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Escapando de la vida real por Agus Chan 17

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Entreabrí mis ojos, sombras unidas en los rincones con forma de humanos se movían a su propio ritmo, ajenas a la melodía. Las personas a mi alrededor bailaban unos pegados a otros, frotando sus cuerpos con desesperación, sin vergüenza o pudor.  La música sonaba tan fuerte que podías perderte en tu propio mundo sin preocuparte por el exterior. Esto ya era cotidiano para mí, salía a bailar todos los fines de semana, cada sábado. Muchas veces lo hacía solo, sin amigos, para olvidarme de mi vida o mis problemas. Bailar era como la escapatoria para todo.

Cerré con fuerza mis ojos, olvidándome de todo, dejando que la voz del cantante me invadiera los tímpanos

<< Searching for the cure on the floor>>

 ‘’We found us, us. In this club, club’’ pronunciaba al unisonó con el cantante haciendo ligeros y suaves movimientos con mi cuerpo, sintiéndome completamente libre en aquella pista de baile. Siendo yo, sin barreras ni obstáculos, simplemente yo.

Había bailado cerca de unas 8 canciones que tenían un ritmo bastante acelerado, ¡estaba agotadísimo! ¡Necesitaba algo que tomar! Me encamine hacia la barra, sacudiendo con mi mano los mechones salvajes que se me pegaban a la frente a causa de la ligera capa de sudor. El chico que servía los tragos se acerco a mí y con amabilidad me pregunto qué quería de beber. Pedí un Daiquiri de frutilla, él me sonrió y se dio la vuelta un momento, dejándome apreciar esa figura. Tenía un culo de infierno, una espalda ancha y unos brazos musculosos ¡por dios!.. Se volteo nuevamente hacia mí y mientras preparaba mi trago me guiño un ojo, y yo… bueno… yo me derretí.  Era de esos hombres bien moldeados. Llevaba una camisa blanca ajustaba al cuerpo que le sentaba jodidamente bien. Tenía unas hermosas fracciones, tan varoniles.  Sus ojos eran azules, pero no esos azules comunes, eran profundos, como un océano, con un brillo intenso, remarcados por unas largas pestañas negras.  Su pelo era oscuro, con algunas ondas revoltosas  que le caían sobre la frente y los costados dándole un bello contraste a su piel clara haciéndolo ver todavía más sexy.

-Toma, bombón…- dijo tendiéndome mi trago sobre la barra, volviendo a guiñar un ojo.  Yo solo le sonreí de forma coqueta y tome mi vaso, rozando su mano con mis dedos al tomarlo. Con una sonrisa encantadora en su rostro se alejo para atender a los demás clientes,  le di un gran sorbo a mi trago y luego otro y luego otro más, hasta terminarlo. Era una pena que estuviera trabajando. Di media vuelta y me dirigí nuevamente a la pista de baile. Busque lugar entre el gentío hasta que pude acomodarme y comencé a bailar. En lo parlantes resonaba, una de mis canciones favoritas, así que no me costó nada tomarle el ritmo rápidamente.

Intentaba concentrarme en el ritmo de la música pero no podía parar de mirar de reojo hacia la barra, buscando a aquel muchacho de ojos intensos, hace menos de media canción estaba ahí, frente a mí, mirándome. ¿Se había ido? ¿Dónde estaba?...  Suspire, decepcionado, creí que al menos podríamos charlar un poco… y no sé… quizás hasta llegaríamos a bailar… intente distraerme en un intento desesperado pero no pude conseguirlo, mi mente no dejaba de reflectar las imágenes del desconocido.

Sobresaltado tense mi cuerpo al sentir una grandes manos posarse en mi cintura y un cálido aliento chocar en mi nuca. Un ligero hormigueo me recorrió la espalda mientras sentía el cuerpo detrás de mí pegarse contra el mío y los leves movimientos de caderas que hacía, yo me deje hacer y mi cintura sola fue cogiendo el ritmo de la suya, ahora la música nos guiaba.

