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One More Night por Bloqued 1

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Notas del fanfic:

Los personajes de Kuroko No Basuke no me pertenecen, son propiedad de Tadatoshi Fujimaki.

La canción "One More Night" no me pertenece, es propiedad de Adam Levine y la banda Maroon5.

Este fanfic esta escrito por fans y para fans, sin fines de lucro.

Notas del capitulo:

"Me preguntaron sobre las drogas, yo les hable de ti."

 

-Anonimo-

Habíamos terminado hacía unos meses atrás. Tengo que admitir que la convivencia ya no era lo mismo, definitivamente era un asco. Él no aguantaba más mi carácter testarudo y despreocupado y yo ya no podía escuchar su chillona voz sin salirme de mis casillas y mandarlo al demonio. ¿Para qué seguir una relación así? Nos amábamos, sí. Pero no nos soportábamos. Decidimos probar el vivir en departamentos separados pero sin dejar de ser novios, tal vez simplemente no estábamos hechos para vivir juntos y compartir tanto tiempo. Pero tampoco funcionó, el no dejaba de llamarme en todo momento pidiéndome atención y yo no dejaba de llamarlo cada noche que sabía que salía a beber con gente de la agencia, por temor a que me engañara; asi que, aunque fuera en la distancia y a través de un aparato, las discusiones seguían presentes en nuestra relación.

Un día llegamos a nuestro límite y decidimos vernos en su departamento, aquel en el que habíamos vivido cerca de cinco años de relación y donde las paredes habían visto más momentos malos que buenos. Entré con la copia de la llave que aún tenía guardada, creo que por simple nostalgia. Él estaba sentado en el living, con los pies sobre el sillón y las rodillas flexionadas, rodeando las mismas con sus delgados brazos. Dio un pequeño salto cuando me vió que me hizo reír, se aclaró la garganta para disimular la vergüenza y con un ademán de su cabeza me saludó. No le di mucha importancia a la falta de comunicación que había entre nosotros, había sido asi desde los últimos dos años. Dejé mi chaqueta de cuero negra sobre uno de los sillones y me senté en el mismo, apoyando mis codos sobre mis rodillas, adelantando un poco mi cuerpo. Entrelacé mis dedos y lo miré fijamente.

-Ya es hora, ¿verdad?- me dijo con resignación en su dorada mirada. No era necesario contestarle, lo habíamos hablado por teléfono no más de cuarenta minutos atrás.- Supongo que es así como querías que terminara todo.

-¡¿Ah?!- la decepción mezclada con arrogancia que rebalsaba por su mirada me hizo tensar el cuerpo, no por nervios, sino por furia.- ¿Estás insinuando que es mi culpa?

-¿Acaso es mía?- preguntó con fingida incredulidad levantándose de su lugar y posando su pálida mano sobre su pecho. También me levanté para quedar frente a él, con el ceño fruncido y los dientes apretados.

-Nunca dije eso.

-Pues es como sonó.

-Solo escuchas lo que quieres escuchar, como siempre.

-¡¿Qué?! ¡Eres un maldito hipócrita si afirmas eso!- exclamó antes de arrojarme un almohadón a la cara que no pude esquivar por la sorpresa del ataque.

-¡¿Hipócrita?! ¡Siempre te he dicho las cosas como son!- exclamé fuera de mí. Sentía unas terribles ganas de romperle la cara en ese mismo instante.

-¡Nunca me dijiste que te molestaba tanto que estabas a punto de dejarme!- gritó casi aguantando el llanto, lo sabía porque la voz se le había quebrado en algún punto de aquella exclamación.- ¡Ahora ya sé por qué decidiste que vivamos por separados!

-¡¿Qué diablos estas insinuando, Kise?!

-¡Me estabas engañando, ¿verdad?!- gritó esta vez con lágrimas en los ojos, arrojándome de nueva cuenta otro almohadón a la cara. Ese si pude esquivarlo con facilidad.

-¡¿Qué?! ¿Engañándote? No entiendo de qué mierdas estás hablando, idiota.

-¡No te hagas el desentendido! ¡Simplemente confiesa de una maldita vez asi ya puedo terminar contigo de una puta vez! ¡Bastardo! ¡Maldito Aominecchi!

