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Flashes por WinterNightmare

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Notas del capitulo:

¡He vuelto! :)
El próximo capitulo estará aquí dentro de una semana.
Les adoro. <3
Por favor, no se olviden de comentar y hacerme saber sus impresiones; realmente aprecio mucho su tiempo decicado en aquello, y por supuesto, el hecho de que sigan conmigo a lo largo de ésta historia.

 

Aquella terrible imagen le golpeó duramente. Jamás había visto o sentido algo peor que aquello, ni siquiera la vez en que pensó que perdería a Bill por culpa de que unos malitos le apuñalaron por drogas.

 

El asqueroso sujeto de espalda a él estaba tan ocupado forcejeando con Bill e intentando a los golpes callar sus gritos que no se percató que alguien más había llegado a la instancia.

 

Tom sin dudarlo dos veces y en una milésima de segundo, elevó sus brazos con aquel gran trozo de madera e impactó duramente la cabeza del hombre, haciendo caer a un costado, oyendo como la garganta de Bill parecía romperse producto de la descuidada salida que aquel hombre tuvo desde su interior.

 

Aquel afroamericano hizo el intento de levantar su cuerpo del suelo y huir del lugar, pero Tom y su profunda y casi cegada ira no se lo permitió; golpeó cuantas veces quiso a aquel hombre con la tabla, oyéndole gritar casi tan fuerte como ese miserable hizo gritar a Bill.

 

En tan sólo un par de segundos con aquellos duros golpes de tabla, puños y patadas, había conseguido dejarle mal herido y casi inconsciente producto de la brutal golpiza, pero Tom parecía no poder detenerse.

 

Soltaba duros quejidos colmado de odio a cada fuerte golpe que le brindaba, y hacía ya tanto tiempo que no se descontrolaba de aquella manera que el ex convicto temía no poder tenerse mientras su cabeza clamaba por hacerle volver en sí y medir las consecuencias de sus actos si es que no se detenía en ese mismo instante.

 

De pronto y tras un último y brutal golpe, Tom soltó aquel trozo de madera y retrocedió unos cuantos pasos, calmándose un poco antes de dedicar su completa atención al pelinegro que poco a poco se desvanecía sobre aquel sucio colchón.

 

Tom ni siquiera se sentía capaz de poder mirarlo. Aquello era tan terrible y tan fuerte para él, que no podía ni imaginar como sería todo aquello para Bill cuando éste estuviese un poco más consciente.

 

Tom frunció el entrecejo y su garganta se apretó en el momento de avanzar hasta él, no tenían demasiado tiempo antes de que otros llegasen a auxiliar a aquel bastardo, por lo que ellos debían salir de ahí lo antes posible.

 

El ex convicto se puso de rodillas sobre el colchón donde Bill yacía todo desastrado, con la ropa rota y su cuerpo herido y sangrante, sus labios rotos producto de los golpes y la sangre borboteando levemente de éstos.

 

Suavemente pero sin perder el tiempo, intentó acomodar un tanto sus ropas, acomodando los pantalones de Bill lo más que pudo, pero deteniéndose al oírle gritar y soltar lágrimas de dolor producto de la cercanía y roce con su herido trasero.

 

El asqueroso colchón tenía muchos restos de sangre, y al levantar a Bill y cargarle en sus brazos, pudo notar de dónde provenía. El trasero del pelinegro goteaba incesantemente, no en grandes cantidades, pero si de una forma bastante preocupante.

 

-Dios mío, Bill – Susurró Tom, poniéndose de pie con el chico que sollozaba entre sus brazos – Qué hizo este maldito contigo…

 

Bill comenzó a llorar sin abrir sus ojos en ningún momento. Poco a poco la realidad le abofeteaba el rostro, y simplemente no quería enfrentar aquel momento aún. Llevó una de sus manos hasta el pecho de Tom y aferró sus ensangrentadas uñas a la ropa de éste – Q-Qué bueno… - Musitó el muchacho entre sollozos – Qué b-bueno que te… e-encontré… Tom.

 

El mayor de ambos le observó atento con la misma expresión de profunda tristeza impregnada en el rostro, aún sin comprender del todo a qué se refería Bill con aquellas palabras. Pero, por ahora, aquello no tenía importancia.

