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Bajo la Luna por MikaShier

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Dos días pasaron desde que Rin fue internado en el psiquiátrico. Si bien el equipo de Iwatobi había ido a preguntar por él mientras estaban en Tokio, al igual que Sousuke, quien los había acompañado, Haru no lo hizo. Dos días atrás, Haruka había llegado exhausto al departamento, con las rodillas del pantalón manchadas de sangre, al igual que sus manos y camisetas.

 

Rin no había perdido mucha sangre, pero la cantidad que salió de su herida tampoco era normal.

 

Se había sumido a una hora bajo la lluvia artificial, pensando en todo y en nada a la vez. Ni una sola palabra salió por sus labios, y los chicos no pidieron que lo hicieran. El pelinegro se encerró sin más, lejos de la salita donde todos los demás estaban. Entonces la charla inició.

 

Una vez quitado Rin de encima, solo quedaba la furia. El pelirrojo estaba haciendo mal, estaba fuera de sus cabales y eso, por más que los preocupaba, les enfurecía. Además, la prioridad del bienestar del pelirrojo los había cegado a tal punto en que ahora se arrepentían de tratarlo como un enfermo, como si él no pudiese valerse por sí mismo.

 

El punto era, que el tiempo para Rin había expirado. Rin se había encaprichado y ahora remendaría sus errores durante un tiempo no establecido en tratamiento psiquiátrico. Así que, volviendo al inicio, una vez quitado Rin de encima, solo quedaba la furia. Con ellos mismos, porque la prioridad, repitiendo, los había cegado y ellos no habían visto que Haru también sufría.

 

El tema tratado esa noche fue diferente a los temas que trataban las noches anteriores. Rin no estaba más bajo su cuidado. Pero Haru había caído, bien decía el dicho, ¿no?

 

Si una estrella cae, las demás no tardarán en seguirle.

 

Cuando Rei escuchó la frase salir de boca de Nagisa, no tardó en quejarse de la falta de racionalidad existente, pues las estrellas no caían, porque en el espacio no había gravedad. Entonces Gou había interferido, diciendo que eso no era a lo que el rubio se refería. El significado quedó a la interpretación que cada quien había concluido y el tema se cerró,  todos de acuerdo a apoyar a Haruka, ahora.

 

Sin embargo, nadie sabía cómo hacerlo y, pasado dichosos dos días, los menores tuvieron que regresar a Iwatobi y reanudar las clases. Haru asistió a la universidad como lo había hecho en los días que Rin había pasado con él, con el ánimo por los suelos. Aunque… Estaba feliz.

 

Los latidos de su hijo resonaban en su cabeza una y otra vez. La imagen del futuro y pequeño Nanase le hacía esforzarse en las materias. Estaba bien, no obligaría a Rin a tener un hijo, a estar con él.

 

Rin podía desaparecer si eso era lo que quería, pero nadie le quitaría a Haru al pequeño Nanase.

 

La decisión estaba tomada. Haru no quería que la madre de su bebé considerara una aberración a su propio hijo. Rin podía irse a la mierda. Lo amaba, sí. Pero el amor no era suficiente.

 

Su relación simplemente no podía salvarse.

 

Haru abandonó la universidad cuando las clases terminaron. No se sintió mal en absoluto cuando llenó el formulario para darse de baja ante el club de natación. Seguiría nadando, aunque no de una forma profesional. No cuando necesitaba tanto tiempo. No dio explicaciones cuando su entrenador quiso saber el “por qué” porque las explicaciones estaban de más. El trámite se inicio, Haru no tendría que ir más a las prácticas –a las que en realidad había estado faltando a causa de la desestabilidad emocional de Rin-, por lo que tendría tres horas libres en su día. Bueno, cuatro horas libres entre la universidad y el trabajo.

 

Dejándose llevar por la parte de él que le decía que, por amor a su aún no nacido hijo, debía hacerlo, Haru se dirigió a las oficinas de los corredores inmuebles de Tokio. Quizá estaba mal que aquellos latidos le hicieran tomar acciones precipitadas, pero él no era como Rin. Él se veía con un hijo en brazos. Él podía aceptarlo.

