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Bajo la Luna por MikaShier

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Sousuke observaba a Haru con algo más que simpatía. Podía decirse que, después de convivir tanto tiempo con él, su relación había cambiado. Confiaba en él. Y le agradaba tanto como Rin. Aunque no lo llamaría mejor amigo jamás.

 

Le daba tristeza ver la evolución que las cosas habían tomado. A Haru se le veía furioso. Enojado con el mundo entero, sobre todo con Rin. Y deprimido. En las visitas al psiquiátrico, solía quedarse callado y cuidar del pelirrojo a la distancia. Si Rin murmuraba que tenía sed, Haru iba por un vaso de agua, lo mismo con todo lo que el menor pedía. Haru le cumpliría sus caprichos. Pero no pasaba de ello. No se hablaban más allá. Ni siquiera se dignaban a verse. Rin se veía nervioso y Haru imperturbable. Era muy... extraño.

 

Sousuke estaba por regresar a Sano, con sus padres, mientras Rin estuviese internado. Así que Haru se quedaría solo en ese departamento. Por ello, tenía que actuar.

 

─Haru ─llamó en cierto momento, el aludido estaba cocinando. Sousuke vio las ojeras en su rostro en cuanto se giró brevemente, indicando que tenía su atención─. Habla con Rin, creo que debes conocer lo que él...

 

─ ¿Para qué? Ya sé lo que piensa.

 

─Nanase, estás siendo egoísta.

 

─Tú me apoyabas hace algunos días, Yamazaki. Rin solo quiere la vía rápida, ¿qué cambiaría si hablamos ahora?

 

─Rin está recibiendo apoyo ahora, Haru. Sus ideas están mas lúcidas y por fin puede hablar con claridad. Explicarse. Después de escucharlo, vas a entenderlo todo. El motivo por el cual actuó de aquella manera. Dale una oportunidad.

 

─Él solo quiere...

 

─ ¿Lo amas de verdad? ─Haru lo observó, obviamente lo amaba─ ¿O es solo que no puedes aceptar que vuelva a irse? ¿Es solo que no puedes ni quieres verlo con alguien más? ¿Qué es lo que tú quieres ahora?

 

¿Lo que quería? La imagen del bebé apareció en su mente. Haru apretó los puños. Lo que quería... La felicidad de Rin ya no estaba en el primer plano, ¿o sí?

 

─No lo sé. No quiero que se vaya... Aunque no puedo retenerlo.

 

─Y... ¿Usas ese bebé para atarlo?

 

─No, él puede irse, he dicho que no puedo retenerlo.

 

─Entonces, ¿quieres al bebé para tener una parte de él?

 

─Sousuke, solo estás enredándolo todo.

 

─Haru, debes hablar con alguien. Tú tampoco tienes una idea clara de las cosas y estás cegado con lo que crees querer. Rin cree que el mundo está en su contra. Tú también crees que todos están contra ti. Pero el miedo de Rin es racional. Tú simplemente estás perdido. Piénsalo un poco más, ¿de verdad te importa lo que es mejor para él? ¿De verdad crees que él odia a su hijo?

 

─Él dijo que el bebé era un monstruo ─Sousuke suspiró y volvió a tomar sus maletas.

 

─Él no le decía monstruo al bebé. Piénsalo un poco más.

 

_____

 

"─Entonces, Matsuoka-kun, ¿no? Mi nombre es Hayashi Kaoru ─El aludido elevó ambas cejas, desviando la mirada a la decoración silvestre del lugar. El tal Hayashi parecía tener un fetiche con las plantas, pues su oficina estaba repleta de ellas.

 

─Aroma del bosque*  ─dijo el pelirrojo. El hombre, frente a él, asintió─. Por eso las plantas y los aromatizantes en forma de pino.

