Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Flashes por WinterNightmare

[Reviews - 31]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Volví tan pronto como les dije que lo haría :3 estoy intentando actualizar más seguido, planeo que así sea por el resto de Flashes y mis futuras creaciones, pero realmente no puedo prometer nada ;-;
En fin, no les aburro más y les dejo el segundo capítulo. Amor para tod@s. <3

PD: En los comentarios finales estarán las descripciones básicas de los nuevos personajes que van apareciendo en la historia.

 

 -¿Pasarás por mi hoy? – Preguntó mientras bebía otro sorbo de su infaltable café, y revisaba su correo electrónico desde su celular.

Gustav tragó lo que estaba comiendo mientras levantaba la vista en dirección a quien le hablaba – Oh, no podré hacerlo, lo siento Bill – El aludido quitó la vista de su móvil y miró con ojos de perrito regañado a su acompañante mientras éste soltaba un bufido leve – No me mires así. Sabes como es mi padre cuando no cumplo con mi palabra, y he quedado de cenar con él hoy – Tomó un sorbo de su café – Además, tu horario-

-Ugh, por favor no me lo recuerdes – Dijo haciendo una mueca de disgusto – Amo mi trabajo, pero no estoy acostumbrado a salir a oscuras de él. Me aterra la idea de que algo malo pueda pasarme.

El rubio soltó una risa incontenible y Bill le fulminó con la mirada – No seas dramático – Se puso de pie y dejó su servilleta a un costado sobre la mesa - Sólo será por hoy, ¿si? – Estiró su cuerpo sobre la extensión de aquel mueble y depositó un corto y delicado beso en los labios del moreno – Nos vemos más tarde; llámame en cuánto llegues a casa – Se despidió, abandonando la instancia.

Bill sonrió ante el gesto y continuó revolviendo su café con desatención. Simplemente no podía dejar de pensar en el agotador día de trabajo que se le venía encima; las sesiones de foto eran sólo una parte de su día, el resto se lo llevaría en quién sabe dónde.

Le encantaban las miradas curiosas sobre él, y le divertían las dudas de los periodistas y paparazis al no poder identificar del todo su sexualidad. No tenía problema con eso, y de hecho, lo utilizaba bastante a su favor.

Bebió un último sorbo y observó la hora en el reloj de vidrio colgado frente a él en una de las paredes, 10:25 y ya llegaba tarde.

Se puso de pie, cogió las llaves de su auto de sobre la mesita al lado de la puerta de entrada, chaqueta, y su infaltable bolso de mano. Echó un último vistazo a su desordenado apartamento y salió de él con la idea en mente de que ya debería dedicar tiempo mañana para asear y ordenar todo adentro.

 

+++++

 

-Y aún no logro descifrar su sexualidad – Concluyó Carl por un momento y todos dentro de la cocina rieron.

Tom ingresó a la instancia con varias cajas de víveres entre sus manos, avanzando directamente hasta el mesón de metal más cercano – Tú y tus historias, Carl, pude oírte desde que venía bajando las escaleras – Molestó, y todos volvieron a reír esta vez en compañía también de las carcajadas de Tom.

-Es en serio, chicos, Vogue está apostando cada vez más en esos chicos, o chicas que… no lo sé, en realidad ya no sé de qué son.

-¿Modelos andróginos? – Preguntó Ángela, una de las chicas que se encontraba trabajando también en el lugar, volviendo a su labor de picar verduras mientras seguía la conversación.

-Sí, creo que así se les llama – Comentó también Dreik, quien era el encargado de la preparación de carnes de todo tipo.

Carl y Tom asintieron, ambos vaciando las cajas que había traído el ex convicto minutos antes – Bien, creo que éste chico, o chica, les dará bastante dinero. Es bastante atractivo, o atractiva – Todos rieron ante su confusión y Carl también lo hizo, meneando la cabeza de lado a lado – Tiene unos ojos y una sonrisa encantadora, y se le nota un chico, o chica, agradable. Fue muy amable conmigo cuando fui a dejar su almuerzo hasta su oficina.

