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Amor Retorcido por NataLilo-chan

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Notas del capitulo:

Siguen las desventuras en la vida de Iwa-chan.

Los acontecimientos de este capítulo suceden el día después de la partida de Hinata y su hermanita, pero antes de recibir buenas nuevas de Parte del pequeño cuervo.

 

 

Los personajes le pertenecen a su autor Haruichi Furudate.

Poco antes de recibir noticias de Hinata y su familia, tuve que alistarme para ir al colegio, sería tedioso y doloroso, ver a todos mis compañeros, compungidos por la derrota pero también, teniendo la esperanza de que los kouhai's, puedan dejar en lo más alto, el nombre de Aobajōsai en un futuro. Aunque había algo que realmente me perturbaba, eso era: El inevitable encuentro con Oikawa. Durante ese fin de semana no nos comunicamos, solo le envié un par de mensajes a Hanamaki e Issei, para saber cómo se encontraban, ambos respondieron solo con emojis sin sentido, pero también, quedamos de juntarnos en algún lugar, a lo que me negué, era ineludible que invitaran a Oikawa, a pesar de saber que posiblemente se encontrara con la novia, decidí que lo mejor era no acercarme. Además de que estaba compartiendo con Hinata y Natsu-chan.


A pesar de todos los conflictos y malos entendidos de los días anteriores, ese lunes inexplicablemente me levanté de buen ánimo, pensé:- Quizás sea bueno que pueda practicar un poco, creo que le pediré al entrenador me deje seguir entrenando, claro, sin descuidar los estudios, después de todo, era un alumno becado. Amaba entrenar, era lo único hasta ese momento que me hacía olvidar mis problemas, temores y dolores. Hacía que mantuviera mis sentimientos lejos de Oikawa, eso, me hacía sentir vivo.

Me alisté por la mañana, como de costumbre me levanté a buena hora, tomé una ducha, había arreglado mis cosas la noche anterior, era extraño, pero de cierta manera ya no sentía ese vacío en la casa que había sentido por tanto tiempo, recuerdos del fin de semana compartido con Hinata y su hermanita inundaban mis recuerdos y me hacía añorar un hogar, como antaño, cuando mis padres compartían felices sus mañanas juntos, o simplemente el recordar cómo mi madre me hablaba para que me levantara, que el desayuno ya estaba listo- cosas como esas- me gustaría revivirlas, o al menos me hubiese gustado. Estos dolorosos pensamientos no arruinaron mi buen humor matutino, le envié un mensaje a Hinata dándole los buenos días, recuerdo que Oikawa era quien todos los días me enviaba un mensaje de las mismas características, Esa era quizás, una de las cosas que más amaba de él, pues, siempre tenía ese gesto, podría ser poco, pero me hacía sentir taaan feliz cada vez que lo hacía. Sin esperarlo, mi teléfono vibró, pensé que era Hinata quien me había respondido, hasta que vi el remitente: 

Oikawa Tooru
-Buenos días... Iwa-chan-.

Mi corazón dio un saltó, me esperaba cualquier cosa, menos esto, me quedé en blanco y los nervios empezaron a tomar el control de mi cuerpo, con dificultad tragué lo que tenía en la boca, sin esperarlo, mi teléfono volvió a vibrar, ésta vez revisé el remitente y me paralicé.
No sin dificultad abrí el mensaje:

-Tenemos que hablar-.

Eso fue todo. No hubo más palabras. Mi corazón se estremeció, los recuerdos se hicieron inminentes en mi mente, el verlo enfurecido, sus palabras crueles, el que yo le daba asco, todo, mi mente hacía eco de ese momento, no pude articular ningún movimiento por algunos segundos, revivía todo lo ocurrido, una y otra vez, solo atinaba a mirar mi teléfono, por si escribía algo más, pero nada de eso ocurrió. Me había levantado a buena hora, todo iba bien, y de un momento a otro, me quedé quieto y en silencio, casi acurrucándome por el miedo y el temor de lo que pasaría. No es que temiera ser golpeado por Oikawa, es solo que no tenía fuerzas para enfrentarlo y que repitiera sus crueles palabras una vez más, mi corazón no lo resistiría. Sin darme cuenta, se me había pasado la hora, llegaría tarde ese día, como en mucho tiempo no había ocurrido.