 

Debía sacar a Bill de ese lugar y buscar ayuda lo más pronto posible.

 

Tom caminó lo más rápido que pudo a través de los altos y siniestros pastizales con su pequeño niño entre los brazos, le sentía temblar y sollozar adolorido mientras su trasero no dejaba de sangrar; y él temía que Bill fuese a perder la consciencia y que aquella terrible situación pudiese emporar entonces.

 

– No te duermas, Bill – Dijo en un susurro, observando en todas direcciones a través del oscuro y desierto lugar, procurando que nadie les siguiera el paso – Quédate conmigo – Un viejo recuerdo y una familiar melodía comenzó a resonar en su mente, y una lágrimas resbaló por su mejilla mientras apresuraba aún más el paso – Quédate conmigo… en la noche.

 

Pasado un par de infinitos minutos, Tom al fin logró divisar el auto, estaba tan cerca de sacar a Bill de ese asqueroso lugar, que su corazón comenzó a bombear con fuera, haciendo que las pulsaciones en su cabeza fueran casi ensordecedoras.

 

Llegaron hasta el automóvil de Bill, y el ex convicto rápidamente abrió una de las puertas traseras y depositó al moreno chico sobre el gran asiento, extendiendo su cuerpo sobre éste. Tom ingresó tras él con la adrenalina a niveles nunca antes sentidos, cerrando todas las puertas y apagando todas las luces del automóvil mientras desesperado buscaba las llaves de éste entre las ropas del moreno.

 

Pero de un momento a otro, su cuerpo agitado colapsó y todo se fue a negro, mientras su debilitado ser caía desmayado a un costado del asiento trasero, junto a Bill.

 

 

Una fuerte luz brillante y las voces de unos hombres que gritaban algo que él no lograba comprender, le hicieron despertar poco a poco y bastante adolorido por la incómoda posición en la que había caído inconsciente durante la noche.

 

El corazón de Tom se debilitó al ver como con hábil rapidez los sujetos –que por causa de la luz eran meras siluetas oscuras- lograban sacar a Bill de su lado y fuera del auto, corriendo con él unos cuántos de ellos y llevándoselo dónde quien sabe donde.

 

Tom intentó incorporarse de su lugar cuando fue bruscamente tomado por sus brazos y prácticamente arrastrado hasta el exterior del automóvil donde sus ojos lo lograban adecuarse a la luz todavía.

 

Aún de rodillas en el suelo, fue revisado por los hombres que ahora distinguía como oficiales, quienes registraron entre su ropa con brusquedad. Tom no comprendía aún muy bien lo que estaba sucediendo, pero se sentía tranquilo al saber que Bill al fin estaba recibiendo ayuda.

 

-¡Oficial! – Gritó uno de ellos, logrando distraer a Tom de sus recuerdos de la noche anterior – Encontramos algo.

 

Uno de los hombres de pie unos cuántos metros más allá avanzó hasta donde los oficiales se encontraban junto al ex convicto, los cuales le extendieron una botella de alcohol hasta el hombre que le fulminaba con la mirada a medida que se acercaba hasta ellos.

 

-Estaba entre sus ropas, señor – Dijo uno de los oficiales notoriamente más jóvenes. Tom desvió su mirada hasta la botella que el mayor de los oficiales sostenía entre sus manos y supo reconocerla como aquella que recogió del suelo para golpear al malnacido que estaba atacando a Bill.

 

Aún aturdido por el profundo sueño y cansancio que le consumió, no tuvo tiempo de decir palabra alguna cuando fue levantado por sus brazos y esposado. Algo cayó en lo profundo de su mente, y como un shock eléctrico le hizo reaccionar, ¿acaso estaba siendo detenido?

 

-Cerdo asqueroso – Murmuró unos de los jóvenes oficiales que le sujetaban con innecesaria firmeza ya que Tom no estaba luchando contra ellos en lo absoluto.

 

Fue ahí cuando su corazón se paralizó de miedo y profunda tristeza, estaba siendo señalado como una basura que él no era. Podría ser miles de cosas en la vida pero jamás un violador. Mucho menos podría haber atacado a Bill, a quien tristemente aún quería con toda su alma…

 

Tom levantó la mirada hacia el frente, con los ojos nublados producto del dolor y las lágrimas, viendo como una silueta de un rubio chico avanzaba hasta ellos – Gustav… - Supo reconocerle.