 

─De hecho, poco tiene que ver. Los aromatizantes son por simple higiene, pero prefiero el aroma que más se parezca a uno natural, por eso escogí “Aroma del bosque”, que mi nombre signifique precisamente eso, es una coincidencia ─el hombre cruzó una pierna sobre la otra, acomodándose en el sillón, y prosiguió─. Por lo demás… Me gustan las plantas, creo que tener plantas aquí es una muestra de una parte de mi personalidad. Aire libre, ecología, fauna, flora… Son cosas que adoro. Y las cosas que me gustan, constituyen mi personalidad.

 

─Ah.

 

─ ¿Qué es lo que a ti te gusta, Matsuoka-kun? ─cuestionó. Rin desvió la mirada hacia una de las macetas, observando la caída natural de cada una de sus hojas, como si se tratase de una flor abierta. Suspiró.

 

─No lo sé. Nadar, supongo. Sí. Me gusta nadar.

 

─ ¿Estás seguro de ello?

 

─ ¿Cree que vengo aquí simplemente para joder? ¡Estoy hablando enserio!

 

─Vale, pero… Empecemos por cosas de las que estés seguro. Por ejemplo… Comenzaremos por lo más sencillo, ¿sí? Tu nombre. Matsuoka Rin, ¿te gusta?

 

─Es un nombre de chica. Pero supongo que ya lo acepté.

 

─Bueno, entonces… ¿qué tal tu cabello? ¿Te gusta?

 

─Sí, creo. Dicen que es un tono más… femenino que el de mi hermana ─Hayashi se colocó las gafas y observó los papeles que descansaban sobre su regazo.

 

─ ¿Qué me dices de tu cuerpo? La musculatura que, según contaste, ameritó mucho esfuerzo, ¿estás bien con el resultado?

 

─Sí, ¿por qué no habría de estarlo? Es decir, no soy el más fuerte, pero tampoco soy débil, para nada. Creo que el promedio está bien para mí. Nada femenino.

 

─ ¿Para no ser confundido con una chica? ─La pregunta caló en Rin, quien clavó la mirada en el doctor y bufó.

 

─Para que nadie pueda vencerme. Y no parecería una chica. Quizá en el pasado me confundían con una, pero ahora no es así. No hay nada que me haga ver como una mujer. Lo único femenino en mí, es mi nombre. Hasta ahí, ¿entiende? No tiene por qué malinterpretar lo que digo.

 

─Matsuoka-kun, ¿te gusta tu hijo? El que cargas en el vientre.

 

─Esto no es sobre… “Esto” ─musitó señalando su estómago abultado─. Estoy y está aquí por mí, porque creen que tengo un problema con la criatura. Porque quieren que lo acepte. No es cuestión de si me gusta o no.

 

─Antes de aceptarlo a él, o a ella, tienes que aceptarte a ti mismo, ¿comprendes?

 

─Me acepto a mí mismo. Me amo, de hecho.

 

─ “Supongo”, “creo”, “¿Por qué no habría de…?” Son frases que denotan inseguridad. En cada descripción que has hecho de ti mismo, has nombrado al género femenino. “Es de mujer, pero soy hombre” “Es más femenino que el de mi hermana” “Nada femenino”. El problema no es que no aceptes a ese bebé. El problema está en que tú no aceptas que eres capaz de tenerlo. El problema se origina desde el momento en que comienzas a compararte con una chica, porque tú habías decidido ser un chico y ahora sientes que podrías no serlo. Estás enojado contigo mismo porque no eres capaz de decidir algo que ya estaba decidido. Y estás resentido con tu madre, por eso no se lo has contado.

 

─No es así. No quiero meter a mamá en esto. No es como si estuviera molesto, ¿por qué lo estaría?