Aquella había sido la última discusión que tuvimos antes de romper definitivamente como pareja. Esa tarde habían volado platos, tazas, almohadones, portarretratos y zapatillas; todas dirigidas hacia mi seguidas por frases como “eres un maldito bastardo” o “ojalá te quedes solo como el maldito que eres” o “te di todo y asi es como me pagas, basura” y todo ese tipo de frases que solo una mujer despechada diría. Yo intentaba parar todos los ataques que podía pero lo que más me dolió, pues volví a mi departamento con un chichón del tamaño de Júpiter, fue cuando me arrojó el portarretratos que tenía nuestra primer foto juntos, una foto que nos sacamos el mismo día que nos pusimos a salir. Mientras seguía resistiendo los golpes de todas las cosas que Kise me arrojaba, yo pensaba como diablos habíamos llegado a esa instancia donde simplemente nos decíamos frases de odio sin remordimiento alguno solo por dejarnos llevar por la ira. Al ver que no le estaba prestando mucha atención, pues estaba pensativo mirando aquella foto que ahora se veía distorsionada por lo astillado que estaba el vidrio del portarretratos, me tiró con su celular y cuando me giré para vociferar unas cuantas maldiciones, él estaba desapareciendo por la puerta de su habitación.

Sin soltar el portarretratos me encaminé hacia la puerta de la que alguna vez había sido nuestra habitación y donde Kise había desaparecido tras un fuerte portazo. Intenté abrirla pero le había puesto el seguro. Suspiré y me apoyé contra la madera de color blanco que me separaba de mi ahora ex novio.

-¿Ves a lo que me refiero?- le dije a la puerta sabiendo que el rubio idiota estaba del otro lado oyendo todo.- No podemos seguir asi. Esta no es nuestra primera pelea fuerte.

-¡Fue tu culpa que yo reaccionara asi!- gritó del otro lado, se le notaba que estaba llorando.

-Solo estoy intentando que podamos estar tranquilos los dos ¡Maldita sea, Ryouta! ¿Qué no te das cuenta de que estamos mal?

-Yo no estoy mal, tu estas mal Daiki.

Suspiré resignado, ya no tenía caso seguir hablando. No iba a hacerme caso. Me alejé de la puerta y la miré con nostalgia, aquello no era fácil para mí pero era lo mejor, ya no podíamos seguir lastimándonos asi, la costumbre nos estaba matando, no nos dejaba ser como realmente éramos cuando empezamos a salir. Me di media vuelta y me dirigí a la puerta del departamento para marcharme, todo se había terminado tal y como quería, aunque me había dejado un mal sabor en la boca.

-No te atrevas a volver, maldito bastardo.- oí antes de cerrar con fuerza la puerta detrás de mí, haciendo un enorme escándalo. Podía quedarse tranquilo, no tenía intenciones de volver a cruzarme con él.

 

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You and I go hard at each other like we’re going to war.

You and I go rough; we keep throwing things and slamming the doors.

You and I get so damn dysfunctional; we stuck keeping score.

You and I get sick; yeah, I know that we can’t do this no more.

(Tú y yo somos duros el uno con el otro como si fuéramos a la Guerra.

Tú y yo somos rudos; seguimos arrojándonos cosas y golpeando las puertas.

Tú y yo somos tan malditamente disfuncionales; seguimos sumando puntos.

Tú y yo nos enfermamos; sí, sé que no podemos seguir con esto.)

 

Habían pasado dos meses desde que habíamos terminado, de vez en cuando yo compraba revistas y su imagen aparecía para desarmar mis horas pero no era nada grave, nada que un arduo día de trabajo en la comisaria no curara. Estuve con varias mujeres en esas semanas, más que nada para satisfacer mi necesidad egoísta pero no me era suficiente, algo me faltaba; asi que siempre terminaba en algún bar gay, seduciendo algún joven y llevándolo a mi casa para pasar la noche. Aun asi, tampoco era suficiente, mis manos necesitaban otra cosa, no podían coincidir con la piel que estaban tocando; mis labios y lengua no podían acostumbrarse a los nuevos sabores que yo les estaba imponiendo, por alguna razón algunas veces hasta se rehusaban a besar la boca ajena.

