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Bajo la Luna por MikaShier

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"Lo que quieres es meterte en la boca del tigre, lo sabes, ¿no? Haru es mi mejor amigo. Eres consciente de que viene prácticamente todos los días si el tiempo se lo permite."

 

"Ya lo sé... Y no quiero interferir con sus vidas... Yo solo... déjame estar hasta que encuentre un departamento. Lo prometo. Solo unos días, por favor."

 

"No dejaré que te vayas, Rin. Solo lo digo porque tendremos que tener muchísimo cuidado. Encontraremos la manera de que Haru no lo sepa... Al menos por ahora."

 

La conversación se repetía en su mente mientras, sentado en los fríos azulejos de la ducha de Makoto, la lluvia artificial caía sobre él. El castaño le había casi obligado a tomar un baño después de verlo vomitando con esmero.

 

Su espalda se encontraba pegada a la pared y el vapor invadía la habitación por completo, el agua caliente corría libremente desde la regadera y Rin simplemente estaba ahí, inmóvil y con la mirada pegada al piso. Se abrazó más a sí mismo, sin importar que la piel de sus dedos comenzara a arrugarse debido al agua o que el mareo estuviera haciéndose presente.

 

No lo había dicho, pero estaba claro lo que haría. Iba a esconderse. No podía permitir que alguien lo viese cuando su abdomen se expandiera. No podía. Sería una vergüenza. El hazmerreír. No volvería a salir hasta que esa cosa desapareciese.

 

¿Qué iba a hacer hasta entonces?

 

─Aquí está la ropa ─musitó Makoto, abriendo la puerta del cuarto del baño y dejando las prendas sobre el lavabo. Suspiró, un poco escandalizado─. Tenías que cerrar la cortina para que el agua no se saliese, Rin. Además, ¿qué haces ahí en el piso?

 

Al pelirrojo poco le importaba estar desnudo frente a Makoto, y al castaño poco le interesaba el delgado cuerpo de su amigo. Al ver que el menor no se movía, y, peor aún, que lo ignoraba, soltó otro suspiro y fue a apagar el agua.

 

─Suficiente. Anda y sécate, ya hice algo de comer. Aunque quizá hubiese sido mejor pedir pizza ─sonrió en un intento de tranquilizarlo. Rin clavó la mirada en él y, para su sorpresa, devolvió el gesto, aunque le faltaban varios niveles para ser una sonrisa feliz.

 

─Comida casera suena bien.

 

─No dije comida casera, en realidad ─aclaró Makoto, más el ojicarmín ya había tomado la toalla y se había cubierto de la cintura hacia abajo con ella.

 

─Si es hecho en casa, es casera. Comida casera.

 

─Lo sé ─la sonrisa del castaño calmó el corazón agitado del contrario. Makoto bajó la mirada hacia el abdomen de Rin, cosa que no pasó desapercibida por el chico, quien no dudó en cubrirse con un brazo─. Lo siento... Bueno, vístete. Te espero en el comedor.

 

─Sí... Gracias, Makoto ─musitó en un susurro. El castaño salió del baño, cerrando la puerta detrás de sí.

 

Rin dejó salir el aire y comenzó a secarse. No era de extrañar que la ropa de Makoto le quedara holgada, pues el chico desarrollaba músculos con facilidad y tenía un cuerpo más grande que el suyo. Pero... ¿Por qué debía parecer una chica?

 

Las chicas no estaban mal, por supuesto que no. Y ser una tampoco lo estaba. Pero él era un hombre. Porque... era un hombre, ¿verdad? Sí, porque sus músculos le quitaban el aspecto frágil que él consideraba que las chicas tenían, ¿no?

 

Salió del baño con la toalla en la cabeza y el cabello aún goteando. El suéter le llegaba a los muslos, las mangas le cubrían más de la mitad del puño y el pantalón se le caía, ¿era una chica? ¿Por eso estaba en cinta?

 

Makoto suspiró por enésima vez. Acercándose a Rin y tallándole la cabeza con la toalla.

 

─Rin... Tú no eres así de descuidado... O infeliz... ¿Quieres hablar de esto? ─el aludido negó. Aunque estaba agradecido por el apoyo del mayor.

