.

-La princesa Shahrzad de las Seljuqs.

-La princesa Chelina de Zaragoza.

-La princesa Imani de Shona.

-La princesa Hiina del trono de Crisantemo.

-Lady Tremaine y sus hijas.- dijo la madrastra de Stiles dándole su invitación al guardia.

-Lady Tremaine y sus hijas.

-Soy Lydia.- le dijo al guardia.- Yo soy la inteligente.

-Y yo Allison.- dijo ella.- Yo soy hermosa. La gente querrá saberlo.

-La señorita Lydia, muy inteligente… y Allison la más hermosa.

En uno de los balcones del salón estaba el rey y el príncipe viendo como entraban todas las personas.

-¿A quién buscas?- le pregunto el rey a su hijo.

-A nadie.- le contesto.

-Es el joven del bosque, ¿no?- le dijo el rey.- Por eso fuiste tan generoso con las invitaciones.

-Padre, lo hice por la gente.

-Sé que piensas en la gente, Derek. Pero también sé que tu cabeza está ocupada.- le dijo el rey.- Pero solo lo viste una vez, en el bosque.

-Y tú quieres que me case con alguien que solo veré una vez.- le contesto Derek.- Aquí, esta noche.

-Una princesa.- le respondió el rey.- Es una princesa o nada.

-Les presento a su alteza real, la princesa Chelina de Zaragoza.- dijo el Gran Duque interrumpiendo la plática entre el Rey y el Príncipe.

-Es usted tan apuesto como su retrato.- le dijo la princesa a Derek.- Y su pequeño reino es encantador.

-Ojala la princesa no piense que nuestro “pequeño reino” es limitado.- le dijo Derek.

Cuando Stiles llego al palacio sintió que todo el aire se escapaba de sus pulmones, estaba tan emocionado y a la vez nervioso de volver a ver a Derek, el aprendiz.

-Joven Stiles.- dijo el Señor Lagartija.

-Gracias.- le contesto Stiles al bajar de la carroza.

-Tengo miedo, señor lagartija.- le dijo Stiles.- Soy solo un chico, no un príncipe.

-Y yo soy solo una lagartija, no un paje.- le dijo el señor Lagartija.- Disfrútelo mientras dure.

Stiles comenzó a subir las grandes escaleras que llevaban al palacio.

-Su Majestad, Su Alteza Real… mis señores, damas y caballeros… visitantes distinguidos y gente de nuestra tierra… el príncipe elegirá a su compañero para el primer baile.- dijo un guardia.- ¡Que empiece el baile!

Entonces por la puerta principal entro Stiles, deslumbrando y robando la mirada de todas las personas que estaban en el salón. Comenzó a bajar por las escaleras para llegar a donde estaban todas las personas, cuando llego hizo una reverencia. Derek sin poder despegar la vista de Stiles, se disculpó con la princesa Chelina, y bajo hasta donde estaba él.

-Joven Derek.- dijo Stiles cuando Derek se acercó a él.

-Eres tú…- respondió él.- ¿No es cierto?

-Así es.

-Su alteza… si puedo… es decir… sería un gran placer para mí… que me hiciera el honor de dejarme llevarte… en el primer…

-¿Baile?- dijo Stiles al ver que Derek había enmudecido.

-Sí, baile.- respondió Derek riéndose un poco.- Eso es.

-Claro que sí, me encantaría.

La música comenzó, Stiles solo podía estar aún más nervioso, todo el mundo los miraba bailar, sentía que estaba en un sueño del que no quería despertar jamás.

-Todos te están mirando.- dijo Stiles.

-Créeme todos te están mirando a ti.- le respondió Derek.

Todas las personas miraban como ellos dos bailaban. De pronto la música termino y con ello el primer baile real. Ahora muchas de las personas que estaban ahí, se unieron a Stiles y Derek para seguir bailando.

-Ven conmigo.- le dijo Derek a Stiles saliendo del salón.

