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Flashes por WinterNightmare

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Notas del capitulo:

Y aquí está el capítulo 22, sólo van quedando dos capítulos más y un pequeño epílogo...
Estamos cada vez más cerca de la conslusión de Flashes, y, ¿qué pasará al final? Pronto lo sabremos. <3

 

Entonces entró a aquella pequeña casa de paredes grisáceas. Adentro dos o tres hombre rodeaban el televisor mientras fumaban sus cigarrillos, haciendo el aire ahí dentro casi irrespirable para un crío como él.

 

-Bien, ¿trajiste todo? – Dijo finalmente el hombre que le había recibido en la entrada, mientras cerraba la puerta y caminaba hasta su lado.

 

Tom asintió con la expresión más seria que su rostro de once años pudo formar – Sí, señor.

 

El hombre le observó fijamente, analizando cada expresión en el chico. Los conejillos como Tom le brindaban desconfianza, pues niños tan pobres como él sólo buscarían dinero y lo recibirían de quién se los dé, sin tener realmente un solo amo al que obedecer.

 

-Voy a confiar en ti – Habló luego de un rato, soltando un resoplido leve – Pero no juegues conmigo, Tom. Conozco muy bien a críos como tú y tu hermano.

 

Tom frunció el ceño, notoriamente molesto – Le he traído todo. Mi hermano Charlie lleva el resto del encargo a la casa de en frente  - Se justificó sin poder hacer o decir más, pues aunque debía tener carácter para mantenerse en el negocio, tenía que medir sus palabras.

 

El hombre de mal aspecto encendió un cigarrillo y al mismo tiempo con su mano libre rebuscó la paga de Tom – Tómalo y lárgate de aquí – Le habló aún con el cigarro en la boca, lanzando unos cuantos billetes al suelo de concreto bañado en colillas.

 

El chico de cabellos castaños se apresuró en recoger el dinero y salir de ahí lo antes posible cuando unos fuertes disparos se oyeron en el exterior de la casa.

 

Los hombres que veían televisión rápidamente cogieron sus armas y se ubicaron estratégicamente esperando un ataque. Tom sabía que en aquellos casos debía permanecer donde estaba y rogar por salir vivo, ya que aquellos narcotraficantes no le protegerían, Charlie se lo había enseñado…

 

El corazón de Tom se paralizó, y en un saltó se puso de pie y corrió hasta la puerta, abriéndola - ¡Charlie! – Gritó casi por inercia, corriendo hacia el exterior, uniéndose a las personas que huían despavoridas a buscar refugio en sus hogares.

 

Metros más allá divisó a Charlie quien estaba escondido a un costado de una vieja casa, el joven chico le observó aterrado, con un semblante de horror en el rostro – ¡Tom, vete de aquí! – Gritó desde el otro lado.

 

El menor de los hermanos sólo pudo mirarle atemorizado cuando las balas comenzaron a llover sobre el lugar nuevamente. Tom casi por inercia corrió hacia un costado de una casa el cual daba hacia un estrecho callejón el cual estaba frente a la casa donde Charlie se encontraba, por lo que sería un buen lugar para esconderse y permanecer en contacto con su hermano.

 

Sus pies resbalaron por la gravilla y la tierra seca del lugar y le hicieron caer. Tom frunció el ceño del dolor y se volteó  en busca de la mirada de su hermano, queriendo advertirle que se encontraba bien.

 

El menor levantó la vista y buscó a Charlie casi con desesperación. Él no se encontraba donde la había visto por última vez.

 

El delgado joven corría a toda velocidad cruzando la peligrosa balacera para llegar hasta el otro lado y sacar a su pequeño hermano de aquel horrible lugar. Charlie sólo podía pensar en que debía llevar a Tom lejos de ahí, que después de esto ni siquiera podrían volver a casa luego de un largo tiempo, pero que él no permitiría que nada malo le pasara.

 

En un último esfuerzo por cruzar al otro lado, Charlie dio una gran zancada mientras su mirada casi perturbada buscaba a Tom entre el polvo que se había levantado en el lugar. Sus miradas se conectaron justo en el momento que una bala en la cien de Charlie le arrebataba la vida.

