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Mocaccino. por xxohmy

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Un chico de cabellera castaña con un aspecto rígido caminaba por la acera de la calle principal, debido a las gruesas capas de ropa que traía- sus conocidos mencionaban que exageraba cuando se abrigaba, pero él lo negaba rotundamente-. Un gorro de lana a juego con sus guantes negros y una bufanda roja enorme cubría su cuello; eran su vestimenta para evitar el clima invernal el cual había comenzando a instaurarse hace unas semanas.

 

Aun así, esa estación del año seguía siendo una causa perdida para SungYeol.

 

En su rostro se formó una expresión de molestia, mientras acomodaba la pesada mochila en su hombro por enésima vez -arrepintiéndose al instante de haber llegado ahí sin conseguir transporte público-; el dolor de su hombro derecho estaría ahí por días. Estaba seguro de ello.

 

Una ráfaga de viento rozó la espalda del chico, estremeciéndose por el frío, mandando sus esfuerzos por conseguir ropa adecuada a la basura.

Su estatura jugaba en su contra desde la pubertad; la mayoría de su ropa no alcanzaba a ocultar toda su piel, por lo que la zona baja de su espalda estaba sensible a molestas brisas, a pesar de llevar una chaqueta bastante grande.

 

Soltó un suspiro, notando que un vaho de vapor salía desde su boca cubierta por la bufanda, mientras unas gotas de lluvia comenzaban a caer; provocando que una sonrisa apareciera en los labios de aquel chico alto.

Era la única razón que le gustaba esa estación del año. SungYeol amaba la lluvia, en otras palabras, amaba beber café con un clima lluvioso.

 

La vereda estaba vacía a esas horas, el tráfico de los autos era tranquilo; la mañana estaba perfecta. Sus dedos tocaron la manilla de la puerta de vidrio con un "click", y la jaló con suavidad. El bullicio lo golpeó con intensidad, malogrando la calma que había en el exterior -la actividad diurna de esas horas no era normal para la cafetería-, la típica música clásica de ambiente, el parloteo de las conversaciones triviales y sin sentido de las personas del alrededor.

 

SungYeol no podía evitar enfadarse con el ruido, y luego, recordó que era lunes. El día más ajetreado de la semana.

 

Avanzó por las pulidas baldosas, esquivó las mesas y sillas, adentrándose en una de las grandes cafeterías de Seúl: "Suspiritos de amor". Muchos podían burlarse del ridículo nombre del local, pero -absolutamente- nadie negaría que el lugar era famoso por su café y sus acompañamientos: Esas tartas rellenas de chocolate y crema. Él las amaba.

 

Casi podía saborear el sabor a café en su boca cuando se sentó en uno de los asientos de la barra, su sitio predilecto desde la primera vez que había visitado la cafetería. Le agradaba ese sitio, podía observar alrededor del local, y también, la preparación del café. Sungyeol creía que la habilidad de los camareros para preparar el prestigioso café era impresionante. Un arte digno de ver por las mañanas.

 

SungYeol sonrió al camarero de cabello rojizo y ojos pequeños, "SungKyu" -o eso decía en la etiqueta del uniforme de aquel camarero-. El chico entendió, y después de unos minutos, una taza humeante de mocaccino estaba sobre la mesa con un trozo enorme de tarta con fresas.

 

Se sentía un tipo raro, pero el aroma del café estaba causando estragos en su sistema nervioso; la ansiedad, el cosquilleo en su estómago y el sentimiento de felicidad en su interior, esos síntomas que ocurren cuando amas una cosa o un espécimen humano en el más alto rango.

 

Él nunca había estado enamorado -tampoco quería estarlo-, pero quiso pensar que ese era el sentimiento que embargaba a los demás cuando eso ocurría.

 

Cogió la taza con la precaución de no derramar una gota, y bebió con sorbo, apareciendo una sonrisa excéntrica en su boca. Estaba embelasado con la mezcla de chocolate y café que no notó ese chico pelinegro había tomado lugar -otra vez- a su lado.

 

"¿Mocaccino?"

 

SungYeol se sobresaltó por la repentina voz cerca de él.