-Así que eres el príncipe.- dijo Stiles cuando entraron en otra habitación.

-No exactamente.- le respondió él.- Hay muchos príncipes en el mundo. Soy solo “un” príncipe.

-Pero tu nombre no es realmente Derek.

-Claro que lo es. Mi padre aun me llama así… cuando está especialmente no molesto conmigo.

-Pero no eres un aprendiz.

-Lo soy. Un aprendiz de monarca. Estoy aprendiendo mi oficio.

-¡Dios mío!- dijo Stiles caminando por toda la habitación, mirando las pinturas que había en este.

-Por favor, perdóname.- le dijo Derek.- Pensé que me tratarías de modo diferente si lo supieras. Pensé que eras un buen chico de campo… y ahora veo que no querías intimidar a un simple soldado.

-No tendría muchas chances de eso.- respondió Stiles.

-¿No habrá más sorpresas?- le pregunto Derek.

-No habrá más sorpresas.- dijo Stiles estrechando la mano de Derek.- ¿Ese eres tú?- pregunto Stiles viendo una pintura de Derek.

-Odio ver mis retratos.- le contesto él.- ¿Tu no?

-Nunca pintaron un retrato de mí.

-¿No? Deberían hacerlo.- le dijo Derek.- Ven tengo al que mostrarte.

-¿No te extrañaran en el baile?- le pregunto Stiles cuando caminaban por los jardines del palacio.

-Quizá.- le contesto Derek.- Pero no volvamos aún.

-¿Qué pasa?- le pregunto Stiles.

-Cuando vuelva, me harán formar pareja con quien ellos quieran.- le contesto Derek.- Se supone que debo casarme por conveniencia.

-¿Por la conveniencia de quién?- le pregunto Stiles.

-Es una buena pregunta.

-Seguramente tienes derecho a seguir tu corazón.

-Y debo someterlo al deseo del rey.- le dijo Derek.- Es un gobernante sabio y un padre cariñoso.

-Bueno, podría cambiar de idea.

-Me temo que no tiene mucho tiempo para eso.- dijo Derek un poco triste.

-Pobre Derek- dijo Stiles.

 

[…]

 

-La gente dice que es un príncipe.- le dijo Peter al Gran Duque.- Nuestro príncipe parece muy atraído a él.

-Ese muchacho fue directo al príncipe.- dijo el Gran Duque.- Debemos reconocer su eficiencia.

-Pero si es un príncipe esto podría salir bien.

-Ya lo prometí en matrimonio a la princesa Chelina.- menciono el Gran Duque.

-Pero…- empezó a decir Peter, pero guardo silencio cuando escucho a alguien a sus espaldas.

-Disculpe, su gracias.- dijo Lady Tremaine.- No quise interrumpir.

-No, es usted quien debe disculparme, señora.- dijo el Gran Duque.

-Su secreto está a salvo conmigo.- le susurro Lady Tremaine al Gran Duque cuando este iba saliendo.

 

[…]

 

-Nunca le mostré este lugar a nadie.- dijo Derek, abriendo una pequeña puerta de madera.

-Un jardín secreto.- dijo Stiles sorprendido.- ¡Me encanta!

-Por favor.- le dijo Derek a Stiles para que se sentara en un pequeño columpio que estaba colgando de un árbol.

-No, no debería.- le respondió.

-Sí, deberías.

-No debería.

-Deberías.- le insistió.

-Lo hare.- dijo sonriendo.

-¿Puedo?- le pregunto Derek cuando Stiles ya estaba sentado.

-Por favor.- le dijo Stiles.

Derek comenzó a empujarlo levemente, hasta que uno de los zapatos de Stiles se le resbalo y quedo tirado en el césped.

-Es de cristal.- dijo Derek un poco sorprendido.

-¿Y por qué no?- le contesto sonriendo.

-Permíteme.- le dijo Derek.