 

El pequeño Tom gritó aterrado viendo a su hermano caer el suelo mientras las balas no dejaban de pasar frente a sus ojos ya aguados por las lágrimas. Ni siquiera tuvo tiempo para susurrar su nombre una vez más aunque su mente se lo gritase, de su boca no salía nada.

 

-¡Vámonos ya! – Le gritó Bushido a sus espaldas, corriendo hasta él para cogerle del brazo y llevarlo lejos de ahí - ¡Corre!

 

Tom obedeció sin más, corriendo tras de él mientras éste aún le tenía sujeto de su antebrazo, mirando hacia atrás el cuerpo de su hermano desangrándose sobre la tierra, con su brazo extendido en dirección hacia él. Charlie había caído muerto apenas la bala entró a su cabeza, pero aquella posición en que había quedado su cuerpo le partía el alma al niño… había estado tan cerca… Charlie hubiese sido quien huía junto a él llevándole a casa.

 

Ambos chicos corrieron hasta no poder más, adentrándose en una villa lejos de la que había sido abatida por bandas de narcotraficantes.

 

-¡Suéltame! – Gritó Tom de pronto, deteniendo la marcha violentamente, cayendo al suelo mientras sus piernas temblaban producto del sobre esfuerzo.

 

Bushido se detuvo unos cuantos pasos más allá. Dejando descansar su cuerpo contra una pared, nuevamente estaban en un callejón, pero este era notoriamente más seguro que el que había dejado atrás.

 

-Dejamos… dejamos a Charlie… - Susurró Tom minutos después, sintiendo las lágrimas caer por sus mejillas empolvadas – No puedo dejar a mi hermano – Dijo, poniéndose de pie, dispuesto a volver.

 

Bushido que se encontraba de frente y apoyado en la fría pared de concreto, golpeó sus puños contra esta al mismo tiempo en que apretaba fuertemente su mandíbula, dejando ver sus dientes que casi dolían por la presión ejercida.

 

-Ya basta, ¡quédate donde estás! – Le gritó, avanzando rápidamente hasta él, dándole un fuerte puñetazo en el rostro, botándolo al suelo - ¿¡Que acaso no lo entiendes!? ¡Charlie está muerto! – Soltó, caminando nerviosamente de lado a lado - ¡Deja de comportarte como un estúpido niño! ¡Ya no eres uno!

 

-¡Quiero irme a casa! – Gritó Tom entre sollozos casi inaudibles. Y Bushido se detuvo poco a poco, recobrando un tanto la calma.

 

-Ya no hay casa, Tom… - Susurró, más para si mismo que para su acompañante – Ya no existe un lugar donde podamos ir sin que nos maten a todos… si esos malditos fueron hasta ahí, es porque ya nos tenían vigilados… sabían todo de nosotros… y nuestra… fa-familia… - Tom se quedó inmóvil de rodillas sobre el suelo, incapaz de aceptar todo aquello que Bushido había soltado.

 

 

Abrió los ojos de golpe y se encontró bañado en sudor, temblando sobre la cama mientras Bill aún dormía plácidamente a su lado y de espaldas a él.

 

Tom deslizó su mano por sobre su abdomen desnudo mientras intentaba recuperar un ritmo normal en su respiración, inclinándose levemente sobre la cama.

 

No tenía sentido haber soñado todo aquello… haber recordado aquel horrible incidente que su mente bloqueaba a diario para permitirle vivir en paz. No había pensando en su hermano Charlie desde hace un tiempo, y durante años le mantuvo firmemente en el olvido, al igual que a su madre, o mejor dicho, lo que recordaba de ella al haber tenido que dejarla atrás a tan corta edad.

 

Ciertamente la vida que había llevado tenía sus riesgos, e incluso ahora su realidad no era muy distinta a aquella. Aún vivía en un lugar peligroso, aún debía moverse con cuidado, aún temía que algo pudiera sucederle a Bill…

 

El ex convicto volteó su vista hacia el moreno, observándole con aquella dura expresión permanente en sus ojos color avellana. Bill era todo lo que él tenía.

