Sawamura tenia la frente pegada al vidrio y hacia un puchero, el motivo; estaba nevando y el estaba encerrado. Miyuki entro al departamento y encontró al otro en la misma posición que lo había dejado hacia algunas horas. Dejo escapar un suspiro y negó con la cabeza, era un necio. Eso jamás cambiaría, le quedaba claro. Soltó las llaves en el platito de la entrada haciendo el suficiente ruido para que el otro saltara un poco y volteara a verlo con el mismo seño fruncido. Aun tenía un ligero sonrojo.
-Eijun ya te lo dije, olvídalo. No vas a salir, menos cuando tienes ese sonrojo. Además te lo advertí y no hiciste caso, esto es tu culpa.
-no es justo, tú no tienes nada –al instante se cruzo de brazos y volvió a hacer un puchero. Miyuki rodo los ojos
-no vas a convencerme con eso.
Llevaban toda la semana pronosticando el inicio de las nevadas y justo el día anterior habían comenzado. Eijun se había emocionado tanto que obligo a Kazuya a salir a dar un paseo bajo los copos de nieve, que caían lentamente. Sawamura no había dejado de ser un niño y aquel brillo en sus ojos pudo más y Miyuki no se negó a complacerlo. Ya habían pasado 6 años de desde que Eijun dejara Seido, siete para Miyuki; ese año lejos había sido una prueba para que ambos entendieran que dejarse de ver había sido el peor error del mundo. En cuanto Eijun se graduó busco inmediatamente al catcher, que estaba haciendo exactamente lo mismo.
Para sorpresa de todos Miyuki mientras jugaba en las ligas mayores también estudiaba la carrera y aun con todas las dificultades del mundo se había graduado como Arquitecto. El más orgulloso obviamente era Eijun que lo había acompañado, no solo en cada entrenamiento, porque dicho sea de paso se volvieron la batería más famosa de Japón superando la fama individual de Narumiya, también en cada desvelada para entregar los trabajos. Eijun por su parte no creía tener un lugar fuera del mundo del beisbol y por lo mismo estudio comunicaciones enfocado en el deporte.
Tres años después de dejar Seidou con Miyuki a punto de acabar la carrera, le dijo a Eijun que era tiempo de tomar un nuevo camino, como era de esperarse Sawamura entro en pánico y marco como frenético a su senpai y mejor amigo de su pareja. Antes de que aquello terminara en desgracias Kazuya cortó la llamada y tuvo que explicarle que ya no quería vivir lejos de él. Eijun comprendió por fin a lo que se refería y se abrazo a su cuello y lo beso como respuesta a su propuesta.
Y entonces llegamos justo a este momento, en el que EIjun termino resfriado por culpa de su paseo en la nieve. Para su mala suerte el primero que tenía que levantarse era Miyuki, lo odiaba, nunca había sido bueno para eso, pero no le quedaba de otra. Había depositado un beso en la cabeza del pitcher notando que estaba ligeramente caliente pero no creyó que fuera un problema. Preparaba el desayuno cuando el menor por fin se levanto y rodeo la cadera del catcher mientras pegaba su mejilla a su espalda, ahí fue cuando el catcher se preocupo. Lo giro para ver que en efecto el menor tenía fiebre, se había resfriado. Lo mando a la cama ganándose un puchero por parte de Sawamura, que alegaba que se encontraba perfecto mientras un ataque de estornudos comprobó todo lo contrario.
Gracias a la nevada, los entrenamientos de ese y los dos siguientes días se cancelarían. Kazuya consentiría al menor, así que salió a comprar algunas provisiones, el otro había querido acompañarlo pero no se lo permitió. Y ahora con el patio cubierto por la nieve Sawamura quería salir a disfrutar de la misma
-vamos Kazuya solo será un ratito, hacemos un muñeco de nieve y listo
-Eijun. No. Deberías estar metido en la cama
-aaaahhh pero me aburro además no estoy tan mal ¡achu! –Miyuki volteo a verlo desde la cocina con una ceja levantada –esto no es nada, alguien se acordó de mi
-eso es aun peor
Sawamura que se encontraba envuelto en una cobija, se dejo caer en el sillón con aire resignado, donde se abrazo aun más a la misma para que le calmara los escalofríos. Kazuya le sonrió con ternura, ese era el chico del que se había enamorado. Siempre tratando de dar lo mejor de él mismo y pretendiendo que las cosas no le afectaban para no preocupar al resto. Era obvio que se sentía mal pero aun así quería salir a la nieve y evitar preocupar al catcher
-¿por qué no buscas algo en la televisión? Tal vez así no te aburres
-mmm ya lo intente –aun así tomo el control y comenzó a cambiar –pero no hay nada bue… ¡oh por dios esta Avengers! –tal como lo imaginaba el pitcher tenía unos cambios de ánimo muy extremos.
Pasados algunos minutos Kazuya se acerco al sillón con dos tazas en las manos., las dejo sobre la mesita de centro para poder acomodarse junto a Eijun, que no tardo en acurrucarse sobre el pecho de Miyuki y disfrutar de los latidos de su corazón, aquel sonido era suficiente para relajarlo. El mayor le ofreció una de las tazas y los ojos de Sawamura volvieron a brillar con mucha intensidad
-chocolate caliente y con malvaviscos, ¡oh mira! me diste una ración extra
-hahaha es un día nevado y en estas ocasiones se toma chocolate, por lo menos te concederé eso, ya que no hay manera que te deje salir.
-¿y la ración extra de malvaviscos? –Miyuki se encogió de hombros y dijo como si se tratara de la cosa más natural del mundo
-mmm esa fue porque te amo
Y lo era… esa era la cosa más natural entre ellos dos, desde que se habían conocido hasta ese día, habían pasado de decirlo en un susurro, hasta poder gritarlo sin importar lo que el resto dijera. Eijun dejo la taza sobre la mesa y se abrazo con más fuerza a Miyuki. Tenía un sonrojo aun más intenso. Kazuya lo noto en sus orejas y se disponía a pararse
-parece que te ha aumentado la fiebre –Eijun no dejo que se moviera
-claro que no –Miyuki comprendió en ese momento, Eijun levanto la cara y tenía una enorme sonrisa, una que solo él era capaz de dar –te atreves a decirme que me amas y luego vas y matas el ambiente hablando de si tengo fiebre, no tienes remedio, pero ¿sabes qué? Yo también te amo.
Kazuya también ensancho una sonrisa y deposito un suave beso sobre la frente del menor. Después lo atrajo hacia él y le puso en las manos nuevamente su taza de chocolate. Aquello era perfecto, tal como siempre creyeron que seria. Alguna vez Eijun había dicho que para que todo terminara siendo perfecto, contemplar como la nieve caía desde los brazos de Miyuki era un requisito y sin planearlo… el momento estaba ahí.