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Encerrado. por Tori-san

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Nadie lo sabía, pero estaba ahí.

Siempre lo sentía, esa sensación de ser vigilado. aquella que se apoderó de él en el mismo instante en que puso un pie en ese instituto.

Al principio buscaba aquella mirada. Todos los días, pero nunca la encontró.

El tiempo pasó y cada vez se fue acostumbrando más y más a esa mirada que lo vigilaba desde un punto ciego.

-Nick- lo llamó la chica que iba de su mano -Iremos a la fiesta de Brad esta noche, ¿verdad?- él le sonrió.

-Claro, Ro- se sintió extraño, más de lo normal, era como si esa mirada se intensificara. Un estremecimiento lo recorrió, la mirada estaba fija en su nuca. Se dio la vuelta deprisa, creyendo que el dueño de esa mirada estaría detrás suyo. 

No pudo ver nada, no había ni una sola persona cerca. Como siempre.

-¿Nick?- su novia llamó su atención -¿estás bien?-

-Si...- respondió aun tratando de encontrar a alguien, sacudió su cabeza. Por un momento creyó que esta vez sería diferente. "Que idiotez" pensó al recordar que esa mirada siempre estaba oculta, demasiado bien para ser algo común. Eso lo aterraba. La idea de ser vigilado por un experto acosador le ponía la piel de gallina.

Su novia reclamó su atención una vez más. Su dulce voz y su delicada risa lograron distraerlo. Tanto que se olvidó de esa mirada durante un par de horas.


**************************


-No deberían irse ahora- le dijo el chico rubio y piel pálida, sostenía en su mano derecha una botella de cerveza y con la izquierda se recargaba en el marco de la puerta -ya es muy tarde, pasen la noche aquí- ofreció mientras observaba a Nickolas y Rouse, su novia, subir en el auto en el que habían llegado.

-No, gracias- respondió ayudando a su ebria novia a subir en el asiento del copiloto y abrochandole su cinturón -Ya es tarde, si no la llevo a casa su padre va a matarme- rió tontamente. También estaba ebrio.

-No es buena idea que conduzcas así-

-Estoy bien- entró al auto y lo encendió.

Se alejó de aquella casa sin notar ya la mirada insistente... enferma...



*************************



-Es tarde Nickolas- el joven se enfrentaba ahora a la mirada de odio del padre de su novia -esta hora y estas condiciones no son aceptables- le cerró la puerta en la cara, como siempre que tenía la oportunidad.

El chico no se preocupo, ese hombre lo odiaba, nadie podía negar tan obvia situación, pero estaba acostumbrado a sus malos tratos y a pesar de todo, el hombre no hacía nada por evitar su relación con su hija.

Se dio la vuelta, regresaría a su casa tan pronto como pudiera, el alcohol lo estaba confundiendo. "Bebí demasiado" pensó recargándose en el auto. Veía borroso.

Su sentidos estaban embotados por el alcohol, en ese momento pudo haber pasado delante un ejército marchando y ni con el estruendo se habría dado cuenta. Sin embargo, pudo sentir una sensación familiar, más de lo que le gustaría.

Esa mirada estaba fija en él otra vez. 

Giró el rostro por inercia, nunca veía nada, pero era una costumbre ya hacerlo.

Nada lo preparó lo suficiente para lo que vio.

El dueño de esa mirada al fin se había presentado ante él.

Lo miraba fijamente desde el otro lado de la carretera.

No se movió. No gritó asustado ni subió a su auto para marcharse, tan sólo lo observó. Tan fijamente como lo hacia con él.

Era inútil. Estaba demasiado oscuro, y él demasiado ebrio, sólo distinguió su silueta... acercándose....

Lo siguiente que pudo recordar fue la sensación de que caía y el sonido de su auto al encender.


************* 


Despertó.

Estaba mareado y su cabeza daba punzadas de dolor, sus labios estaban secos . Tenía resaca. 