‘Algo no está bien.’, pensé mientras leía el periódico y tomaba mi café matutino, como hacía cada día libre que me tocara en la semana. Algo me tenía inquieto, algo me decía que ese día no sería como cualquier día libre que haya tenido antes. Como si fuera adivino, mi celular vibró sobre la mesa, al lado de mi plato con comida. Lo abrí y casi se me cae el vaso con agua de la mano cuando veo de quien era aquel mensaje.

 

De: Kise

“Aominecchi, te extraño. Veámonos.”

 

Corto, conciso, sin rodeos. Tal cual como había sido la primera vez que me citó para decirme que le gustaba. Por alguna extraña razón un nudo se formó en mi garganta y perdí el apetito, mis manos temblaban y mi mandibula estaba tensada. Mi ex, mi ex me había mandado un mensaje diciéndome que me quería ver. ¿Qué debía hacer? ¿Debía contestarle? ¿Ignorarlo? ¿Aceptar su invitación? Me sentía estúpido por comportarme como colegiala pero no podía evitarlo, fueron cinco años de relación y dos meses no eran suficientes para superarla.

Antes de cometer cualquier estupidez, consultaría con mis amigos, tal vez ellos podrían aconsejarme mejor asi yo no hacía el ridículo. Pero antes de que pudiera hacerlo, otro mensaje hizo vibrar mi teléfono entre mis dedos, era Kise de nuevo.

 

De: Kise

“No me malinterpretes. Sinceramente solo quiero hacerlo contigo, no encuentro nadie que me lo haga como tú lo hacías.”

 

¿Qué no encuentra a nadie? ¿Ya había estado con otras personas? Bueno, yo no era nadie para hablar sobre ello, yo también había terminado en brazos ajenos a los suyos, pero por alguna razón me sentí celoso, molesto por imaginarme a ese idiota gimiendo otro nombre que no fuera el mio. Mi orgullo estaba dolido y yo no podía dejarlo asi. A la mierda los consejos de mis amigos, haría lo que se me diera en gana y le demostraría a ese rubio idiota que nunca más iba a poder librarse de mi ni del placer que mi cuerpo le brindaba.

Tecleé rápidamente una respuesta donde le decía que viniera a mi casa en una hora ya que era mi día libre y sin más cerré el aparato. Junté los platos, tiré la comida que no pude ingerir por la sorpresa del mensaje y me fui a duchar. Me vestí con lo mejor que tenía en mi ropero y me bañé en aquella colonia que sabía que lo volvía loco. Exactamente una hora después de nuestra corta “conversación” por mensajes, el timbre de mi departamento sonó y con mano temblorosa abrí la puerta. No me dio tiempo a saludarlo, se abalanzó sobre mí, dejando caer su bolso en la entrada y obligándome a retroceder con sus brazos rodeándome el cuello y sus labios danzando sobre los míos. No sabía de qué iba todo eso pero no me negué, rodeé su cintura con mis brazos para luego tomarlo por el trasero y llevarlo a mi cama.

Aquella tarde y por primera vez en dos meses, mis labios, lengua y manos se sentían a gusto con lo que estaban saboreando y tocando. La piel de Ryouta se sentía exquisita, más que antes y sus gemidos y suplicas eran música para mis oídos. Lo preparé a medias y lo penetré como nunca antes lo había hecho, moviéndome en su interior sin siquiera esperar a que se acostumbrara a mi intromisión. Él no dejaba de pedirme que lo hiciera más fuerte, más rápido, más salvaje y yo ya no sabía en qué maldita posición ponerlo para que pudiera sentir mi hombría hasta el fondo. Estuvimos haciéndolo durante cinco horas, sin pausas ni remordimientos, lo habremos hecho unas seis o siete veces y a mí me sorprendió la facilidad con la que Kise se levantó de mi cama como si nada para vestirse y retirarse de mi departamento después de despedirse.

-Nos vemos pronto, Daiki.- me dijo con una sonrisa lasciva después de besar la comisura de mis labios, como tentándome.

