Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Flashes por WinterNightmare

[Reviews - 31]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Siento mucho la horrible demora, pero han sido tiempos realmente malos y complicados en mi vida. Realmente siento todo esto y espero que me disculpen, intentaré volver lo más pronto posible. :( 

 

-Necesito que te concentres – Habló David Jost, el fotógrafo encargado de la mayoría de las sesiones de Bill - No me sirve tenerte de pie frente a la cámara sin expresión alguna en el rostro.

 

El pelinegro sacudió su cabeza y se disculpó con el hombre que le regañaba. Era comprensible, después de todo, pues habían sido días complicados y eso le tenía fuera de sí.

 

Cada día que pasaba, era un día más empeorando en el trabajo, en su relación con Gustav, y en su vida en general. Lo sucedido con Tom era pan de cada día, pues aunque consiguiera irse más temprano a casa, siempre buscaba alguna excusa o qué hacer extra para verle una vez más.

 

Simplemente le era un tema inquietante. Habían sido cinco años sin verle, y ya no sabía si aquello era bueno o malo. Todo estaba de cabeza ahora, Tom había llegado a desarmar su vida…

 

-Bill – Habló David nuevamente, distrayéndolo - ¿Puedes bajar un poco más tu pantalón? necesitamos exponer más esa estrella – Sonrió de medio lado, viéndole bajar un tanto más sus ajustados jeans.

 

Le incomodaban las sesiones con poca ropa o demasiado provocativas, pero debía ser sincero consigo mismo, y es que un par de fotos en ropa interior vendían cientos de veces más.

 

El morbo era lo que vendía, y a veces hasta conseguía sentirse asqueado de pensar cuántos hombres cincuentones estarían por ahí comprando sus revistas sólo para hacerse una paja viendo su trasero en primera plana.

 

-Bien, es todo por hoy – Finalizó Jost con un aplauso cerrado – Buen trabajo, Bill – Se despidió del joven, saliendo de la sala en compañía del resto del equipo tras las cámaras.

 

Bill suspiró sintiéndose agotado, se cambió rápidamente de ropa y salió en rumbo a su oficina. Debía dejar todo en orden antes de partir a casa.

 

Dobló en una esquina y sus largas piernas chocaron fuertemente contra el carrito metálico donde solían ir las colaciones. Bill soltó un chillido y Carl salió apresurado de una de las tantas oficinas donde debía repartir la comida.

 

-Señor Kaulitz – Soltó asustado, preocupado por haber dañado a Bill con su tonto descuido - ¿Se encuentra bien?

 

Bill asintió con la vista fija en el hombre frente a él – No te preocupes… - Dijo, viendo al joven asentir aún con la mirada aterrada puesta sobre él.

 

Puso sus pies en marcha nuevamente cuando sintió que su cuerpo ya no respondía, ya no podía avanzar más ni dejar pasar otro día con la incertidumbre a flor de piel. Volteó su cuerpo y Carl aún le estaba mirando como bobo a través del pasillo.

 

Bill arqueó una ceja, sorprendido, y el chico se paralizó al notarlo caminar de vuelta hasta él – Carl, ¿no? – El joven asintió nervioso, no sabía si pedir disculpas por su atrevimiento o simplemente callar y escuchar la sentencia del moreno – Tú… ‘llevas mucho trabajando aquí? – Preguntó, sintiéndose un estúpido.

 

-Tres años, señor – Contestó rápidamente; Bill le observó dudoso.

 

-¿Conoces… - Calló un momento, estaba jugando con fuego y lo sabía. No debía saber de Tom jamás, mucho menos después de que todo lo que aquel alborotado reencuentro provocó en él – Conoces a Tom Trümper?

 

Carl le miró extrañado, ¿por qué un chico tan importante como Bill, conocería a un hombre tan desdichado como Tom?

 

-Sí… - Dijo, arrastrando la palabra por un momento. El pelinegro suspiró sintiéndose algo nervioso, estaba levantando sospechas innecesarias – Es el cocinero… trabajo con él desde hace un tiempo.

 

Bill asintió y se despidió del muchacho alejándose rápidamente a través del largo pasillo, siendo observado por la atenta mirada de Carl.

 

Tomó el ascensor sintiendo sus piernas temblar producto de la adrenalina, y sin pensarlo más, presionó el botón que le llevaría hasta el primer piso de Vogue.

