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Flashes por WinterNightmare

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Notas del capitulo:

He vuelto tan pronto como les prometí. Extrañé sus comentarios en el capítulo anterior, y espero en que en éste pueda volverlas a leer, ya que amo saber cuales son sus impresiones respecto al rumbo que están tomando las cosas…
En fin, las adoro, mil gracias por seguir junto a mí. <3
Disfruten de éste capítulo… si es que pueden…
¡Nos leemos pronto!

 

Sus manos temblaban sin saber qué hacer o hacia dónde ir. Sentía la torpe necesidad de sujetar aquellas delgadas manos entre las suyas, pero no quería incomodar más a Bill, quien ya se notaba bastante acongojado con todo lo que estaba sucediendo.

 

Imaginaba lo difícil que debía ser para él e intentaba ser empático antes de ponerse a meditar sobre su propia situación, pues aunque no lo aparentara, y aunque el chico frente a él ni siquiera sabía de su vida privada, Yass le atormentaba.

 

Había tenido duras peleas con ella en éste último tiempo, y Tom sabía que todo aquellos debía terminar de una buena vez, y era precisamente por eso que él había tomado ésta decisión… era por eso que ahora estaba frente a un pelinegro que a ratos parecía querer llorar y correr lejos de toda la situación.

 

Dudoso avanzó unos cuántos cortos pasos hasta detenerse a escasos centímetros del moreno, quien casi le alcanzaba en estatura estando sobre esos altos e incómodos zapatos.

 

Bill sintió el fuerte impulso de alejarse de él, pero se contuvo; después de todo, no habría otro momento después de éste, ni una noche después de ésta. Eran sus últimos momentos junto a Tom, y aunque su mente le rogaba terminar con toda la estúpida idea de continuar con el plan, su corazón casi salía de su pecho ante el chico de duras facciones estando tan cerca de él una vez más.

 

El ex convicto soltó un suspiro doloroso, y por primera vez en toda la noche, Bill supo que algo andaba mal – Una noche es lo que te he pedido – Susurró Tom, acercándose un poco más a él hasta el punto de casi sentir los latidos de Bill contra su pecho. Acunó su rostro cuidadosamente entre sus tibias manos, y el pelinegro no pudo evitar cerrar los ojos ante tal suave tacto que mantuvo en su memoria durante tantos años – Y una noche es lo que me has dado – Terminó, levantando su propio rostro lo suficiente como para depositar el beso más tierno y sincero de toda su vida, sobre la frente de Bill.

 

El moreno abrió lentamente sus ojos, desconcertado ante aquellas palabras. ¿Tom se iría? ¿Acaso eso había sido todo lo que Tom quería conseguir de él? – Tom – Llamó, y el aludido se separó un tanto de él, sin soltar aún sus tibias mejillas – Pensé que… - Balbuceó, confundido, sin saber como explicar todo lo que su mente le escupía – Cuando me pediste una noche...

 

Tom sonrió con un semblante lleno de tristeza – Ya tuve una noche contigo, Bill – Respondió, acariciándole lentamente con el pulgar – Fue una muy bonita, y créeme cuando te digo que jamás la olvidaré.

 

-Estás… despidiéndote – Susurró Bill, bajando la mirada nuevamente. No lograba comprender como es que la situación conseguía hacerle sentir tremendas gana de llorar, cuando se supone que debía estar feliz y tranquilo por que todo aquello hubiese al fin terminado.

 

-Sí … - Dijo, dejando car lentamente sus manos hasta sus propios costados – Cumpliré con mi palabra de dejarte en paz, y entiendo que será lo mejor para ambos.

 

Bill asintió, soltando pequeños suspiros. Se sentía un estúpido por ofrecerse así a Tom, y peor aún, por pensar que éste aceptaría tal proposición. Pero aún así no dejaba de parecerle extraño… no podía dejar de pensar que algo en Tom no estaba bien, pues antes jamás le hubiese rechazado… aunque, ciertamente, las cosas habían cambiado bastante.

 

El ex convicto buscó su mirada una vez más, pero Bill simplemente no podía mirarle, no se sentía capaz de verle partir una vez más. Estaba siendo un estúpido, debía ser valiente, y detenerse un momento a observar el rumbo que había tomado su vida, y aceptar el hacho de que Tom ya no pertenecía a ella.

 

-Buenas noches – Se despidió, girando la manecilla de la puerta sin siquiera voltearse.

 

Tom hizo una mueca de sonrisa en su rostro, y con el pecho apretado de sentimientos encontrados, se despidió – Adiós, Bill – Dijo, volteando su cuerpo en dirección al ascensor.