Quiso sentarse en la cama en la que se encontraba. Fue en vano, el mareo lo hizo acostarse de nuevo apenas levantó su cabeza unos centímetros. 

Todo estaba tan oscuro, supuso que sería aún de madrugada

Escuchó pasos, el abrir y cerrar de una puerta. Se quedó quieto, simulando estar dormido, si se trataba de alguno de sus padres o de su abuelo no quería hacerles frente en ese momento.

-Has dormido mucho tiempo- esa voz... no, no la conocía. Sintió una caricia en su mejilla. -Te ves tan lindo así de tranquilo- Era una voz grave, claramente era un hombre, pero el tono suave indicaba que no sería mayor a los 20. 

Su presencia... no la sonreí. Lo único que podía sentir sin duda era esa mirada, la misma de siempre, fija en él.

El intruso estaba en su habitación.

Se alarmó. Trató de ponerse de pie, pero sólo logro sentarse de golpe en la cama, el mareo le impidió continuar.

-No, no, Nick- lo tomó de los hombros. El chico quiso reaccionar golpeándolo, pero no pudo, su cuerpo no le respondía. El intruso volvió a recostarlo -Aún hay mucha de esa droga en tu sistema, te sentirás mejor en un par de horas- sus palabras eran casi cálidas, como si fuera...

-Ro-Rouse- pronunció el chico, en pánico total. El intruso hablaba de la misma manera que su novia. Le alarmó el pensar que ella estuviera en una situación similar.

-Ella es un estorbo- dijo calmado el otro mientras lo arropaba como si fuera su madre -La dejaste en su casa por la noche, antes de que te encontrara- un enorme alivio invadió al castaño -No la verás en un tiempo... ni a nadie-

El chico quiso reclamar, hablar, gritarle. Pero su voz estaba muerta

-¿No puedes hablar?, debe ser por la droga- El castaño sintió una presión ligera en sus muñecas -Ya habrá tiempo de que te explique- sintió como el intruso besaba su frente -Dulces sueños, Nick-

El intruso tenía razón. Había mucha droga en su sistema. Se quedó dormido en segundos.




Despertó.

Todo seguía igual de oscuro. No estaba ya bajo el efecto de ninguna droga. Se sentó en a cama.

Llevó sus manos a su rostro, apenas hicieron contacto con el y se dio cuenta de que un extraño antifaz cubría sus ojos. Debió haberlo imaginado, pero no habría podido.

Iba a quitárselo, quería ver algo de luz después de todo, y encontrar la salida de ese lugar, su piel se erizó al recordar el trato de ese intruso.

-No te lo quites- lo escuchó decir con voz seria.

Su manos comenzaron a temblar, pero no las alejó del antifaz.

-No, Nick, no la quites- sonó como amenaza. Bajó los brazos -Gracias- el castaño estaba asustado. ¿Que tal si ese intruso había dañado a sus padres? ¿o a sus abuelos? 

-¿Como entraste?- su voz denotaba el miedo que el no se atrevería a aceptar.

-Esta es mi casa- la respuesta le sorprendió -Te traje aquí hace dos días, después de la fiesta de Brad- 

¿Dos días? Si el intruso... extraño decía la verdad había dormido por dos días enteros.

Dos días.

El miedo crecía dentro del castaño.

-¿Qu-quién eres?- La voz se le entre cortaba, tenía mucho miedo

-¿Quién soy?- repitió -Soy quien te ha observado Nick- sintió una caricia en su mejilla. Quiso golpearlo, pero sus manos no avanzaban mas allá de la altura e su cabeza. -Que niño tan malo- las caricias ahora estaban en sus labios -Supuse que tratarías de usar la fuerza, así que me tome la libertad de encadenarte a la pared- sus palabras eran fluidas y tranquilas, muy naturales, como si lo que dijera fuera normal.

Alejó su rostro de esas manos.

