Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ahogándome en tus profundos océanos por Chiaki Woo

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Esta historia es una traducción, la autora es heukhaneul, y pueden encontrar el escrito original aquí

 

Nada de esta historia me pertenece.

Notas del capitulo:

Este one-shot es puro angst, así que si no les gusta ese género será mejor que no lo lean.

Las dejo leer~

La primera vez que Jimin vio a Yoongi llorar fue cuando la abuela de Yoongi murió mientras ella dormía. Jimin abrazaba a Yoongi por las noches, acariciando al mayor a manera de un consuelo que no estaba seguro de poder ofrecer, pero se aferró a Yoongi como si su vida dependiera de ello.

Colocó besos a lo largo de sus agrietados labios y sus hinchados ojos. Dejó marcas de un amor roto sobre toda aquella extensión de blanca porcelana hasta que Yoongi hipó de agotamiento y cerró sus ojos para descansar. Jimin nunca dejó su lugar de la cama, abrazando su calor contra el fantasma triste de Yoongi y se quedaba abrazado hasta que se dispersaba en hermosos sueños de rostros sonrientes y ojos en forma de media luna. 

Yoongi finalmente dejó de llorar después de una semana, los hinchados ojos ahora remplazados a un polvo de estrella que regresaba y que inundó al castaño. Los profundos océanos de los que Jimin primero se enamoró – todavía dejaba una sensación de cosquilleo dentro de su estómago que se volcaba y giraba violentamente – volvieron a saludar a Jimin por las mañanas y se despedían de Jimin por las noches cuando ambos se iban a dormir.

Yoongi volvió a producir música, escribiendo hasta el ascenso de la luna y descansando cuando el sol se asomaba por el horizonte. A veces, días sin descanso. Dejando a Jimin solo dentro de sábanas frías y oscuras paredes. Jimin no se quejaba, porque a pesar de que Yoongi amaba a Jimin, Jimin nunca podría remplazar el primer amor de Yoongi, y ese era la música.

Así que lo dejó pasar. Atravesó noches incómodas que estaban llenas de comida china para llevar y repeticiones de programas de televisión. Se despertaba con el sonido de los pájaros que cantaban, pero con un espacio vacío en la cama y fruncía el ceño ante el espacio hueco, con un sentimiento de ardiente anhelo a través de sus fríos dedos.

Había días en los que Yoongi se iba por semanas, limitando un mes con muy pocas llamadas telefónicas, mensajes y correos electrónicos. Esos días fueron los más difíciles, pero Jimin todavía no dudaba. Se aferraba al simple hecho de que Yoongi volvería con agresivos besos amorosos y manos a través de su piel desnuda.

Jimin succionó sus afelpados labios, labios que fueron utilizados para recitar versos ardientes en pistas fabricadas propiamente. Gimió en los dedos que jugaban con él como una de las complejas mezclas de Yoongi y jadeó en el cuello que trabajaba tan arduamente a altas horas de la noche. Jimin amaba a Yoongi y no iba a dejar que ese sentimiento ineludible se disipara, aunque sabía que la relación era cada vez más tensa con cada cierre de puerta, con cada giro de la espalda de Yoongi.

No, no, no puede dejar a Yoongi.

Jimin encontró un trabajo de camarero. Estaba empezando a sentirse demasiado solo dentro de su departamento compartido, un departamento que estaba destinado a albergar a dos, pero que se sentía como un hogar sólo para uno. Escogió el trabajo para entretenerse, horas de trabajo que lo dejaron sentirse drenado. Pero, ese era el punto. Quería quedarse dormido sin muchos pensamientos, sin el pensamiento de extrañar a Yoongi, pero se dio cuenta que si no extrañaba a Yoongi cuando estaba despierto, extrañaba a Yoongi cuando dormía.

Sueños de los abrazos de Yoongi y de los labios de Yoongi. El momento en el que se conocieron en el campus de la universidad. Sueños nostálgicos que tocaban su corazón en una rota sinfonía. Como arpas tocadas por tristes ángeles y demonios que cantaban sus hermosas canciones. Soñaba con fuegos artificiales en su primer aniversario y camiones de mudanza en su segundo aniversario.