 

No era bueno con las palabras y tampoco consiguió algo bueno viendo casas que seguramente no compraría. Quizá pediría a sus padres que les regalasen su casa en Iwatobi. Ellos no pondrían traba, Haru se había enterado que habían obtenido una residencia en Londres, aunque nunca supo por qué ni en qué condiciones, pero la tenían y su casa en Iwatobi debía pertenecerle a él.

 

Dejando a un lado los sueños imposibles, Haru decidió que lo que sí podía hacer era ir a su apartamento. Pagaba la renta mensualmente y, como Marzo estaba terminando, no haría mal en pagarla de una vez.

 

El dueño comentó que la última semana los inquilinos se habían quejado debido a los gritos que a menudo se escuchaban, palabras altisonantes por parte de Rin. Haru pidió disculpas, asegurando que aquello había terminado y, tras endulzar la verdad diciendo que su novia estaba embarazada y tenía cambios de humor muy fuertes, el dueño le felicitó.

 

Haru siempre había sido una buena persona y por ello obtenía lo que quería, así que, una hora después, llegó al departamento en su automóvil. Bajó todas las cosas del coche y dio dos vueltas para poder subirlas en su totalidad a su “hogar”, luego abrió la puerta y metió todo. Sousuke elevó una ceja y ayudó con las bolsas.

 

─ ¿Pintura? ¿Por fin te diste cuenta de que tu casa es sosa y vas a remodelar? ─atacó, mas Haru se encogió de hombros y caminó hacia el fondo del pasillo─ Lo normal es que te defiendas.

 

─Mi casa está bien, ¿por qué pelearía?

 

─ ¿Enserio no aprendiste nada con Rin? ─cuestionó sin miedo. A Haru le agradaba esa parte de Sousuke, él no le tenía lástima─ Es una manera indirecta de preguntar qué es lo que planeas hacer.

 

─Ah ─Haru giró la perilla de una de las puertas e ingresó. La habitación era pequeña, Haru la usaba como una especie de almacén, donde se encontraban las cajas que aún quedaban de la mudanza─. Escucha, vas a ayudarme a limpiar esta habitación.

 

─ ¿Para qué? ¿Y por qué lo haría?

 

─La voy a pintar y a amueblar, Sousuke. Será el cuarto de mi hijo ─un bufido salió de la boca del más alto.

 

─ ¿Rin lo sabe?

 

─Rin no necesita saberlo. Él seguramente se irá cuando lo dé a luz.

 

─Bien, Rin e hijo no son un paquete, comprendo… Pero... ¿consideraste las oportunidades? ¿Qué harás si Rin pierde el bebé?

 

─Si pensara de esa manera, no llegaría a nada. Rin dijo que él lo odiaba, le llamó monstruo. Leí que el bebé siente las emociones de la madre cuando está en su vientre. Me suena estúpido, pero no lo sé. No quiero que él o ella sienta que nadie en este mundo lo quiere, porque yo lo hago, aún si no sé con certeza si va o no a nacer ─Sousuke lo golpeó en el hombro, dándole media sonrisa.

 

─No tenías que echarme la biblia americana entera*, ¿sabes? Ayudaré, porque das pena ajena ─el ojician abrió una caja y bufó─ Jodido destino, ¿quién diría que la primera caja que abriría sería de Rin?

 

─Tíralo.

 

─ ¿No estás yendo muy lejos? No te conozco del todo… Pero sé que no eres el tipo de persona que tiraría las cosas de un viejo amor solo porque… Considera una cosa, Nanase. Rin ha sido toda su vida un hombre, pese a su orientación sexual, que no tiene nada que ver… A lo que voy, es que quisiera que comprendieras un poco mejor la situación. Rin no te odia ni a ti ni al bebé, el médico te lo dijo, sufre una crisis de identidad. No sabe quién es y cree que, a pesar de todo, siempre ha sido una mujer. Es un gran golpe, Haru. Rin solo está buscando culpables. Está herido y quiere herir, es típico de alguien en su estado.