 

─No... Perdón. Ya se me pasará ─había respondido, más su voz sonaba rota y parecía a punto de echarse a llorar. Makoto lo atrajo hacia sí por segunda vez en el día, abrazándolo con fuerza.

 

─ ¿Quieres llamar a tu madre? Tal vez si se lo cuentas... ─lo sintió negar con rapidez. El pelirrojo comenzó un llanto silencioso, apretando el cuerpo del mayor con fuerza.

 

─No puedo decírselo a nadie... Entiéndelo, por favor...

 

─Rin... Deja de llorar... El estrés no le hace bien al bebé, ¿verdad? ─el aludido asintió, intentando calmarse─ Además... Te lo diré de una vez. Nadie de tus amigos ni de tu familia te rechazará por esto ─su mano bajó al vientre de Rin, acariciándolo y sorprendiéndolo en el acto─. Por favor, no nos subestimes.

 

─Pe... Perdón. Pero... no puedo ─apartó la mano de Makoto y se talló las lágrimas que descendían lentamente por sus mejillas. Dios, ¿de verdad tenía que ser tan débil? De pronto era así como sentía. Quizá nada valía la pena, en realidad... Makoto no entendía lo difícil que era su situación. Él no se atormentaba a sí mismo con el abanico de decisiones que podrían estropearle la vida a él y a alguien más.

 

─Al menos piénsalo por más tiempo, ¿bien? Iré a servirte. Por favor, ahórrate el resfriado y seca tu cabello correctamente.

 

─Se supone que habías servido mientras estaba vistiéndome ─susurró el pelirrojo, mas su voz no llegó a oídos contrarios. Aunque no era como si aquello fuese necesario.

 

Suspiró profundamente en cuanto Makoto se fue, cambiando sus pensamientos. No era una chica. Claro que no. Se remangó el suéter hasta el codo, no importaba si hacía frío, y se agachó para doblar la orilla del pantalón, que había estado pisando. Bien. Iba a quedarse con Makoto.

 

Pero no por eso iba a dejar que todo le pasara por encima.

 

Era Rin Matsuoka y, por más mierda que se sintiera y más desorientado que estuviera, seguiría adelante. No importaba si tenía que arrastrarse.

 

Entró al pequeño comedor con un nuevo ánimo, como si segundos atrás no hubiese pasado por su cabeza la idea de acabar con todo de una buena vez.

 

Makoto se dio cuenta de ello inmediatamente, preguntándose qué tan bueno o malo podría ser el cambio repentino de humor. Con un suspiro, decidió investigar sobre ello después y puso un plato de comida frente al menor.

 

─Esto... Sin ofender, pero... ¿Qué se supone que es? ─Makoto sonrió avergonzado.

 

─Bueno, el paquete decía que era hamburguesa... Incluso busqué una guía en internet. Haru solía venir a cocinar porque a mí nunca me ha salido muy bien, pero hoy... En fin... Filete de hamburguesa ─Rin observó su plato nuevamente y tomó el tenedor bajo la atenta mirada nerviosa del castaño.

 

─Gracias por la comida ─musitó dubitativo mientras cortaba un pedazo de aquella porción preparada por el mayor. Estaba casi seguro de que estaba crudo por dentro y frito por fuera.

 

─Esto... Antes de que comiences a comer... ¿No te dieron una dieta? ─se atrevió a cuestionar el ojiverde, obteniendo la total atención de Rin─ Cuando mamá estaba embarazada de Ran y Ren se la dieron.

 

─Pues... Sí... Sara la anotó en mi celular.

 

─ ¿Sara? ¿La rubia que venía contigo y a la que Gou quiso golpear? ─Rin asintió, removiendo la comida de su plato, el filete de hamburguesa estaba considerablemente duro. A Makoto le recordó a Haru, esa misma mañana, ¿por qué debían hacerse daño si se amaban?

 

─La misma.

 

─Es... Um... ¿Novia actual? ─Rin frunció el ceño.

 

─No. Es mí... Bueno, algo así como una amiga. Es practicante en medicina y la enviaron a cuidarme mientras terminaba de trasladarme. Pero ya la conocía...