 

"Uh, sí." Contestó, un tanto tímido. Mirando de reojo al chico, podía recordarlo en sus frecuentes visitas en el local.

 

"Es una buena elección." Contestó, el otro.

 

"Es uno de mis favoritos."

 

"¿Ah, sí?" Una sonrisa apareció en el rostro del pelinegro, resaltando sus pómulos. "También es mi favorito."

 

SungYeol sólo sonrió, ya que no sabía que más decirle. Ese chico de semblante serio había comenzado a aparecer hace unas semanas -y ahora estaba sonriendo, le causaba más miedo-, lograba ponerlo nervioso con sus inesperadas apariciones.

 

Trató de evitar darle importancia, y abrió su mochila, la cual había estado colgando desde el hombro, su brazo estaba casi dormido por la carga. Puso su portátil entre sus manos, dejándolo con exagerada lentitud sobre la mesa -aún podía sentir la mirada de ese chico-, presionó el botón "on", y bebió un sorbo de su café, mientras éste se iniciaba.

 

El lunes por la mañana, SungYeol se encargaba de administrar una página de Facebook dedicada a los amantes del café. La idea había surgido cuando bebía un café americano, y veía un programa en la televisión que hablaba sobre la popularidad de la página web. Y pensó: "¿por qué no?"


Podría haber millones de personas que compartieran el mismo gusto.


Miles de cafeínicos, buscando nuevas formas para beber café
Así que la vida de SungYeol se basaba en publicar los lunes en su página. A pesar que aún no tenía muchos seguidores.

 

Comió un trozo de su tarta, entretanto revisaba la publicación de la semana anterior. Notando que sólo había tenido un "Me gusta", sintiéndose un fracasado.

 

¡Amantes de la cafeína!

"Hoy ha sido atareado, busqué mi taza favorita, esa con orejitas de Mickey. Y me bebí un café con crema de galletas. Sí, señores. La innovación en la industria de la cafeína está evolucionando. Vean en las notas de la página por esta maravillosa receta con crema de galletas."

Kim MyungSoo le gusta esto.


 

 

"¿Quién eres Kim MyungSoo?" Pensó con frustración, ya que la mayoría de los "Me gustan" eran de la misma persona, pero cuando quiso ver el contacto de ese seguidor; solo tenía una imagen de un gato como foto de perfil, y la portada... más gatos.

 

"Ah, tienes una página de Facebook" Dijo, el chico que estaba a su lado, mirando la pantalla del portátil.

 

"Hey, la curiosidad mató a mucha gente" Se burló, SungYeol.

 

"También logró salvar a personas." Interrumpió, el chico con una sonrisa autosuficiente.

El más alto rodó sus ojos, y siguió revisando la actividad de su página de Facebook, distrayéndose por unos minutos mientras buscaba una nueva taza de café por un sitio de Compras y Ventas. Estiró su mano, y volvió a coger su taza de café e intentó beber otro sorbo, dándose cuenta que éste estaba vacío.

 

"Pero qué..." Murmuró, disgustado.

 

Sabía que había dejado el moccacino casi intacto, dándose cuenta que el chico a su lado había desaparecido misteriosamente.

 

No lo podía creer.

 

Acababan de robar su café, SU café. Y nadie se atrevía a quitarle eso. Miserablemente, SungYeol tuvo que retirarse con sus cosas fuera de la cafetería porque no tenía más dinero para otro mocaccino, y se había devorado la tarta sin notarlo -o quizá el ladrón también robó su tarta, no estaba seguro-.

Mierda.

Estúpido ladrón de café.

 

 

 

 

A la mañana siguiente, no llevó su mochila ni su portátil. No le importaba que el jefe lo regañaría por no llevar sus materiales al trabajo. Solo estaba concentrado en su café americano. No, hoy no le robarían su café.

 

"¡Hola!" El pelinegro se sentó al lado del más alto.

 

"Hola". Contestó, cortante.

 

"Tiene el descaro de saludarme" SungYeol pensó, mientras imaginaba las maneras para descubrir pistas que culparían a ese desconocido.