Luego de ese encuentro, tuvimos diez más, todos durante mis días libres. Y otros tres que habían sido en un hotel, cuando a mí no me tocara trabajar de noche. No me molestaba tener actividad sexual tan seguido, se sentía bien liberar la frustración del trabajo de esa manera, pero por alguna extraña razón me molestaba que el sexo entre nosotros fuera tan frio, sin palabras previas ni palabras durante el proceso del coito. Ryouta ni siquiera me miraba a la cara cuando lo hacíamos, siempre me pedía hacerlo de espaldas o cerraba los ojos cuando yo estaba sobre él, con sus piernas sobre mis hombros. Y a mí eso me molestaba, me irritaba, me dolía, porque poco a poco, con cada encuentro que conllevaba una caricia o un beso lleno de lujuria, mi corazón latía con locura, diciéndome que viejos sentimientos enterrados estaban despertando nuevamente.

-No voy a dejar que eso pase de nuevo.- me dije a mi mismo esa tarde, cuando volvía del trabajo. Sabía que el rubio llamaría, por alguna extraña razón, conocía a la perfección mis horarios a pesar de que los había cambiado cuando terminé con él. Entré a mi hogar y me dejé caer sobre el sillón para tomar mi celular del bolsillo y escribir un rápido mensaje que solucionaría mis problemas, o al menos eso era lo que yo pensaba.

 

Para: Kise

“Ya no podemos vernos, tengo a alguien más. Lo siento. Nos vemos.”

 

Si, era una mentira. Sí, me hizo parecer un idiota. ¿Pero qué más podía decirle? ‘Hola, no quiero seguir viéndote porque estoy enamorándome de nuevo de ti, lo siento.’; eso no me parecía mejor en esta situación. No podía permitir que el supiera lo débil que era, lo mal que me traía esta relación enfermiza de ex novios que no pueden despegarse porque el sexo entre ellos era simplemente increíble. Una vibración sobre el sillón me sacó de mis cavilaciones, él había respondido.

 

De: Kise

“Oh, vamos Aominecchi. Una última vez y luego nos despedimos para siempre. Una pequeña infidelidad no te mandará al infierno.”

 

¡Maldito sea ese rubio que siempre hace lo que quiere conmigo! No era mentira lo que decía, no me iba a ir al infierno por ser infiel, pero es que tampoco tenía a alguien a quien serle infiel, había mentido para sacármelo de encima y su respuesta ahora me hacía sentir más idiota que antes. Si no me iba al infierno por una infidelidad, seguro me iba al infierno por haberle seguido el juego a ese estúpido modelo.

Esa noche nos encontramos en su departamento e tuvimos un sexo increíble de dos horas seguidas. Salía de la ducha, pues debía volver a mi hogar para trabajar al día siguiente, cuando un almohadón chocó contra mi cara de forma brusca.

-Pero, ¿qué demon…?

-¡Vete y no vuelvas!- me gritó Kise desde la cama entre lágrimas, tapándose con las sabanas.

-¿Qué?- no entendía que había pasado en esos minutos en los que yo me estaba sacando el olor a sexo de mi cuerpo.- ¿Qué diablos pasa contigo?

-¡Vete con tu nueva pareja y no vuelvas a hablar, bastardo!

Casi desnudo salí del departamento de Ryouta, con mi camisa y campera en mano. Él había arrojado mi billetera y mis llaves al pasillo antes de cerrar la puerta. ‘Es un maldito loco.’, pensé mientras recogía mis cosas del piso y me cambiaba antes de que algún vecino me viera en esas fachas. Esa noche decidí que definitivamente era la última vez que íbamos a tener esos encuentros.

 

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But, baby, there you go again; there you go again making me love you.

Yeah, I stopped using my head, using my head; let it all go.

Got you stuck on my body, on my body like a tattoo.

And now I’m feeling stupid, feeling stupid crawling back to you.

(Pero, bebé, ahí vas de nuevo, ahí vas de nuevo haciéndome amarte.

Si, dejé de usar mi cabeza, de usar mi cabeza; dejándolo ser.

Te tengo pegado a mi cuerpo, a mi cuerpo como un tatuaje.

Y ahora me siento estúpido, me siento estúpido arrastrándome de nuevo a ti.)