Solo una vez, cuando quedamos de que él me pasaría a buscar para irnos juntos, cosa que no ocurrió porque la novia de turno lo interceptó, según él, camino a mi casa, yo me quedé esperándolo largo rato, por ese entonces, ya me había hecho consciente de mis sentimientos, por ello me quedé esperando como un idiota, al final me di por vencido y me apresuré a llegar a la escuela. Me preocupó el que él no llegara, pero al entrar al salón, hablar con el sensei y disculparme y verlo sentado en su banco, me enfureció de sobremanera. Desde entonces, nunca volví a aceptar que me pasaría a buscar, desde ese día odié a cada novia que tenía, pero sobretodo, a él por no cumplir con sus promesas, no me había fallado nunca, con nada, incluso desde que vivo solo, y a pesar de que él evitaba tocarme el tema, siempre sacaba algo de la manga, para hacerme olvidar mis problemas, incluso así, yo no era capaz de abrir mi corazón y decirle lo que sentía. Jamás he sabido ¿Por qué?.

Nunca pude decirle nada a él, quizás fuese porque lo conocía tan bien, que a pesar de que trataba de subirme el ánimo se encontraba tan hastiado conmigo que solo hacía lo que sus padres le pedían. Ellos eran buenas personas, desde el comienzo de los problemas de mis padres, me invitaban persistentemente a su casa, puede que ellos supieran lo que ocurría y trataran de protegerme, a su manera claro está, me invitaron a vivir con ellos cuando mi madre decidió abandonarme, a lo que me negué, no quería ser un estorbo en la vida de Oikawa, menos de sus padres. Ya habían cuidado lo suficiente de mi, como para causarles más molestias. Aunque siempre estaban al pendiente de mi. De vez en cuando paso a visitarlos y saber ¡cómo están!

Al darme cuenta de la hora, tomé mis cosas, el teléfono lo tenía apretado en la mano, sin soltarlo y sin saber si responder o no, me dirigí al colegio, apresurando el paso, tenía la mente llena con cosas de Oikawa, desde que éramos niños, siempre lo admiré, creo que me pasaba algo parecido a lo de Hinata y Kageyama, pero en mi caso, admiraba el esfuerzo que ponía en cada uno de los entrenamientos, él no era un genio, por ello entrenaba el doble, incluso el triple de una persona normal, por su afán de sobreponerse a la superioridad de talento con la que otros contaban, esa era otra de las cosas que más me gustaban de él, creo que desde que lo conocí, quedé prendado de él, era un chiquillo quisquilloso y malcriado, pero fuerte y luchador, solo con el tiempo empecé a notar cuánto había cambiado físicamente, cuando las hormonas empezaron a alborotarse, no negaré que una mano amiga fue bastante eficaz en esos momentos. Al recordar esto, un dejo  de vergüenza se hizo notar en mis mejillas.

Sin darme cuenta alguien me estaba esperando frente al colegio y logró sacarme de mis pensamientos, vestía el mismo uniforme, su cabello achocolatado, su gran estatura que sobrepasaba la mía, sentí como mi corazón se detuvo por unos segundos, se me cortó la respiración, quedé sin aire, mi rostro pasó de un sonrojo leve, por la rapidez con que había caminado, a pálido en cosa de microsegundos, era él... Oikawa Tooru, con el ceño fruncido, como pocas veces le había visto, a pesar de todo, pensé que se veía realmente hermoso. Me quedé viéndolo un par de segundos, mientras más me acercaba hacia su persona. Me sorprendió, pero él fue el primero en romper el silencio-.

-Buenos días- dijo, el oír su voz, fue como un golpe eléctrico, que despertó cada uno de mis sentidos y me hacía sentir que estaba entre las nubes-.

-Ah, sí, buenos días- respondí en un susurro y casi tartamudeando.

-¿Por qué tardaste tanto?- ¿Acaso no dije que teníamos que hablar? Dijo esto con una cara malhumorada, y con el ceño aun más fruncido. Eso no lo hacía ver menos atractivo pensaba para mi mismo.