 

─ ¿Quién está echando la biblia a quien? ─Haru sacó las cosas de otra caja y musitó─ Es el vestido de Maid y otros tipos de cosplays que hice que Rin usara. Pueden ir a la basura, él quería tirarlos.

 

─Espera… ¿Eres ese tipo de persona? No, mejor dicho, ¿ya se habían acostado antes?

 

─ ¿Te sucede algo, Yamazaki? ─el más alto suspiró.

 

─Solo quiero distraerme.

 

Mientras limpiaban el lugar, charlaron sobre distintos tipos de cosas, aunque Haru no tardó en tener que marcharse al trabajo, llevaba una hora de retraso. Se disculpó con su jefe, quien aceptó sin más, diciéndole que se lo rebajaría del sueldo. Las horas pasaron, aburridas y rutinarias.

 

Y así también lo hicieron los días.

 

Las visitas a Rin comenzaron a ser permitidas, pero Haru no se atrevía a encararlo. Estaba furioso con él y no quería verle la cara. Sousuke decía que el pelirrojo parecía un poco más estable, aunque aún lucía algo perdido. Comentó que Rin había perdido las nauseas y se notaba más activo, además, le habían puesto a ejercitarse dos veces a la semana, por el embarazo. También dijo que el pelirrojo había sido aceptado por su psiquiatra como un hombre embarazado, aunque para los pacientes era -citando las propias palabras de Rin- una chica muy masculina. El ojician convenció a Haruka de aplazar la decoración del cuarto hasta que supieran que género tendría el bebé. Así que Haru se agregó otro trabajo a las horas libres. Solo por algún tiempo, un trabajo temporal en un viejo edificio que estaba siendo remodelado.

 

Nadie quería el trabajo debido al frío. Y el anterior empleado solo había renunciado y ya, aunque a los jefes les parecía que el chico había renunciado sintiéndose despedido.

 

 La realidad era triste y dura. El día que Haru menos esperaba -pero sabía que pasaría- llegó. Era la tercera semana de Rin en el psiquiátrico. Era el inicio del cuarto mes de su bebé.  Y Makoto estaba sentado frente a él, mirándolo a los ojos con arrepentimiento.

 

─Perdón ─musitó. Haru asintió.

 

─ ¿Es todo? ─cuestionó, dispuesto a marcharse lo más rápido posible, más Makoto lo detuvo.

 

─No… Haru, en verdad lo siento. Por no decírtelo y por… por lo otro. Yo planeaba convencer a Rin de que te lo dijera… Estaba seguro de que si lo llevaba a la cita de aborto, su mente se aclararía y te llamaría, pensé…

 

─ ¿A quién mierda le importa lo que pensaste? Eso sucedió en tu cabeza, tus acciones fueron otras. Quizá tuviste la intención de decírmelo, pero no la suficiente como para enfrentar a Rin.

 

─Rin estaba muy mal…

 

─Y tú, apoyándolo en esas decisiones tan estúpidas, solo lo empeoraste. Además, no es solo el hecho de que…

 

─Rin no quería decírtelo porque te amaba. Él no quería arruinar tu futuro porque tú una vez dijiste que no querías hijos. Él no vino a mí porque me quisiera, él solo necesitaba ayuda porque tiene miedo a que su madre lo rechace. Está asustado, Haru. Por eso tomó esas decisiones.

 

─No quiero escucharte defendiéndolo.

 

─Amo a Rin, Haru. No tengo por qué negártelo, por más que seas mi mejor amigo. No debo ocultártelo precisamente porque lo eres ─murmuró. Se talló los ojos, librándose de las lágrimas que amenazaban con salir─. Sé que está mal, pero…

 

─Tú no amas a Rin. Amas su debilidad en este momento. Yo lo amo todo de él.