 

Habían pasado dos semanas desde aquel incidente y yo ya estaba a punto de olvidarme de mis sentimientos cuando un nuevo mensaje del rubio apareció en mi teléfono, pidiéndome perdón y rogándome que nos viéramos una vez más. Maldición, me iba a volver loco. Un día me odiaba, al otro me rogaba por sexo, ya no podía pensar claramente. No le contesté, hasta apagué el aparato hasta el otro día y cuando lo volví a prender, tenía más mensajes de él pidiendo perdón y diciéndome lo mucho que me extrañaba y necesitaba estar conmigo en la misma cama, compartiendo un momento de lujuria y pasión. ¿Es que acaso todos los ex se comportan así? Leer las suplicas de aquel modelo histérico hicieron que la piel se me erizara, recordando lo besos y caricias que me había dado en mi cuello y brazos mientras lo hacíamos. En realidad, esas sensaciones no se me habían ido desde aquel día en que dije que iba a ser la última vez y ahora eran más fuertes, más notorias en mi piel que no dejaba de recibir escalofríos por parte de mi espina.

No fui a la comisaria ese día, me reporté enfermo. Y en cuanto me cambié de ropa, tomé las llaves de mi moto y me subí a ella para ir a la casa del rubio con una erección del tamaño de La Torre de Pisa. Me sentía un idiota por volver a caer en la trampa de aquel juego estúpido que el rubio había propuesto entre nosotros pero ya no me importaba más nada, mi piel extrañaba el contacto de la suya, su calor; tenía tatuado el nombre de ‘Kise Ryouta’ por todo mi cuerpo. Ya no me importaba si lo volvía a amar como antes y el solo me usaba, solo quería sentirlo de nuevo.

-Creí  que estabas en pareja.- me dijo cuándo me abrió la puerta.

-Terminamos.- le contesté y me abalancé sobre el para besarlo como nunca lo había hecho. Sus labios eran tan dulces y suaves, eran una droga para mí y mi lengua que no dejaba de acariciarlos con locura. Como pude me saqué la chaqueta de cuero y la tiré en algún lugar del pasillo para tomar las nalgas de Kise y subirlo a mí para llevarlo a la habitación en menos de un segundo.

 

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So I cross my heart and I hope to die,

that I only stay with you one more night.

And I know I said it a million times,

but I only stay with you one more night.

(Asi que espero morir y juro

que solo me quedaré contigo una noche más.

Y sé que lo dije un millón de veces,

pero solo me quedaré contigo una noche más.)

 

Lo tiré de bruces al colchón y comencé a desvestirme hasta quedar en ropa interior, me acerqué a la cama y comencé a gatear entre las piernas de mi ex novio hasta quedar sobre él, con sus piernas rodeando mi cintura. Lo volví a besar, con más intensidad, enterrando mi lengua en su boca como si quisiera llegar a tocar su garganta. Él rodeó mi cuello nuevamente con sus brazos y apretó mi cabello con sus dedos para poder besarme con la misma ferocidad. No podía soportarlo más asi que le saqué la remera blanca y el pantalón de algodón gris de un solo tirón, dejando al descubierto aquel cuerpo que estaba haciendo que perdiera el juicio. Le besé los labios, la mejilla, el lóbulo de su oreja y la base de su mandibula. Quería comérmelo en ese instante, devorarlo hasta que ya no quedara más nada de él.

-Despacio, tigre.- me dijo con tono burlón. Bufé contra su clavícula, no iba a dejar que el me dominara más de lo que lo estaba haciendo hasta ahora. Mordí su hombro, dejando una marca que le recordara quien era el que mandaba en esa extraña relación y luego bajé a su pecho para jugar con sus pezones, sabía que esa zona era sensible y no iba a desaprovecharla.

Mi lengua dibujaba círculos alrededor de aquella protuberancia rosada que estaba totalmente erecta e hinchada, como si en cualquier momento fuera a expulsar algo. Ryouta se removía debajo de mí con los ojos cerrados y las manos cerradas en puños que apretaban las sabanas a los lados de su cabeza. Me dediqué a darle atención al otro pezón que no había tocado aun y fue ahí cuando lo escuché.

