24 de diciembre de 1890, Milán, Italia.
Queridos mama y papa, quería informaros de mis avances en el internado de la señorita Abbado, o como yo prefiero llamarla, la Arpía de hierro. El internado es un lugar lúgubre y lleno de lugares oscuros y fríos, aunque creo que exagero, supongo que en una época como el verano ha de ser hermosos y su gran capilla debe de lucir excepcional a los cálidos rallos del brillante sol. Durante la mañana nos dan media hora para prepararnos y asistir a nuestras clases matutinas, las más tediosas y oscuras de todas. Inmediatamente estas termina nos dirigimos al gran comedor y en este tomamos un desayuno liviano, pues esas “castas” sacerdotisas afirman que los cuerpos de jóvenes como nosotros deben ser guardados de la desmesura para que no sean imperfectos, que disparates. En la tarde recibimos clases de historia y sociología, la última de estas dos es la mejor; en nuestra clase más reciente la señorita Sicilia nos enseñó las normas más estrictas de la alta sociedad y cómo debemos comportarnos ante otros de nuestro mismo estatus, puede que suene clasista, y nos contó sobre sus experiencias en el ejército real como sanadora y de cómo en este conoció al que hoy en día es su esposo, un integrante de la guardia oscura francesa llamado Nicolás. Luego de nuestras clases tenemos el almuerzo y finalmente recibimos cursos libres, en mi opinión el mejor es la clase de pócimas y medicina, algún día espero ser tan bueno como la señorita Cecilia y poder asistir al ejercito real para apoyarlos con mis conocimientos curativos o montar una pequeña botica en el caso de que lo primero os parezca algo muy arriesgado. Esta noche tendremos el primer baile de sociedad de la escuela y por orden real y dada las oscuras circunstancias que asolan el lugar se ha ordenado que la guardia real monte un puesto de vigilancia en nuestro internado cerca del muero sur, se suponen que no deben entrometerse en nuestro día a día, sin embargo la señora Abbado decidió que sería justo que nuestros vigías montaran guardia más cómodos y cálido dentro de nuestro salón social. Ya es tiempo de que termine esta carta no sin antes avisarles que pronto se darán las inscripciones para el seminario de pócimas y curaciones de este año y espero que estéis de acuerdo y me apoyéis en mi decisión de ir a este.
Con amor Stephan.
Cuando termine de escribir la carta sentí como la puerta de mi dormitorio se habría y por esta pasaba Lilian, mi compañera de clase francesa que ha estado junto a mí en este infierno de internado durante 4 años, Lilian era una señorita muy blanca y tenía un pelo liso y rojizo que le legaba hasta la cintura, era igual de baja que yo, la estatura de mi amada madre supero a en fuerza genética a mi padre y resulto de eso un pequeño gnomo de 1.60 llamado Stephan, la ara de Lilian era delgada y su nariz era sumamente refinada, poseía unas brazos pequeños pero unos dedos de pianista tan delicados y tan perfectos como su don para tocar el dichoso instrumento. Cuando esta se sentó en su cama me miró y tomando aire empezó a darme un discurso sobre lo atractivos que eran los caballeros de la guardia oscura como deseaba que durante el baile uno de ellos la sacara a bailar durante horas y horas
- Hay Lilian querida, en vez de pensar en hombres y sus encantos debería poner más atención a tus deberes y terminar ese ensayo sobre la bella dona antes de que se ponga el sol o no tendrás oportunidad de entregarlo y madame Ducotte te colgara viva de la torre astronómica.
- calma erudito Stephan-odiaba el apodo que esta me dio durante el verano por no despegarme de los libros de medicina, sin embargo esto era mi pasión y si quería ser tan bueno como la señorita Sicilia o la mitad de bueno que el conde de Turín debía estudiar y estudiar como si no hubiera un mañana- ya termine el ensayo de la bruja Ducotte, no podrá reprenderme esta vez.
- Tu odio por la buena señora Ducotte no tiene límites Lilian, en lugar de pensar en ella porque no preparas tu atuendo para esta noche y buscas el mejor vestido de tu baúl, si deseas conquistar a uno de los caballero de los guardias debes de lucir más que hermosa.
- Y tú no te quedas a tras querido- dijo tomando mi largo cabella y empezando a trenzarlo- deberías pensar en cortar un poco este nido de ratas.
- He, que mi cabello es más liso que el tuyo y nunca anda desorganizado como tus faldas.
Lilian y yo siempre nos lanzábamos comentarios de este tipo, cualquiera los tomaría como insultos pero para nosotros, que hemos sido amigos durante unos 10 años no eran más que pequeñas bromas. Lilian y yo hemos sido amigos desde los 4, cuando nuestros padres iniciaron una sociedad comercial para establecer la que hoy en día es la mayor ruta de telas y mercancía de toda Europa.
- Como quieras querido, aunque si quiere a un buen hombre en tu cama has de arreglarte mas.
- Cuida tu lenguaje Lilian, recuerda que estas paredes tienen odios y si las locas de las sacerdotisas te llegan a escuchar te bañaran en agua bendita y no te permitirán volver a los bailes de sociedad.
Lilian y yo estallamos en risas y no paramos sino hasta cinco minutos después, luego de esto ella y yo nos dedicamos a escoger nuestros atuendos para la noche y a hablar sobre lo que nos esperaría en el gran salón.