Su actitud me molestó un poco. Éste no es momento ni lugar para hablar- estaba por decirle, cuando los recuerdos de la tarde del viernes, se agolpaban en mi mente, mi corazón se estrechó un poco, me gustaba que me hablara,  casi de manera casual y como normalmente hacía, pero su manera me estaba molestando, estaba siendo arrogante y altibo, lo sabía bien, lo conocía mejor que nadie y podía reconocer a la perfección cada pequeño cambio en su voz, o en su manera de actuar, estaba molesto, yo lo sabía, pero no podía articular palabra, normalmente lo habría golpeado por detenerme en la entrada del colegio justo cuando estaba llegando tarde, pero en estos momentos, no podía reaccionar, me quedé quieto, solo pude salir de mis pensamientos gracias a un par de chicas, fans de Oikawa, que llegaban tarde. Se venían acercando, haciendo un gran alboroto al verlo parado ahí, frente a todos, con una actitud molesta en su rostro. Agradecí sobremanera por primera vez en mucho tiempo la existencia de éstas molestas chicas.

-Creo que ahora no es mo-momento de hablar, podemos hacerlo más tarde- Le dije, para salir del paso. Dicho esto, no me quedó de otra que correr y dejarlo a él con sus fans, no sé qué mirada tendría en su rostro, porque en todo momento me quedé mirando el suelo. Yo no era débil ni cobarde, pero su actitud me aterraba a niveles inimaginables, me angustiaba el solo hecho de que pudiera repetir aquéllas crueles palabras dichas la tarde del viernes. No sé si me giraron a ver, solo sabía que si me hubiese quedado un rato más con él, la situación podría haberse tornado incluso más incómoda, si ya de por sí, el ambiente estaba tenso, unos segundos más, habría empeorado todo, eso sin duda.

Al llegar al salón,  Me disculpé con el sensei, gracias al cielo me dejó entrar, pero no me esperaba que todos me quedaran viendo y nuevamente palidecí,  mis músculos se contrajeron y comencé a sudar frío, Pensé que quizás Oikawa le habría contado a todo mundo lo ocurrido después de nuestra derrota a manos de Shiratorizawa, pero me sorprendió cuando Jun-el chico que se sienta en el banco frente a mi me dijo- Lamento la derrota que tuvieron, sé cuánto tú y Oikawa y todos en el equipo añoraban ir al torneo Nacional- Al oírlo no hice más que dejar salir un largo suspiro, al fin me había calmado un poco. Solo respondí- Gracias, de verdad que era nuestro sueño, pero no pudimos cumplirlo, al fin y al cabo algunos sueños, son solo eso. Tal parece que al decirlo mi rostro dejaba ver gran aflicción, ya que todos voltearon a verme. No tuve más opción que ponerme de pie, haciendo una reverencia y decirles -Gracias a todos, por apoyarnos siempre-. todos en el salón aplaudieron, sentí cómo las lágrimas se agrupaban en mis ojos, pero no podía permitirme el lujo de llorar. Me emocionaba el hecho de que todos vibraran junto a nosotros y compartieran nuestros sueños, de verdad agradecía de corazón ese gesto por parte de mis compañeros de salón! Luego de unos minutos emotivos, el sensei nos hizo entrar de lleno a las lecciones. Oikawa no se hizo presente durante las clases, durante las primeras horas no supe nada de él, hasta que a la hora del almuerzo, recibí un mensaje de su parte diciendo que nos encontráramos después de las actividades del club, a la salida norte del gimnasio. Sabía que tenía que hablar con él. y el momento sería Hoy lunes, a la tarde.

Las clases se me hicieron eternas, mi mente estaba llena de cosas de Oikawa, pensaba en lo que iba a decirle, me estaba preparando mentalmente para todo. Al final del día, las clases al fin se acabaron. Cuando me dirigía al gimnasio, una voz que me traía mucha nostalgia y miles de recuerdos dulces, pero a la vez me hacía recordar pasajes olvidados de mi mente. Me hizo mirar en su dirección, especialmente cuando dijo: Hajime- Estaba llamando a mi nombre, me estremecí, hacía tanto que no la oía, hacía taaanto tiempo que añoraba con volver a escucharla que mi corazón se llenó de una alegría que no había sentido en años, muchos años, tantos que apenas la recuerdo, al verte no pude evitar notar que los años habían envejecido tu rostro, pero te veías tan feliz, que me hacía sentir esa calidez que sentía cuando niño, cuando me hablabas que me levantara, que el desayuno estaba listo.