 

Se puso de pie y caminó hasta lo grandes ventanales, sentándose en la pequeña mesa que mantenía cerca de ellos. La luz de la luna le brindaba una sensación de tranquilidad, pues era una luz tan brillante y potente capaz de iluminar hasta la oscuridad más grande y poderosa como lo era la noche.

 

Tom siempre había buscado la luna como una buena consejera; como aquel pedacito de positivismo dentro de él que le ayudaba día tras día a no perder la cordura en la oscuridad de su alma.

 

El chico suspiró apoyando ambas manos entrelazadas sobre la mesa y a la vez su frente sobre esas, intentando despejar su mente por un momento, pero no lograba hacerlo. Se engañaba a si mismo todo el tiempo intentando bloquear una realidad inminente, evitando a toda costa asumir la existencia de los recientes acontecimientos ocurridos en su vida.

 

Y es que le era muy difícil… simplemente se encontraba atrapado, sin saber qué hacer o cómo hacerlo. Sólo sabía que no quería perder a Bill nuevamente. Aquello para él sería incluso peor que haber perdido a su familia… sin Bill simplemente moriría. Preferiría morir a estar sin él.

 

Y era obsesivo, loco, algo enfermizo tal vez, pero era cierto. Su amor por Bill era lo único claro lucido en su vida.

 

¿Cómo podría decirle toda la verdad sin romper al muchacho en mil pedazos? Sólo quería huir. Llevarse lejos a Bill donde nadie jamás pudiera encontrarlos, pero sabía que eso sería imposible.

 

 

+++++

 

 

-Buenos días – Le saludó, con una pequeña sonrisa dibujada en el rostro.

 

-Ow – Se quejó el pelinegro aún sin ánimos de querer despertar, volteándose en la cama hasta quedar boca abajo – Buenos días – Saludó de vuelta, en un murmullo casi indescifrable por tener el rostro pegado contra la almohada.

 

Tom sonrió con una expresión nostálgica en el rostro producto de la mala noche que había pasado, pero sin embargo su pecho se sentía aliviado; por alguna extraña razón, durante este amanecer no todo parecía tan malo.

 

Se inclinó hasta el moreno para comenzar  besarle suavemente los hombros y la espalda, haciendo que Bill soltara pequeños suspiros ante los delicados besos del mayor, meciendo su cuerpo casi imperceptiblemente.

 

El ex convicto llevó sus manos hasta el cuerpo del moreno y se posicionó de rodillas sobre la cama tras de él, inclinándose hacia su cuerpo para continuar besándole como a él tanto le gustaba. Coló una de sus manos bajo el delgado cuerpo, atrapando una de sus tetillas entre sus dedos, apretándola y masajeándola en diferentes velocidades, mientras con su otra mano acariciaba los costados del moreno.

 

Bill gimoteó suavemente – Tom… detente – Le pidió, a lo que el aludido respondió incrementando sus caricias, lamiendo su cuerpo desde sus hoyuelos en la espalda baja hasta su delicioso cuello – A-Ahh… no... tengo que tra-trabajar…

 

Tom movió una de sus piernas hasta el otro lado de la cama al mismo tiempo en que deslizaba sus pantaloncillos fuera, aprisionando aquel blanquecino cuerpo bajo él; inclinó su cuerpo hacia delante comenzando a gruñir con voz grave justo al lado del rostro del menor, rosando sus oídos con su cálido aliento.

 

Estiró un poco más abajo sus piernas y comenzó a mecer sus caderas lentamente, rosando con su entrepierna ya endurecida el trasero de Bill, presionado contra la tela del pañalón de pijama que aún le cubría.

 

Oh, aquello se sentía tan jodidamente bien. Su miembro palpitaba rogándole por más contacto, y sentía que si no se lo daba podría follárselo aún con la ropa puesta.

