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Flashes por WinterNightmare

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-¡Oh, pero qué gusto me da verte! – Exclamó el moreno, saltando a los brazos del chico frente a él.

 

El joven sonrió ampliamente y retrocedió luego de un momento, deshaciendo el agarre y arreglando su elegante pero sobrio ropaje.

 

-Sí, pues, tenía que venir, ¿no? – Dijo, y ambos rieron - ¿Has estado bien?

 

-Sí… bueno, las cosas están algo complicadas… – Habló, rascándose el casco mientras caminaba hasta la pequeña mesa unos cuantos pasos más allá -Tom aún no consigue empleo y-

 

-Entiendo, no tienes que contarme – Susurró, acariciando suavemente el hombro del pelinegro quien le sonreía agradecido – Es por algo que estoy aquí, ¿no?

 

-Ah, sí, sí, sí – Dijo, dando pequeños saltitos en su lugar - ¿Trajiste lo que te he pedido?

 

El hombre sonrió y sacó de su bolsillo un fajo de billetes y se los entregó. Bill sonrió ampliamente, dándole las gracias mientras se apresuraba en llegar hasta el mueble donde Tom guardaba su ropa.

 

-Tom no tardará en llegar – Susurró, mientras rebuscaba entre los viejos pantalones que solía utilizar el convicto.

 

-¿Hasta cuando seguirás haciendo esto? – Preguntó el otro chico, con ausencia de delicadeza en sus palabras.

 

Bill guardó un par de billetes en uno de los bolsillos de un holgado jean, y le acomodó estratégicamente en el cajón para Tom pudiese encontrarle. Cerró el cajón y volvió a mirar al joven que le acompañaba – Hasta cuando sea necesario. No dejaré que nos mate el hambre, y-

 

-Y estás evadiendo la gran prueba de la necesidad, Bill – Le interrumpió, haciendo que Bill frunciera el ceño y desviara la mirada con cierto grado de temor - ¿Qué pasará cuando la necesidad le gane, eh? No estás dejando que las cosas sigan su curso normal…

 

Bill endureció su mirada, volviendo a encontrarse con aquellos verdes ojos que le miraban – No, eso no pasará nuevamente. Sé que Tom no volverá a equivocarse...

 

El joven ablandó el ceño y se acercó un poco más a él, entregándole un papel - ¿Cómo puedes estar tan seguro?

 

Bill hizo caso omiso a aquella pregunta y destinó su atención a la hoja que se le había entregado. El joven chico le extendió una mano con un lápiz de tinta y Bill firmó al final del documento, devolviéndoselo.

 

-Bien, espero que Vogue siga creyéndote esto de las licencias médicas, eh – Bromeó y Bill soltó una pequeña risa, dejando el incómodo momento atrás.

 

-Créeme, Blaid, Vogue prefiere regalarme estas “vacaciones” en vez de despedirme, ellos me necesitan – Dijo, guiñándole un ojo al otro chico quien rió con gracia y Bill le imitó el gesto.

 

-Ya debo irme – Habló entonces el joven chofer, sabes que no puedo meterme en estos lados sin que tema porque desmantelen el auto.

 

Bill asintió comprensivamente – Sí, creo que es buena idea, Tom llegará pronto y no creo que le guste ver a alguien más aquí.

 

Blaid sonrió y le dio un último abrazo antes de salir de la casa. Bill le despidió desde la puerta, luego cerró y caminó directamente al baño para darse una refrescante ducha de agua fría y esperar a Tom con un rico desayuno gracias a las cosas que le había traído Blaid.

 

El joven cochero bajó las escaleras y caminó hasta el auto, abrió la puerta y comenzó a buscar su celular entre sus bolsillo, necesitaba el bendito GPS para saber cómo salir de ahí. Blaid sacó su celular victorioso y se dispuso a subir al auto cuando, desde su espalda, la puerta fue cerrada de un solo golpe.

 

El chico se volteó de un salto, y Tom le sonrió con malicia y frialdad en los ojos - ¿Qué estás haciendo aquí? – Inquirió, ardiendo de inexplicable ira y temor.

 

Ya había dejado pasar una vez a aquellos amigos del moreno, y el rubio terminó por arrancarlo de su vida durante largos años. No iba a permitir que aquello pasara nuevamente, aún si su desconfianza le trajera problemas, él no dejaría que nada ni nadie sacara a Bill de su lado nuevamente.

 

Blaid hizo una mueca, intentando sonreír. A decir verdad, estaba nervioso y el cuerpo le temblaba, pero no iba a mostrarse débil frente a Tom – Bill me llamó.