-¿Me extrañaste, Bombón?- Pregunto una voz ronca y sexy, sus palabras me invadieron los tímpanos y se adentraron en mi cuerpo. Otro hormigueo volvió a recorrerme la espalda, poniéndome la piel de gallina. ¡Era él! ¡El muchacho de la barra! ¡Ojitos intensos estaba bailando conmigo!... ¡Santo dios! Los nervios me estaban comiendo vivo... ¿qué hago? ¡¿QUÉ HAGO?!... Tú solo Síguele la corriente… ¡¡¡Si, eso!!! Seguirle la corriente.

Tragando saliva y ocultando todo rastro de nerviosismo, respondí -No más de lo que tú a mí, cariño-Puede sentir su suave risa sobre mi oreja, era exquisita. ANOTACIÒN. Sigue así. ¡Sensual!

Nuestros cuerpos siguieron bailando juntos, subiendo y bajando, dándonos ligeros roces sin llegar a mayores. En ningún momento nos miramos a la cara, solo podíamos sentir el cuerpo del otro contra el propio, los roces incitantes y seguidas las risitas cómplices. Una gota de sudor bajo por mi rostro hasta mi mentón. Quería más que solo unos pequeños movimientos de cadera, hacia más de 5 meses que no salía de fiesta, y mucho menos de haber bailado con un hombre tan sexy.

La canción We found us comenzó a sonar en la pista nuevamente. Sonreí de lado ante la loca idea que me había cruzado la mente, al fin y al cabo ¿qué podía perder? Nadie me conocía aquí, nadie sabía nada de mí. Nadie podría señalarme o juzgarme. NADIE. Ni siquiera el dios griego que bailaba pagado a mi cuerpo. Eso era lo bueno de irse a bailar kilómetros más lejos del lugar donde vivís.

Soltándome de su agarre en mi cadera, me di media vuelta, quedando frente a él sin dejar de bailar. Una de mis manos viajo hasta su cuello y la otra la deje descansando a uno de mis costados. Era unos cuantos centímetros más alto que yo, pero no demasiado. Recorrí su rostro con la mirada. Sus cejas pobladas y bien peinadas. Sus largas pestañas oscuras. Sus ojos profundos como un océano. Su nariz un poco aguileña. Y, al fin, llegue a su boca, ¡Por todos los santos de esta tierra! Esos labios estaban hechos para pecar, carnosos, teñidos de un color rojizo, sexys, ¡jodidamente sexys! Debía ser alguna tentación del diablo.

Dejando atrás todo rastro de vergüenza o pudor, remarque mis labios con mi lengua, humedeciéndolos, incentivándolo. Sus ojos se oscurecieron todavía más, si es que eso era posible, mientras que sus manos viajaron a mi trasero y me atrajeron con fuerza contra su cuerpo. Acerco su rostro a mí cuello dejándolo solo a unos centímetros de distancia. Podía sentir como mis latidos iban en aumento, como la adrenalina empezaba a correr en mis venas y el calor se acumulaba de forma imprevista. Poso suavemente sus labios en mi cuello y luego entreabrió sus labios. Me lamio el cuello y lo mordió con ternura pero a los segundos se alejo. Se separo de mí por completo y me tomo la mano. Comenzó a arrástrame entre la gente hacia una puerta cercana a los baños, no me dio tiempo de decir algo cuando ya habíamos entrado en aquel lugar, era como una especie de armario de limpieza,  solo que mucho más amplio y sin artículos de limpieza. Casi podría jurar que era una habitación… Pero… ¿qué haría una habitación en un boliche? había un colchón de unas dos plazas en medio del lugar y unas dos maletas negras en las que se podía ver algunas prendas masculinas saliendo de los costados. . La música se escuchaba muy poco pero seguía ahí, ni siquiera sabía que existían sitios así. Levante la vista en busca de la mirada de mi acompañante, intentando recibir alguna respuesta por su parte…-¿Qué es esto?- pregunte, confundido. Él solo sonrío de lado y se acerco a mí acorralándome contra la pared, colocando una de sus manos cerca de mi cadera y la otra por encima de mi hombro  mi sangre iba subiendo el nivel de su temperatura de nuevo, el solo hecho de tenerlo tan cerca me calentaba.