 

─Porque ella lo sabía y no te lo dijo ─Rin apretó los labios. Eso era cierto, además… ─. Y aún sabiéndolo, te puso un nombre de chica. Crees que es gracias a ella el que ahora estés confundido. Y por eso estás aquí. No te encuentras y eso está perjudicando a terceras personas. Querías ayuda, pero no tenías las agallas para pedirla. Por eso quisiste “terminar” con tu vida un viernes, porque sabías que ese día la clínica de tu médico estaría abierta hasta las seis de la mañana del sábado, por eso no pudiste ampliar la cortada. Querías que alguien te rescatara. Sé que tu médico te había dicho ya sobre las consecuencias de este tipo de acciones. Me lo comentó.

 

─No es así. Yo quería morir. No es como si estuviera esperando… Es decir… No hice eso. Y él me dijo de un psicólogo. No de encerrarme por loco ─el hombre ignoró aquello y prosiguió.

 

─ Pero tus amigos estaban ahí, ¿por qué escogiste ese momento?

 

“Porque mis amigos estaban ahí”

 

─Supongo que… ¿Podríamos pasar a otra cosa? No quiero hablar de esto ahora.

 

─Nanase Haruka, el padre de tu hijo… Él…

 

─Tampoco quiero hablar de él…

 

─Bien, ¿quieres hablar de algo en específico?

 

─ ¿Cree que soy mujer? ─preguntó mientras desviaba la mirada y soltaba el aire. Sus mejillas ardían, no había explicación para la vergüenza que sentía por haber preguntado eso.

 

─En mi opinión, no lo eres. Eres un hombre con cualidades especiales, eso es todo. No debes sentirte ni más, ni menos que alguna otra persona. Debes aceparte a ti mismo, Matsuoka-kun, sin la necesidad de saber qué es lo que los demás podrían pensar de ti. Por eso estás aquí. Pero esta es tu primera cita, así que permíteme conocerte un poco más”

 

Rin se encontraba caminando a su habitación, en el hospital. Hacía un mes que había ingresado y, extrañamente, se sentía cómodo. Sus días estaban ocupados y la rutina era saludable. Sí, le obligaban a convivir con los demás pacientes, pero éstos le habían aceptado sin más, diciendo que era una chica muy masculina -lo que realmente no le importaba estando ahí-. Era un alivio el poderse pasear por los pasillos sin sentirse observado, como si él simplemente fuera una persona común y corriente.

 

Se arrepentía de todo lo que había hecho, pensado y dicho. Su mala elección de palabras, las mentiras que llegó a creerse a sí mismo. Pero aún con la ayuda recibida… Tener un bebé seguía estando mal, y el pensamiento de que arruinaba la vida de Haru permanecía.

 

Había tantas cosas que quería explicarle al pelinegro, tantas cosas que quería aclarar… Pero precisamente ese pensamiento, sumando la actitud fría que Haru había tomado, se lo impedían.

 

Ese día, ninguno de sus amigos fue a visitarlo, pero Haru estaba ahí, apretándose las manos de forma nerviosa. Rin lo ignoró, como habían estado haciendo en las últimas semanas, y tomó la toallita que descansaba a un lado de su camilla para secarse la frente. Una de las cosas que estaba obligado a hacer -más que nada por el embarazo- era ejercitarse. El ejercicio no le desagradaba, en absoluto. Él amaba hacerlo. Aunque el tipo de ejercicio que realizaba era para las chicas en cinta, para mantener una buena salud. Era extraño. Pero lo aceptaba. Se acomodó en la camilla justo para alcanzar a ver a Haru levantándose y cerrando la puerta. El pelinegro se paró frente a él.

 

¿Rin tenía algo que decir?

 

¿Por qué no lo decía, entonces? ¿Qué lo detenía?

 

─Sabes que no soy bueno hablando, Rin. Pero creo que es necesario que diga algo ahora ─comenzó, sintiéndose estúpido. Sousuke se había marchado tres días atrás y durante esa misma cantidad de tiempo, Haru había estado atormentándose, practicando mil discursos frente al espejo para acabar con la mente en blanco─. Les dije a los demás que no vinieran porque en verdad tenemos que hablar. Al menos, debes escucharme… Tú sabes… Yo siempre he tenido que velar por mí mismo, por nadie más.