-¡N-No me toques!-

-No te asustes- ahora su voz se oía desanimada -No te dañaría nunca Nick- No volvió a tocarlo. -Te traje tu desayuno favorito Nick- Escuchó movimiento y sintió como la cama se hundía a su lado -Hot cakes con jarabe de chocolate y un capuccino- El olor del alimento le dejaba en claro que no mentía.

Su estomago gruñó. 

Dos días sin alimento, estaba hambriento.

-Come- dijo amablemente y sintió como un trozo de comida chocaba con sus labios, estaba alimentándolo como a un niño.

El castaño giró el rostro. Estaba hambriento, pero no quería arriesgarse a que lo drogara de nuevo.

-Por favor Nick- casi estaba suplicando -Come algo, te hará daño pasar tanto tiempo sin comer- 

El castaño no cedió. 

-Que niño tan mimado eres- Escuchó pasos alejarse y el sonido de la puerta.

De inmediato pensó en quitarse el antifaz que le impedía ver, pero la idea se esfumó apenas pensó con un poco de lógica, estaba encadenado a la pared, no podría huir.

No tenía escape.

Esperó a que el extraño volviera.

Pasaron minutos... horas.

El castaño comenzó a desesperarse.

La posibilidad de que ese extraño lo hubiese abandonado en ese lugar era muy alta.

Su estomago pedía a gritos comida, causándole horribles dolores de los que jamás había padecido.

Trató de tranquilizarse, el extraño lo tenía ahí por algo, seguramente pedirle rescate a sus padres. Si, él era de una muy buena familia, entonces lo habían secuestrado con ese fin. 

Eso tenía sentido, explicaría el por que lo había observado desde el primer día de clases.

Se recostó poco a poco, su espalda chocó contra la pared y así se quedó.

Cerró los ojos. Le dolían un poco debido a la oscuridad continua y a la presión el antifaz.

Esperó y esperó.

No podía medir el tiempo, no sabía cuanto había pasado desde la partida del extraño, pero podía jurar que había pasado un día completo.

Temblaba. No podía evitarlo. Tenía miedo.

-Todo está bien Nick- se dijo, tratando de convencerse. -Cuando el llame a casa la policía lo rastreara y van a encontrarte- 

En su mente estaba imaginando mil maneras en las que su familia lo rescataba.

Sonreía al pensar en cada una, bueno, el pretendía sonreír. No se daba cuenta de que sus labios sólo se curvaban levemente y la expresión era mas de ansiedad que de felicidad.

¿Lo culpan? En su situación ¿qué habrían hecho?

Pasó las siguientes horas de esa manera. El terror lo tenía invadido apenas en el tercer día.

En su oscuro panorama el tiempo no podía diferenciarse, parecía como si no pasara, pero pasaba, seguía corriendo igual que siempre y su cuerpo lo resentía.

Su estomago estaba insoportable. Apenas podía soportarlo. Y una nueva necesidad nació en él. Su vejiga necesitaba vaciarse.

Con esta nueva necesidad se dio cuenta de algo que debía haberle preocupado desde un principio.

Entendía que al estar inconsciente no necesitara alimento, pero sin duda que su cuerpo habría dejado salir los fluidos innecesarios.

Eso quería decir que se habría orinado encima al menos un par de veces.

De ser así, seguramente estaría hecho un desastre y apestaría de manera horrible.

Llevó sus manos a su pecho sintiendo la textura de su ropa, algo en lo que no había reparado tampoco. La camisa era de cuello V, casual y al menos tres tallas mas grande de las que el usaba normalmente. Tragó saliva, al salir de la fiesta el vestía con una camisa formal de botones.

Bajó sus manos hasta su cintura. Lo primero que sintió fue el elástico del pantalón deportivo que estaba usando, este apenas le ajustaba lo suficiente para no caerse.

Ahogó un grito y estiró el elástico lo suficiente para introducir su mano. Rozó su piel desnuda.

Dejó que las lágrimas escaparan e sus ojos. No llevaba ropa interior.