 

El moreno se quedó casi paralizado. Tom se iba, sí, pero él realmente no se lo esperaba. Por un momento todo en el mundo desapareció, y en la mente de Bill ya no se encontraba Gustav, el dinero, su trabajo en Vogue, ni las penas de su pasado.

 

-Por favor no te vayas – Soltó, más pronto de lo que su mente pudo procesarlo. Pudo notar como Tom detenía sus pasos lentamente, y el remolino de emociones volvió a azotarle con fuerza.

 

Por su parte, Tom sabía que debía irse. Yassmine le esperaba en casa, y ya iba lo suficientemente tarde como para zafarse con otra tonta excusa. Pero, era Bill… él le estaba pidiendo que se quedara. No, aquello estaba mal, muy mal.

 

Tom volvió sus pasos hasta donde estaba el pelinegro, y sus ojos se encontraron una vez más. Bill lucía nervioso, confundido, y poco seguro de su petición - ¿Estás seguro? – Preguntó con la expresión fría en el rostro.

 

Bill asintió, avanzando unos cuántos pasos casi por inercia, con la mirada vacilante entre los profundos y oscuros ojos de Tom, y sus dulces y carnosos labios. Se detuvo a sólo escasos centímetros de su rostro, y tras una última mirada, simplemente no pudo contenerse más.

 

Cerró sus ojos al sentir ese dulce y húmedo sabor tal y como él le recordaba. Era Tom, él chico que le había salvado en su visita a la prisión. Tom, el que le enseñó tantas cosas en la vida.

 

-Por favor, quédate – Susurró contra sus labios.

 

 

Bill dejó caer su cuerpo sobre la cama, sintiendo como Tom le seguía los pasos hasta ella. Estiró sus brazos hasta posicionarlos sobre su cabeza y desparramado cabello, aspirando el suave aromatizante a rozas y el almizcle del cuerpo de Tom, quien había alcanzado una cómoda posición entre sus temblorosas piernas.

 

Aún no lograban convencerse de que todo aquello era real. Ninguno podía asimilar que estaban nuevamente juntos… aunque sólo fuese por una noche.

 

Tom coló sus manos lentamente dentro de la ropa del moreno, subiendo su camisa hasta descubrir su plano y blanquecido vientre. Cómo adoraba sentir aquella piel, poder tocarle, besarle una vez más…

 

Sabía que jamás había podido olvidar a Bill, y ahora que le tenía tan cerca, simplemente no podía detenerse; le había extrañado tanto.

 

Detenían sus apasionados besos sólo para dedicarse un momento a observarse mutuamente a los ojos, recuperando el aliento, acariciando sus rostros, incapaces de comprender que aquella dicha era la realidad.

 

Sin dejar de mirarle fijamente a los ojos, Tom despojó de toda prenda al pelinegro que temblaba ansioso bajo él. No había imaginado siquiera en sus mejores sueños, que viviría una vez más un momento como éste, y eso le retorcía el estómago de puro y auténtico deseo.

 

El ex convicto se arrodilló sobre la cama, deleitándose con la nueva imagen que tenía frente a él. Bill ya no lucía tan pequeño y menudo como antes, y ciertamente sus caderas relucían aún más anchas y notoriamente marcadas, pero aún así no dejaba de tener es tinte de lujuria que en momentos así siempre le iluminaba el rostro.

 

Bill abrió un tanto más sus piernas, exhibiéndose descaradamente al chico con el ceño fruncido que mordía su labio intentando calmarse y no abalanzarse sobre él de una vez por todas. Tom intentaba mantenerse calmo y sereno, pero su pantalón a punto de romperse por la tensión, denotaba las ansias que compartía para con Bill.

 

El pelinegro se puso de rodillas y pegó su cuerpo contra el de Tom, contorneándose. Metió sus manos bajo la ropa del ex convicto y éste elevó sus brazos para permitirse ser desnudado. Bill no pudo evitar saborearse aquella nueva imagen del cuerpo de Tom, ahora más ancho, marcado, y un tanto más moreno.

 

Ambos con sus pantalones desabotonados, frotaban sus entrepiernas que rogaban por un poco más de libertad y atención. Tom sujetó las caderas de Bill y las presionó fuertemente contra sí mismo, logrando que Bill soltase un quejido justo contra su boca.

 

Ya no podía soportarlo más. Ésta no había sido su idea sobre cómo terminaría su última noche con Bill, pero si la vida les había llevado hasta dichas circunstancias, entonces debía ser por algo, y él no era quien para cuestionarse nada, mucho menos en el estado en que se encontraba, tan deseoso, tan extasiado con el chico que mantenía firmemente aferrado a su cuerpo.

 

De pronto Bill volteo su cuerpo y su trasero comenzó a frotar rítmicamente el endurecido miembro de Tom, quien dejó caer su cabeza hacia atrás, disfrutando de las sensaciones que recorrían su columna hasta hacerle temblar.