-MAMÁ- dije en un susurro- mi corazón tamborileaba, ¡no sabes cuánto te eché de menos! Quería tanto verle, que quise lanzarme a sus brazos como cuando era pequeño, y llorar, buscando refugio cuando tenía problemas. Eras la única que me entendía y me aconsejaba. Me abrazabas fuerte y me pedías que resistiera,que nada podía ser tan malo, y con un beso en la frente terminabas consolándome y dándome fuerzas para superar cualquier cosa. Pero algo me detuvo. Quería verla, es cierto, pero de la alegría de verla en un primer momento, mis sentimientos pasaron a la nostalgia y amargura, sabía que aquéllos días de mi niñez jamás volverían y no había modo de retroceder el tiempo.

Ella me quedó mirando, como adivinando mis pensamientos, era una mujer realmente perceptiva, siempre sin decirle una sola palabra descubría lo que me pasaba, su rostro se veía envejecido, pero seguía siendo una mujer hermosa, muy distinta a mi, que pareciera que nací con el ceño fruncido. Mis compañeros en Primaria, hacían bromas con ello todo el tiempo, Oikawa era quien iniciaba las bromas, por ello empecé a golpearlo, luego eso se volvió un mal hábito.

-Tanto tiempo sin verte Hajime-chan- Me dijo con una solitaria sonrisa, si bien se veía feliz, había un dejo de soledad y vacío en su rostro, sentí que algo la atormentaba, pero no me atreví a indagar, estaba desconcertado con su presencia. Jamás dejé de atesorarte mamá. Mi corazón se afligía con solo verla. Mis recuerdos eran engañosos, la mujer que estaba frente a mi, me había abandonado. Me dejó solo en el momento que más la necesité. Las veces que quise algun consejo, no había nadie a quien pudiera recurrir, quería oír la voz de un adulto, que se me aconsejara, que me guiara, pero no había nadie en aquélla casa vacía que alguna vez fue un verdadero hogar. Quería recriminarle el hecho de que ya no me mirara a la cara las últimas veces que compartimos en silencio, pero las palabras se quedaron atragantadas en mi garganta, ¡Quería gritarle por qué me había dejado solo por tanto tiempo! En ese tiempo me llené de angustia, la ira y la rabia llenaban mi corazón, quería una explicación de su parte.

-¿Por qué ahora? fue lo único que logré emitir-.
Noté cómo dio un leve respingo, no era una mujer alta, más bien era de contextura pequeña, por ello se me hizo fácil notarlo, además de que no era buena mintiendo ni engañando. La quería y me moría por abrazarla, la veía tan frágil, ¿Siempre se vio de esa forma? Cuando ocurrió lo de mi padre ¿Se veía así?, Tal vez porque aun era un niño y quizás por la ayuda de los Oikawa, jamás noté lo frágil que podía ser. Solo ahora puedo notar, lo protegido que fui en ese entonces. Más en deuda me sentía con la familia Oikawa. Pero quería saber el ¿Por qué? ¿Por qué me abandonó y me dejó atrás?
Mi madre que siempre rebosaba una sonrisa en su rostro, que vestía un delantal rosado cada vez que la veía haciendo las labores del hogar, y que tarareaba alguna canción de su artista favorito, esa mujer fuerte que me protegía y me hacía sentir seguro, estaba parada frente a mi, con una sonrisa vacía, pero feliz, la notaba perturbada, con su mirada viendo hacia el vacío, fija en dolorosos recuerdos, mirándome como diciendo, ¡te quiero tanto hijo! ¡te eché tanto de menos!. ¡Perdóname por lo que pasó!. O eso fue lo que quise creer, lo que vino después, fue como un balde de agua fría. Sentí que había sido apuñalado por la espalda por segunda vez, por la persona que más quería.

-Tenemos que hablar Hajime- Fue lo único que respondió. Su mirada de repente se tornó fría. Un sudor helado empezó a recorrer mi espalda. Quedamos que después de la práctica me reuniría con ella en casa. Su casa. Me olvidé por completo de Oikawa. Mi madre era prioridad en ese momento. Todo lo demás podría esperar.