Había estado con un extraño que se había encargado de vestirlo cada vez que el lo necesitara, excluyendo el ponerle ropa interior. 

¿Cual era el propósito de eso? ¿Le habría hecho algo mientras estuvo inconsciente? No quería saberlo. 

Escuchó entonces como se habría la puerta.

-Ya volví Nick- la voz del extraño era inconfundible, se escuchaba muy feliz. -Te traje algo de cenar, espero que tengas mas apetito que esta mañana-

Estaba a unos pasos de el.

-¿Ce-cenar?- ¿lo había dejado ahí por un día entero?

-Si, cena- estaba feliz -traté de volver a la hora del almuerzo, pero los policías no le quitan la vista a nadie desde esta mañana- escuchó ruidos como de bolsas plásticas. -Tus padres se veían muy preocupado-

-Papá y mamá- se apresuró a decir -¿e-ellos saben algo?-

-Los llamé esta mañana- un delicioso aroma impregnó la habitación, el estomago del castaño gruñó de manera intensa, estaba tan hambriento -les dije que no se preocuparan, que estarías de vuelta en algunas semanas-

¿Semanas? Era demasiado. Ya estaba aterrado.

-¿Pe-Pediste el...- no sabia como decírselo y si lo molestaba? - um.. el rescate?- el sonido cesó. Un silencio total invadió la habitación.

Después de lo que pareció una eternidad para el castaño el extraño volvió a hablar.

-¿Crees que esto es un secuestro Nick?-

Asintió lentamente, temía ser dañado.

-No lo es- el ruido e las bolsas continuo y casi enseguida la voz del extraño también - Se que te encanta la comida china, así que te traje tu platillo favorito, pollo agridulce-

Sintió como su boca se hacía agua al oír el nombre del alimento, pero la sensación rápidamente desapareció cuando su cuerpo le recordó de sus otras necesidades.

-Q-quiero...- dudo un instante, pero realmente tenía que ir -quiero usar el baño- 

-Es cierto- el extraño pareció percatarse de algo - lo siento, me demoré demasiado y olvidé que ya habías reaccionado- se acerco a él -Voy a desatarte- escuchó un click metálico y se dio cuenta de que podía mover sus manos libremente -Si intentas algo tendré que drogarte de nuevo- el castaño asintió -buen chico-

El castaño tomó la mano que se le tendió y con su ayuda se levantó de la cama.

-Bien, ahora iremos tres pasos al frente y cinco a la izquierda, ¿vale?- no respondió, ni se molestó en asentir, sólo siguió sus indicaciones -frente a ti está la puerta, en el baño puedes quitarte el antifaz, pero tendré que cerrar la puerta desde fuera- el castaño asintió -ya que estés adentro, date un baño, casi es hora de dormir- el extraño llevó su mano hasta el picaporte, el castaño lo giró y abrió la puerta -ponte el antifaz cuando termines y toca la puerta, te estaré esperando Nick- entró a la habitación, enseguida escuchó como le ponía llave.

Se quitó el antifaz, fue lo primero que vio, totalmente negro, después observó la habitación, el piso era blanco y liso, parecía casi nuevo, las paredes eran de un azul pastel, muy claro, había una bañera de porcelana al otro lado del cuarto, era lo suficientemente grande para contener a dos personas sin problemas con la comodidad. A su izquierda había una pequeña mesa de madera, sobre ella algo de ropa doblada con cuidado.

Se acercó para verla mejor. Una camisa de algodón, casi idéntica a la que llevaba puesta pero esta era en color marrón, a diferencia de la verde pasto que vestía, también había un pantalón deportivo gris, el que el tenía puesto era blanco, encontró también un paquete, lo tomó y miró, era ropa interior nueva, en su talla exacta.

-¿Qué pretendes?- preguntó a la nada casi suspirando, estaba aterrado.

Día 3 de 60. El jóven Nickolas se ha dado cuenta de que fue secuestrado por un psicópata.

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