 

Llevó sus manos hasta sus propias caderas y deslizó sus ya ajustados bóxers, arrastrándolos hasta sus muslos con la ayuda de sus pulgares. Todo su cuerpo tembló con brusquedad al sentir la cálida sensación que emanaban las nalgas de Bill contra su polla.

 

El moreno arqueó su espalda soltando suaves y cortos suspiros, meneando su trasero hasta el punto de encajar el pene de Tom de tal forma que éste lograse rozarle directamente el pequeño agujero que se contraía y dilataba ansioso por más contacto.

 

Tom se inclinó y alcanzó uno de los hombros de Bill entre sus labios y dientes, descendiendo de la misma forma por todo el largo de su sudorosa y caliente espalda, llegando hasta aquel par de hoyuelos que se le formaban sobre la espalda baja y justo arriba de su bien formado trasero.

 

Tom relamió sus labios ante la excitante imagen mientras Bill gimoteaba dulcemente, mirándole por sobre su hombro, expectante, con el ceño contraído en delicioso placer y ansias incontenibles por más.

 

El ex convicto palmeó su trasero un par de veces hasta hacerle alcanzar un suave color rojizo, acercó su rostro y separó sus nalgas para dejar caer una abundante cantidad de saliva que se deslizó entre ellas y su ajustado agujero inquieto, para posteriormente aterrizar en pequeñas gotas sobre las blancas sábanas del lugar.

 

Tom presionaba su trasero y luego volvía a estirar de éste viendo como se empapaba de su propia saliva hasta el punto de conseguir agudos quejidos de Bill, quien sacudía rítmicamente sus caderas empujándose cada vez más contra Tom.

 

El mayor de ambos dejó sus manos descansar sobre la cama estirando su cuerpo hacia atrás, sólo lo suficiente como para permitirse disfrutar de la imagen de un extasiado Bill que presionaba su agujero ansioso contra la húmeda punto de su pene que suplicaba por poder entrar.

 

Su miembro se encontraba lo suficientemente duro y firme como para ingresar dentro del trasero de Bill sin mayores problemas, por lo que se dedicó a observar sin intervenir ni en un solo instante mientas Bill buscaba la forma de hacerse penetrar.

 

La húmeda punta presionó contra él, y no pudo evitar soltar fuertes gemidos ante el acto, sintiendo como las caderas de Tom avanzaban y retrocedían a un ritmo suave, adaptándole cuidadosamente al grosor del miembro de éste.

 

Bill arqueó aún más su espalda y consiguió el ángulo perfecto para recibir a Tom en todo su tamaño dentro de su ajustada estrechez, alcanzando un ritmo cada vez más rápido y violento; aquello se sentía tan jodidamente bien…

 

 

+++++

 

 

La suave luz del amanecer se colaba por las ventanas. Lo cierto era que no había conseguido pegar un ojo en toda la noche…

 

Todo en su vida se había complicado más y más hasta el punto de escapársele de las manos. Ahora él mismo se sentía como un maldito huracán que no podría detenerse hasta acabar con todo a su paso.

 

Su teléfono había vibrado fuera de su alcance durante toda la madrugada, y no hacía falta pensar en nadie más que en Yassmine aterrorizada, pensando en por qué su chico aún no volvía a casa, resignándose de que ya no tendría señales de Tom a eso de las 5 de la madrugada, dejando de llamar insistentemente a su celular.

 

Se sentía una verdadera mierda por todo lo que había hecho, y peor aún, por lo que debía hacer. Aún mantenía a Bill aferrado a su cuerpo, durmiendo plácidamente sobre su pecho mientras ´l le enredaba entre sus brazos, besando su nuca de vez en cuando, aspirando el aroma de su cabello como solía hacerlo antes.

 

“Antes”… cómo deseaba que ellos jamás hubiesen terminado así.

 

La vida de quien fue su pequeño niño, ahora era perfecta. Tenía a quien le amaba, y le protegía, y entonces él en su vida ya no era necesario. Tenía un trabajo de en sueños y eso A Bill le hacía feliz, y ese era otro motivo por el cual él no encajaba en la realidad de su muchacho.

 

Debía ser realista con lo que acontecía a su alrededor. Había hecho el amor con Bill tanto como sus cuerpos se lo permitieron, pero hoy, al momento de que despertase por la mañana, entonces nada sería distinto.

 

Las cosas seguirían su rumbo, y sus vidas… debían continuar.

 

Lenta y cuidadosamente apartó a Bill de sobre él, levantándose de la cama con cautela. Sería mejor que al despertar no le encontrase a su lado, pues temía de la reacción que el moreno pudiese tener al recordar todo lo que había sucedido durante la noche entre ambos.

