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Bajo la Luna por MikaShier

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Notas del capitulo:

La razón por la que publico al día siguiente a haber publicado (es decir que publiqué dos veces seguidas xD) se debe a una petición por parte de una de las lectoras, que consideró lindo que como regalo de cumpleaños adelantara la actualización. Así que, ¡Aquí está!

 

Escrito a media noche, solo porque debía publicarlo hoy... ¡El lemon de bajo la Luna!

 

No sé escribir mucho lemon, así que...

 

Disfruten xD

La habitación de Haru era iluminada por la escasa luz de la luna, que se filtraba por las cortinas gracias a la suave brisa que las mecía con el aire que se colaba por la brecha abierta entre la ventana y el marco de la misma.

 

Haru acariciaba el cuerpo de Rin, quien se encontraba sentado en su regazo con los brazos rodeando el cuello del pelinegro mientras sus labios chocaban con los contrarios. El beso era húmedo y lleno de las emociones que habían callado por largos meses, que les sabían a años. La necesidad que sentían les hacía querer llenarse del otro. El ansia de la falta de tacto que habían estado presentando hasta ese momento provocaba que las caricias se volvieran torpes y toscas.

 

Los labios de Haru se hundían en el cuello del pelirrojo, besando, succionando y lamiendo. Arrancando gemidos de aquella boca que tanto amaba, jadeos que eran tragados por la oscuridad de la noche.

 

Como si fuese la primera vez... La luna sería testigo nuevamente de la unión de ambos chicos. Pero esta vez, los padres de Haru no se presentarían. Nadie entraría por la puerta de esa habitación para jalar el cabello de Rin, para arrastrarlo y lanzarlo fuera de su hogar. Esta vez, Haru no dejaría que Rin huyera. Lo protegería con su vida, si era necesario.

 

─Entonces... ─jadeó Rin, enredando los dedos en el cabello del pelinegro, obteniendo su atención. Haru abandonó el cuello del pelirrojo para morderle la mandíbula─ ¿Qué posición es segura?

 

─Ah, eso... ─Haru tomó las mejillas de Rin, besándolo. El pelirrojo se dejó hacer, sintiendo la calidez de la sinhueso del mayor. Se acercó al oído del ojicarmín y susurró algo, haciéndolo enrojecer.

 

─ ¡No me pondré en cuatro! ─siseó. Haru sonrió, acariciándole la espalda baja, paseando las manos por la ropa interior de la menor, esa que impedía que tocase la piel del trasero de Rin.

 

─Vamos, no es nada malo. Así no va a pasarle nada a Sakura y no tendrás que moverte mucho.

 

─Es muy vergonzoso.

 

─Y excitante, Rin ─el pelirrojo lo observó por varios segundos. Haru suspiró─. Bien, esta posición también es segura.

 

─Idiota ─sonrió el menor. Haru apretó sus nalgas, en venganza.

 

─Levántate, me desvestiré.

 

Rin no puso objeción, aunque si se sonrojó. Haru estaba siendo... Más directo de lo normal. El pelinegro le bajó la ropa interior con lentitud, acariciándole las piernas en el recorrido. Hizo que el menor se sentara en la cama mientras él terminaba de sacarse la ropa. Se hincó frente a él y señaló su entrepierna.

 

El pelirrojo no había mentido, su miembro no se había levantado. Le advirtió lo que haría. Rin no se negó.

 

Tomó aquella extensión del cuerpo de su amante y la masajeó, obteniendo jadeos por parte de Rin. Sus movimientos se hicieron más rápidos, más precisos, pero aún así, el pene del menor seguía sin alzarse del todo. Entonces se relamió los labios y lo introdujo en su boca.

 

El gemido emitido por la garganta de Rin lo excitó aún más. Lamió el largo del miembro contrario, masajeando la base del mismo con las manos. Succionó. Arrancó del pelirrojo varios gemidos, provocó que el chico le tomara el cabello y lo empujara hacia sí, simulando estocadas contra su garganta. Entonces pudo saborear el pre semen del menor.

 

Rin estaba tan excitado como él, su erección lo demostraba. Haru se levantó, atrapando los labios del menor, recostándolo en la cama. Se posicionó sobre él, sin llegar a aplastarle el vientre. Mordisqueó sus labios e introdujo su lengua entre ellos, explorando la cavidad bucal contraria, acariciando la punta de los dientes de Rin con su lengua. Bajó hacia su cuello, dejando un camino de besos esparcidos en el mismo. Siguió descendiendo mientras la respiración entrecortada del pelirrojo acababa con el silencio del lugar.

 

No tenía lubricante, así que tomó una crema sin loción que guardaba. Hizo a Rin erguirse para que se sentara sobre él. Haru se recargó en la pared y acarició el trasero de su amado. Vertió el líquido espeso en sus dedos mientras Rin se dedicaba a morderle y besarle el cuello. Acarició la entrada del pelirrojo, provocando que éste se estremeciera ante la frialdad de la crema.