-Gracias.- contesto Stiles cuando Derek le coloco su zapato.

-Ya está.

-Ya está.- le consto Stiles.

-¿Me dirás quién eres realmente?- le pregunto Derek.

-Si lo hago, creo que todo podría cambiar.

-No entiendo.- le dijo Derek.- ¿Me dirás, al menos, tu nombre?

-Mi nombre es…- comenzó a decir Stiles, pero guardo silencio cuando escucho la primera campanada que anuncia la medianoche.- Debo irme. Es difícil de explicar. Hay lagartijas y calabazas y cosas.- dijo levantándose del columpio y comenzando a correr.

-¡Espera!- le grito Derek.- ¿A dónde vas?

-Fuiste muy amable.- le contesto Stiles deteniéndose.- Gracias por esta noche maravillosa. Me encantó. ¡Cada segundo!- dijo comenzando a correr de nuevo.

-“Lagartijas y calabazas”.- dijo Derek corriendo tras de él.

Stiles comenzó a correr por todo el jardín del palacio, hasta que entro de nuevo en el salón donde estaba el baile, cruzo por todas las personas que están danzando hasta que se detuvo porque se había chocado contra alguien.

-Su majestad.- contesto Stiles muy apenado.

-Jovencito.- le contesto el rey.

-Lo siento mucho.- dijo Stiles.

-No te preocupes, joven.- dijo el rey, viendo como Stiles continuaba con su marcha.

-Su majestad, quería decirle…- dijo Stiles deteniéndose.- Que su hijo Derek es la persona más adorable que conocí. Es bueno y valiente. Espero que usted sepa cuando lo quiere. ¡Disculpe!- dijo Stiles volviendo a correr.

Stiles corría por los pasillos del castillo, hasta llegar a la puerta principal, saliendo al jardín delantero, hasta llegar a las escaleras, cuando corría por las escaleras uno de sus zapatos, se resbalo, y quedo en las escaleras. Stiles iba a volver por él, pero entonces vio a Derek que venía corriendo tras de él, y siguió corriendo hasta su carroza.

-¡Rápido, señor Ganso!- dijo Stiles al subirse a la carroza.

-Capitán, mi caballo.- dijo Derek tomando el zapato de Stiles.

-¡No!- grito el Gran Duque, que venía corriendo tras de él, con Peter a su lado.- Esto podría ser un complot para hacerlo dejar el palacio. Su padre lo necesita aquí.

-Me estaba divirtiendo.- le dijo Peter.- Tenías que elegirlo a él, ¿no?

-Sí, tenía que hacerlo.- contesto Derek muy feliz.

El Gran Duque salió en su caballo con varios de los guardias siguiendo el carruaje de Stiles. Se escuchaban las campanadas que indicaban la media noche, cuando cruzaron por un puente el señor lagartija con su cola cerro las puertas, para que el Gran Duque no los siguieran. Cuando se escuchó la última campanada, la carroza volvió a ser una calabaza, el señor ganso volvió a ser un ganso, sus amigos los ratones ya no eran más unos corceles y las lagartijas volvieron a su forma original, y el traje de Stiles ya volvía a ser el traje que su madrastra le había roto. Lo único que tenia de esa maravillosa noche eran sus recuerdos, y un hermoso zapato de cristal. Cuando Stiles por fin estaba cerca de su casa comenzó a llover y escucho el carruaje de su madrastra y sus hijas venir, por lo cual salió corriendo a esconder su zapato entre las cenizas de la chimenea.

-¡Stiles!- grito Lydia.

-Tendremos que despertarlo.- le dijo Allison.

-¡Despierta, haragán!- grito Lydia cuando entro en la cocina.- Té y un plato de galletas.

-¡Bienvenidas!- les dijo él.

-Estás alegre.- le dijo Allison.

-Y mojado.- secundo Lydia.

-Di un paseo bajo la lluvia para alegrarme.- le contesto Stiles.