 

El mayor de los oficiales le seguía el paso lo más rápido que podía, pero no lo suficiente como para impedir que el de cabellos dorados se abalanzara contra Tom golpeándole fuertemente el rostro.

 

El ex convicto cayó de rodillas a piso otra vez, y ninguno de los oficiales estuvo ahí para levantarlo.

 

 

-Tom Trümper, eh… - Escuchó decir al oficial que entraba a la instancia – Otra vez aquí… - Suspiró.

 

Tom lucía terriblemente abatido. No tan sólo por la violencia física característica de los oficiales ni por los golpes que Gustav le provocó a vista y paciencia de éstos, sino más bien porque se sentía como un asqueroso criminal por muy bien que supiese que aquello no era así.

 

Estaba en prisión nuevamente, no permanentemente pero sí siendo investigado para quedar encarcelado en ésta otra vez.

 

Cualquier que le viese ahí sentado sobre esa fría especie de camilla, cubriendo su cuerpo por una manta que le había facilitado la prisión, sentiría el dolor que Tom estaba sintiendo; pues se veía en su mirada como la vida se le escapaba lentamente de entre sus manos.

 

-Yo no lo hice – Soltó de pronto con voz firme, sin moverse ni un milímetro de donde estaba – Yo jamás le haría daño a Bill.

 

El oficial le observó seriamente, sentándose en un pequeño escritorio unos cuántos pasos más allá – Estuviste aquí antes – Dijo, revisando unos archivos que mantenía entre sus manos – Eras muy joven la primera vez q-

 

-No necesita recordármelo – Interrumpió el ex convicto a dientes apretados.

 

El hombre un tanto mayor prefirió callar. Algo en la profunda mirada de aquel chico le inquietaba lo suficiente como para sentir miedo de continuar.

 

Y es que algo extraño había en la oscura mirada de Tom. Pues aunque los años hayan pasado por él, y su actitud y personalidad ciertamente habían cambiado, su profunda mirada seguía siendo la misma; tan cautivante como aterradora, tan herida como enamorada.

 

-¿Fuiste amigo… o algo – Se corrigió el oficial – De la víctima?

 

Tom detestó como se oyó aquello, pero debía cooperar – Sí, conocí a Bill hace seis años – Confirmó con notorio temblor en la voz.

 

-¿Sabes los cargos que se te adjudican? – Cuestionó el hombre.

 

-Yo no fui, maldita sea – Soltó el ex convicto – Sé que están culpándome de… de un asqueroso acto que yo no cometí – Dijo, golpeando fuertemente con sus puños la fría “cama”.

 

-La sangre del joven Kaulitz está impregnada en tu ropa, fuiste encontrado con él malherido en su propio auto, no hace falta agregar que el chico se encontraba completamente ebrio y tú tenías una botella de alcohol entre tus ropas – Encaró.

 

Tom pestañó reiteradas veces, sin comprender cómo es que siempre la vida y sus malditas situaciones siempre se encargaban de joderle la existencia. Bajó su vista lentamente hasta su bajo vientre, donde la sangre de su pequeño niño yacía seca e impregnada en su ropa y piel.

 

Se sentía derrotado. Yassmine cruzó su mente por un segundo y, extrañamente, aquello no le hizo sentir peor. Extrañamente Yassmine era en quien menos había pensado en aquellas últimas horas, viéndose acorralado por la policía, culpado por un delito que no cometió, y con Bill notoriamente herido en quién sabe dónde… su futura esposa no calzaba en su cabeza, ni en su corazón.

 

Por ahora sólo podía pensar en Bill. Y, a pesar de que haberle salvado de las manos de ese maldito le tuviera ahora apunto de volver a la cárcel, habría dado todo por él, incluso su tan ansiada libertad, por salvarle una y mil veces si así fuese necesario.

 

-Sé que tienen muchos extraños antecedentes que pueden culparme de aquello – Murmuró de pronto, levantando su fría mirada hacia el oficial – Pero yo no he sido. Puede interrogarme una y mil veces, y mantendré firme mi inocencia en esta triste historia – Dijo, poniéndose de pie – Ahora déjeme ir… Bill me necesita.