Cuando despertaba, los sueños se convertían en pesadillas. Una fugaz felicidad reemplazada por una permanente tristeza, un compañero faltante que era su pareja. Alas que estaban rotas, deshilachadas y quemadas. Ojos de océano que no podía ver cuando el borde de los sueños escapaban por sí mismos, temeroso de desmoronarse – temiendo que su relación se desmoronara – pero Jimin seguía adelante, aún con fuerza.

Así que, cuando Yoongi regresó después de cuarenta y cinco días y encontró a un extraño en la cama de Jimin, Yoongi no alzó la voz, no gritó, no culpó a Jimin por su infidelidad. Pero, esa fue la segunda vez que Jimin vio llorar a Yoongi.

Un sollozo ahogado que sonaba muy parecido a los cielos agrietándose para abrir toda su belleza. Como una avalancha de olas chocando en la orilla de una tormenta. Sonaba como una orquesta tocando fuera de tono y parecía que el equilibrio del mundo se desplazaba fuera de su eje. Yoongi vertía sal de sus océanos y exhalaba en respiraciones que lastimaban a Jimin como huracanes pasando por su corazón. Tornados de cabello desordenado y la obsoleta respiración que tenía un sabor muy parecido a la promesa rota de “No lo volveré a hacer, lo prometo”.

-Sé que te sientes solo, amor, así que no te culpo- Yoongi dijo finalmente entre sus temblorosas manos, ojos muy fijos que pareciera que se dividían a la mitad y eran arrojados a la basura, pero su rostro todavía tan etéreamente hermoso. Jimin se preguntó cómo pudo haber herido a tan hermoso ángel.

Un triste, roto, hermoso, hermoso ángel.

Jimin besó los labios de Yoongi, expulsando todos sus errores dentro del poderoso perdón de su amado y gimió su culpabilidad en la clavícula que le recordaba mucho su hogar. Su hogar con Yoongi. No con los extraños, no con las aventuras de una noche porque nunca podrían llenarlo como Yoongi lo hacía, nunca podrían reemplazar la forma en la que sentía a Yoongi en sus venas. Un ardiente deseo, necesidad, anhelo que corría por sus venas como un maldito veneno, una droga que no podía dejar. 

Pero, esta vez Yoongi se fue por setenta días. Un viaje por tres ciudades, con dinero exhortándolo en canciones de grabación para los recién llegados, actuando en el escenario con sus compañeros que compartían su misma pasión. La misma ardiente necesidad de estar a la luz, porque se criaron en el asimiento autoritario de la música. Yoongi besó a Jimin de despedida, una triste despedida que dejó a Jimin decaído porque ahora estaba siendo privado de su droga. Y él era tan estúpido como para no abastecerse de ella.

La recaída fue dura, lo golpeó como un camión de volteo sin engranajes. El espacio vacío no podía ser llenado y derramó su angustia en diferentes cuerpos. Con un amigo de un amigo de un amigo, o con un bebido extraño de un bar, él escapaba de las noches tristemente desiertas sin Yoongi. Besó cuatro pares diferentes de labios, recostado en la cama – dejándolos sustituir el espacio vacío de Yoongi sobre las sábanas – con dos diferentes cuerpos tomándolo hasta que gritaba silenciosamente el nombre de Yoongi de sus labios. Una brecha en su promesa, una grieta en su corazón.

Taehyung lo atrapó en regresión, golpeando la cara de Jimin con un duro puño contra su mandíbula, sus dientes resultando frotados contra sus encías.

-¡Eres un maldito idiota!- Taehyung gritó entre dientes, golpeando la cara de Jimin con otro revés y Jimin lo merecía, él sabía que se lo merecía. Jungkook corrió hasta Taehyung, jalando al chico enojado entre sus brazos para callar la tensión.- ¡Él trabaja mucho para ti! ¡¿Te ama con todo su corazón y tú le haces esto?! ¡Repugnante basura!- Taehyung gritó, pateando la puerta del departamento de Jimin hasta que hizo una grieta en la madera.

Jungkook jaló y jaló, abrazando a Taehyung con fuertes brazos y miró con odio a la forma tirada de Jimin.- Tienes suerte que todavía tenga cierta compasión en mí. Si no me le uniría- escupió, llevándose a Taehyung lejos del departamento de Jimin.- Será mejor que se lo digas, Jimin. Tienes que contarle sobre tu irresponsabilidad-

Jimin suspiró en sus palmas, sus hombros temblando de risa. Risa que dejaba escapar su desbordante ansiedad y mala conducta. Gritó tanto como pudo hasta que sintió el pánico estallando en sus venas, derramándose sobre su alma como una nube oscura y sofocándolo como el sonido de la puerta golpeándose con dos cuerpos retirándose en forma de sus mejores amigos.