-Típico.- le dijo Lydia.

-Té.- grito Stiles corriendo a hacerlo.

-No nos comunicamos con meras palabras.- dijo Lydia.- Nuestras almas se unieron.

-Exactamente.- dijo Allison.- Mi alma y la del príncipe. Tu alma estaba junto a las mesas del banquete.

-No lo viste bailar conmigo.- le dijo Lydia.

-¿Bailar contigo?- pregunto Lady Tremaine.- Ni siquiera te hablo.

-No fue nuestra culpa, madre.- dijo Allison.- Fue de ese chico.

-El príncipe misterioso.- le dijo Lydia.

-¿Príncipe misterioso?- pregunto Stiles emocionado.- Que idea encantadora.

-No era un príncipe.- dijo Lady Tremaine.- Era un intruso engreído que dio un espectáculo lamentable.

-¿Qué paso?- pregunto Stiles, volteando a ver a su madrastra.

-Un jovencito vulgar entro al baile… solo, si puedes creerlo…- le contesto ella.- Y, para horror de todos, se dirigió directamente al príncipe.

-Y el bailo con ese muchacho horrible.- dijo Allison.

-¿Enserio?- le contesto Stiles.

-Sí.- le contesto Lydia.- Lo hizo por pena. Es demasiado educado para rechazarlo frente a todos. Pero como no quería exponernos a ese joven presuntuoso… se lo llevo.

-Y lo regaño.- le dijo Allison.- pero él se negó a irse y los guardias del palacio lo echaron de la fiesta. Me da pena el príncipe. Tiene muy mal gusto.

-Deberían estar juntos.- dijo Lydia.

-Bueno, no importa, chicas.- dijo Lady Tremaine.- El baile solo fue una distracción. El príncipe no es libre para casarse por amor. Esta prometido a la princesa Chelina de Zaragoza. Me lo dijo el mismísimo Gran Duque.

-Es muy injusto.- dijo Lydia.

-Sí.- dijo Lady Tremaine.- Pero así es el mundo.

Stiles estaba ansioso por escribir todo lo que había sucedido… para poder recordar cada minuto de esa noche… como si le estuviera contado a su madre y a su padre… sobre el baile en el palacio y el tiempo que paso con el príncipe. Sobre todo, del príncipe.

 

[…]

 

-Viniste.- dijo el rey al ver a Derek.- Muy bien.

-Padre.- dijo Derek triste al ver a su padre acostado.- No te vayas.

-Debo hacerlo.- dijo tomando su mano.- No tienes que estar solo. Cásate. Con la princesa Chelina. ¿Qué harías si te lo ordenara?

-Te quiero y te respeto, pero no lo hare.- le contesto Derek.- Creo que no debemos cruzar nuestras fronteras… para buscar fuerza o guía. Lo que necesitamos esta frente a nuestros ojos. Y solo debemos ser valientes y bondadosos para verlo.

-Así es.- le contesto el rey.- Eres un hombre independiente. Muy bien. Quizá, en el poco tiempo que me queda… pueda ser el padre que mereces. No debes casarte por conveniencia. Debes casarte por amor. Encuentra ese muchacho. Encuéntralo. El chico de el que todos hablan. El olvidadizo… que pierde los zapatos. Alégrate hijo.

-Gracias, padre.- dijo Derek.

-Gracias a ti, Derek.- le dijo el rey.- Te quiero, hijo.

-Te quiero, padre.- dijo Derek abrazando al rey.

Cuando termino el periodo de duelo, se emitió una proclama.

-¡Atención! ¡Atención! ¡Atención!- gritaba un guardia del palacio.- Deben saber que nuestro nuevo rey… por la presente declara su amor… por el príncipe misterioso… que uso… zapatos de cristal en el baile. Y solicita que se presente en el palacio… donde, si el accede… el príncipe se casará con el de inmediato… con la ceremonia correspondiente.