 

─Quizá sea así. Pero lo único que siento ahora es que lo amo. Y quiero que me perdones por todo lo que hice. Eres todo para mí, como un hermano. No quiero perderte.

 

Las palabras conmovieron el interior de Haru. Eso era cierto. Makoto era lo más parecido que tenía a un hermano. La inocencia infantil había previsto la catástrofe que sucedía ese día, pues hacía mucho tiempo, Haru y Makoto habían prometido que, al crecer, ninguna chica sería capaz de separarlos. Y esa era la prueba de fuego, porque si bien Rin era hombre, seguía siendo la misma situación que temían de pequeños. Así que Haru se tragó el dolor y sonrió levemente.

 

─Te perdono… Pero no puedo olvidarlo. Cuando Rin vuelva a mi departamento, no puedes tocarlo ni mirarlo más de la cuenta. Es mi pareja, ¿entiendes? ─amenazó. Makoto asintió.

 

─ ¿Puedo volver a tu departamento, entonces?

 

─Puedes hacerlo, eres mi mejor amigo, después de todo ─el teléfono de Haru vibró, indicando que era hora de marcharse. Tomó su vaso de agua y se levantó─. Aunque… el hecho de que yo te haya perdonado, no significa que Sousuke vaya a hacerlo.  Le rompiste el corazón.

 

______

 

El hospital psiquiátrico no era la gran cosa. Olía igual que todos los demás hospitales, una especie de mezcla entre medicamento y desinfectante. Las paredes no eran blancas, pero parecían serlo. Haru se acomodó el cabello y observó una vez más el número sobre la puerta, dígitos que indicaban esa como la habitación de Rin. Armándose de valor, tomó la perilla e ingresó.

 

Lo primero que observó, fueron sus ojos cerrados y la respiración tranquila que éste mantenía. Estaba dormido. Procedió a la evaluación, paseando la mirada por el cuerpo de quien solía ser su pareja y ahora era algo parecido. El vientre se notaba aún más. Rin en verdad parecía embarazado. Dejando salir el aire de su boca, posó una mano sobre la panza del menor, acariciándola suavemente. Nunca lo había hecho. Nunca le había tocado el vientre mientras mantenía a su hijo ahí. Sonrió, dejándose llevar por la emoción. Se inclinó levemente y besó aquella parte del cuerpo de Rin.

 

─No eres un monstruo, mamá está confundida.

 

Fue lo único que dijo dentro de esa habitación, porque, cuando Rin despertó, Haru solo se limitó a estar sentado en uno de los sofás. El pelirrojo no se atrevía a mirarlo y puede decirse que aquél fue el momento más incómodo que habían pasado hasta entonces. Rin estaba arrepentido de sus actos. Haru estaba iracundo con Rin. Rin quería que Haru lo abrazase. Haru quería que la hora de visitas terminara rápido. No había manera de rescatar los restos de esa relación.

 

Ya no sentía que existiese un Haru y Rin.

Notas finales:

*Cuando Sousuke dice “No tenías que echarme la biblia americana entera” hace referencia a la gran extensión de palabras que ésta tiene, es decir, está molestando a Haru por hablar mucho. Explico esto porque no me gusta meterme en ámbitos religiosos, pero que va, la biblia si está bien larga.

 |Nota de Autor|

¡Hola! Espero la historia siga gustándoles. El número de reviews y comentarios si ha disminuido, pero yo entiendo que a veces me voy por las ramas, aunque a mí sí me gusta lo que escribo. En fin, ¡Muchas gracias a aquellos que se toman el tiempo de escribirme y a aquellos que se preocuparon por mi salud! Sí, soy una persona, creo. Leer sus opiniones, sean malas, sean buenas, me encanta. Me motiva a seguir adelante y mejorar e incluso me inspira para acabar los capítulos más pronto. Las sonrisas me hacen fangirlear, y si fangirleo escribo. Sí, vivo como una loca obsesionada.

 

¡Nos vemos!


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