 

Haru había leído sobre los sensibles que se volvían los pezones mientras se preparaban para amamantar. Y no perdió oportunidad de ello. Apretó las nalgas de Rin mientras acariciaba uno de sus puntos rosados con la nariz, para posteriormente atraparlo entre sus labios.

 

Un gemido erótico calentó su sangre. Haru se deleitó con aquél sonido mientras introducía el primer dedo en Rin, moviéndolo en círculos y aumentando los gemidos del mismo. El segundo dedo no tardó en invadir su esfínter. Dilató la entrada de Rin hasta que éste le rogó que se detuviera, con las mejillas sonrojadas, la mirada oscurecida y los labios enrojecidos.

 

No tuvo que decírselo dos veces.

 

Separó las nalgas de Rin y guió su erección a la caliente y húmeda entrada del menor. Lo penetró con lentitud y cuidado, dejándolo bajar al ritmo establecido por el propio pelirrojo.

 

─Ah... hah... Haru... ─balbuceó, inundado en placer─ Más... más rápido.

 

El aludido no se negó. Tomó las caderas de Rin y comenzó a embestirlo. El pelirrojo se aferró al cuello del mayor, buscando sus labios. Haru lo besó con frenesí, sintiendo el calor envolvente del interior de Rin, balbuceando su nombre entre jadeos.

 

Cada estocada sacaba un gemido más erótico que el anterior, provocando que la excitación de Haru pareciese no acabar. Rin balbuceaba entre besos, pero Haru no rescataba palabra alguna de ello, a excepción del momento en que advirtió que se correría.

 

Rin mordió el cuello de Haru, ahogando sus gemidos cuando llegó al clímax, jadeante. El esfínter del menor apretó la erección de Haru, causando que éste se corriera dentro de él.

 

─Haru... ─murmuró. El pelinegro le acarició la espalda, observándolo. Rin se notaba agotado. Sus ojos comenzaban a cerrarse. Besó sus labios con ternura─ Tengo hambre ─susurró.

 

El pelinegro sonrió. Rin estaba arruinando el momento. Tomó su camiseta y, con ella, limpió el semen del cuerpo del menor, quien parecía estar cada vez más lejos del mundo real. Rin se recostó en la cama. Haru se levantó, iría a lavarse, pero el pelirrojo le tomó la muñeca. Su susurro hizo que su cuerpo se estremeciera, sus lágrimas nublaron su vista. Rin se durmió.

 

─También te amo ─respondió.

 

___________

 

Se sentía patético, debía admitirlo. Caminando a mitad de la noche, dirigiéndose al peor lugar que pudiese existir en ese momento. Pero no tenía de otra, porque su dinero no alcanzaba para un hotel, por más barato que fuese. Tocó la puerta cuatro veces y esperó. El departamento fue abierto casi de inmediato. Makoto usaba unas gafas de lectura y vestía lo que parecía ser una camisa vieja y unos pantalones de pijama.

 

─Yamazaki-kun ─balbuceó con sorpresa. El pelinegro lo observó con indiferencia.

 

─ ¿Puedo pasar la noche en tu sofá?

 

Makoto aceptó de inmediato, dejando que el pelinegro entrara libremente a su hogar temporal. Le ofreció algo de beber y este aceptó. Ambos se sentaron en la salita, en medio de un silencio incómodo.

 

─ ¿Qué hacías? ─cuestionó Sousuke. Makoto sonrió con timidez.

 

─No podía dormir, así que leía un libro.

 

─ ¿Sobre qué?

 

─Una dinastía que murió tras una guerra muy extraña, cuyo nombre siempre olvido. Es bastante interesante, si quieres podría prestártelo.

 

─No, gracias ─el castaño asintió, tallándose la nuca.

 

─Vale... ¿Quieres que me vaya? ─Sousuke clavó los ojos en la mirada verde del contrario. Negó.

 

─No tengo derecho a pedirte eso, estás haciéndome un favor ─Makoto asintió, pero aún así se levantó y recogió los platos. Se puso ante el fregadero y comenzó a lavarlos. Sousuke tenía ganas de molestarlo, algo le incitaba a hacerlo, a probarlo. Así que decidió que no debía quedarse con las ganas─ ¿Te interesa saber por qué estoy aquí?

 

─Sí, por supuesto ─Yamazaki sonrió con burla y se acomodó en el sofá.

 

─Haru y Rin estaban reconciliándose. Hacían bastante ruido y quise darles privacidad ─Makoto amplió los ojos. Bajó las manos con descuido, empujando su taza y provocando que dejase que ésta cayera, estrellándose contra el piso. Esa era la reacción que Sousuke esperaba.

 

Pero no contaba con que a él también le dolería. Porque le hería saber que esa reacción había sido debido a que Rin estaba acostándose con alguien más. Que la persona que amaba estaba atada a otra, a alguien que no era él.

 

Así que no se quedó satisfecho. El corazón se le estrujó mientras observaba la espalda del castaño, quien se encontraba inmóvil frente al lava platos, mirando a la nada.