Tom sonrió distraído y cabizbajo ante eso, deteniendo su accionar por un par de segundos. “Ojos y sonrisa encantadora”, su mente voló hasta Yass por un instante antes de que su mente deformara poco a poco la imagen mental que se había figurado de su chica sólo para traer a un pequeño niño asustado mirándole directamente a los ojos.

Tom se sobresaltó de golpe, y soltó un pequeño chillido que distrajo a todos del tema principal de la conversación, haciéndoles voltear en silencio a ver qué le sucedía.

 Pensar tanto en Bill en menos de una semana no estaba para nada bien. Primero había sido días atrás, en la fiesta que Yass organizó en su nueva casa, y ahora en el trabajo frente a todos sus compañeros que le observaban confundidos y curiosos.

Siempre le recordaba. La imagen de aquel pelinegro siempre estaba presente en su vida para atormentarle un poco. Para sacudirle el corazón y poner su mundo de cabeza con tan sólo un recuerdo.

Pero jamás había estado tan presente como ahora.

-Tom, ¿estás… bien? – Preguntó Ángela luego de un momento, mirándole preocupada.

El aludido asintió sintiéndose un idiota – No es nada. Sólo quiero terminar con toda esta mierda ya. Son más de las nueve, ya sólo quiero llegar a mi casa y dormir – Se excusó, y todo los chicos rieron levemente, despreocupados de la actitud anterior de su compañero.

-Sí, apoyo esa idea – Comentó Dreik, alentando a sus compañeros a dejar todo listo para el trabajo de mañana de una buena vez – Larguémonos ya.

 

El tiempo transcurrió más lento de lo que Tom imaginó. Cuando el reloj marcaba las diez y veinte, al fin era tiempo de irse a casa junto a Yass. Sus compañeros de trabajo se quitaron los delantales, gorros, guantes, y todo aquello que necesitaban por reglamento para trabajar manipulando alimentos, y se despidieron de Tom saliendo por la puerta trasera de la gran compañía.

Una vez solo se sintió al fin más calmo y pudo sentarse por un par de segundos en medio de la oscuridad, pensando en qué rayos pasaba por su cabeza últimamente que le hacía volver al pasado cada vez más seguido.

Suspiró sintiéndose derrotado, tomó de su vieja mochila y las llaves de su motocicleta colgadas en el pequeño perchero de la cocina, y salió del lugar asegurándose de que todo estuviese en orden y bien cerrado.

Afuera hacía frío y parecía estar a punto de una grandiosa tormenta eléctrica, o al menos de una lluvia de los mil demonios. Debía apresurarse en llegar a casa.

Llegó hasta su motocicleta y se montó en ella, asegurando el casco sobre su cabeza. Amaba la sensación de privacidad que ese implemento le brindaba. Al ser un casco de color negro con algunas franjas de color rojizo y vidrios negros polarizados, nadie podía ver su rostro.

Nadie sabía entonces quien era, nadie reconocía a aquel desgraciado sujeto vestido con ropas semi holgadas y una chaqueta de mezclilla clara y desgastada, que arriesgaba su vida en una lucha contra la velocidad a la que manejaba y por la que su novia tanto le regañaba.

Encendió a “su bebé”, y escuchó el rugir del motor por un momento, sonriendo. Cómo le gustaba su motocicleta. Cómo amaba el sentirse realmente libre montado sobre ella, manejando sin rumbo, y por mero gusto.

Avanzó a toda velocidad saliendo de aquella especie de callejón y dobló en la esquina, encaminándose a pasar justo por en frente de la gran compañía donde trabajaba por imposición de la prisión a la que alguna vez perteneció.

No era que detestara su trabajo, pero tampoco era el mejor lugar del mundo en donde esperó rehacer su vida alguna vez.

Levantó su rostro y observó las grandes letras doradas que aún con la tenue luminosidad de la calle brillaban, y leyó – “Vogue”… debes ser un gran lugar si todos desean entrar aquí, menos yo – Soltó para sí mismo, riendo por un momento antes de volver la vista al frente y frenar de un solo golpe al ver como una despreocupada chica intentaba cruzar la calle revisando su celular.

El sonido de los neumáticos quemándose fuertemente ante el roce contra el cemento húmedo, hizo que la persona a punto de ser atropellada soltara su móvil y diera un salto atrás del susto, soltando un quejido agudo.