 

─Oh... ─Makoto sonrió cálidamente antes de suspirar─ En fin... ¿Me muestras la lista?

 

─No. Quiero hamburguesa.

 

─Fue mi error hacerla, no creo que sea conveniente que la comas.

 

─Cuando mamá estaba embarazada, papá le daba todo lo que quería.

 

─Cuando tu madre estaba embarazada, tú apenas habías dejado de amamantarte, así que no confíes en que te creeré. Dame tu celular.

 

¿Por qué parece una madre estricta?

 

─Jódete ─escupió el pelirrojo en voz baja, pero se levantó y caminó a la salita, tomando su teléfono para después regresar y entregárselo a Makoto.

 

─Gracias ─exclamó el otro mientras lo encendía. En la pantalla de inicio estaba un icono en forma de libreta que ponía "Dieta". Makoto presionó aquél botón y leyó la traducción al japonés que venía debajo de la lista en inglés. Sin embargo, Rin ya estaba partiendo su comida y la olfateaba levemente al levantarla con el tenedor.

 

Se rindió rápidamente, pues no se había cocido del todo. Makoto retiró el plato y caminó al refrigerador para sacar un plato con comida hecha y meterlo en el microondas.

 

─Haru me había dejado la comida, aunque solo un plato. Y bueno, acá dice que necesitas proteínas y verduras. Haru cocinó caballa con verdura.

 

─No quiero comer comida de Haru ─renegó el pelirrojo. Makoto suspiró.

 

─Rin... Pediste ayuda, ahora debes aceptarla ─El pelirrojo desvió la mirada hacia la ventana y dejó salir el aire lentamente. El castaño tenía razón. Y su actitud estaba rayando lo patético. Debía controlarse. Makoto puso el plato frente a él y sonrió─. Bien, así estaré más tranquilo. Por cierto... tengo que salir en una hora o dos. Iré a pagar la renta y algunas cosas más... ¿Vienes o te quedas?

 

─Debo ir con Sara al hospital ─contestó Rin. No era una mentira en todo su potencial, pues era verdad que tenía que ir al hospital, pero faltaban más de cinco horas para ello. El pelirrojo tenía otro objetivo en mente─. Pero gracias.

 

─Oh, está bien. Anda y come.

 

_____

 

El frío del invierno golpeaba en sus mejillas, secándole la piel. El sol se encontraba opacado por las nubes y la ventisca aumentaba, haciéndole entrecerrar los ojos. Rin se enrolló bien la bufanda y soltó el aire, intentando calentarse la nariz con su propio aliento.

 

Fuera del aeropuerto, el día anterior, había visto una oferta de empleo. Y había decidido ir a echar un vistazo.

 

No tardó en llegar al lugar. Alzó la vista, admirando el edificio, y, tras alisarse la chaqueta, empujó la fría puerta metálica.

 

El calor lo invadió de inmediato, haciéndolo soltar un suspiro de alivio. Se aflojó la bufanda y caminó directamente a la recepción. El lugar lucía viejo y descuidado, además de vacío, pero era precisamente por ello que ofrecían empleo.

 

Hablo con la chica del mostrador por algunos minutos para después ser dirigido a una vieja oficina donde intercambió información con un hombre de edad avanzada. No necesitó más, ni siquiera un currículo. El frío hacía que las personas le sacaran la vuelta al trabajo, además de que se sabía que un trabajo temporal como ese no era del todo bueno en aquella época de invierno.

 

Rin comenzaría el lunes, cinco horas por la mañana, lo cual era oportuno debido a que Makoto estaría en la universidad, además de la partida de Sara ese mismo día. Sin la rubia ahí, el pelirrojo quedaba libre de hacer lo que fuese.

 

Rin no solo había salido para aquello. Retiró todo lo que restaba de dinero de la beca en el banco y se dirigió a un mini súper. Compró comida para él y para Makoto. A diferencia del castaño, Rin si sabía cocinar. Claro, nada comparado con lo que Haru era capaz de hacer.

 

Caminó de regreso al departamento con las manos cargadas de bolsas que contenían todo tipo de comida que él consideraba buena.