 

Tom deslizó lentamente hacia abajo los pantaloncillos de Bill, relamiéndose los labios deseoso de tener ese perfecto trasero en frente. Llevó sus caderas nuevamente hacia adelante, y ayudándose con sus manos, separó las nalgas del moreno, escupiendo una gran cantidad de saliva que se deslizó desde ese estrecho agujero hasta los testículos del cuerpo bajo él, comenzando entonces a frotarle hábilmente con su viva erección, esparciendo la saliva por todas partes.

 

Bill arqueó la espalda y gimoteó dulcemente, extendiendo sus manos por debajo de la almohada, pegándola a su pecho, hundiendo su rostro en ella de vez en cuando para callar sus incontenibles gemidos.

 

Ya no podía contenerse más, y sin previo aviso, empujó su masculinidad dentro del delgado cuerpo, haciendo su Bill se tensara y apretara su pene con fuerza; Tom soltó una sonrisa de satisfacción mientras a ojos cerrados y labios entreabiertos comenzaba a penetrarle.

 

El pelinegro levantó su trasero permitiéndole mayor alcance y profundidad a las duras embestidas que Tom le daba.

 

-Bill – Le llamó con voz seca, abriendo nuevamente sus ojos para observarle – Mírame – Le ordenó, al mismo tiempo en que giraba el cuerpo del menor posicionándole de costado sobre la cama, flexionando sus piernas y obligándole a mantenerlas de esa forma trabándole con su antebrazo en el doblez de éstas.

 

Luego de un rato, el interior de Bill se sentía cálido y húmedo, con un calor envolvente que le recorría todo el cuerpo hasta sofocarle de una deliciosa manera en que sólo él lograba hacerlo.

 

Tom incrementó aún más el ritmo de sus embestidas sin desconectar su penetrante mirada de la de Bill, quien gemía y mordía sus labios de una forma bastante excitante. Tom relamió sus propios labios y llevó una de sus manos hasta la boca de Bill, presionando sus labios con sus dedos.

 

El moreno chico comenzó a acariciar dos o tres dedos del mayor con su lengua, haciéndole soltar un quejido grave y hundir los dedos dentro de su boca; a lo que Bill respondió chupándoles hábilmente, descontrolando aún más las frenéticas embestidas.

 

El ex convicto se detuvo por un momento y se sentó sobre la cama, inclinando su cuerpo levemente hacia atrás, tomando a Bill de las manos, invitándole a sentarse sobre él y dominar la situación.

 

El moreno chico con las mejillas ruborizadas, posicionó una pierna a cada lado el cuerpo del mayor, arqueando su espalda para alcanzar el miembro de Tom con una de sus manos e introducirlo dentro de su trasero.

 

Pero al momento de arquearse bruscamente, el plano vientre de Bill se curvó hacia delante dándole una impresión algo extraña al mayor de ambos, haciendo lucir su blanquecido estómago como un pequeña barriguita bien formada.

 

Todo dentro y fuera de Tom se apagó de golpe, apresurándose en abrazarse a Bill tan rápido como le fue posible y así evitar seguir mirando aquella imagen que le atormentaba.

 

El pelinegro soltó un pequeño chillido de la sorpresa, pues no comprendía que demonios estaba pasando – T-Tom, ¿estás bien? ¿Te he rasguñado? –Preguntó nervioso, sintiendo como su propia erección se apagaba poco a poco contra el cuerpo del mayor.

 

Tom sólo quería morir en ese mismo instante. Ya no podía soportar ocultarle todo aquello a Bill. El embarazo de Yassmine era algo que retumbaba en su cabeza todos los días y todas las noches desde que supo de la existencia de su futuro hijo o hija; y por más que luchara consigo mismo por no pensar en eso y mantenerse bien por y para Bill… ya no podía soportarlo más.

 

-Bill – Le llamó, levantando el rostro con una dura expresión sobre este, soltando poco a poco su agarre del cuerpo contrario mientras el moreno chico le observaba con una indescifrable mirada – Hay algo que debo decirte.

 

 


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