-Esto… bueno, esto, podría decirse que es mi habitación temporal, veras…- Hizo una pausa antes de seguir, como si estuviera dudando el decirme o no. – He tenido un par de problemitas en estos últimos meses y como soy amigo del dueño de este boliche, me ha dejado vivir aquí… por un tiempo a cambio de atender la barra.-

-¡Ufff! ¡Y yo que creía que era un sector de violación o algo así! ¡Qué alivio!- Sonreí nervioso…

Él volvió a mirarme a los ojos, creando un revoltijo en mi bajo vientre. ¡Por dios!

-Volviendo a lo de antes…- dije, inclinándome para besarlo pero él se alejo. Fruncí el entrecejo, ¿qué coño le pasaba a este tío, ahora porque no quiere besarme?

-No te enojes, cariño- respondió mordiéndome el cachete con ternura- te quiero ahí- dijo señalando el colchón con una sonrisa.

Yo solo asentí, sonrojado, ¡ay dios! ¡Qué nervios! No es que fuera virgen, pero no hacia esto con un hombre ya hace tiempo, que saliera a bailar seguido no significaba que me acostara cada 2 fines de semana con algún desconocido. Me encamine hacia el colchón dando pequeños movimientos de cadera y me acomode con delicadeza sobre él, sacándome las zapatillas antes de recostarme. Seguí atentamente cada uno de sus pasos, como desabotonaba su camisa dejando ver esos músculos que hacían que me hirviera la sangre, ¡este hombre estaba tan jodidamente bueno! arrojo su camisa a un lado y yo me quite la mía con rapidez acostándome por completo sobre las suaves sabanas que cubrían el colchón. Se acercó hasta la cama con un andar felino, se despojo de sus zapatos y se puso a horcajadas sobre mí  ¡Por Kira y todos los Shinigamis! El bulto bajo mi pantalón palpitaba de deseo y eso que solo se había sacado la camisa. Deslice mis manos por su pecho, con las palmas recorrí cada fibra de esos pectorales, regocijándome con el tacto. Sin poder evitarlo clave las uñas en su abdomen, no muy fuerte pero lo suficiente como para que tuviera unas lindas marcas mañana. Él acerco su rostro al mío y se apodero de mis labios en un beso de fuego, lleno de lujuria, de pasión. Nuestras lenguas se encontraron en un campo de batalla luchando por dominarse la una a la otra, la saliva de ambos se entremezclaba en aquel beso feroz y salvaje. Nos separamos por falta de aire, su respiración estaba tan agitada como la mía. Sus manos viajaron a mi pecho y luego a la bragueta de mi jean, con cuidado fue bajando por mi cuello dejando un camino de besos y lambetazos robándome profundos suspiros. ¿Quién lo diría? Yo, el gay reprimido, iba a tener sexo con un desconocido que estaba jodidamente sexy, y no me importaba. Todas y cada una de las personas que me habían herido en este tiempo podían irse a la mismísima mierda, si fuese heterosexual me estaría perdiendo esto. Todas las células de mi cuerpo me pedían a gritos que no me negara, obvio que yo tampoco iba a presentar alguna queja…

Con un rápido movimiento cambie las posiciones. Ahora era yo quien estaba encima con mis piernas a sus lados. Él paso sus dedos por mi torso, acariciándome la piel y yo me derretí de deseo, quería más, quería sentir sus manos por todo mi cuerpo. Me incline hacia delante y comencé a besarle el cuello y darle delicados mordiscos sobre su hombro. Ojitos sexys jadeaba y respiraba con fuerza, y yo podía sentir como, debajo de mi trasero y su jean, crecía un bulto amenazante. A horcajadas me fui deslizando hacia abajo, besando toda su piel desde su pecho hasta su abdomen, saque mi lengua, juguetón y fui remarcando sus abdominales uno por uno. Lleve mis manos hasta su cremallera y de un tirón me deshice de su jean junto a su bóxer. Mire, con deseo y lujuria, aquel miembro imponente, remarcado por algunas venas y un poco rosado por la sangre acumulada. Sonreí para mi mismo cuando pase la lengua por toda la extensión, desde el tronco de su pene hasta la punta, y sentí como el cuerpo que estaba debajo de mi se tensaba por completo. Sin vergüenza me lleve todo lo que pude a la boca y comencé a chupar con fuerza al mismo tiempo en que el pelinegro me marcaba un rápido sube y baja con su mano en mi cabeza. El más alto gemía despacio y soltaba gruñidos, ya estaba a punto de correrse…