Stiles al escuchar eso corrió hasta su casa, y subió hasta el ático donde tenía guardado su zapato de cristal.

-¿Estás buscando esto?- dijo Lady Tremaine saliendo desde la oscuridad, sosteniendo el zapato de Stiles.- Debe tener una historia muy buena. ¿Me la cuentas?... ¿No? Muy bien. Entonces yo te contare una historia… Había una vez… una joven hermosa… que se casó por amor. Y tuvo dos hijas cariñosas. Todo iba bien… pero, un día, su esposo… la luz de sus ojos, murió. La vez siguiente… se casó por el bien de sus hijas. Pero ese hombre también le fue arrebatado. Y quedo condenada a cuidar todos los días de su amado hijo. Ella esperaba casar… a una de sus hijas, hermosas y estúpidas, con el príncipe. Pero el quedo deslumbrado por un joven con zapatos de cristal. Entonces… viví infeliz para siempre. Mi historia parecía haber terminado. Ahora, cuéntame la tuya. ¿Lo robaste?

-No.- contesto Stiles.- Me lo dieron.

-¿Te lo dieron?- dijo Lady Tremaine riéndose.- ¿Te lo dieron? Nadie da nada. Hay que pagar y pagar por todo.

-Eso no es cierto.- dijo Stiles.- La bondad es gratis. El amor es gratis.

-El amor no es gratis.- le contradijo Lady Tremaine.- Ahora, así me pagaras tu… si vas a obtener lo que deseas. Nadie te creerá, un sirviente sucio sin familia, si dices que el corazón del príncipe es tuyo. Pero con una dama respetable que te respalde… no serás ignorado. Cuando te cases… me nombraras jefa de la casa real. Lydia y Allison se casaran con lores ricos. Y yo manejare a ese niño.

-Pero no es un niño.- dijo Stiles.

-¿Y quién eres tú?- le dijo lady Tremaine.- ¿Cómo gobernarías un reino? Es mejor que me lo dejes a mí. Así, todos tendremos lo que queremos.- dijo caminando hacia la puerta del ático.

-No.- dijo Stiles.

-¿No?- respondió volteando a ver a Stiles.

-No pude proteger a mi padre de usted…- dijo Stiles.- pero protegeré al príncipe y al reino. No me importa que me pase a mí.

-Bueno, eso es un error.- dijo ella, golpeando el zapato contra una pared rompiéndolo en pedazos.

-¡No!- grito Stiles.- ¿Por qué? ¿Por qué es tan cruel? No entiendo. Trate de ser bueno con usted.

-¿Tu? ¿Bueno conmigo?- dijo Lady Tremaine.

-Sí.- respondió Stiles.- Y nadie merece ser tratado como usted me trato a mí. ¿Por qué lo hace?

-¿Por qué?- le dijo ella.- Porque tú eres joven, inocente y bueno. Y Yo…

-¡No!- grito Stiles cuando vio que Lady Tremaine lo encerraba en el ático.

 

[…]

 

-¿Puedo preguntarle de donde lo saco?- le pregunto el Gran Duque a Lady Tremaine viendo el pedazo del zapato de cristal.

-Lo hallé en mi casa, era de un sirviente andrajoso.- le respondió.

-El príncipe misterioso es un plebeyo.- dijo colocando el pedazo de cristal en la mesa.

-Puede imaginar cómo me horrorice cuando descubrí su engaño.- dijo ella.

-¿No se lo conto a nadie?

- Ni a mis hijas.- dijo Lady Tremaine.- Nadie debe saber la verdad.

-Le evito una gran vergüenza al reino.

-Y me gustaría que siguiera siendo así.

-¿Me está amenazando?

-Sí.- contesto ella, comenzando a reírse.

-¿Qué quiere?

-Me gustaría ser condesa.- le respondió.- Y exijo matrimonios beneficiosos para mis dos hijas.