Respiró hondo, demasiado rápido, repentinamente y cayó al suelo con las rodillas estrellándose contra los azulejos brillantes de su cuarto de baño. Su cuerpo sacudiéndose violentamente, una oleada de ácido subiendo hasta su lengua y estallando en el inodoro blanco hasta que fuera limpiado con una mano sudorosa.

 

No, no, no iba a dejar a Yoongi.

No, no, él ama a Yoongi.

 

Pero, tenía que hacerlo.

Necesitaba dejarlo ir.

Jimin renunció a su trabajo como camarero. Metió las cajas de comida china en el bote de la basura y apagó las repeticiones de programas de televisión que acompañaban sus noches vacías. Se despidió de los pájaros cantores de las mañanas y sonrió hacia el lugar vacío de su cama. Un espacio vacío que le pertenece a Yoongi. Jimin ya no iba a seguir lastimándolo, ya no podía dañarlo.

Cajas y cajas de color marrón y beige. Todas sus pertenencias metidas dentro hasta que se llenaron hasta el borde con todo lo que tenía, trató de no dejar rastros. Empacó su ropa, dejó las que Yoongi le compró y le dejó su corazón a Yoongi porque lo menos que podía darle a Yoongi era algo que él no era capaz de cuidar. Sabía que Yoongi sabría cuidarlo mejor de lo que él jamás podría.

Cuando Yoongi volvió a casa, esperaba la dorada piel bronceada, los centellantes ojos en forma de media luna y aquella amplia sonrisa. Esperaba el beso de llegada, el primero de cálidos abrazos y el empujar y tirar contra las sabanas de la cama en las que extrañaba estar. Oh dios, en verdad extrañaba a Jimin.

Pero, entró a una siniestra oscuridad. Una premonición con el sonido de conocidas olas estrellándose contra su costa, la sal de sus océanos dispersándose por el par de labios invisibles pertenecientes a Jimin. Entró a una nube de formas transparentes de la figura de Jimin. Recuerdos en marcos de fotos y videos que guardaba. Yoongi gritó, ahogados sollozos de sentimientos en forma de mareas que le dificultaban la respiración. Le costaba respirar.

 

Jimin ayúdame, amor, ayúdame a respirar.

 

El fantasma de una respuesta, un silencio que permanece pesadamente estancado encima de su cabeza. Lágrimas que estallan sobre sus mejillas como una espléndida cascada que choca contra las rocas de huesos de porcelana. Se mete a la cama, barriendo sus uñas en el lugar que solía ser reclamado pero que ahora sólo ocupaba el sonido del mundo de Yoongi golpeando contra la montaña de sábanas.

-¿Dónde estás?- se preguntó en silencio, la pesadilla de Jimin ahora era realidad.- ¿Por qué hiciste esto?- sangra en las almohadas en forma de agua salada que cae en forma de cascada convirtiendo pequeñas gotas contra el blanco puro.- Maldición, te necesito. Te necesito, te necesito, te necesito. Te quiero, por favor, no hagas esto, no lo hagas- apagó la luz.

La luna brillaba en el oscuro cielo aterciopelado y vertía su luz dentro de las ventanas. La maldice. Maldice el sol, las estrellas, la luna, el universo, cualquier cosa que se le ocurría. Maldice su amor por la música, los viajes, las grabaciones, presentaciones y escenarios. Maldice su corazón y al vacío de Jimin.

Llora hasta que su mente dibuja espacios en blanco y negro. Hasta que su mundo se apaga en somnolientas brasas de sueños con el rostro de Jimin enlucido en la tela de los turbios colores. Llora por tercera vez.

Pero, esta vez Jimin no está ahí para presenciarlo.

 

 

Un ángel no debe llorar tanto como tú lo has hecho por mí

Jimin

 

 

Yoongi llora más fuerte.

Notas finales:

¿Qué les pareció?

Es triste, lo sé, pero (y sólo en esta historia) creo que fue una buena decisión. Bueno, sabemos que las relaciones son complicadas.

De todos modos, gracias por leer~

Nos vemos^^


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).