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Noche por mrjaquigonz

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Notas del fanfic:

Pedir perdón por si se me escapa alguna falta de ortografía, ya lo revisé unas cuantas veces, pero siempre se puede saltar alguna.

Aclarar que los personajes no son míos, son de Eric Kripke, pero la historia sí.

Esta historia es sin fines de lucro. 

Más información al finalizar el texto. 

 

Las cosas en su familia nunca fueron fáciles. Ni para él, ni para Dean y mucho menos para su padre. Pero aun así seguían juntos, unidos. O eso es todo lo que Dean quería creer. Porque ellos estaban juntos, es decir, están en la misma casa, cumplen horarios, matan bestias y hacen lo posible por encontrar al asesino de su madre. Ni por lejos lo que todas las familias hacen, pero esa era su familia y él quería seguir pensando que estaban juntos como la familia que eran.

Sam, aunque no lo parezca, él también pensaba así. Él creía que su familia estaba unida, y lo estaba, pero no de la forma que Dean creía. Sam creía y casi tenía la certeza de que lo que unía a esa familia no era ni por asomo de lo que Dean creía. Lo que los mantenían unidos era el odio hacia esa cosa que asesinó a su madre. Desde que asesinó a Jess. Él se creía maldecido, y además de tener todas esas mierdas “psíquicas” el sentía que estaba maldecido por tener esa familia.

Jonh pensaba la mitad de uno y la mitad del otro. No podía negar que eran sus hijos. Él sabía que su familia estaba unida, estaban juntos, sabía eso mejor que nadie. Él más que Dean quería creer que estaban bien. Pero también sabía que su familia seguía unida por el odio que compartían todos por la misma cosa. ¿Otros más? ¿Otros menos? Quién lo sabía. Lo único que sabía era que iba hacer todo lo que esté en sus manos para salvar a sus hijos. Sólo había una sola cosa que quería mucho más que encontrar a ese demonio y era que sus hijos estén bien, porque él era totalmente vulnerable cuando de sus hijos se tratasen.

Y ahí estaba el problema. Jonh sólo quería el bienestar de estos. Quería que estén bien, que no les pase nada. Quería que estén sanos y salvos, que Sam vaya a la universidad y que Dean tenga un hogar. Se los había dicho a los muchachos. Pero sabía que no podrían. Ese no era su destino. Ese no era su deber.

Todas las noches eran bastante difíciles para todos. Tenían miedo por pensar que cuando abrieran los ojos podría estar cualquier cosa esperándolos. Pero hubo una noche que fue mucho más difícil. Sam no entendía por qué, pero la sentía más fría, más oscura, más triste, más desolada. Aunque no dijo nada en horas, aunque se quedó en ese mismo lugar en la cama durante demasiado tiempo, él tenía miedo. Tenía miedo y no sabía bien del qué. Y eso era lo que más miedo le daba. El no saber a qué temía, no sabía que se podía encontrar, no sabía que había si abría los ojos.

Esa noche, al comienzo todo iba como siempre. Llegaron de cazar unos vampiros que estaban queriendo asesinar a un par de adolescentes. Como es de costumbre cuando llegan a casa cada uno deja escapar un suspiro de alivio. Cada uno es diferente, uno es largo y el aire que va saliendo lo hace muy suave y despacio. Otro es todo lo contrario, un suspiro de una persona enojada, pero nadie en esa habitación estaba enojado, solo era un suspiro. Y otro, como siempre, una mezcla de ambos, porque él siempre era una mezcla de ambos.

Cada uno fue a su habitación y cerraron tras de sí la puerta. Estaban en un viejo motel, totalmente descuidado y asqueroso, pero era lo máximo que podían pedir. Era a lo que se tenían que acostumbrar y hacer de cuenta como que no estaban ahí, sino en una playa de Miami con muchas mujeres.

Sam se queda recostado unos minutos sobre la puerta. Sentía a Dean extraño hace unos días. Y si Dean estaba extraño, lo estaba él también. Qué ¿Por qué? Porque era una regla no dicha entre ellos dos, pero siempre se cumplió. No sabían por qué, qué tenían, pero ellos sabían que había algo raro entre ellos. Algo que los unía mucho más allá de lo que una unión familiar pudiera unir a dos personas.

Noche.

Dean aparece en la habitación de Sam porque necesita hablar con él. Sam no entiende que está pasando a pesar que Dean se intenta comunicar con el hablando demasiado rápido o en algunos momentos hay silencios tan extensos  que a Sam ya le duele la cabeza y todavía no entiende nada. Dean no sabe que más hacer:

Él es bueno ligando.

Él es el que sabe más de la vida.

Él es el más guapo entre los dos.

Él es el que está enamorado de su hermano menor.