-Ao-Aominecchi… Aaah… Hazlo… Métemela…- dijo el rubio idiota entre jadeos. Levanté mi cabeza de su pecho para mirarlo con incredulidad, mi boca estaba entre abierta, dejando salir un poco de saliva, y mis ojos estaban abiertos como dos platos enormes. ¿Había oído bien? ¿Ni siquiera lo había preparado y ya quería que lo penetrara? ¿Podría ser posible que…?

-No hace falta que me prepares, Aominecchi…- dijo como contestando mis dudas y se sacó el bóxer rosa para mostrarme que su entrada y pene ya estaban totalmente mojados, listos para la acción.

‘Bastardo.’, pensé molesto. El muy maldito ya sabía que yo iba a terminar cediendo y se preparó antes de que yo llegara para apresurar el trámite. Miren que ser tan meticuloso, pero esto ya era hilarante. Tensé la mandibula y respiré hondo, esta vez, de verdad, sería la última vez. Aquel egocéntrico y estúpido modelito me estaba tomando por idiota, se estaba burlando de mí cada vez que me llamaba para tener sexo y yo como el idiota que soy, caía de lleno en su trampa. Cumplí sus órdenes y sin aviso metí mi erección en su ya dilatada entrada. Se sentía increíble, después de dos semanas de no haber hecho nada con él ni con nadie, aquella sensación de calidez y opresión sobre mi pene se sentía espectacular. Pero no se lo diría ni en ese momento ni nunca, asi que en silencio, conteniendo mis jadeos de placer, comencé a penetrarlo tan fuerte que creí que iba a romperlo en dos. El por su parte no dejaba de gemir y apretar las sabanas entre sus dedos, de vez en cuando se mordía el labio inferior intentando contener un gemido más fuerte que los otros pues yo sabía que había llegado a rozar su próstata. Estuvimos asi cerca de una hora y media hasta que me cansé de aguantarme y acabé en su interior.

Esa noche me quedé a dormir con él y por alguna razón me sentí seguro de mí mismo cuando me levanté la mañana siguiente y le dejé una nota diciéndole que ya no nos veríamos más pues yo ya no quería ser un juguete más para él.

 

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Try to tell you no,

but my body keeps on telling you yes.

Try to tell you stop,

but your lipstick got me so out breath.

I’d be waking up

in the morning probably hating myself.

And I’d be waking up

feeling satisfied but guilty as hell.

(Intento decirte que no,

pero mi cuerpo sigue diciéndote que sí.

Intento decirte que pares,

pero tus labios me dejan sin aliento.

Me despertaré

en la mañana, probablemente odiándome a mí mismo.

Y me despertaré

Sintiéndome satisfecho pero culpable como una mi****)

 

Habían pasado dos días desde aquel “ultimo” encuentro, cuando Ryouta apareció en la puerta de mi departamento. No pude reaccionar a tiempo, pues él no me dio alternativa. Se tiró sobre mí, haciéndome caer al suelo y comenzó a besarme tan desaforadamente que pensé que iba a quedarme sin aire. Sus labios desprendían un extraño sabor a cerezas, algo que hizo reaccionar a mi lengua la cual los acarició con la punta para probar aquel nuevo sabor que estaba en una boca tan familiar. Para suerte de mis pulmones, Kise se separó de mis labios y comenzó a bajar hasta la hebilla de mi pantalón. Mi corazón se detuvo y mis ojos se abrieron de par en par cuando me di cuenta de lo que quería hacer.

-N-No.- atiné a decir cuando sentí sus labios presionar el glande de mi semi erección.

-No te niegues, Aominecchi.- me dijo antes de lamer la punta de mi pene con la punta de su lengua.- Sé que te gusta cuando hago esto.

Y acto seguido se llevó todo miembro a su boca de una sola vez, apretándolo con sus mejillas y moviendo su lengua en círculos sobre la punta. Maldito sea, me estaba debilitando. Me mordí el labio inferior para no darle el placer de oír mis jadeos, no iba a dejar que siguiera haciendo lo que quisiera con mi cuerpo.

-T-Te dije que… y-ya n-no ve-veríamos… Kise…

-Ni tú te lo creíste cuando escribiste esa nota, Daiki.- me dijo para después darle una lamida a mi pene.- ¿Cuántas veces dijiste lo mismo?