 

Bajó del ascensor y caminó a paso rápido hasta el final del tranquilo primer piso, cruzando por la recepción y el complejo de pequeñas oficinas, hasta llegar a una puerta que prohibía el acceso de quien no fuese parte del personal de la compañía. Bill dudó unos segundos antes de empujar la puerta, cuando una mano se posó sobre su hombre.

 

Soltando un chillido asustado, volteó su cuerpo en un solo salto, encontrándose con Samantha, quien le sonrió mirándole extrañada – Bill, ¿qué haces por éstos lados?

 

Su pecho subía y bajaba rápidamente, casi podía sentir como la sangre le fluía por las venas – Samantha… hay algo que debo hablar contigo – Dijo, intentando con todas sus fuerzas callar los pensamientos de culpabilidad que le aquejaban por lo que estaba por hacer.

 

 

+++++

 

 

-¿Qué? – Preguntó como por décima vez, incrédulo ante lo que sus oídos estaban oyendo.

 

Carl tragó saliva con dureza – Lo que te dije, Tom… yo lo oí mientras ambos conversaban – Se rascó la parte posterior de su cuello, y soltó un resoplido ruidoso – Sé que está mal escuchar conversaciones ajenas tras las puertas, pero es que su actitud me pareció tan sospechosa… curioso de saber de ti… tan… es como si ya te conociera.

 

Tom detuvo su labor en la cocina y se limpió las manos con el delantal blanco amarrado descuidadamente a su cintura - ¿Dijo algo más?

 

El chico de cabellos castaños le miró curioso por un par de segundos antes de que su mirada se apagara poco a poco – A mí no…

 

El ex convicto volteó la mirada hasta quien, a estas altas hora de la noche, era su único acompañante dentro de la cocina - ¿A qué te refieres?

 

Carl suspiró pesarosamente, vagando con la mirada entre su compañero y el frío suelo de baldosas – Él habló de ti con Samantha… - Tom frunció el ceño, confundido – Él… Bill quiere que te despidan, Tom – Su entrecejo se ablandó dolorosamente, lo que Carl estaba diciendo no podía ser cierto – Le pidió a Samantha tu renuncia, dijo algo de no querer trabajar con… delincuentes, o algo así – Soltó eso último casi en un susurro, pues sabía que el tema de la prisión incomodaba a Tom.

 

Tom se quitó el delantal con descuido, tenía la mirada perdida en algún lugar dentro de la habitación. Todo él estaba perdido. Se sentía vació, solo, traicionado. Como si aquella terrible reacción de Bill hace algunos días, no hubiese sido suficiente miseria ya.

 

-Tom…

 

-Puedes irte a casa, Carl. Suficiente trabajo por hoy – Finalizó, rogando que aquel chico no quisiera continuar.

 

El castaño asintió desviando su mirada directamente al suelo. Avanzó hasta alcanzar su abrigo y abandonó el lugar dando una última lastimera mirada hacia Tom.

 

 

+++++

 

 

Bill yacía sentado tras su escritorio, sumido bajo la débil oscuridad de su oficina mientras la luz del alumbrado se colaba entre las persianas.

 

Debía haberse ido hace casi una hora atrás. En casa, Gustav le esperaba para celebrar un aniversario más, pero él simplemente no se sentía de ánimos para aquello.

 

Ni para Gustav, ni para nada. Ni siquiera podía levantar su maldito trasero de la silla, y se enfurecía consigo mismo por todo eso.

 

Quizás había sido un error hablar con Samantha, quizás no debía ser tan duro con Tom. Pero ya no había marcha atrás, y en el fondo de su cabeza, intentaba convencerse de que aquella había sido la mejor decisión.

 

Debía terminar con todo esto antes de que le fuese demasiado tarde. Cada día le era más difícil el estar bajo el mismo techo que Tom y tener que resistir sus no-asumidas ganas de querer verlo una vez más. De que bajara de su motocicleta a conversar con él por un momento antes de que Gustav viniese por él, o simplemente a hacerle pasar un rato agradable antes de irse a casa.

 

A veces deseaba jamás haberse enterado de que el hombre tras el casco era Tom, pues quizás las cosas hubiesen seguido un camino distinto. Pero no, nada bueno podía surgir de engañarse a sí mismo ante una realidad como esa.

 

La puerta de su oficina se abrió de golpe, y Bill prácticamente saltó de su silla y se puso de pie. Asustado aún por el estruendoso sonido que interrumpió su calmo silencio, no lograba adecuar del todo su visión en dirección a quien había ingresado de tal forma a su oficina.