-Ahhh- gimió el barman al mismo tiempo en que su semen era despedido hacia lo más profundo de mi garganta. Trague cada gota del pelinegro, sin desperdiciar nada, relamiéndome los labios. Me encantaba ese sabor salado y amargo, delicioso…  Mientras que esperaba a que el cuerpo de mi compañero dejara de sufrir los espasmos del orgasmo, comencé a desvestirme. Mi jean y mi ropa interior se perdieron en algún lugar de la habitación, y yo volví a mi posición anterior, encima del pene, ya erecto de nuevo, ahora sin ninguna prenda de por medio. El pelinegro me tomo por las caderas con fuerza, y luego deslizo una de sus manos por mi trasero hasta llegar a mi entrada. Me penetro con un dedo y yo solté un jadeo y me revolví un poco, incomodo por la intromisión. Ahora eran tres los dedos que se hundían en mi interior, rosando mis paredes, preparándome para lo que se venía. De golpe saque sus dedos de mi interior, ya no podía esperar más, quería sentirlo todo. Tome su miembro con mi mano derecha y lo acomode hasta quedar justo debajo de mi entrada, me incline un poco y lo bese antes de auto-penetrarme -Ahhh- gemí al sentirlo, abriéndome, entrando despacio. Nos quedamos así por un par de segundos, esperando a que me acostumbrara, lleve mis manos hasta sus pectorales y lentamente comencé a subir y luego bajar, marcando el ritmo de las embestidos. El pelinegro se mordía el labio cuando me tomo de las caderas y empezó a penetrarme con más fuerza y profundidad, rozándome la próstata y haciéndome olvidar el poco dolor que sentía. Mi cuerpo solo fue cogiendo su ritmo, dando brincos sobre su pene, permitiéndole entrar más rápido y certero. El choque de nuestros cuerpos lograba un ruido guarro y sucio acompañados de mis gemidos y los gruñidos del chico de ojos azules.  En cualquier momento ambos llegaríamos al orgasmo, podía sentir  como las estrellas se iban acumulando en mi bajo vientre y al fin, llego.

-Ahhhh- Soltamos los dos a unisonó, al mismo tiempo en que nos corríamos, yo sobre su cuerpo y el dentro del mío. Nuestras respiraciones eran entrecortadas y el aire apenas si llegaba a nuestros pulmones. Nos separamos, y yo solté un leve jadeo por la sensación de vacío en mi entrada. Nos recostamos uno al lado del otro, mi pecho subía y bajaba con fuerza.

Al cabo de unos minutos me levante nuevamente y comencé a vestirme, no podía quedarme a dormir aquí, tenía que viajar cerca de unos 40 kilometros de regreso a mi departamento. Cuando ya estuve listo camine hasta donde el pelinegro, quien me había mirado atentamente desde que me había levantado, y lo bese. ‘’He pasado una noche fantástica’’ dije antes de darme la vuelta y salir por aquella puerta. Fuera del boliche ya estaba saliendo el sol y había un par de borrachos en las veredas cercanas. Bostecé, en cuanto llegara hasta mi cama no me despegaría de ella por mucho tiempo.

Sonreí, mientras me abrochaba el cinturón y encendía el coche y comenzaba a manejar devuelta hacia la vida real, devuelta a los problemas. Ah, pero ¿qué más da? Siempre tendría los sábados para volver a escaparme, y... quién sabe, quizás hasta me encontrara con otro lindo chico de ojos intensos.   

 

Notas finales:

Comentad que les parecio, bonita forma de solucionar los problemas ¿no creen? yo tambien quiero un pelinegro así para que me haga olvidar la vida real :3 pero bueno, no se puede, así que mejor lo imagino y escribo sobre ello(? 


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