-Hecho.- dijo el Gran Duque.- ¿Y el joven?

-Haga lo que quiera con el.- dijo ella.- No significa nada para mí.

 

[…]

 

-¿Dónde?- dijo Derek al ver el pedazo de cristal.

-Abandonado, junto al camino.- dijo el Gran Duque.

-¿Y lo encontraron?- pregunto Derek.

-¿Al joven?- pregunto el Gran Duque.- No, desapareció.

-Debe de haber algún motivo para que lo haya hecho.- dijo el príncipe.- Quizá algo le impidió presentarse.

-No pierdas el ánimo, Derek.- le dijo Peter.

-Al contrario, pierde el ánimo y gana en sabiduría.- dijo el Gran Duque.- La gente necesita saber que el reino está a salvo. Que el rey está casado y que podrá haber un heredero. Quieren enfrentar el futuro con certezas.

-¡Estoy de acuerdo!- dijo Derek.- Entonces, estemos seguros. Yo soy el rey. Digo que busquemos al príncipe misterioso… incluso si él no quiere ser encontrado. Debo verlo otra vez.

-Pero si no lo encontramos…- dijo el Gran Duque.- Por el bien del reino debe casarse con la princesa Chelina. Por el bien del reino.

-Muy bien, de acuerdo.- respondió Derek, después de pensarlo por un rato.

-Pero, su alteza…- dijo Peter.

-Pero no evitará ningún esfuerzo.- le dijo Derek al Gran Duque.

-Por supuesto, su alteza.- respondió él.- Tiene mi palabra.

El zapato viajo a lo largo y ancho del reino… y visito a cada joven de clase alta, baja, y todos los intermedios. El Gran Duque cumplió su palabra. No ahorro ningún esfuerzo para demostrarle al príncipe… que el príncipe misterioso no iba a ser hallado.  Pero intentaran lo que intentaran… el zapato mágico no le quedaba ni a los solteros más aptos.

-¿Qué pasa, capitán?- le pregunto el Gran Duque a Peter.

-No encontramos al muchacho.- le respondió el.- Estoy decepcionando a nuestro rey.

-Vamos, no se desaliente.- le contesto el Gran Duque.- Queda una casa más. Moveremos cielo y tierra.

-¡Caballeros! Que sorpresa tan agradable.- dijo Lady Tremaine abriéndoles la puerta.

-¿Nos concede un momento, buena dama?- le pregunto el Gran Duque.

-Por supuesto, su gracia.- dijo Lady Tremaine.- Por favor, por aquí.

Stiles no sabía quién estaba abajo. Ni le importaba. Porque seguramente nadie hubiera venido a verlo a él.

-¿Tiene algún joven en su casa, buena dama?- pregunto el Gran Duque.

-No, aquí solo estoy yo y mis dos hijas.- contesto ella.

-Es una pena, este hermoso zapato solo se lo puede probar muchachos.

-Pero el destino aún podría sernos favorables, chicas.- dijo Lady Tremaine a sus hijas.

-Por supuesto madame.- dijo el Gran Duque riéndose.

Aunque Stiles estuviera triste, su espíritu no estaba quebrantado. Sabía que el baile… y sus encuentros con el príncipe… serian recuerdos hermosos y distantes… como los de su padre y su madre… y su infancia perfecta.

-Rey soy por ti Dilly dilly.- comenzó a cantar Stiles la canción que su madre le cantaba a él.- Tu reina al fin. Te amare al fin dilly dilly, si me amas tú.

-¿Escucha, su gracia?- pregunto Peter.- ¿No es la voz de un muchacho?

-Vámonos, capitán.- le dijo el Gran Duque.

-Un momento.- dijo Peter.- Madame… ¿No hay un joven en su casa?

-Ninguno.

-¿Entonces su gato aprendió a cantar?- le pregunto Peter.

A lo que Lady Tremaine solo contesto con una risa.