Durante la práctica estuve poco atento, la aparición repentina de mi madre, me había hecho olvidar todo. Si bien aun podíamos entrenar, solo podría ser durante esa última semana, Fue lo que dijo el entrenador.- debía aprovecharla lo máximo posible. El entrenador se quejó de mi comportamiento, me disculpé y quedé en que después de terminar haría otras cien vueltas alrededor de la cancha, a lo que el entrenador dijo: Que sean cincuenta, después de todo, siempre has sido uno de los miembros más responsables que ha tenido el equipo. En eso quedamos, al terminar hice las cincuentas vueltas, me sentí desfallecer, pensé que era por sobreesforzarme, incluso vomité, pero creo que dejé salir toda la tensión acumulada. Issei se me acercó preocupado, era un buen compañero y amigo. Además, él era quien tenía las llaves del gimnasio. Le dije- No pasa  nada, ya estoy bien y me dejó ir.

Oikawa, por primera vez había abandonado el gimnasio antes que los demás, supongo que tenía prisa por hablar conmigo, pero yo no tenía tiempo que perder, hacía tanto que no veía a mi madre, que no me importó dejarlo plantado. Olvidé enviarle un mensaje haciéndole saber lo que pasaba, esperaba que en un futuro lograra comprenderme.

Me fui tan pronto terminé de realizar mi castigo, apenas me metí al vesturio y medio me vestí, y salí corriendo en dirección a mi casa. Como en mucho tiempo, habría alguien ahí, esperando mi llegada. Algo que había añorado por años.
Al llegar, noté que la puerta estaba sin seguro, y podía oler a la distancia: comida casera. Mi corazón 
se estremeció.

-Estoy en casa- dije apenas entrar. Mi madre salió desde la cocina para darme la bienvenida. Hablamos de cosas triviales mientras terminaba de preparar la cena. Una vez lista nos sentamos a la mesa. Como hacía mucho, no disfrutaba de comida tan sabrosa hecha por otra persona. Al terminar la cena, y dejar todo limpio y en orden, ella al fin decidió mostrar su verdadero rostro. Nunca pude imaginar que todo había sido un show de su parte. Una gran actuación. Mi madre con el tiempo se había vuelto muy hábil para engañar a los tontos ilusos como yo.

-Hajime-comenzó diciendo- estoy aquí hoy, porque necesito que sepas, que me casé nuevamente-Al decir esto, hizo una breve pausa, su rostro se veía dolido y conpungido, quizás por los recuerdos del pasado- después del divorcio con tu padre, lo pasé muy mal, y esa persona fue un gran pilar para superar todo el dolor que sufrí con ese animal. 
No me sorprendió, creo que alguna vez vi a ese sujeto, pero nunca crucé palabras con él. -Además- prosiguió- Quiero vender ésta casa, tendrás que irte en no más de una semana- Tu padre, también volvió a casarse, pero él no hubiese querido vender, pero como la escritura está a mi nombre, después de lo que pasó, él tuvo que darme la casa en compensación, para que quitara los cargos en su contra. De igual modo, el juicio en su contra prosiguió y no tuvo más remedio que estar seis meses en la cárcel. Decía todo esto con un dejo de satisfacción. Él no tiene ningún derecho, así como tú tampoco, lo siento querido, pero tendrás que dejar la casa. 

-Dejar la casa- eso me hizo eco. Tiempo atrás había decidido que dejaría este lugar al terminar la escuela, pero para eso aun faltaban 4 meses. Esta mujer solo estaba pensando en ella. La ira y la impotencia comenzaron a apoderarse de mis sentidos, pero aun tenía la fuerza para retenerlos dentro de mi. 

Se hizo un largo silencio, ella no decía nada, ni siquiera me estaba mirando, como por aquéllos días antes de que se fuera.  No sabía cómo reaccionar, su actitud había sido tan engañosa, me paralicé. La ira amenazaba por estallar dentro de mi, ella no había ido a verme ni a pedirme perdón, menos a tratar de solucionar las cosas del pasado. Solo la movía la ambición, el momento en que se refirió a mi padre me dolió tanto, era como si ella lo hubiese planeado todo, para que cada cosa pasase como quería. Me sorprendía el descubrir cuán maquiavélica podía ser la mujer que estaba sentada frente a mi. O ¿es que sus caricias y arrumacos siempre fueron mentira? Sus abrazos, y sonrisas, todo eso fue falso? Jamás le interesé realmente? Quién es el monstruo que está sentado frente a mi. Quien después de tanto tiempo sin vernos solo me habla de vender la casa en la que vivo solo, porque ella me abandonó a mi suerte, sin siquiera preguntar cómo he estado? Qué ha sido de mi vida solo por tanto tiempo.? Mi mente se llenaba de interrogantes que no podrían ser respondidas, la furia, la rabia y la pena se mezclaban para dejarme con el corazón hecho trizas. Me moría de ganas de verla, después de todo, siempre deseé que al menos viniera y me llevara con ella. No me interesaba la casa, si teníamos que vivir bajo un puente,o vivir de los desechos de los otros, nada me interesaba, solo si era posible el vivir con ella. Mi madre. Pero la persona que tenía frente a mi, era alguien que desconocía.
En cosa de segundos, La furia al fin estalló y miles de cosas hacían eco en mi mente.