 

-No quiero que te acerques a él, ¿entiendes? – Preguntó, desafiándole a tal grado que sus mandibuladas luchaban por quien ejercía más fuerza sobre la otra. Blaid podía notar como esas duras facciones se contraían.

 

-Soy su chofer, Tom. Éste es mi trabajo, venir cuando me necesitan.

 

-Bill no necesita un maldito chofer en este lugar.

 

Blaid sonrió haciéndole hervir la sangre a Tom – Créeme, sí me necesita.

 

-Escúchame bien, cochero bonito – Susurró, acercándose tanto que Blaid incluso temía de lo oscuro que lucían sus ojos – No volveré a perder mi tiempo en una competencia inútil, nadie alejará a Bill de mi lado… nadie.

 

Blaid mantuvo la mirada firme y segura contra la de Tom, desafiándole hasta que el ex convicto dejó caer fuertemente su puño sobre el capó del auto, provocando un sobresalto reflejo en el cuerpo contrario.

 

Tom sonrió y retrocedió, rodeando el auto hasta llegar a las escaleras y comenzar a subirlas camino a casa – Mejor sube a tu maldito Porsche antes de que alguien más te reviente aquí afuera – Dijo, mofándose de él al mismo tiempo que entraba a casa.

 

Tom cerró la puerta tras de él y caminó hasta la pequeña mesa sin quitarle la vista de encima a unas cuantas cosas que habían sobre ésta. Trozos de pastel, pan, una que otra pequeña barra de chocolate, y más cosas que no se dio el tiempo de mirar.

 

Frunció el ceño sintiéndose abrumado por un incansable montón de dudas en su cabeza, dejó lo que él había comprado sobre la mesa, a un costado del resto de cosas, y se dirigió a la cocina para calentar agua y desayunar.

 

A los pocos minutos Bill salió del baño aún con pequeñas gotas brillando en sobre su piel cubierta por aquella holgada camiseta que usaba para dormir o andar en casa, y el cabello alborotado el cual estaba siendo secado anímicamente por una pequeña toalla blanca.

 

-Tom, al fin has vuelto – Le saludó, sonriéndole con ojos brillosos por la emoción de finalmente poder compartir un rico desayuno junto a él.

 

El aludido sonrió de medio lado – Ya veo que me esperabas con ansias – Susurró, soltando aquello con un tono tan irónico que desfiguró el rostro del más pequeño.

 

-Tom… por supuesto que lo hacía… - Dijo, avanzando hasta él, dejando la toalla sobre un viejo mueble - ¿Acaso no ves todas las cosas que le he pedido a Blaid que trajera para nosotros

 

-Ajá, Blaid.

 

Bill guardó silencio por un momento – No quiero ser una preocupación extra para ti. Tampoco quiero vivir gratis… sólo quise ayudarte con algo, demonios, no lo sé Tom… sólo quería-

 

-Yo puedo comprar todo aquello, ¿a qué demonios crees que he salido? A buscar comida, Bill. Porque ya no soporto morir de hambre y hacerte lo mismo a ti. No necesito caridad de ese tal Blaid, aún así las cosas las has pagado tú, yo puedo hacer esto, Bill, yo puedo cuidarte y alimentarte, puedo hacer que vivas bien, no necesito que nadie…

 

Bill frunció el ceño, ¿qué era aquella reacción?

 

-Tom… - Le llamó con cuidado, intentando que el ex convicto calmase su agitada respiración y el brillo de sus ojos producto de lágrimas que amenazaban por salir – Tom, yo ya no soy un niño – Le sonrió, posicionándose frente a él mientras buscaba su mirada – Yo también puedo ayudarte. Quiero ayudarte. Quiero que hagamos esto juntos Tom, saldremos de aquí… porque he venido para quedarme contigo… si Blaid fue el problema yo pued-

 

El ex convicto capturó sus labios sin cuidado alguno y le besó con profundas ansias. Había esperado tanto por siquiera un beso, y no había querido forzar las cosas, pero aquella confesión le había alborotado el corazón. Bill realmente le quería, y aquello no daba lugar a tontas inseguridades de su parte.

 

Bill lentamente cerró sus ojos y se abrazo al cuello del mayor que le sujetaba por la cintura. Tom profundizó aún más el beso, llevando sus manos alrededor del cuerpo más pequeño y levantándole mientras éste enrollaba sus piernas alrededor de su torso.

 

Con una mano y sin cortar aquella dulce caricia entre sus lenguas, el convicto despejó la mesa corriendo despreocupadamente las cosas un tanto más allá, posicionando el delgado cuerpo sobre la superficie de madera.