-Ya perdimos bastante tiempo, capitán. Vámonos.- le dijo el Gran Duque.

-Pero ella miente, su gracia.- le dijo Peter.

-¡Tonterías!- dijo el Gran Duque.- Confió en la dama. Nos vamos.

-Gran Duque.- dijo Derek, quitándose una capa que traía puesta para no ser reconocido.- Que dulce melodía. Hace que quiera quedarme más.

-Su majestad, no sabía…- comenzó a decir el Gran Duque.

-Peter, ¿serías tan amable de ir a investigar?- le pregunto Derek.

-Sera un placer para mí, su majestad.- respondió Peter.

-Allí esta. ¿Ve?- dijo Lady Tremaine al entrar al ático.- Le dije que no era nadie importante.

-Ya lo veremos.- respondió Peter.- Joven. Se le solicita que se presente ante su rey.

-¡Te prohíbo que lo hagas!- le grito su madrastra.

-¡Y yo le prohíbo que se lo prohíba!- intervino Peter.- ¿Quién es usted para detener a un oficial del rey? ¿Es emperatriz? ¿Una santa? ¿Una deidad?

-Soy su madre.- dijo viendo a Stiles.

-Tú nunca fuiste… y nunca serás mi madre.- le respondió Stiles.

-Venga, joven.- le dijo Peter.

-Recuerda quien eres, desgraciado.- le dijo Lady Tremaine antes que Stiles saliera del ático.

¿Sería suficiente ser él, quien era realmente? No había magia que lo ayudara esta vez. Este quizá sea el riesgo más grande que cualquiera puede correr. Ser vistos como realmente somos.

-¿Quién eres?- le pregunto el príncipe cuando estuvo frente a él.

-Mi nombre es Stiles.- le contesto él.- Su majestad… no soy un príncipe. No tengo carroza… ni padres… ni dote. Ni siquiera sé si ese hermoso zapato me entrara. Pero… si es así… ¿me aceptara como soy? Un chico de campo honesto que lo ama.

-Claro que si.- le contesto Derek.- Pero solo si me aceptas como soy. Un aprendiz que aún está aprendiendo su oficio. Por favor.- le dijo Derek, señalando un pequeño sillón para que tomara asiento.

-Perfecto.- dijo Derek, cuando le coloco el zapato a Stiles.

-¡Stiles!- grito Lydia.- ¡Mi querido hermano! Lo siento.

-Lo siento mucho.- dijo Allison.

-¿Vamos?- le pregunto Derek. A lo que Stiles solo asintió.

Cuando estaban a punto de salir de la casa, Stiles miro hacia atrás y vio a su madrastra.

-Te perdono.- le dijo Stiles.

Perdonada o no… la madrastra de Stiles y el Gran Duque… pronto se irían y no volverían a pisar el reino.

-Se habrían adorado.- dijo Stiles viendo la pintura de sus padres y los de Derek.

-Debemos hacer que pinten tu retrato.- le dijo Derek.

-No, odio ver mis retratos.- respondió Stiles riendo.

-Se bondadoso.- dijo Derek.

-Y valiente.- secundo Stiles.

-Y todo estará bien.- termino Derek.

-¿Estás listo?- le pregunto Stiles.

-Para lo que sea, mientras este contigo.- dijo Derek tomando la mano de Stiles, y comenzando a caminar hacia el balcón del palacio.

-Mi rey.- dijo Derek.

-Mi Derek.- dijo Stiles.

Derek y Stiles se casaron… y puedo decirles como su hada madrina… que se les considero… los reyes más justos y bondadosos que el reino haya tenido. Y Stiles siguiendo viendo el mundo no como es… sino como podría ser… si crees en la valentía… la bondad y, a veces… en un poco de magia.

 

FIN

Notas finales:

Espero que les haya agragado. Comenten que otra historia les gustaria leer. Si continuare con The Prince and the Frog, solo no por ahora.

Bye :D


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