Tom reabrió sus ojos, los cuales había cerrado al momento de frenar por el inminente temor de atropellar a alguien y los problemas que eso le traería. Estaba por soltar una biblia de insultos por la despreocupación de la chica al ir pegada como estúpida a su celular que yacía estrellado contra el frío suelo, cuando su vista impactó contra el temeroso rostro frente a él.

Bill.

No podía ser cierto. Esto definitivamente no le podía estar pasando a él. Si ésta era otra de las malditas jugarretas de su cerebro, entonces él mañana mismo buscaría ayuda a algún terapeuta o algo que lograra hacerle volver a la realidad sin los tormentos de su pasado.

Pero no era ninguna broma. Aquello era cierto. Era Bill en carne y huesos parado frente a él, asustado, con la misma expresión temerosa con la que le encontró aquella fría noche botado en las calles donde él solía vivir.

-¿¡Qué demonios pasa por tu cabeza!? – Le gritó el pelinegro una vez hubiese recuperado el aliento que aquel casi atropello le quitó. El chico recogió su celular del suelo y pareció arder en rabia cuando vió la pantalla de éste complemente destrozada – Dios, mira lo que ha hecho tu maldita imprudencia. No puedes andar por las calles conduciendo como un loco, maldita sea – Soltó, ruborizado de ira.

Su boca entreabierta quería gritarle pues la culpa había sido de él por ir tan distraído, pero no salía palabra alguna de ella. Tom simplemente sentía un maldito nudo en la garganta que le dificultaba hasta la respiración. Él sólo quería llorar, llorar o quizás acelerar con todas sus fuerzas y alejarse de aquel lugar para nunca volver.

Era Bill. Era su pequeño niño al que nunca pensó volver a ver. Era él mismo de pie frente a él, enfurecido hasta las orejas, gritándole cosas que no alcanzaba a comprender, con las mejillas encendidas de cólera… era Bill… tal y cómo le recordaba, pero a la vez tan grande y distinto.

-¿No vas a disculparte? No te pediré que repares mi celular porque bueno… supongo que también tengo culpa por ir distraído en él y dejarlo caer… ¡pero eres un jodido salvaje! – Le gritó por última vez antes de alejarse, cruzando la calle en dirección al estacionamiento privado que Vogue dejaba a disposición de sus joyas del modelaje y más importantes clientes.

Segundos después, Tom vió un elegante Audi R8 color negro abandonar el estacionamiento, y pudo distinguir con dificultad a Bill al mando de éste.

Y entonces se quedó ahí, montado en su motocicleta, atónito y sin recordar siquiera cómo moverse.

Aún respiraba con dificultad, y al perder de vista al fin el auto del moreno, se sintió un tanto más calmo y pudo deshacerse de su casco al fin.

Llevó sus manos temblorosas hasta el tanque de gasolina de su motocicleta, y las dejo descansar ahí por un momento. El frío le calaba los huesos, pero eso ya no le importaba.

¿Qué demonios se supone que haría ahora? Con Bill trabajando bajo el mismo techo que él…

Tenía tantas preguntas, tanto miedo, tantos sentimientos revueltos y su cabeza al revés.

Pero por ahora, él sólo debía olvidar todo aquello que acababa de pasarle y manejar a casa. Yass estaría preocupada si él tardase más de la cuenta en llegar, y de seguro comenzaría a hacerle todo tipo de preguntas que Tom simplemente no quería ni imaginar.

Encendió nuevamente su motocicleta e intentó poder equilibrarse en ella. Iría a casa, dormiría un par de horas, y ya mañana todo volvería a la normalidad.

Esto no podía ser más que una maldita pesadilla.

 

 

Notas finales:

Carl: Cabello y ojos castaños. Más bajo que Tom. El payaso del grupo.
Ángela: Algunos tatuajes en sus brazos. Siempre bien maquillada. Cabello negro y siempre recogido en una coleta.
Dreik: El serio del grupo. Reservado. Más alto de estatura que Tom. Cabello rubio y ojos color azul.

No se asusten por el pronto encuentro de ambos, eso no quiere decir de que quede poco en la historia. <3

¿Qué les pareció? ¿Qué creen que pasará ahora? :o


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).