 

Tom apareció en la escena, cruzando lentamente la puerta hasta entrar a la oficina del pelinegro, quien lucía ese rostro de espanto que tanto le fascinó en el pasado.

 

-Lárgate, Tom – Dijo casi sin pensarlo, sin mover ni un solo músculo y con la vista fija en el hombre frente a él.

 

-No me iré hasta que me digas por qué solicitaste mi despido.

 

Bill sintió como si le abofetearan un millón de veces – No es asunto tuyo – Soltó, fulminándole con la mirada, intentando calmar su miedo y parecer despreocupado.

 

Tom guardó silencio un momento, viendo como Bill rápidamente recogía sus cosas y su abrigo de entre todo el papeleo que mantenía sobre su escritorio.

 

Estaba nervioso como nunca. Ya había olvidado ese temblor corporal incesante que se siente a los catorce años cuando la chica que te gusta se acerca a ti. Tom le hacía sentir estúpido. Le hacía retroceder todos los avances que había tenido su vida, y volver a sentirse como el crío estúpido que se enamoró de él.

 

-Ya no quiero tenerte cerca, ¿no lo entiendes Tom? – Soltó de pronto, sujetando sus cosas con los brazos caídos a sus costados – Toda la historia que alguna vez compartimos juntos se terminó cuando me abandonaste hace varios malditos años atrás – La respiración de Bill se agitó y su voz tomaba cada vez más volumen y fuerza. Era como si la rabia se apoderase de él y le cegase por completo - ¿Qué debo hacer para que me dejes en paz? Sólo dime qué mierda hacer para no volver a verte.

 

Tom simplemente callaba. Le observaba a través de la oscuridad, viendo como sus grandes ojos se aguaban momentáneamente hasta que el odio salía a flote y entonces su boca escupía cosas que Tom se esforzaba por no creer.

 

El silencio del ex convicto le mataba. No sabía qué pasaba por la mente de Tom, ni cuales eran sus intenciones al jugar con él de la forma en la que jugó cuando le ocultó ser quien realmente era sólo para recordarle episodios de su pasado que siempre quiso olvidar.

 

-Sólo dime cuándo y dónde, Tom – El ex convicto frunció el ceño, confundido - ¿Quieres follarme una vez más? ¿Quieres aprovecharte de mí como lo hiciste cuando era un ingenuo niño? ¿Quieres mentirme y luego abandonarme? ¿Quieres destrozarme, Tom? – El mayor boqueó un par de segundos sin lograr creer todo lo que estaba oyendo.

 

-Muchos estarían dispuestos a pagar millones y millones por tenerme una sola maldita noche – Dijo, mirándole seriamente, con los labios temblantes y los ojos acuosos – Estoy dispuesto a pasar contigo una noche más… si prometes largarte de mi vida para siempre.

 

Tom simplemente no podía comprender todo lo que estaba oyendo. Aquel chico frente a él no era Bill. Ese chico que posaba semi desnudo para una revista, no era el pequeño niño que alguna vez tanto amó.

 

-Qué demonios hizo el mundo contigo, Bill… - Susurró, observándole tan atónito y decepcionado como jamás Bill le había visto.

 

Tom abandonó el edificio lo más pronto que pudo. Ya no sentía ganas de observarle subir a su auto o al de su rubito novio. Ya no conocía a Bill… y eso le mataba lentamente.

 

Todo lo que adoró a tal punto de arruinar su vida por salvar la suya, todo aquello por lo que tanto luchó tener, ya no existía. Seguir intentando mantenerlo junto a él, era una tonta idea que debía olvidar.

 

Bill le había demostrado ser una persona absurdamente diferente a lo que él alguna vez conoció. Y ya no se preguntaba las razones que tuvo para aquel cambio tan drástico, sólo se esmeraba por intentar mantenerse lo más lejos posible de él mientras dure su obligado empleo.

 

 

Las piernas le flaquearon y sólo pudo dejarse caer a piso entre lágrimas que no pudo controlar. Así como tampoco había sido capaz de controlar sus desmedidas palabras y su ira en contra de Tom.

 

Le quería, y su corazón dolía por todo lo que estaba haciendo, pero no tenía otra opción. No podía permitirse seguir aquel viejo juego que alguna vez vivió con Tom, no podía dejarle arruinar su vida como lo había hecho cuando tomó malas decisiones que le llevaron a la cárcel.

 

Había perdido y alejado a Tom de su vida, pero ésta vez… para siempre.

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).