 

Se atrevió a examinar por el rabillo del ojo, cada facción de ese chico con cabello negro. Memorizando los rastros de él por si debía describir su aspecto físico en la demanda que le impondría si osaba robarle otros de sus cafés. A medida que lo observaba, SungYeol lo maldijo en voz baja.

 

El desgraciado era guapo, y era un punto extra para odiarlo.

Malograba la belleza de todos quienes estuviesen cerca de él. Y SungYeol era guapo, pero no -a gran escala- como ese idiota.

"Alguien está de mal humor." Bromeó, el pelinegro; dándole una sonrisa al otro.

 

Por un mísero segundo, SungYeol quiso olvidar el incidente y sonreír de vuelta.

 

Casi.

 

Sin embargo, su corazón estaba herido, y un café menos en una mañana fría como ese lunes, había sido un acto despiadado.

 

"No estoy para tus sucios juegos, Cómo-sea-que-te-llames." Habló con dientes apretados, el más alto. Lo miraba con desconfianza, reprimiendo los nuevos deseos de matarlo que habían comenzando a florecer cuando recordó su mocaccino perdido -y que era más guapo que él-. A pesar que aún no tenía pruebas para culparlo.

 

"Me llamó MyungS-" Trató de intervenir, el otro.

 

"Dah, me da igual." Cortó, SungYeol; estaba enojado.

 

Bebió un sorbo de su taza, y siguió mirando por el rabillo del ojo a ese chico. También tenía aspecto lúgubre con toda esa ropa negra que traía puesta, y eso solo podría significar que se dedicaba al tráfico ilegal.  

 

Trágico ilegal de cafés robados. 

 

"Podría llamar a la policía, y demandarlo por acoso. Siempre se sienta a mi lado, maldit-" Sus pensamientos hacia aquel desconocido, se vieron interrumpidos por un grito.

 

"¡Cuidado!" Alguien exclamó, antes que una tarta cayera sobre el cabello del más alto.

 

"No, no..." Tocó su cabello, y lamió sus dedos, haciendo una mueca cuando notó era crema de arándanos. Detestaba los arándanos.

 

"Espera, intentaré arreglarlo..." El encargado trató de limpiar el cabello de SungYeol con una servilleta, mientras el aludido lo miraba con expresión de pocos amigos.

 

Escuchó un "click" de una cámara, y se giró hacia el pelinegro, notando que había desaparecido. Sabía que él había tomado una fotografía de su desgracia, el idiota había olvidado quitar el "flash", y ahora su humillación era peor.

 

"Lo voy a matar, lo voy a matar." Dijo en voz alta, SungYeol.

 

El encargado lo miró horrorizado, y se alejó de él con cierto temor.

 

"No, tú no..." Se apresuró a decir, pero el encargado sólo corrió a la cocina y llamó al jefe, escuchando gritos desde ahí como: "El chico se enojó, acaba de decir que me matará"; "WooHyun, cálmate"; "Yo lo oí, SungKyu", entre otros.

Definitivamente, éste no era su día.

 

...

El transcurso de la semana había sido lento en comparación a los anteriores. SungYeol se sentía agotado, pero el comienzo de otro lunes causó esa sensación de fastidio y angustia -por otra pérdida de café-.

 

Se sentó en el lugar habitual, su cuerpo estaba tenso por la inesperada entrada a ese chico a la cafetería. Miró de reojo la puerta por unos momentos, y se sintió extraño.

 

Esperó un poco más, pero él no apareció.

 

SungYeol siguió esperándolo por varios días, pero el pelinegro nunca entró a la cafetería de nuevo.

...

 

 

¡Amantes de la cafeína!

"Sé que no actualicé la semana pasada, pero acabo de sufrir un robo. ¿Alguien ha sufrido de un robo por su café? 
El temor viene a mí... 
Cuiden sus cafés de mocosos guapos."

 

 

Tecleó con lentitud "guapos", y SungYeol se apresuró a borrarlo.

Quizá necesitaba un café; estaba escribiendo tonterías. 

Notas finales:

Publico normalmente mis fics por Wattpad, y bueno... quería intentar por aquí. Dejen sus comentarios<3. 

 

¡Habrá especial de WooGyu! Así que esperen.;;  ¿Alguien está leyendo? ¿No? sdka


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