-¿QUÉ?- Le dije casi en un sonoro grito. Cómo es eso de que venderás la casa? Dónde se supone que viviré si aun no termino la escuela. Además de que en Aobajōsai prohibían que los estudiantes trabajasen, de qué me iba a mantener? Todo este tiempo no había pensado en esas cosas, cada mes recibía una mesada o eso era lo que creía. La que hacía rendir de manera casi milagrosa, hasta el próximo mes.

-Tu padre tendrá otro hijo, y no podrá enviarte dinero como hasta ahora, así que tendrás que dejar la escuela y arreglártelas por ti solo, ya eres lo suficiente mayor para hacerlo-Me soltó sin vergüenza alguna-. ¿Cómo que mi padre me ha estado enviando dinero?, todo este tiempo pensé que había sido ella la que aun me mantenía, mi dolor se agudizó al darme cuenta que nunca tuve una madre sino que un ser infernal me había parido. Un ser sin corazón que planeó con descaro el arresto de mi padre, a él no lo justificaré, porque nada justifica la violencia, pero qué hay de ella? Ella era una arpía, así como lo hizo con mi padre, cuando ya no lo necesitó, de igual forma había hecho conmigo, cuando me abandonó, ahora solo estaba dando el golpe de gracia.

-¡No me iré de esta casa, no antes de terminar la escuela!- le solté por fin, su cara se tornó burlona.-No tienes derecho a quedarte aquí. Serás mi hijo, pero no puedes vivir gratis en ella, ¿sabes? Ese hombre, idiota el hombre, además de enviarte dinero, me pagaba una mensualidad por dejarte vivir aquí. A pesar de que no tiene lazos de sangre contigo, siempre estuvo al pendiente de ti. Poo~bre tipo sin vida- Decía esto haciendo una mueca en su rostro, sentí la sangre hervir e irse a mi cabeza. -¡Maldiciooón~! No hables así de él! Ten consideración, alguna vez en tu puta vida por los sentimientos de los demás! ¡Desgraciada mujer! Destruiste nuestras vidas sin importarte nada1 Te dije que no me iría, y no me iré, de eso puedes estar segura, tú y toda tu mierda pueden irse al diablo, si ya lo hiciste antes, esta vez te costará menos. ¿Por qué  no te vas de una buena vez? ¡No quiero mirar tu rostro de arpía, maldita mujer! ¿En serio me pariste? Por qué no te vas con tu marido, de seguro que con él te la pasas mejor que estando aquí! Probablemente cuando te canses de él, le harás lo mismo que a mi padre!

-él no es tu padre, y lo sabes- me remarcaba haciéndome enfurecer aun más. Sentía el rostro arder, probablemente estaba rojo hasta las orejas-. La sangre me hervía, sentía impotencia por no poder hacer ni decir nada más, cada vez que intentaba decir algo, ella me remarcaba lo contrario haciéndome sentir tan miserable, que me destruía el corazón en mil pedazos.

-Me da lo mismo que no tenga lazos de sangre con él. Su cariño es más que suficiente para mi- Lo respeto y a pesar de todo lo que ocurrió con ustedes en el pasado, es más que suficiente para mi saber que siempre me estuvo cuidando, a diferencia tuya-. Fue lo único que pude decir, tratando de contener mi cólera.