 

Makoto le había prestado la llave de repuesto, por lo que no se le dificultó el abrir la puerta. Dejó las cosas en el piso mientras cerraba y se quitaba los zapatos junto al abrigo. El castaño había dejado la calefacción encendida.

 

Rin no podía permitir que gastase dinero en él, así que fue a apagarla para después dedicarse a guardar las cosas en el refrigerador que anteriormente solo contenía algunas verduras y latas de caballa.

 

Se talló el rostro.

 

Si tenía un hijo... ¿debería acostumbrarse a ir de compras y ahorrar?

 

Un sollozo escapó de su garganta. Dios, ahí iba otra vez.

 

Sus piernas perdieron la fuerza, doblándose y dejándolo caer al piso de rodillas. Lo había perdido todo. Tenía que renunciar a todo. Se rodeó a sí mismo con los brazos.

 

______

 

"Matsuoka, te hemos estado vigilando. Tu rendimiento bajó considerablemente... Sabes que la única regla para poder entrar es no bajar el tiempo al establecido como mínimo, ¿cierto? Aún no baja del todo, pero... Solo queremos advertirte..."

 

"Rin... Escuché que te ibas, ¿estás bien? ¿Por qué renunciaste? No me ignores... ¡Rin!"

 

"Rin... Hijo, ¿qué pasa? ¿Por qué lloras? Tu mensaje dice que dejaste la natación... Bebé, tú la amas, ¿que está pasando, amor?"

 

"Rin, cariño, ¿hay algo que esté molestándote? Estás preocupándome... ¿Quieres que vaya hacia allá? ¿Pasó algo con Russel y Lori? Rin, contéstame... Si quieres que vaya..."

 

"Estoy bien"

 

Idiota, ¿por qué estás cayendo tan bajo? 

 

La voz en su mente lo insultaba en todos los idiomas que conocía mientras él se desvivía entre lágrimas. Sus uñas hirieron la piel de sus brazos mientras el llanto continuaba, provocando la visión de pequeñas líneas rojas.

 

¿Por qué a él?

 

_____

 

Haru suspiró audiblemente, mirando el cielo con desinterés, pero sintiéndose inquieto. A pesar de lo dicho esa misma mañana en su monólogo interno, las ganas de volver a ver a Rin eran inmensas.

 

No quería olvidarlo. Quería seguir a su lado, nadar juntos otra vez. Abrazarlo, escuchar su risa, sus bromas, sus burlas.

 

¿Por qué demonios había tenido que ser así?

 

El odio hacia su padre aumentó. No tenía sentido. A ellos nunca les había importado ni una mínima parte de él. Haru era libre por completo. Pero la diferencia entre libertad y libertinaje hacía presencia, haciéndole ver que su propia y dichosa libertad también tenía un límite.

 

Su padre era un idiota, por completo. Rin ni siquiera tenía cara de niña, como su madre decía. Sí, el pelirrojo tenía rasgos femeninos, pero incluso él mismo los tenía y eso no le hacía parecer una mujer.

 

En definitiva, Haru procedía de la ignorancia y estupidez humana. Y lo odiaba.

 

Las etiquetas, eso era lo importante para sus padres, ¿no? Viajaban por el mundo valiéndose de su prestigio, como si fuesen lo mejor. Haru estaba seguro de que ni siquiera admitían tener un hijo frente a otras personas.

 

Aunque quizá los subestimaba, pero él solo quería verlos como los malos del cuento. Con un suspiro, se dejó caer en una banca, sin importar que su cuerpo temblaba gracias al frío.

 

Debía hacer algo. No podía rendirse tan fácilmente. Él amaba a Rin con su existencia entera. Nada valía la pena si no estaba a su lado. Quizá debía cambiar su forma de pensar.

 

O quizá debía conservarla e insistir.

 

Notas finales:

Hola! No pude publicar el capítulo el jueves anterior debido a falta de tiempo x3 Es decir, apenas alcancé a publicar CRUU y solo eso pude hacer Así que lo siento. Bueno, gracias por sus comentarios y por todo.

Decidi ya no poner el disclaimer al principio de cada capítulo porque es todo un problema debido al formato de cada servidor, so... Bueno! Gracias!


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