Frustración.
El placer invade mi mente y mi cuerpo, llenándolo con una sensación indescriptible, escuchar los gemidos del pequeño rubio bajo mío, hace que la temperatura de mi cuerpo se eleve aun más, escucho el pequeño palmeo que se deja tras el choque de mi pelvis con sus glúteos, no puedo para mis gemidos de placer.
Al tiempo que mis estocadas se vuelven fuertes y desesperadas, siento como el nudo fuertemente atado en mi estomago se aprieta aun más, entre el éxtasis que estoy sintiendo, puedo apreciar como Cloud eleva sus caderas y un gemido ahogado sale de sus labios, mientras el corrimiento cálido se esparce en mi abdomen, lo sigo unos segundos después, desatando placenteramente aquel nudo.
Mis dos horas se me pasaron volando después de eso, siento como si no hubiese podido compartir más tiempo con Cloud, y eso es algo que me desmotiva un poco, pero si miro el lado positivo, entre más rápido termine la misión, mas pronto podre verlo; con esto en mente me despido de él, regalándole un dulce pero pasional beso en los labios, y me dispongo a subir al helicóptero, no sin antes regalarle una sonrisa y guiñarle pícaramente el ojo, me encanta ver como se sonroja.
Dentro del helicóptero se encuentra el mayor miembro de SOLDADO, sí, por supuesto que hablo de Sephiroth, quien me mira de manera extraña, tiene una sonrisa un tanto perturbadora en los labios. –¿Sucede algo, señor general?
-En absoluto, solo me divierte ver que te lleves tan bien con aquel novato. –dice mientras cierra los ojos, y sonríe sutilmente.
-Bueno, no tanto como tú te llevas con Génesis. –Abre los ojos rápidamente, clavando en mí esa mirada penetrante e intimidante que tiene.
-Génesis… ¿Cómo lo sabes? –pregunta sereno, pero con intensidad, inconscientemente trago saliva, siento un poco de arrepentimiento por lo que acabo de decir.
-Bueno… él, ya sabes… me lo dijo. –Digo con inseguridad, rascando nerviosamente mi nuca.
-Y… ¿Qué te dijo exactamente? –Pregunta, cerrando nuevamente los ojos, y suspirando por lo bajo.
-Mmm… dijo algo como, que él era tuyo, y tú eras de él… -Desvío mi mirada hacia el paisaje que se abre ampliamente frente a mí, hasta que una fuerte carcajada invade el lugar, Sephiroth se está riendo y no sé si sentirme divertido o asustado.
-Eso suena como algo que él diría. –reía por la nariz, esbozando una sonrisa cálida en el rostro, parece estar recordándolo.
-Aunque… parecía algo distante cuando le hablé de ti. –Su sonrisa se borró al instante, y sus ojos reflejaron una pizca de dolor, créanme, estoy asustado por ver al imponente general así.
-No nos hemos visto mucho últimamente, muchas misiones, poco tiempo, temo que esté enojado conmigo… -suspira ampliamente, mientras su cabeza se echa hacia atrás y su cabello platinado cae a un costado.
-No creo que esté enojado, más bien, tu también le hagas falta… ¿Por qué no pides un tiempo? No creo que te lo nieguen después de tanto trabajo; sin embargo si así lo hicieran siempre está disponible la opción de escaparse un rato ¿No? –digo sonriendo hacia él, me siento extraño al animarle a Sephiroth, pero puedo entender cómo se siente, el querer ver a alguien sin poder conseguirlo.
-Sí… tienes razón. –dice mientras su cabeza vuelve a su posición normal, cerrando sus ojos sonríe, parece recordar aquel peculiar pelirrojo.
Siempre me he preguntado el porqué siempre tienen que asignarme una misión junto a una persona increíblemente fuerte, ya sea en esos tiempos Angeal, Génesis o Sephiroth, creo que está más que claro que ellos solos son capaces de manejar cualquier cosa, pero de pronto tengan un motivo oculto…
No es que realmente me interese los planes ocultos de Shin-ra con tal de que no le hagan daño a las personas que amo, nuevamente, todo estará bien, no soportaría saber que a Cloud, Aerith o a mis padres les haya ocurrido algo por culpa de Shin-ra, perdería la poca cordura que me queda.
Pensando esto, el viaje se me acortó más de lo que esperaba, llegamos a un lugar en donde nuca había estado, las casas estaban desoladas, las calles destrozadas, y un mal presentimiento se acomoda fugazmente en mi corazón e instinto.
Sephiroth parece de igual manera que yo, está empuñando fuertemente a Masamune, su ceño está levemente fruncido y se nota su concentración, lo imito, poniéndome en guardia, y proseguimos a explorar el lugar.
A final del camino, encontramos una grieta gigantesca, seguido de una cueva completamente oscura, algo me dice que no debemos entrar en ese lugar, pero aun así, ese es nuestro deber, según lo que entendí, este lugar tiene una alta cantidad de mako, por lo cual debemos averiguar qué tan viable es el crear un reactor por estos lados, sin mencionarla seguridad.
Deja mucho que pensar que este pueblo esté abandonado, pero eso no me concierne a mí, deben averiguar el por qué, por supuesto, pero supongo que esa tarea la ocupará, Tseng y los demás turcos… la cueva se siente fría y lúgubre, me pone los pelos de punta, sin embargo el general parece igual que siempre, me pregunto como hará…
Una luz centellante llama nuestra atención, y nos dirigimos ahí a paso firme pero cauteloso, al llegar nos encontramos con una planta mako, brillando en todo su esplendor, de distintos colores, Sephiroth se agacha ante ella, y coloca un dispositivo para medir la cantidad.
Mientas tanto me doy una paseo, observando detalladamente cada grieta, hasta que algo me llama la atención de entre una de las grietas, un color distinto estaba posado ahí, con inseguridad paso mi mano suavemente sobre esta, pero la luz pasa sobre mi mano, indicándome que la luz no proviene de ahí, dirijo mis ojos hacia donde está el verdadero lugar.
Una roca incrustada en el techo difumina una tenue luz, hipnotizándome y guiándome hasta ella, me vuelvo ajeno a mí alrededor, todo aquello que estaba pasando, la resonante voz de Sephiroth se perdía en eco en mi cabeza, mis dedos acariciaban suavemente la superficie, siento una descarga en mi cuerpo, y mi mente vuelve a la realidad cuando la mano de Sephiroth se posa en mi hombro.
-¿Qué sucede? –Pregunta, mirándome fijamente con esos penetrantes ojos.
-Nada, solo sentí que esta cosa me llamaba. –señalo con el dedo pulgar, a la piedra brillante incrustada en el techo.
-¿Te llamaba dices? –Sus ojos se fijan en la piedra, mientras sus manos siguen el camino de las mías.
Un sonido estruendoso nos saca de nuestras casillas, proveniente de nuestras espaldas, salimos en la búsqueda de la causa, y nos llevamos una amarga sorpresa, los cadetes que estaban cuidando la entrada y el pueblo están sin vida, corro hacia ellos, verificando lo que más temía, una carcajada estruendosa resuena en eco por el pueblo, poniéndonos alerta.
-¿Quién eres? –Pregunta Sephiroth, con total calma, mientras que yo, estoy tan enojado que no se si pueda detenerme a preguntarle su nombre amablemente.