 

Bill alargó la distancia por un momento en busca de aire casi con desesperación, respirando con dificultad mientras su pecho subía y bajaba rápidamente. Sus mejillas sonrojadas con notoriedad producto de la incansable mirada de Tom sobre él, mientras le acariciaba las piernas y depositaba cortos besos sobre estas, marcando un cálido recorrido hasta sus muslos.

 

Todo el pelinegro temblaba bajo su tacto, y las hábiles manos de Tom no tardaron en encontrar y acariciar aquello que le hacía soltar suspiros sin siquiera poder contenerse. Tom introdujo uno de sus dedos con lentitud a través de ese ajustado agujero mientras le besaba las piernas, las cuales mantenía sobre uno de sus hombros y sujetas por su brazo libre.

 

El moreno chico gimoteaba dulcemente luego de dos largos dedos agitándose dentro de su estrechez, mientras sentía su propia entrepierna palpitar con necesidad.

 

Tom quitó los dedos con cuidado y llevó su mano hasta el bajo vientre de Bill, acariciándole mientras levantaba aquella vieja camiseta que él mismo solía usar. Aquello le erotizaba aún más, Bill retorciéndose sobre la mesa mientras vestía tan sólo una de sus prendas para cubrir su desnudez.

 

-Ough Tom… por favor… - Pidió, sin siquiera poder abrir los ojos de la vergüenza que le provocaba el ver expuesto de tal manera.

 

El mayor sonrió y acercó su rostro hasta sus sonrosadas tetillas, lamiéndose y mordiendo de ellas con suavidad, logrando que Bill soltase pequeños quejidos de placer que le enloquecían. Tom descendió besando cada parte de su cuerpo hasta lograr ponerse de rodillas sobre el suelo, entonces tomó de las piernas del moreno y posicionó los pies de éste sobre sus hombros, arqueando sus piernas mientras con sus manos libres apretaba y besaba esas bien formadas nalgas.

 

Bill cubrió sus labios para no soltar un grito cuando sintió la húmeda lengua del mayor profundizar a través de cortas embestidas contra su ano.

 

-A-Ah… Tom… - Se retorcía meneando sus caderas casi como acto reflejo del placer que Tom le hacía sentir – P-Por favor, Tom… haz… házmelo ya.

 

El aludido se puso de pie y nuevamente posicionó ambas piernas sobre uno de sus hombros, mientras bajaba de sus pantalones y ropa interior, liberando aquella majestuosa erección.

 

A decir verdad, Tom dudaba en continuar… temía hacerle daño a Bill luego del desafortunado acontecimiento de hace algún tiempo atrás. Temía que el acto le trajese recuerdos, o peor, que pudiese dañarlo de alguna forma.

 

Escupió en su mano una gran cantidad de saliva y la esparció en su miembro junto al líquido pre seminal que ya comenzaba a escurrir de la húmeda punta, Tom cerró lo ojos con un dolor en la ingle producto de la necesidad.

 

Llevó su miembro que goteaba producto de la artesanal lubricación, y presionó suavemente contra la entrada bien dilataba, observando a labios entreabiertos cada expresión en el rostro del moreno.

 

Luego de varios minutos manteniendo un ritmo lento y suave, Tom comenzó a aumentar gradualmente el ritmo de sus embestidas; no quería dañarle en absoluto, por lo que procuraba no calzar por completo su miembro al interior de aquel estrecho trasero, pero, a cada segundo que pasaba se le volvía aquello más y más complicado.

 

De sus labios escapaban dulces gimoteos producto de los espasmos de sus cuerpos. Tom se aferró a las piernas de Bill abrazándose a ellas con fuerza mientras daba las últimas estocadas intentando contener aquella irresistible necesidad de cogérselo con fiereza como desde pequeño le había acostumbrado.

 

Sabía que Bill también extrañaría ese ritmo, pero, por ahora, todo marchaba bien y no apresurarían las cosas hasta que todo en Bill estuviese en orden.

 

Tom sintió pequeñas descargas eléctricas punzándole la columna vertebral y tras una última embestida no puedo controlar su deseo por sentirse completamente dentro de aquel delgado y pequeño cuerpo.

 

Tom empujó dentro de Bill en su totalidad y éste retorció su cuerpo arqueando su espalda mientras se venía con fuerza sobre su propio estómago. El lechoso líquido escurrió a la vez de su trasero, mientras Tom se separaba sus piernas y se inclinaba hacia delante para besarle con suavidad.

 

Aquello había sido lo mejor que había tenido desde hace mucho tiempo; a decir verdad, lo mejor que habían tenido desde aquella vez, en aquel hotel, la última noche que pasaron juntos.

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado. <3


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