 

Se vistió rápidamente, recogió sus cosas y entonces se detuvo un momento para observarle dormir.

 

Tom sonrió nostálgico, con los ojos empapados en lágrimas que él no quería dejar salir. Aquella sería la última vez que tendría la dicha de observar algo tan hermoso como lo era su pequeño niño; aquel que ya había crecido y madurado bastante, aquel que había tenido que llegar tan lejos y prácticamente solo… y por su culpa.

 

Jamás dejaría de culparse por haber abandonado de tal forma a Bill. Sabía que nada podía haber hecho por salir de prisión, peor hubiese dado todo por volver el tiempo atrás y jamás cometer los errores que cometió al involucrarse con las drogas que le mandaron directo al infierno.

 

-Quizás todo hubiese sido diferente entonces… - Susurró casi inaudiblemente, sonriendo mientras una lágrima resbalaba por su mejilla mientras acariciaba con la punta de sus dedos el rostro del moreno que dormía.

 

 

Había ido a Vogue lo más rápido que el maldito tráfico le permitió, y devolvió el auto a su amigo, quien no dejaba de tener ganas d platicar acerca de qué era aquello tan importante que prácticamente obligó a Tom rogar por ese favor.

 

Pero el ex convicto no tenía tiempo para tonterías; palpó el contenido de uno de los bolsillos de su chaqueta, y subió a su motocicleta con un solo destino en mente:

 

La prisión.

 

Ya casi daban las once de la mañana, y Tom sabía que ahora sólo le quedaba esperar unos cuántos minutos más fuera de esas grises paredes que se prometió jamás volvería a atravesar.

 

Chequeó por última vez el contenido de su bolsillo y todo su cuerpo tembló. No sabía cómo sentirse con todo esto, mucho menos después de lo que había hecho anoche tanto con Bill, como con Yass…

 

Pero sabía que esto era lo correcto.

 

La puerta principal de la prisión se abrió y un grupo de mujeres de diversas edades abandonó el lugar entre risas y conversaciones que Tom no alcanzaba a escuchar. Más atrás, unos cuántos metros lejos del grupo y con la mirada triste y perdida, se encontraba Yass.

 

Tom caminó a su encuentro, pero cuando ésta le vió, simplemente pudo intentar ignorarlo y seguir su camino apresurando el paso.

 

-Yassmine, por favor – Rogó por ser escuchado, pero la chica lucía tan dolida y enojada.

 

-Aléjate de mi, Tom – Dijo, y la mente del aludido sólo pudo volar a la vez en que Bill le pidió lo mismo. Hasta la voz de la rubia le sonó igual.

 

-Escúchame – Suplicó una vez más, siguiéndole lo pasos, sin querer soltarse de ella – Cielo, por favor…

 

La mujer de claros cabellos detuvo su andar y cubrió su rostro con ambas manos, soltando un lloriqueo que Tom pensó sería incontrolable. Pero poco a poco su llanto cesó y ella estuvo dispuesta a, una vez más, escuchar sus excusas sobre sus faltas, las que ahora habían sido mucho peor.

 

Tom suspiró sintiéndose terrible por todo el daño que le provocaba a su novia por sus arrebatos de aquella obsesión incontrolable que tenía con el moreno chico con el cual había decidido pasar la noche, dejándola a ella en el olvido mientras desesperada intentaba conseguir que él contestara una sola llamada.

 

-Sé que probablemente me odias en estos momentos por todo esto… - Dijo, intentando calmar un poco su culpabilidad y el asco que sentía consigo mismo por todo aquello – Y que ya no quieres seguir escuchando lo que tengo que decir…

 

Yassmine le miró con la angustia clavada en el rostro, y el pecho de Tom volvió a sentirse oprimido dolorosamente - ¿Dónde… donde estuviste anoche, T-Tom? – Preguntó, y el cuerpo del aludido se paralizó.

 

La mente de Tom voló hasta el cuarto donde dejó dormido a Bill. Voló hasta el día en que en el interior de las opacas paredes tras de él conoció al pequeño niño que le arrebató el corazón, y hasta el momento en que sus vidas tuvieron que separarse.

 

Su corazón voló hasta aquella alegría infinita que sintió al volver a encontrarle, así como también a todo lo que tuvo que pasar, sufrir, llorar, luchar consigo mismo… por comprender que sus caminos ya no estaban unidos.

 

-Eso ya no importa, Yass… – Dijo el ex convicto con lágrimas en los ojos, sintiendo como su corazón se contraía dolorosamente. Metió una de sus manos dentro del bolsillo y sacó una pequeña cajita dorada de dentro de éste, abriéndola frente a quien le observaba - ¿Te casarías conmigo?

 

 

Notas finales:

Por favor, no me odien. :(


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