 

Se compadeció.

 

Porque en realidad no podía culparlo. No era una decisión que Makoto hubiese tomado. El castaño se sentía justo como él, impotente. E incluso peor. Porque la persona a la que él amaba ya estaba con alguien más. Y la persona que Sousuke amaba se quedaría sola, observando a lo lejos.

 

Un pensamiento egoísta invadió su mente, el mismo que le hizo levantarse y caminar a grandes pasos hacia el oji-esmeralda. Lo tomó por los hombros y lo giró. Sus labios se encontraron. Makoto correspondió el beso, tomándolo por el cuello y atrayéndolo hacia sí.

 

Pero se sentía tan vacío...

 

Dolía no ser correspondido. Dolía hacerle creer a su mejor amigo que todo estaba bien, que podía con ello. Dolía demasiado. Pero dolía aún más besar a quien un día prometió algo. Dolía amar a Rin. Le lastimaba. Su corazón se rompía y se sentía desfallecer.

 

Había días en que Makoto se despertaba solo por las ganas que tenía de ir y regresar con Rin. De volver en el tiempo y haber evitado todo, haber sido él quien se declaraba, no Haru. Haberse dado cuenta de lo mucho que lo amaría. Y de lo mucho que dolería si no era correspondido.

 

Y se sentía pésimo que Sousuke le besara, porque la sensación era agradable, pero el sentimiento de culpa no. El beso le supo a despecho, a furia. A muchas emociones, pero no cariño. No sintió el amor del pelinegro en ninguna de las ocasiones en que sus labios se encontraron y sus lenguas se enredaron. E incluso el sexo le pareció simple. Necesitado y desesperado.

 

Hubiese querido que el cuerpo que sus manos recorrían fuese el de Rin. E incluso se imaginó al pelirrojo gemir.

 

Entendía que su amor se transformaría en algo enfermizo. No sabía si podría con ello. No sabía superarlo. Quería pasar de página, que Rin fuese una equivocación. Porque amaba a Haru, que era como su hermano. Así como Sousuke lo daría todo por Rin, él lo daría por Haru. Pero el amor romántico era un límite establecido. Makoto no quería quedarse callado. Quería luchar, quería envolver al pelirrojo y tener la libertad de besarlo. De cuidarlo.

 

Pero aún así no lo haría.

 

___________

 

Cuando Rin despertó, los brazos de Haru estaban rodeándolo. Se sentía extrañamente renovado, enérgico, a pesar de la molestia que tenía en la cadera. La respiración tranquila del contrario le indicó que seguía dormido, aún sin voltearlo a ver. Se giró levemente y observó el rostro pacífico de Haru. Acarició su pecho, avergonzándose de las marcas que éste tenía, de seguro lo había arañado.

 

Con eso, recordó al nuevo inquilino. El gato que parecía estar feliz de la vida en algún lugar, sin hacer ruido. Quizá incluso había escapado.

 

Se levantó cuidadosamente, sin despertar al pelinegro, y salió de la habitación. Haría el desayuno, para los cinco. Sousuke, Haru, el gato, Sakura y él. Todos debían alimentarse correctamente. Sobre todo, Sakura, el gato y él. Abrió las puertas del gabinete y sacó algunos ingredientes de ahí para seguir el mismo procedimiento en el refrigerador.

 

Un maullido lo hizo bajar la vista.

 

El pequeño gato estaba ahí, sentado, observándole. Quizá tenía hambre. Rin le murmuró un “espera” y continuó preparando el desayuno. Ese gato era demasiado… Manso. Tal vez le perteneció a alguien en el pasado.

 

Bien, en definitiva, una noche de sexo le hacía ver el día de un tono más brillante. Se sentía bien, lleno de energía y con ganas de sonreír de nuevo. Con ánimo, terminó de cocinar. Cuando fue a despertar a Sousuke, una hoja pegada en la puerta lo detuvo.

 

Qué molestos son, sucios”

 

La puerta estaba abierta, además, y nadie se encontraba en su interior. Soltó un suspiro y fue a por Haru, con el gato maullando tras él.

 

─Ya despierta ─gritó. El gato saltó hacia atrás y gruñó. Los ojos de Haru se abrieron de inmediato.

 

─ ¿Eh? ─preguntó. Rin sonrió, satisfecho.

 

─Vamos a almorzar, que tenemos hambre ─contestó. El azabache se talló la cara y sonrió.

 

─No es que no me guste, pero estás casi desnudo ─el pelirrojo asintió.

 

─Sí, bueno, todos somos hombres. Además, no hay nadie más en casa. Apúrate, que Sakura y yo estamos muriendo de hambre. Y el gato también.

 

Haru asintió, levantándose. El sentimiento que albergaba en su interior era indescriptible. No sabía que le hacía más feliz. Que Rin se sintiera en casa o que pudiera hablar de Sakura sin hacer una mueca de tristeza.

 

Quizá las bajas se habían detenido en la montaña rusa de su vida.


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