-Aaa~aah que flojera- por eso terminé aburriéndome de él, tienes el mismo problema, ese sentimentalismo pobre, me harta.-Eres una desgraciada-. En el momento en que estaba diciendo esto, oí que se abrió la puerta de la cocina y alguien me azotaba sendo puñetazo en el rostro. No me dio tiempo de reaccionar, mi cara fue a dar contra el suelo frío, de ese lugar, que hace mucho, mucho tiempo había sido un hogar cariñoso lleno de colores y alegría.
Eso es lo único que necesitaba para terminar por enterrar todos esos bellos y oscuros recuerdos vividos en esta casa. La que fuera mi hogar, ya no lo sería más.

-Respeta a tu madre decía una voz ronca, que no había oído antes- Lo más seguro es que se tratase del marido.

-Querido, no te manches las manos con quien no lo merece, date cuenta, es solo un chiquillo sin modales, una pobre cosita, que añora el calor de hogar- Decía esto con un tono burlón en sus palabras que me hería hasta los huesos.

-El día que ella se canse de ti, me voy a reír como si no hubiera un mañana-. No esperes que esta mujer de corazón gélido pueda querer a alguien, se cansará y te botará como un trapo viejo-Así como lo hizo con su marido y su hijo en el pasado. 
Ya lo hizo una vez, dos o tres incluso seguir así de por vida, para ella no será nada. Solo que el tiempo se encarga de cobrar todas y cada una de las cosas que hacemos, el día que envejezca, sola y sin nadie, sabrá por fin lo que sufrieron los demás a quienes causó tanto daño.

El hombre no me dejó seguir y me dio una patada directa en las costillas, no sé cuántas veces lo hizo, ella por su parte solo se quedó callada, su silencio, me hería más que todos los golpes que estaba recibiendo. Supongo que de no ser por haber practicado deporte desde muy chico, todos sus golpes habrían tenido efecto mucho más temprano. Al final, tirado en el suelo, comencé a sucumbir ante el dolor, me sentía sin aliento, me costaba respirar. Finalmente, quedé inconsciente, incapaz de moverme, e incapaz de defenderme ante sus agresiones, pero sobre todo, incapaz y frsutrado por no notar antes, la mierda de mujer que me había parido.

A la mañana seguiente, desperté con mucho dolor en las costillas, pero parecía, que no tenía ninguna rota. Esa mañana también, recibí noticias de Hinata, todo estaba marchando bien. Eso me alegraba el negro corazón que aun palpitaba en mi pecho con mucha amargura. Ese día no asistí a la escuela, a pesar de que sentía que no tenía costillas rotas, apenas y era capaz de moverme. Tomé coraje y le escribí a Oikawa, disculpándome por fallar a su encuentro. Nada más enviar el mensaje recibí su respuesta:
-Tu madre estuvo en mi casa anoche...

Sospecho que habló contigo...

Solo eso podría tener más prioridad, que hablar conmigo-.

-Hablemos durante la semana, no podemos dejar que pase más tiempo- Eso fue lo último que escribió...

No hubo más mensajes de su parte, menos de la mía. Algunos de mis compañeros de clase, llamaron para saber de mi estado, solo les dije que no me había sentido bien y por ello no había ido a clases. También algunos chicos del club, especialmente los Kouhai's me sorprendí a mi mismo riendo, (Con mucho dolor) Por cada uno de sus mensajes. Solo le daba gracias al cielo, por su existencia.

Al anochecer, recibí un mensaje de Oikawa, pensé que habíamos quedado de hablar durante la semana, pero éste, solo decía que quería hblar conmigo a más tardar pasado mañana.
No quise enviar algún mensaje, ya era tarde.
Todas las cosas que ocurrieron en los últimos días me tenían hecho un trapo, a ratos sentía que mi corazón dejaba de latir- Mejor así- me decía frustrado por el dolor y la pena. Seguí pensando, sin querer, en el último mensaje de Oikawa. él no era del tipo de cambiar las cosas a último momento, por ello se me hizo extraño que ésta vez lo hiciera. Finalmente, el sueño y cansancio me vencieron.

Mañana será otro día.

Pero ese mensaje, no es otra cosa más que malos momentos para Iwa-chan ¡¿Quién diría que esto solo era un presagio a lo que seguiría después, pero con muchas más devastadoras consecuencias?!

Notas finales:

Estamos llegando al importante suceso que cambiará la vida de Iwa-chan por completo.

 

Una vez más, muchas gracias! :)


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