 

“Cuando mi abuela murió y mis padres se fueron, no había nada más que importara. Siempre era yo, viendo solo por mí. Porque mi mundo siempre fue solo mío, no digo que los Tachibana estaban en un segundo plano, pero sí era yo quien más me importaba, aunque pueda que muchos piensen que no era así. No quería que nadie me abandonase, por eso… Es difícil decirlo, ¿sabes? Admitir que nunca nada me había importado si no interfería directamente conmigo. Pero entonces llegaste tú. Metiéndote a mi vida sin permiso, irritándome bastante y aún así… Me arrebataste mi mundo y lo volviste tuyo. Y ya no podía ignorar fácilmente lo demás. No solo importaba yo. Eras tú. Tú antes que yo, después todo lo demás. Hice muchas cosas solo porque tú las hacías. Y odiaba ser tan dependiente. Me frustraba saber que tenías tanta influencia en mí.

 

“Quiero decir que siempre fui yo, velando por mí. Mis caprichos, lo que yo siempre quise. Nada más. Y en esta ocasión, fue como en el pasado. Y solo vi por mí. Porque para mí, lo que tenemos… Lo que tuvimos… Era lo más importante. Tú vas y vienes. Yo siempre me quedo a esperarte. Quizá estaba cansado de eso en cierta manera y tener un hijo… Un hijo, contigo… Es alucinante, Rin. No voy a hablar de lo que sucedió con Makoto. Estoy divagando.

 

Las lágrimas caían por el rostro de Haru mientras éste se sentaba a los pies de Rin, quien lo observaba, aguantando su propio llanto.

 

─Siempre he sido solo yo. Y yo quería que tú pensases lo que yo. Que vieras por mí, porque pensé que esto era lo mejor para ambos. No vi lo que tú querías, o como te sentías. Ignoré todo lo que los demás ya me habían dicho, del problema que te cernía y de lo mal que la pasabas. Lo ignoré todo porque yo creí que, si te obligaba a tomar la misma decisión que yo, todo iba a volverse como antes, que tú verías que era yo quien había tenido la razón, siempre. Hice mal en no apoyarte y créeme, me arrepiento. Quiero comprenderte, Rin. Y no pretendo obligarte a nada más. Todo esto ha sido mi culpa. He sido egoísta. Así que, no negaré que me duele, pero… Si tú en verdad quieres abortar… Si crees que es lo mejor para ti… Entonces hazlo ─Rin apretó los labios, al igual que los puños.

 

Tanto, nada.

 

¿Cómo debía reaccionar? Haru estaba… Culpándolo. Quitándole la culpa ¿Qué estaba haciendo? ¿Qué era lo que quería? Las lágrimas picaban en sus ojos, pero no podía llorar ¿Qué debía decir? No había nada que pasara por una respuesta. Porque Rin estaba tan confundido.

 

─No arruinarás mi vida con ninguna de las decisiones que tomes ─añadió el pelinegro─. Si tu eres feliz, entonces estará bien. Te amo, aunque no haya sido capaz de demostrarlo.

 

“Y si tanto te ama, ¿por qué tardó tanto? ¿Por qué se sentó en esa esquina y te miró con odio? ¿Por qué sigues sintiéndote disconforme? ¿Por qué nos hizo esto? Es su culpa”

 

La irracionalidad inundó su cabeza y el pelirrojo pronto estuvo maldiciendo la voz que desde hacía tiempo escuchaba dentro de su mente. Haru lo amaba, claro que lo amaba. Por eso estaba ahí. Por eso había estado ahí siempre. Por eso abrió las puertas de su casa. Por eso hablaba más de lo que nunca había hablado. Porque lo amaba. Y Rin también lo amaba, por eso había tomado todas aquellas decisiones. Tomó la mano del pelinegro y sonrió suavemente.

 

─Quiero ir a casa, Haru. Sácame de aquí.


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