 

El oficial frunció el ceño – Tienes prohibido acercarte a la víctima mientras no termine la investigación.

 

Tom sintió sus puños arder de ira y ganas de romperle el rostro a golpes, pero se contuvo – Sé cómo es toda ésta jodida mierda – Soltó, poco consciente de sus propias palabras – Pero no volverán a separarme de él.

 

El hombre, notoriamente más confundido y ciertamente frustrado por las extrañas declaraciones de aquel chico, no pudo contener su curiosidad e increpó – No sé qué clase de obsesión tendrás con aquel chico… pero puedo asegurarte que no lo volverás a ver.

 

 

+++++

 

 

Abrió sus ojos con gran dificultad. Jamás el despertar le pareció tan complicado en su vida. Todo el insoportable brillo de las blancas paredes de la habitación le hacia sentir mareado. Miró a su alrededor y reconoció donde estaba. Se vió vestido con un horrible camisón blanco en una fría camilla de alguna costosa clínica.

 

Desvió su vista en dirección a su derecha, donde con la cabeza apoyada sobre el borde de la cama, se encontraba un chico de cabellos rubios notoriamente agotado - ¿Gustav? – Preguntó Bill en un susurro.

 

El chico de cabellos dorados se incorporó rápidamente, brindándole una gran sonrisa sorprendida al pelinegro que le miraba confundido – Hey – Saludó, acercando u mano hasta una de las contrarias – Qué alegría el verte despertar de nuevo… no sabes el susto que me has dado.

 

Bill frunció el ceño - ¿Qué haces acá?

 

Gustav apagó su sonrisa poco a poco – ¿No es obvio? Acompaño a mi chico – Dijo, riendo levemente, como si aquello fuese lo más obvio de la vida - ¿Cómo te sientes? – Preguntó, evadiendo continuar con aquel tema, acercándose para besar al pelinegro.

 

Bill alejó su rostro del rubio chico sin quitarle la vista confundida de sobre él. Gustav endureció su mirada, soltando un bufido resignado - ¿Dónde está Tom? – Cuestionó el moreno luego de un momento.

 

El rubio se puso de pie y caminó a través de la habitación, claramente evitando hablar de aquello. Bill no apartó su mirada de él ni por sólo un instante, repitiendo la pregunta ésta vez con mayor severidad.

 

-Ese maldito está donde debe estar.

 

Bill ablandó su ceño por un momento, sintiéndose aterrado, ¿por cuánto tiempo había permanecido inconsciente? ¿Qué había pasado con Tom luego de que le salvara de las manos del desgraciado que abusó de él? Borrosos recuerdos venían a su mente, pero ninguno lograba aclarar sus dudas.

 

-¿Qué haz hecho con él, Gustav? – Preguntó, sonando un tanto agitado, incorporándose dolorosamente sobre la cama.

 

El rubio bufó escandalosamente - ¿Que qué he hecho con él? ¡Qué hizo él contigo! – Soltó, sobresaltando al pelinegro por la crudeza de sus palabras.

 

-¿Q-Qué? – Bill frunció el ceño confundido, apartando la mirada de su ex novio – Es un error – Dijo, sonando agitado una vez más – No, Gustav, él no me hizo nada de esto. Tom me salvó de un asqueroso demente que por poco acaba conmigo.

 

Gustav sonrió nostálgico, volviendo a conectar su mirada con la del moreno chico que le observaba aterrado – Bill… tranquilo… - Dijo, acercándose nuevamente hasta él, acariciando su cabello y acercándose más de lo que el pelinegro hubiese querido – Sé que es difícil porque aún estás afectado por todo esto, pero u memoria pronto comenzará a funcionar bien y lo sabrás… -Bill frunció el ceño completamente confundido - Sé que debe ser doloroso que Tom te haya hecho algo como esto después de todo lo que tú diste por él…

 

Los ojos de Bill se aguaron y su pecho dolió fuertemente. Su cuerpo comenzó a temblar mientras ahogaba sus sollozos en lo más profundo de su ser. Gustav, por su parte, se sentía tranquilo… sabía que esto era lo correcto.

 

 

Notas finales:

¿Peras?, ¿Tomates?, ¿Manzanas? :o


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