Él es el que estos últimos días no podía soportar más nada acerca de él.

Desde que lo vio en ropa interior haciendo ejercicio en su habitación con la puerta abierta que Dean no puede dormir tranquilo. Antes de eso Dean sabía que lo que sentía por su hermano era mucho más fuerte e importante que lo que un hermano mayor siente por su hermano menor. Porque eso era lo que el sentía. Sentía tantas ganas de cuidarlo, de protegerlo, de que nada malo le pase, tantas ganas de alejar de él a todas las cosas y/o personas que le hagan mal, pero si hacia eso él también se tenía que alejar. Y él no podía estar lejos de su Little Brother.

Dean habla despacio, le explica todo lo que siente, todos y cada uno de sus sentimientos, se abre completamente a él, a Sam le cuesta mucho entender, no piensa con claridad. Porque Dean le está diciendo todo lo que él siente por Dean. Dean le está diciendo sin decírselo del todo que le está correspondiendo aunque eso lo tendría que decir Sam porque el que está pensando es Sam y el que está hablando es Dean y Dean no sabe qué hacer porque Sam tiene los ojos abiertos como platos, sonrojado hasta las orejas con un dolor punzante en la cabeza y en el estómago que no sabe muy bien como tomárselo hasta que Sam se deja caer hacia atrás, se tira en la cama y recuesta su cabeza demasiado bien en la almohada, hace todo esto como si fuera algo que hace todo el tiempo, algo ensayado, algo que estuvo perfeccionando toda su vida.

Dean le cuenta todo. El cuándo, dónde, cómo, por qué, quién, desde cuándo. Todo. Todo lo que puede ser contado se lo cuenta. Pero llega un momento que no puede resistirse a lo que sus ojos ven. No puede resistirse a sus labios, a esa sonrisa que apenas se ve en estos, a esas mejillas sonrojadas, a esos ojos tan hermosos, no puede resistirse a su hermano menor.  Y se da cuenta de que no puede resistirse más  a sus labios cuando choca los suyos con los del otro chico y se quedan en ese beso casto durante unos segundos, que cuando se separan Sam esta tan sorprendido y se siente tan raro que no se da cuenta que ahora el que esta sonrojado hasta las orejas es Dean.

Dean se levante de la cama, da un paso hacia atrás, alejándose de él, de la cama, da un paso hacia atrás para alejarse de todo, da un paso hacia atrás queriendo poder volver el tiempo y hacer que eso que acaba de pasar no pasase. Pero no puede. No puede hacer nada con lo que acaba de hacer. Se da vuelta y cuando se está por ir, siente un agarre en su ante brazo. Se da vuelta por puro instinto, preparado para atacar, pero todo se derrumba cuando ve los ojos de su hermano menor que es imposiblemente más alto que él empapado en lágrimas, con una expresión de dolor.

Después de ese momento todo pasa en cámara lenta. Sam cierra la puerta con la mano porque a pesar de que no le dijo nada no podía hacer nada. Le costaba horrores respirar, seguir de pie. Le costaba seguir viviendo en ese momento.

Se volvieron a sentar en la cama y esta vez aunque ambos en silencio no podían soportar la distancia. Como si con ese beso todo se hubiese despertado. Como si con ese beso hubiesen despertado a la bestia.

Se acostaron esa noche, y la siguiente, y la siguiente, y la siguiente, y la siguiente. Hasta que es hora de irse a otro motel, a otro pueblo, a cazar otro bicho. Que es cuando Dean le convence a su padre que pidan una habitación sola para él y Sam para ahorrar gastos y que no se den cuenta de nada. Su padre aunque primero se reúsa después acepta porque no le ve nada malo a que sus dos hijos duerman en la misma habitación y la compartan. Sin darse cuenta que al hacer esto, sus hijos no se van a acostar en las dos camas que tenían en el cuarto, que a la mañana siguiente saldrían de la habitación con unas ojeras, ojos rojos y expresiones de no haber dormido nada en toda la noche, pero con una sonrisa en sus labios que su padre no entendería. Y así las siguientes noches, en las siguientes habitaciones de los siguientes moteles de los siguientes meses de los siguientes años. Aunque en ningún momento ninguno pudo controlar a la bestia que habían despertado.

Notas finales:

Hola! ¿Cómo están todos? Espero que muy bien. 

Me presento para los que me conozcan, soy MrJaquiGonz, tengo 16 años, y soy una fiel seguidora de esta página.

Me alegraría demasiado si me dejaran unos reviews contándome que les pareció la historia, si les gustó me alegro mucho, y si no me encantaría que me comentaran que no fue de su agrado así lo puedo mejorar para la próxima vez. Muchas gracias por su tiempo!

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Adiós!


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