Tenía un punto y yo no podía negarlo. Me había atrapado.

 

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But, baby, there you go again; there you go again making me love you.

Yeah, I stopped using my head, using my head; let it all go.

Got you stuck on my body, on my body like a tattoo.

And now I’m feeling stupid, feeling stupid crawling back to you.

(Pero, bebé, ahí vas de nuevo, ahí vas de nuevo haciéndome amarte.

Sí, dejé de usar mi cabeza, usar mi cabeza; dejándolo ser.

Te tengo pegado a mi cuerpo, a mi cuerpo como un tatuaje.

Y ahora me siento estúpido, me siento estúpido arrastrándome de nuevo a ti.)

 

Nuevamente me dejé hacer como un idiota, dejándome llevar por sus caricias y besos, por su perfume y la calidez de sus palabras cuando me decía que me extrañaba aun cuando me había visto un par de horas atrás. Sabía que era una mentira, una muy bien pensada para que yo me quedara a su lado y no lo dejara, cumpliendo sus caprichos sexuales cada vez que él quisiera. Asi que cerré mis ojos y relajé mi cuerpo, dejando que el cuerpo de Ryouta se volviera uno con el mío.

Me sentía un idiota pero no podía negarlo más. Todos estos encuentros solo habían logrado que mi amor por él se volviera más fuerte y se me hiciera más difícil dejarlo de una vez por todas. Aun con el sobre mí, me desvestí, ahí en plena entrada, y lo abracé, afianzando más aquel beso que sabía solo era el comienzo de una enfermiza relación que solo se acabaría cuando él decidiera que ya había tenido suficiente. Se despegó de mí por unos minutos solo para deshacerse de su camisa mientras yo acariciaba sus muslos por arriba del jean.

-Vamos a la habitación.- le dije resignado pero con una sonrisa. Y sin negarse se paró para salir caminando como si nada a mi cuarto. Lo seguí mientras me desprendía los botones del jean y entraba a la habitación, cerrando la puerta detrás de mí. Aquella iba a ser una larga noche.

 

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So I cross my heart and I hope to die

that I only stay with you one more night.

And I know I said it a million times,

but I only stay with you one more night.

(Asi que espero morir y juro

que solo me quedaré contigo una noche más.

Y sé que lo dije un millón de veces,

pero solo me quedaré contigo una noche más.)

 

Volteé mi cabeza hacía mi mesa de noche cuando el ruido de un rayo me despertó; eran las cuatro y media la mañana. Intenté moverme pero tenía un leve peso sobre mi pecho que me lo impedía, Ryouta estaba sobre mí, abrazándome, durmiendo plácidamente. Reí con ironía. Otra vez había perdido ante mis deseos bajos contra aquella piel que me volvía loco cada vez que la tocaba. Acaricié con delicadeza sus hebras doradas, intentando no despertarlo, pero no tuve mucho éxito.

-¿Juras que será la última vez?- me dijo con una sonrisa mientras se acomodaba sobre mí, abrazándome con más fuerza.

-Lo juro.- le contesté con sarcasmo.- Y espero morirme después de  eso.

-Si es que no te mato yo primero.- comentó para luego besarme en los labios y encender el motor en mi para una nueva ronda.

Notas finales:

Bueno... No se qué decir realmente jajajaja Tenía ganas de escribir un AoKise hace muuuuuuuuuucho tiempo y de repente me acordé que tenía esa canción de Maroon5 en la compu y bueno, mis dedos se movieron solos jajajaja

Espero les haya gustado porque siendo sincera, sé que no soy muy buena haciendo songsfics. Si algo no esta bien, hay algun error, por favor diganmelo que quiero evitar el ridiculo, más de lo que lo estoy haciendo jajajaja

En los rw son libres de escribir lo que quieran, acepto hasta patadas voladoras, no se repriman al escribir!

Y, creo que eso es todo jajaja Perdon si me rio muy seguido pero es como que no puedo creer que haya terminado este fic en una noche, ya no estoy dentro de mi, sean pacientes!

Nos vemos en otro fic corto o en mi fic de AoKaga! Sayounara!


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